Para nadie es ya una sorpresa que la crisis económica que golpea a nuestro país, y al mundo entero, desde 2008 está arrojando a la calle a millones de trabajadores. La apuesta de la burguesía ha sido la de recortar puestos de trabajo, reducir salarios y violar, de manera reiterada, Contratos Colectivos del Trabajo de diversos sectores productivos.
En lo que va de este 2009 las cifras del desempleo no han dejado de crecer estrepitosamente. A pesar de los reiterados llamados de Calderón a mantener la calma, la situación se presenta de manera muy concreta hacia los trabajadores que han perdido su empleo o se que se les ha impuestos una disminuciones salariales.
Estos ataques se han dado en prácticamente todos los sectores de la economía, desde la industria textil, pasando por la de la construcción, llegando a la de servicios; no hay un solo sector que no se haya visto afectado por la crisis económica.
Con la oleada de influenza que México vivió en mayo pasado uno de los sectores que ha tenido mayores pérdidas ha sido el de servicios. En lugares como Acapulco, Guerrero, se registraron las caídas turísticas más estrepitosas de 2009. En mayo, Acapulco registró 30 puntos menos de ocupación hotelera que en 2008. De acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Turismo del Estado de Guerrero, en la misma fecha de hace un año se registró 47.6 por ciento, contra 17.1 por ciento de 2009 de ocupación hotelera.
Esta caída fue el perfecto pretexto de los dueños de los hoteles para violar, una y otra vez, los derechos de los trabajadores. Violaciones a contratos colectivos, disminuciones salariales, despidos injustificados y malos tratos han sido motivos suficientes para que trabajadores de diversos hoteles se lanzaran a la huelga.
Sin embargo, el motivo de la influenza no fue el único. Ya desde finales de 2008 se habían desarrollado diferentes luchas de los trabajadores del ramo, destacándose la de noviembre de ese año cuando los trabajadores del Hotel Crown Plaza de Acapulco se lanzaron a la huelga en defensa de sus salarios y sus contratos colectivos; 3 días después la levantaron exitosamente.
Saldo de lucha 2009 ¡Que bello es Acapulco!
En marzo de 2009, fueron los trabajadores del Hotel Tortuga los que estallaron en huelga en demanda de la liquidación al 100 por ciento de nueve empleados que fueron despedidos con el argumento de la crisis económica en la hospedería.
Un mes después, en abril, fueron los trabajadores del Hotel Torres Gemelas quienes estallaron en huelga por violaciones al contrato colectivo, pero, además, exigían el cese de los insultos que empleados de confianza de los representantes del hotel les hacen. “Nos gritan que somos unos pendejos y que nos van a partir la madre por no hace bien nuestro trabajo”, declararon los trabajadores. Una trabajadora, que omitió su nombre, afirmó que otros empleados “que son protegidos” exigen que sean mujeres las que hagan el aseo en las habitaciones “y al subir nos hacen propuestas indecorosas y nos faltan al respeto, nos insultan con groserías”.
En junio de este año se sumó a esta expresión de lucha la huelga de los trabajadores del Hotel Copacabana. La exigencia, el pago de utilidades y trato digno a los empleados. Un elemento llamó fuertemente la atención en esta lucha fue el caso de unos 20 turistas nacionales se unieron a su causa, pues dijeron que “todas las empresas quieren ver la cara de pendejos a los trabajadores”. Este último detalle por si mismo es ya un síntoma muy ilustrativo de los tiempos que se viven en la lucha de clases en México.
Aunado a ello, en junio existían en Acapulco 100 emplazamientos a huelga a empresas hoteleras, gastronómicas, de construcción y de otros giros por violaciones en el contrato colectivo de trabajo (CCT).
Para el mes de julio 100 trabajadores del Hotel AcaBay de la Costera Miguel Alemán de Acapulco estallaron la huelga en demanda del pago de 2 millones de pesos que la empresa ha dejado de enviar al Infonavit desde hace 5 años y una cantidad incuantificable de cuotas al IMSS que no ha depositado, mientras que a ellos les descuentan esas contribuciones puntualmente.
El secretario general de la Sección 112 de la CTM señaló que “el año pasado estallamos la huelga porque ya eran 4 convenios que no se estaban cumpliendo y se firmó el quinto donde ellos depositaron una cantidad para abonarle al Infonavit, lo que no ocurrió porque el documento que depositaron no tenía fondos y entonces creímos en ellos y les dimos todo este año para que pudiera subsanar la deuda que tiene con los trabajadores, pero no se dio”. En esta ocasión nuevamente, al igual como lo fue en la huelga del Hotel Copacabana, los huéspedes apoyaron la movilización: “les quieren ver la cara de pendejos”, dijeron.
En agosto, trabajadores del Hotel Maralisa, de Acapulco, también se fueron a la huelga. Una semana duró la huelga después de que se llegara a un acuerdo con la patronal en el que se comprometieron a pagar el adeudo completo de 3 millones de pesos, así como entregar uniformes y pago de becas para los hijos de los trabajadores y, por si fuera poco, el pago de las propinas de las meseras. Además, cuatro guardias de seguridad fueron removidos de sus puestos debido a la acusación que los trabajadores hicieron por hostigamiento laboral. Aunado a ello se cubrirían los salarios caídos de los trabajadores por el tiempo que duró la huelga.
En septiembre, nuevamente fueron los trabajadores del Hotel Tortuga quienes estallaron, durante 4 horas, en huelga. Los sindicalizados se instalaron en la entrada y allí colocaron tres banderas rojinegras contra el despido de empleados y para que se les liquidara conforme a la ley, pues acusaron que “nada más les quieren dar migajas”; también manifestaron que uno de los dueños del hotel, el empresario gasolinero Mariano Gutiérrez, violó el contrato colectivo de trabajo.
Un mes después, en octubre, los trabajadores sindicalizados del Hotel Acapulco Tortuga nuevamente colocaron las banderas de huelga. Cuatro días después firmaron una minuta en la que el gerente del hotel se compromete a pagar los salarios caídos, prima vacacional y otras prestaciones de los trabajadores despedidos, informó el secretario general de la sección 113 de la CTM, Roberto Balbuena Naves.
La CTM
En todos los casos antes mencionados, los trabajadores pertenecen a sindicatos agrupados a la Confederación de Trabajadores Mexicanos, (CTM). La CTM, como todos sabemos, no se caracteriza precisamente por impulsar la movilización de los trabajadores y mucho menos por defender sus derechos.
Históricamente, la dirección de la CTM había estado ligada a los sectores más recalcitrantes del priísmo. En la actualidad esta situación se mantiene, sin embargo, el periodo abierto de lucha de clases en el que nos encontramos ha llevado a los trabajadores de la CTM y otras confederaciones, como la CROM, a presionar a sus dirigencias sindicales obligándolos a ponerse al frente de la lucha. Con o sin sus dirigentes, los trabajadores de estas confederaciones han encabezado luchas importantes en el último período.
Este elemento es importante para comprender el periodo en el que nos encontramos. Hace una década esto hubiera sido casi imposible de suceder. Nunca antes había habido tal movilización de trabajadores de la CTM o la CROM.
Los maltratos y las vejaciones
En la mayoría de las huelgas estalladas durante todo 2009 se presentó un elemento más que deja ver cual es el ambiente entre los trabajadores. Las demandas no eran únicamente económicas, sino por el hartazgo de los trabajadores respecto a los malos tratos que reciben cotidianamente por parte de trabajadores de confianza o administradores de los hoteles.
Además de la dura carga de trabajo a la que un trabajador se ve sometido diariamente se suma el ataque constante a sus derechos humanos. Agresiones de todo tipo se hacen presentes, desde insultos, hasta acoso sexual hacia las trabajadoras.
El abuso de poder, la arrogancia y la altanería son características de de los altos mandos de este tipo de empresas. Este elemento no se da únicamente en el sector de servicios, sino en todos los sectores productivos y en todas las ramas. El capataz, funge el papel del empresario, su política es la de hacer sentir menos a los trabajadores para que no “se porten mal”, según ellos.
Sin embargo, todo tiene un límite. Cuando un trabajador se levanta a luchar y dice “hasta aquí”, no hay poder humano que le detenga. Ya no emprende solo la lucha por sus demandas inmediatas sino la lucha por todo tipo de condiciones favorables.
En este tipo de luchas, un trabajador se da cuenta de que, para que una empresa funcione, no es necesario tener a un capataz. Una empresa, cualquiera que sea, puede funcionar a la perfección sin patrones, no así sin trabajadores. Los trabajadores debemos estar conscientes de que sin nuestro permiso no se prende un foco, no suena un teléfono, no se mueve un tornillo, ese es el verdadero poder de la clase trabajadora.
Es importante luchar
En lo que va de este 2009, que casi finaliza, miles de trabajadores están saliendo a las calles a defender, más que nada, sus puestos de trabajo. El pretexto de la crisis económica por la cual atravesamos ha dejado cancha abierta para que los empresarios despidan, de manera injustificada a miles de trabajadores.
Sin empacho alguno, los patrones simplemente se presentan un día y de un plumazo corren a decenas de trabajadores. Esto ha llegado a cifras históricas. Irónicamente, y como era de esperarse, el “presiente del empleo”, como se autocalifico Calderón, no ha traído nada más que desempleo. La reciente liquidación de Luz y Fuerza del Centro, y con ello, el despido de más de más de 40 mil trabajadores de esta empresa, demuestra cuales son las verdaderas intenciones del gobierno de Calderón con su llamado “plan de austeridad”.
Los argumentos son los mismos que siempre hemos oído. Los oímos cuando la paraestatal Teléfonos de México fue desaparecida y privatizada, también los escuchamos cuando la contrarreforma petrolera; los escuchamos cuando se liquidó a buena parte de las industrias maquiladoras del país, los mismo pasó cuando se habló del quiebre de diversas compañías automotrices. Siempre lo mismo: son inviables, sus sindicatos son privilegiados, estarán mejor en manos de la industria privada, todos nos beneficiaremos de estas medidas.
¿Quienes se benefician en realidad?
Son los empresarios, los patrones y las clases pudientes de nuestro país, aquellos que no mueven un dedo para generar la riqueza de México, los que se benefician de todo este tipo de medidas.
Recortan los miserables salarios de los trabajadores, pero no recortan los millonarios salarios de los diputados, magistrados y gente de gabinetes. Recortan las ínfimas prestaciones de los trabajadores, pero no recortan las obscenas cantidades que reciben a diario para gastos personales. Recortan los bonos de ayuda para los trabajadores, pero no recortan los miles de pesos que se gastan a diario en llamadas a celular, comidas o transportaciones de lujo. Es una hipocresía la de esa gente.
La burguesía derrama lágrimas de cocodrilo porque ya no le alcanza para sus lujosos viajes, sus lujosas mansiones y su lujoso nivel de vida. Lo último que les importa es el bienestar de los trabajadores y sus familias y eso lo debemos tener claro los trabajadores.
La alternativa
La única alternativa que los trabajadores tenemos para echar para atrás los ataques de la patronal es la lucha combativa. Unificando cada una de las luchas, huelgas y movilizaciones que la clase trabajadora lleve adelante haremos saber al gobierno que no estamos dispuestos a soportar más ataques y que, el próximo ataque que haya será muy poderoso, pero de la clase trabajadora hacia ellos.
Debemos luchar por mantener nuestras fuentes de trabajo, por mejorar nuestras prestaciones, nuestro salario y nuestros derechos laborales. Debemos unificar las luchas de los trabajadores hoteleros de Acapulco, con las luchas de los hoteleros en Cancún y otras zonas turísticas; pero además, debemos unificar nuestras luchas con la lucha de los trabajadores mineros, de la electricidad, de la industria automotriz, de la industria manufacturera y en general de todos aquellos sectores que ha salido a las calles recientemente.
Necesitamos un programa que una las demandas de los diferentes sectores en lucha, incluidos los campesinos pobres, indígenas, estudiantes y demás capas oprimidas por el capitalismo. Contra los despidos, contra los recortes al salario y demás prestaciones laborales, por la defensa del derecho a huelga y de la autonomía sindical, contra las privatizaciones, por subsidios para el campo; por el derecho a la salud, a la vivienda, a la educación, etcétera, todas estas demandas deben animarnos y unirnos en la lucha contra nuestros enemigos de clase. Debemos impulsar asambleas en cada centro de trabajo, en cada barrio, en cada ejido, en cada comunidad, en cada escuela, debatiendo el programa que debemos enarbolar en contra de las políticas del Régimen y de la burguesía, agitando en torno a la unidad de acción y discutiendo en torno a la necesidad de la preparación y la convocatoria para una huelga general de 24 horas en la que incluso se llame a las masas explotadas a movilizarse para derrocar a Calderón.
En todo ello, dada la mas que demoledora prueba que resulta la actual crisis económica demostrando al capitalismo como un sistema caduco que ya no puede obtener nada sino es a cambio de un costo aun mayor en sangre y sudor para la clase trabajadora, brota de las entrañas de la sociedad como una chorro de agua clara la necesidad de un modelo social diferente que deje de una vez por todas de lado la barbarie capitalista. Dicho modelo no puede ser otro sino aquel en el que los principales medios de vida (hoy bajo el monopolio de los empresarios y los banqueros) estén bajo el control democrático de los trabajadores. Nos referimos al socialismo. Los trabajadores debemos expropiar a los burgueses y poner a disposición de la sociedad toda esa riqueza y con ello solucionar todos los males heredados del capitalismo.
La experiencia de los trabajadores hoteleros de Acapulco, que con sus huelgas están dando el ejemplo a seguir a pesar de las difíciles condiciones que impone una crisis económica que en México ya se ha traducido en la destrucción de un millón de empleos formales, debe ser vista como el ejemplo a seguir en la defensa de nuestros intereses de clases, pero al mismo tiempo nos debe servir para seguir insistiendo en la necesidad de la lucha unificada como el mejor camino para demostrar con mayor contundencia la verdadera fuerza del conjunto de la clase trabajadora.
Debemos hacer que la crisis la pague quien la generó. Que la crisis la paguen los capitalistas.
Ni un despido más, ni una violación más a nuestros derechos laborales
Unidos y organizados…Venceremos