El pasado 30 de septiembre fue presentado por la senadora priísta Blanca Alcalá Ruíz el proyecto de Ley General para el Acceso, Fomento y Disfrute de la Cultura. Esta iniciativa ha estado formándose desde aproximadamente una década, recibiendo rechazo por parte de los trabajadores de CONACULTA, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) desde sus primeros esbozos, con protestas hacia los recortes en 2004 y un paro laboral de dos semanas en 2007. Se sabe que es urgente el mejoramiento de las condiciones de trabajo, estudio, difusión y fomento del arte y cultura, pero dicha ley presenta una serie de irregularidades y problemáticas a las cuales no se le han dado respuesta. Como por ejemplo, al modificar la estructura de las instituciones INBA e INAH se plantea que sus funciones se duplicarían, sin aún haber resuelto que se cuente con presupuesto y trabajadores para ello o que al proponer que monumentos arqueológicos, artísticos e históricos sean normados por las autoridades locales abre paso a la explotación comercial y turística, que privilegiarían las ganancias económicas de sectores privados en vez de la preservación.
Una de las principales demandas de la comunidad cultural es que no sigan imponiendo leyes a espaldas de los trabajadores de dichas instituciones, que además conocen de sobra las carencias y principales problemas a los que se enfrentan día a día. Además, a principios del presente año se confirma el cierre del Teatro Jiménez Rueda, para la construcción de un centro comercial, bajo el argumento de que el recinto no es seguro para los que laboran en el lugar y que en unos meses se dará a conocer una nueva sede para el mismo. Es, por todo esto, importante unificar las fuerzas de éste sector con el resto del movimiento, organizaciones de masas, y continuar creando conciencia de que las condiciones de los artistas y trabajadores de la cultura no son diferentes a las del resto de trabajadores, ya que nadie está exento de los ataques de la opresión capitalista; debemos impedir que la situación se “resuelva” con los diálogos paliativos de siempre.
