Escrito por Nahúm Monroy y Alondra Ramos
El cinismo y la desfachatez desbordan los medios masivos de comunicación. Tras las infames calumnias promovidas por Televisa, Tv Azteca, El Universal, Reforma, Milenio, Impacto, etcétera, se encuentra el apetito voraz de los que quieren empujar el desmembramiento de la universidad pública.
Los dueños de las universidades privadas se frotan las manos ante la perspectiva del desmembramiento de la UNAM. Sus espantajos de universidades están muy por debajo del nivel de la Universidad Nacional y esto les llena de cólera. No soportan carecer de la infraestructura necesaria para la enseñanza de la Medicina, las Ingenierías o las Ciencias Exactas. El gobierno de Calderón y estas pseudouniversidades están detrás de los rabiosos ataques contra la UNAM.
Contadas veces en la historia la relación Estado-Universidad ha sido tan ríspida. Los recientes sucesos en Ecuador han sido utilizados de manera vil por el gobierno y los medios para atacar a la UNAM. El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, declaró que los cuatro estudiantes asesinados de la UNAM, incluida la sobreviviente Lucía Morett, eran delincuentes y terroristas. El consentimiento de Calderón se confirmó con su tímida e insignificante respuesta al decir “no se vale prejuzgar”, cuando la desfachatez de Uribe mereció una condena enérgica.
Tras el silencio del gobierno federal se esconde en realidad toda la ofensiva contra la universidad pública. La tensión se desató cuando se documentó en El Universal que el CISEN mantenía un monitoreo periódico del espacio estudiantil Cátedra Simón Bolívar de la Facultad de Filosofía y Letras. Narro tuvo que contestar estos ataques el 16 de abril después de mucho titubear y a sabiendas de que si no lo hacía se podría desencadenar el descontento estudiantil. Las palabras de la rectoría fueron muy enérgicas: “Se trata – dice el comunicado refiriéndose a las declaraciones de Álvaro Uribe- de expresiones sin fundamento, imprudentes e irresponsables… faltan a la verdad y carecen del mínimo sentido de solidaridad, están llenas de rencor y se expresan sin pudor alguno, acerca de un bombardeo que mereció la condena internacional, y que, entre sus consecuencias, causó la muerte de cuatro mexicanos y lesiones graves a una más”.
Calderón calló ante la indignación de la comunidad universitaria, pero cuando se pensaba que había sido suficiente, nuevamente el 24 de marzo el embajador de Colombia en México, Luis Camilo Osorio, envió una carta al Rector de la UNAM donde le “sugería” que condenara a los estudiantes mexicanos que se encontraban en el campamento de las FARC.
Narro, respondió: “La Universidad Nacional Autónoma de México de ninguna manera aceptará sugerencias injerencistas que pretendan regular la vida de los universitarios y decidir por ellos hacia dónde habrán de dirigir sus pasos… “la UNAM lamenta la confusión subyacente en las líneas de su carta, pues jamás ha considerado la posibilidad de que el campamento de Raúl Reyes fuese “un campus universitario y menos como usted irónicamente lo hace, lo ha comparado con ‘el gran proyecto cultural y educativo de nuestra sociedad’”.
La oposición velada entre Rectoría y el Gobierno Federal se remite a dos causas, en primer lugar la oposición burocrática de intereses debido a la filiación política del grupo dominante de las autoridades universitarias (priísta-perredista), enfrentado a la derecha universitaria de Sarukhán-De la Peña (panista) como aliados de Calderón; y por otra parte, el hecho de que el movimiento estudiantil y el sindicato modificaron las relaciones de poder en la UNAM desde 1999 maniatando a las autoridades en cualquier intento de privatización abierta.
Pese a sus intenciones, primero De la fuente y ahora Narro, han tenido que dirigir la UNAM bajo el espectro de la insurrección estudiantil y la creciente agitación en las filas del sindicato; a ello se debe el distanciamiento de Rectoría de la derecha universitaria. La rectoría es débil frente al movimiento estudiantil y esto lo sabe la derecha.
Tras este panorama es tiempo de que los estudiantes impulsemos las demandas que por años nos han arrebatado, es tiempo de que emprendamos la batalla en contra de los ataques a la UNAM. Debemos romper con el sectarismo imperante en las escuelas, debemos romper también con esos sectores lúmpenes que existen al interior de la universidad, es decir, esos sectores que utilizan al movimiento estudiantil para ver por sus intereses utilizando el chantaje, la extorsión y el amedrentamiento.
Somos los estudiantes conscientes los que debemos ponernos al frente de la lucha. Corresponde a las nuevas generaciones emprenderla mediante el debate de un programa que verdaderamente defienda nuestros intereses. Debemos construir pliegos petitorios en todas las escuelas y debemos impulsar un programa general de lucha. Hoy como ayer gritaremos al unísono el grito del 99: “En defensa de la Universidad pública, gratuita y popular: Para todas y todos, no daremos un solo paso atrás. Trabajadores y Estudiantes, Unidos y Adelante.”
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http://www.militante.org/se-prepara-un-ataque-contra-la-unam