Es conocida la corrupción externa en el trato al consumidor, el llamado “peine” que tuvo como resultado dar un margen de acción a la campaña de calumnias del gobierno contra los trabajadores electricistas. Respecto a la corrupción interna hay datos suficientes para llenar una crujía del Archivo General de la Nación, citaremos uno.
En los cuatro años de gestión de esta dirección sindical la plantilla laboral creció en más de 25%. La mayoría de las plazas fueron vendidas, para ello se estableció una oficina externa en la colonia Casas Alemán.
En la campaña electoral del 2009 surgió una oposición a lo anterior del sindicato, el margen tan cerrado de las votaciones no fue el único motivo del conflicto, sino la negativa anti estatutaria de escuchar las quejas y pruebas de compra de votos, el “carrusel” y las amenazas electorales. Al aferrarse a los puestos de dirección, la camarilla dirigente rompió la legitimidad estatutaria y la unidad del sindicato. Por otro lado, la oposición cometió errores fundamentales que fueron capitalizados por la tendencia de Esparza, uno de ellos fue poner en el eje de su lucha por la democracia interna la intervención de la Junta de Conciliación y Arbitraje (también dominada por el gobierno y su partido, el PAN), en vez de reorganizar esta lucha valiéndose exclusivamente del apoyo de la base sindical.
A cinco años de distancia hay cosas claras, quien se quedó con el aparato burocrático fue reconocido por el gobierno como el “auténtico” SME, no obstante ser sólo el 30% de los agremiados. Este SME30% también es reconocido por las burocracias sindicales nacionales e internacionales, no obstante constarle a muchos de ellos la posición inconsecuente de los integrantes del llamado Comité Central.
Hoy, a inicios del 2015, la burocracia del SME festina como un triunfo histórico la nueva promesa (sólo conocida por ellos y sin fecha) de crear cooperativas donde algunos tendrían trabajo. Esto ha obstaculizado aún más las posibilidades de unir las diferentes fracciones en una lucha común para recuperar el empleo; unidad deseada por amplias capas de electricistas, sobre todo jubilados.
Falta ver las consecuencias de la inestabilidad petrolera para esta posibilidad, de consolidarse, no dejaría de ser un triste triunfo para un sindicato nacido de las luchas contra las tendencias cooperativistas, siempre opuestas a la organización clasista. Por desgracia, todas las fracciones impulsan la actividad divisionista y los esfuerzos para superar esta situación son débiles en extremo. Apoyar a quienes buscan la acción unitaria, el restablecimiento de la legalidad estatutaria y una política revolucionaria para los sindicatos, es indispensable si se quiere corresponder a lo afirmado en el himno del SME, “por nuestras manos pasa la fuerza”