En la calle, en el transporte público, en las pláticas de familia y con los amigos, el ambiente recuerda al de 1988, cuando Cárdenas presentó por primera vez una candidatura presidencial antipriista con amplias posibilidades de ganar; gran parte de la población lo apoyaba. Hoy la mayoría igualmente expresa su apoyo a López Obrador.
La amplia ventaja en las encuestas es el reflejo del sentir nacional; sacar al PRI y al PAN y PRD, sus paleros, causantes de la desastrosa situación del país en seguridad, educación, salud, violencia contra las mujeres, corrupción. Es factible el triunfo del candidato de MORENA pues la generalidad de la población lo ve como una forma de ajustar cuentas a los gobernantes y recuperar lo que les ha sido arrebatado: salarios, trabajo, tranquilidad en pueblos y ciudades y un largo etcétera, en suma, recuperar su vida, su futuro y el de sus hijos.
El triunfo de AMLO sería un golpe impresionante, mayúsculo, al sistema económico que chupa la energía al pueblo y lo transforma en grandes riquezas para una minoría y para sus patrones en el extranjero. Tal y como están las cosas este triunfo tendría un defecto histórico.
Para ganar sin importar cómo, el grupo dirigente de MORENA ha desplazado a los activistas cuyo esfuerzo han construido al partido. AMLO y su grupo han llenado las listas de candidatos con arribistas llegados del resto de los partidos con denominadores comunes: ser corruptos y haber sido y ser fieles ejecutores de las políticas antipopulares de los gobiernos en turno. La opinión de las organizaciones sociales de pueblos y ciudades no fue tomada en cuenta. En numerosos casos ello significó la salida de grupos y la desaparición de comités distritales.
La respuesta del llamado "entorno", el grupo dirigente es por demás cínica: "no se les puede dar gusto a todos". Claro, si lo principal es quedar bien con los patrones y los grupos caciquiles de las regiones, entonces al resto no se le puede dar gusto, aunque el resto sean los que en todos estos años de trabajo han soportado las agresiones y amenazas de quienes si se les da gusto.
No sólo han impuesto a corruptos y arribistas, además los han colocado en los lugares preferenciales y con mayores posibilidades de triunfo. Éstos serían los encargados de ejecutar las acciones decididas por la presidencia, los mismos que apoyaron y aprobaron la reforma energética, la educativa, la destrucción de los sistemas de salud y que además de hostigar al movimiento popular y a los morenistas, se han enriquecido saqueando las finanzas públicas. ¿Para eso tanto trabajo? Sería terrible que el esfuerzo para sacar el PRI sirviera para que el país siga igual, es todavía peor cuando algunos se justifican diciendo: “los corruptos de los otros partidos son peores que los de MORENA”.
La situación actual en Brasil nos da una idea de las consecuencias de esta forma de actuar. Para ganar la presidencia, Lula y el PT se aliaron a una parte de la patronal y sus partidos, éstos les ayudaron a tener diputaciones, senadurías e inclusive la vicepresidencia. En cuanto los partidos burgueses se recuperaron del pánico causado por el enorme impulso popular que llevó a Lula a la presidencia dos veces y a la presidencia a su sucesora Dilma Roussef, se apoyaron en la corrupción de dirigentes y funcionarios del PT, destituyeron a Dilma, anularon las conquistas sociales logradas con el triunfo del PT y estamos viendo a Lula en la cárcel y la continuación de acciones gubernamentales para rebajar aún más el nivel de vida de los brasileños, reduciendo salarios, destruyendo en gran medida el sistema de jubilación, etc. etc.
Los acontecimientos brasileños no son deseables ni para ellos ni para los mexicanos. En México para lograr doblar a la gente de base, a los activistas a aceptar que el esfuerzo de todos los años de trabajo y las esperanzas de la población queden en manos de los mismos corruptos y rateros, cuando se prometió impedirles que continuaran haciéndole daño al país y a su gente; se enfrentan a todo tipo de presiones, incluyendo ofrecimientos de dinero o de puestos "una vez que ganemos" y peor aún amenazas.
En todo el país el descontento recorre la base de MORENA, pero ¿qué hacer? Lo mínimo es rescatar, hacer vigentes los principios con los cuales nació el partido y ello implica no votar por ningún corrupto ni arribista aunque se presenten con la careta de MORENA.
No votar por los corruptos y arribistas incrustados es demostrarle a la población que MORENA no es trampolín, y que por ello puede ser, en verdad, la esperanza de México.