El outsourcing, también conocido como subcontratación o tercerización de un empleo, es un modelo cuya finalidad es trabajar como un intermediario entre algunas empresas del sector público y otras tantas del sector privado para desarrollar ciertas tareas en específico, ya sea de forma operativa (atención al cliente) o en el soporte técnico (aplicativos), permitiendo a las grandes empresas dedicarse a las actividades que verdaderamente dominan y dejar el otro restante a éstos intermediarios, aumentando así sus ganancias, productividad y crecimiento.
¿Cómo funciona el outsourcing?
Si bien no todas las empresas son partícipes de esta actividad, la mayoría de las contratantes buscan conseguir mayores ganancias a costa de la explotación de sus empleados. Lo que hacen estas compañías es evadir de sus obligaciones y responsabilidades laborales a las empresas, registrando datos falsos ante el IMSS, el Infonavit, el SAT, etc. Por si esto fuera poco, también declaran ingresos menores al de un trabajador promedio, con la intención de disminuir el pago del ISR (Impuesto sobre la renta), además de no conceder el pago de utilidades al personal contratado.
Los trabajadores que están laborando bajo esta modalidad pasaron de manera descomunal de 2008 a 2018 habiendo un aumento de 2.7 a 4.5 millones de personas. Por lo que este tipo de contratación se está volviendo en el modelo a seguir para los empresarios y llenarse los bolsillos aprovechándose de las necesidades de los y las trabajadoras.
Y es que su peculiar forma de atraer a los trabajadores es bajo el marketing: “¿Buscas trabajo y no tienes experiencia? No te preocupes, ¡Nosotros te capacitamos!”, “¿Eres joven y buscas tu primer empleo?, ¡Está es tu oportunidad!”, “¿Buscas ingresos mayores a los 10,000+ mensuales?,¿Ya no te contratan por tu edad?, ¡Nosotros contratamos sin límite de edad!”, estas frases son los ganchos perfectos para traer a la gente que está buscando un trabajo con desesperación, que tiene la esperanza de encontrar un trabajo digno por la necesidad de pagar renta, comida, estudios, e incluso de mantener una familia, etc.… Una vez dentro de estos trabajos, las jornadas laborales son excesivas, puedes pasar hasta 10 horas trabajando, con sólo 30 minutos de comida y 10 minutos para ir al sanitario en toda la jornada.
Las artimañas del outsourcing para beneficio de los empresarios
Actualmente seis estados concentran el 55.7% del outsourcing: Ciudad de México, 20.2%; Estado de México, 9.7%; Nuevo León, 8.7%; Jalisco, 7.9 %; Guanajuato, 4.7% y Coahuila, 4.5%. La evasión fiscal en un año asciende a 324 mil millones de pesos, dinero que no recibe el Estado y que debería ser utilizado en el gasto público: alumbrado, infraestructura, mantenimiento, pavimentación, etc. De esta manera los trabajadores pagamos un alto precio al ser contratados por estas empresas, no sólo los salarios y las condiciones laborales son precarias, también nuestra vida cotidiana por falta de inversión estatal en los barrios, transporte y zonas por las que nos trasladamos.
Menos del 1% de las firmas que ofrecen el servicio de outsourcing en el país cuentan con registro ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lo que significa que la mayoría ayuda a las empresas de diversos sectores a evadir impuestos por los salarios de los trabajadores. Cambiando así de razón social cada determinado tiempo. ¿A dónde va todo ese dinero que los patrones se “ahorran” (roban) bajo este esquema? A sus bolsillos. Beyruti es uno de los ejemplos emblemáticos de esta forma de contratación transformada en un verdadero monopolio de mano de obra barata, los beneficios son multimillonarios. Ha construido un patrimonio con énfasis en los medios de comunicación, que incluye la adquisición del periódico El Economista, acciones en Forbes, dos canales de televisión de paga, la revista Mundo Ejecutivo PlayBoy, estaciones de radio, entre otras, además no podría ser un empresario moderno sin la pretensión de invertir en China y crear su propio banco. Todo esto a costa de miles de trabajadores precarizados.
No soportaremos su cinismo, por condiciones laborales dignas
Ante estas propuestas, el Comité Coordinador Empresarial (CCE), pide “no criminalizar a los empresarios”, como si no fueran auténticos rateros de guante blanco, todavía se indignan y llaman al equilibrio y la razón, con la misma soltura que este 9 de marzo se suman a un paro de mujeres, como lo ha hecho Bancomer, sin tomar medidas de dignificación laboral para los miles de mujeres que están bajo estos esquemas de contratación. Tan sólo en la Ciudad de México hay 300 mil mujeres laborando bajo este esquema de precariedad laboral, causándoles mayor vulnerabilidad.
Hagamos un recuento, las empresas de outsourcing no son más que parásitos que se llenan los bolsillos a través de violentar los derechos de los trabajadores y que a costa de sus necesidades los explotan ofreciendo empleos precarios; por si fuera poco, usan artimañas para robarle dinero al Estado al evadir los impuestos de las empresas. Está claro que estos intermediarios lucran con el trabajo de los empleados, lucran con el Estado, lucran con todo lo que pueden y sólo favorecen sus bolsillos y los de los empresarios. Y ni que decir de los empresarios que, con tal de evadir impuestos, no pagar seguridad social ni utilidades ni bonos, ni generar antigüedad en los trabajadores ven al outsourcing como lo mejor que les pudo pasar en la vida para explotar a sus trabajadores y llevarse ganancias millonarias a sus casas.
Tras la pandemia del coronavirus que vivimos actualmente, el outsourcing le ha venido muy bien a los empresarios, pues con la mano en la cintura han podido despedir a los empleados y a otros de la misma manera y con el cinismo total los han descansado un mes sin goce de sueldo, en ambos casos dejándolos sin dinero frente a esta crisis sanitaria y no sólo eso sino también los han dejado a la deriva sin seguridad social, sin tener a donde acudir sin son contagiados de esta enfermedad, protegiendo así su fortuna que seguramente les sirve para soportar esta y 20 pandemias más.
Existen al menos 10 iniciativas de modificaciones al ambiguo artículo 15-A que regula la subcontratación, pero lo que se necesita no son las posiciones laxas de la CROC o la CTM, ni tampoco las posiciones consensadas con algunas empresas y la Secretaría del Trabajo. Está claro que quieren que esta crisis sanitaria la paguemos la clase trabajadora, pero no va a ser así , ahora más que nunca, necesitamos estar organizados, urge dignificar el trabajo, desde el salario hasta las prestaciones laborales, queremos trabajo digno y la única forma de conseguirlo será con la lucha organizada de los trabajadores, arrebatando no sólo en las leyes, sino en los hechos mejores condiciones de vida.
¡Por trabajos dignos y con todas las prestaciones!
¡Seguridad social para todos los trabajadores, frente a la pandemia!
¡Cuarentena con goce de sueldo para tod@s l@s trabajador@s!