La política es la expresión concentrada de la economía

Lenin

El sabadazo ha marcado un nuevo punto de inflexión en la lucha de clases en México. La incursión de Calderón con la policía federal sobre las instalaciones de Luz y fuerza del Centro (LyFC) para liquidar a sus más de 42 mil trabajadores sindicalizados, no puede ser interpretado más que como un puñetazo sobre la mesa de parte de la burguesía exigiendo acción, dada la postergación por ya varios años de las contrarreformas mas añoradas por esta: la privatización plena y total del sector energético (la electricidad y el petróleo), la pulverización de los derechos laborales aún existentes en la Ley Federal de Trabajo (LFT), la privatización de las educación pública, así como una reforma hacendaria —que les dé a los empresarios y banqueros más privilegios de los que ya tienen a costa de recargárselo a las masas desposeídas—, que tase con IVA a medicamentos y alimentos, entre otras.

La recuperación del movimiento obrero

Hace aproximadamente una década, ante la evidente bancarrota del PRI frente al gobierno para llevar adelante esta clase de ataques, la burguesía optó por darle su apoyo al PAN significando ello la instalación del primer gobierno de este partido en el año 2000 con Vicente Fox al frente. Eran muchas las expectativas de la burguesía para, ahora sí, empujar su programa de ataques, pues confiaban en que la luna de miel con el nuevo gobierno les daría un margen suficiente para actuar sin encontrar mucha oposición por parte de la clase trabajadora. Además tenían de su lado, pensaban los empresarios, el crecimiento económico heredado por el último año del gobierno de Zedillo, el cual llegó al 7%. Pero el romance duró poco; un año después la economía sufriría su primer caída desde la crisis de 1995 al desarrollarse en 2001 sólo en un 0.1%, abriendo ello un periodo de estancamiento (2002, 0.7% y 2003, 1.3%) que se extendió hasta el 2004, año en que el Producto Interno Bruto (PIB) por fin creció en un 4.4%.

La tensión social producto de esta situación se tradujo en un látigo que empujó más aún hacia el frente a un movimiento obrero que desde los últimos años del gobierno de Zedillo ya había entrado en una nueva etapa de gradual pero franca recuperación; muestra de ello el la derrota del hasta ahora último gobierno del PRI, por privatizar a la industria eléctrica. Para entonces el PRI ya era incapaz de llevar hacia el frente este tipo de ataques, pues su crisis y sus diferentes manifestaciones no eran otra cosa más que la expresión del grado de polarización social que ya existía en aquellos años y el freno que ya significaba el movimiento obrero para los planeas de la burguesía y su operativización por medio del priísmo.

El relevo del PRI por el PAN no surtió el efecto esperado, las contradicciones acumuladas años antes y que obligaron a la clase trabajadora a levantar la cara, conectaron poco después con la tensión social producto del estancamiento económico y, además, con el desengaño y decepción de esos millones que le dieron, ante el vacío del PRD, el voto a Fox, confiando en que “algo podría cambiar”. Bajo todas estas condiciones, en pocos meses se desvaneció el ambiente por el que había apostado la burguesía, viéndose obligado Fox a enfrentar el descontento de los trabajadores en las calles. Así, cada intento del primer gobierno panista por avanzar en las serias tareas encomendadas por la burguesía, sería descarrilado por los trabajadores en las calles. Salvo la contrarreforma al régimen de jubilaciones y pensiones de los trabajadores del IMSS, lucha en la cual la dirigencia de ese sindicato le facilitó las cosas al gobierno al frenar sistemáticamente todo intento de sus agremiados para ir a acciones mas decididas. Fox fue obligado a retroceder cada vez que intentó impulsar los ataques. Los seis años del gobierno de Fox dejaron mucho que desear para la burguesía y sus planes.

Ya en el caso del gobierno de Calderón, a tres años de instalado, las cosas marchan de una manera similar. Es verdad, factor que no son una cuestión menor, que el espurio logró en el 2007 asestar un golpe imponiendo un nuevo régimen de jubilaciones y pensiones contra los empleados públicos, modificando la Ley del ISSSTE; también, aunque lejos de sus objetivos originales, logró en 2008 que pasara la contrarreforma petrolera. Todo ello no sin antes tener que haber enfrentando importantes y masivas movilizaciones callejeras. Sin embargo, de cara a los intereses de la burguesía, lo logrado por Calderón sigue resultando sumamente pírrico e insuficiente, razón por la cual de acuerdo a esta es necesario ir más lejos.

Burguesía y crisis económica

Sin embargo eso que ya de por sí era urgente en el pasado, es decir las contrarreformas, ahora bajo la actual crisis económica, la mas seria en décadas, resulta doblemente apremiante. A pesar de los discursos, “ya hay algunos brotes verdes” diría en julio pasado Agustín Carstens, secretario de Hacienda, la realidad se sigue pintando más que complicada para los empresarios. Con algunas diferencias, desde el Banco de México (BdM), la Secretaria de Hacienda (SHCP) hasta el FMI y el BM, todas las agencias de la burguesía coinciden en que los resultados económicos de este 2009 serán, en el mejor de los casos, similares de los de 1995 cuando se presentó uno de los colapsos económicos mas demoledores de la historia del capitalismo mexicano. Incluso es fuerte el peligro de que el PIB caiga al terminar el año por debajo del resultado logrado en la crisis de mediados de la década pasada. Los cálculos recientes del FMI ya diagnostican para el cierre del 2009 una contracción de 7.3%.

Y no es para menos la preocupación, pues en medio de ese panorama es como gigantes de la economía mexicana están sufriendo los estragos: CEMEX, uno de los principales monopolios mundiales del cemento con empresas en 50 naciones, sufrió pérdidas anualizadas del 39.5% durante el tercer trimestre del año; por su parte BBVA Bancomer vio caer sus utilidades a lo largo de los meses que van de enero a septiembre en un 34.4%. Estos dos ejemplos por sí mismo ya ilustran la dramática situación que están padeciendo los negocios de la burguesía.

Por encima de la coyuntura económica, la cual no es para nada desdeñable, un ejemplo que explica e ilustra claramente el por qué de las tareas que se traza la burguesía es el de la industria manufacturera, misma que entre 1998 y el 2008 perdió 6 puntos en su participación del PIB.

La burguesía sabe que de seguir las cosas como van, tendrán que pagar un costo aún mayor, es por eso que ha dado un golpe de puño sobre la mesa ordenándole a Calderón pasar a la ofensiva; la situación apremia y no está dispuesta a seguir esperando. Como nunca, los empresarios y banqueros se jugaron el pellejo en 2006 por medio del fraude electoral e impusieron a Calderón en la presidencia no sólo para ver que se les escapa de entre las manos, al igual que con Fox, otros seis años más. Los intereses de la burguesía le demandan acción y, como parte de su estrategia política, han decidido dar el primer paso con la liquidación de Luz y fuerza del Centro (LyFC): el sabadazo del pasado 10 de octubre; medida con la cual no sólo pretenden responder a la problemática económica de las finanzas del Estado (se espera que al concluir el año el boquete financiero del gobierno sea de 480 mil millones de pesos) y de paso despejar el camino para un proceso más franco de privatización de la electricidad, sino además y fundamentalmente, derrotar a uno de los sindicatos mas aguerridos y combativos, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), con la intención de imponer un fuerte golpe al movimiento obrero, intentar desmoralizarlo y minar su capacidad de resistencia frente a los ataques, al mismo tiempo tratando de capitalizar el desgaste al que han sometido los dirigentes a las masas, las cuales, con flujos y reflujos, se han estado movilizando mas intensamente desde hace tres años.

Calderón y la burguesía están interesados en privatizar la industria eléctrica, están interesados en aniquilar al SME y su contrato colectivo, pero están aun más interesados en utilizar todo eso para enfriar los ánimos de lucha de la clase trabajadora en su conjunto y allanar de esta forma el camino en pos de nuevos y mayores objetivos, tales como la privatización sin cortapisas de la totalidad del sector energético, incluido PEMEX, y la aniquilación de las conquistas restantes en la Ley Federal del Trabajo.

A diferencia de la crisis mexicana de 1995, cuando esta coincidió con un periodo de auge económico de los Estados Unidos y por consecuencia, apoyadas en la profunda devaluación del peso mexicano, las exportaciones jugaron un papel muy dinámico para que, a pesar de haber sido muy profunda, se saliera de la crisis en un plazo relativamente corto (del -7.4 logrado por el PIB en 1995, se pasó al 5.1% logrado un año después). La actual crisis no tiene ese factor, el auge en EUA, de su lado. De hecho en buena medida la magnitud actual que ha adquirido la crisis en México ha estado influida por la severa caída de sus exportaciones hacia el territorio yanqui.

La economía mexicana depende enormemente del mercado externo, esta variable ha pasado de tener una contribución del 18% al PIB en 1990, a ahora participar con el 30%. Esta realidad se enfrenta al hecho de que la tendencia al crecimiento del mercado mundial, que durante los últimos años tuvo su punto estelar en 2006, cuando experimentó un desarrollo del 6%, que no solo se ha frenado sino que además ya camina en sentido contrario. Los cálculos varían, y varían mucho, pero todos apuntan en la misma dirección: la contracción. Mientras que la Organización Mundial de Comercio (OMC) estima que el mercado mundial se contraerá al terminar este año en un 10%, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) es menos optimista al suscribir que esta contracción llegará al 20%. Sea el resultado que finalmente se logre al culminar 2009, serán muy malas noticias para el conjunto de la economía mundial, pero en especial para aquellos países como China y México, cuyo desenvolvimiento económico depende fuertemente del desarrollo del mercado mundial.

Por si fuera poco, a esta amarga realidad ya se le unen signos preocupantes en cuanto a tendencias proteccionistas que inevitablemente obstaculizan la recuperación del mercado mundial, pero que de profundizarse podrían hacer saltar en mil pedazos cualquier expectativa de recuperación. Tan sólo en septiembre pasado entre las cinco economías más poderosas del plantea, ya sumaban 424 medidas proteccionistas: 99 por los Estados Unidos, 86 de parte de China, 84 de Alemania, 78 de Francia y otras 78 del Japón. Si comparamos esa suma total con la apenas 47 medidas proteccionistas que para entonces ya habían sido adoptadas por 17 países integrantes del G20, salta a la vista que el panorama para una pronta recuperación mercado mundial está lejos de ser halagador. En todo ello, a México ya le ha tocado su parte con la revocación en marzo pasado por parte de Obama, del acuerdo bilateral que permite que camiones de carga mexicanos trasporten mercancías en territorio yanqui, mas allá de la zona de la frontera entre ambos países; por su parte México ha respondido esta medida elevando entre 10 y 45% los aranceles de 90 productos importados desde los Estados Unidos.

En el tercer trimestre del año la economía de los Estados Unidos creció un 3.5%; con este resultado, desde los parámetros de medición burgueses, técnicamente el imperialismo yanqui ha salidos de la recesión. Desde luego que este resultado a ojos de un burgués mexicano, especialmente si está ligado al sector exportador, resulta una magnifica noticia; no obstante, si no miramos este avance de manera abstracta e aislada, podremos ver que, de cara a los efectos de ese 3.5% del PIB gringo sobre la economía mexicana, la reservas se justifican. El imperialismo yanqui ha logrado tales resultados debido a una reducción más que severa de su déficit comercial en los que va de este 2009. A diferencias de déficits comerciales mensuales de cantidades estratosféricas como las de diciembre del 2007 cuando esta llegó a los  58 mil 800 millones de dólares, desde finales del año pasado se ha desarrollado una clara la tendencia a la baja (diciembre 2008: 39 mil 900 millones) a tal grado de que en los últimos meses esta cantidad ha oscilado entre los 30 y 25 mil millones dependiendo de cada mes. Por ejemplo mientras que entre enero y mayo del 2008 este déficit acumuló los 305 mil 323 millones de dólares, para ese mismo periodo de este año dicha cantidad bajó hasta los 145 mil 944 millones.

Pero el costo de este éxito lo han tenido que pagar con un costo muy alto la Unión Europea cuyas exportaciones a los Estados Unidos en lo que fue de enero a septiembre pasados alcanzaron un valor de 37 mil 259 millones de dólares, contrastando seriamente dicha cifra con la lograda en los mismos meses del 2008: 65 mil 516 millones. China también ha tenido que pagar su cuota al ver que sus exportaciones a territorio yanqui han caído en un 16.4% en comparación al año pasado; y el caso de México, cuyo destino de sus exportaciones en un 90% es los Estados Unidos, no es para menos: de acuerdo al Consejo Mexicano de Comercia (COMCE) el valor de las exportaciones mexicanas entre enero y septiembre es de 162 mil 469 millones de dólares, cantidad 28% inferior a la alcanzada en ese mismo periodo de meses durante el 2008.

Considerando esa realidad, es necesario señalar que el 3.5% del PIB yanqui alcanzado en el tercer trimestre del año se logró sobre la espalda de sus principales exportadores, incluido México. Lo grave del asunto es que las cosas no se quedan ahí, ya que a pesar de los resultados aun no es suficiente para la economía de la principal potencia imperialista pues a pesar de todo sus exportaciones, es decir el traslado de sus excedentes de producción a otras naciones, aun son 18% inferiores a las logradas del año anterior. Esta situación necesariamente le plantea al imperialismo yanqui continuar por el mismo camino en su estrategia hacia el mercado mundial si es que quiere asegurar una recuperación mas solida.

El balance del FMI por sí mismo ya es muy ilustrativo del costo que tendrá que pagar el capitalismo mexicano a consecuencia de la crisis: en 2008, que ya fue malo, el valor del PIB llegó al billón 88 mil millones de dólares; y de acuerdo a esta agencia internacional se espera que al concluir este año ese valor se haya reducido hasta los 866 mil millones: 222 mil millones de dólares menos que un año antes.

Contrarreformas: tambores de guerra

Dado lo anterior la burguesía mexicana, al margen de la propaganda de que la crisis ha tocado fondo, ve aún nubarrones negros en el horizonte y sabe que el mercado externo, a diferencia de 1995, no es la opción mas inmediata para depositar en él sus esperanzas de una pronta y firme recuperación; de ahí la necesidad de enfilar todas las baterías en dirección a dónde creen, podrían encontrar una respuesta mas favorable: la privatización del sector energético, en particular PEMEX, y la aniquilación de los derechos laborales.

Calderón y la burguesía ya se han manifestado al respecto. Por su parte el espurio, en su discurso del acto de inauguración de la planta de Mexichem Flour en la ciudad de Tamaulipas el pasado 18 de septiembre, destacó que entre sus planes están los de impulsar la inversión privada en petroquímica para, de acuerdo a él, “no distraer recursos públicos”. Ya antes por su parte los empresarios, el 28 de julio a través de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), reclamarían la necesidad de “abaratar la mano de obra (…) a fin de hacerla más atractiva para la inversión”, razón por la cual proponen la eliminación de pagos de prestaciones como el Infonavit (fondo de ahorro para la vivienda de los trabajadores) junto con el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAT) y el IMSS. Es decir, en pocas palabras, los empresarios están pidiendo precarizar el 100% de los empleos eliminado prácticamente todas las llamadas prestaciones de ley y limitando sus obligaciones con los trabajadores al pago de salarios.

Y en el terreno de la lucha sindical las cosas son similares: el 1 de septiembre esa misma organización patronal propuso públicamente sus ideas para tener un mayor control sobre el derecho a huelga. De acuerdo a la Concamin, una huelga deberá ser declarada inexistente en cuanto se cumplan 63 días sin acuerdo desde que estalló; también propone que se simplifique el proceso de suspensión de contrato (en otras palabras reclaman el libre despido) y eliminar el derecho a emplazar a huelga para revisar el contrato de trabajo y desaparecer la huelga por solidaridad como un recurso legal, entre otras medidas.

En síntesis, dada la magnitud de la actual crisis económica, los empresarios necesitan con mayor urgencia que antes nuevos negocios por medio de un proceso sin cortapisas de privatización del sector energético, a la par que requieren que los derechos laborales experimenten un retroceso de un siglo. Pero para caminar en esa dirección Calderón y los empresarios necesitan confrontar directamente al movimiento obrero y tratar de aplastarlo; no tienen otro camino. Son ellos o los trabajadores. Es por eso que, repetimos, dentro de su táctica política está la de intentar derrotar a uno de los sindicatos más combativos de todo México, el SME, para, de lograrlo, tratar de tener un efecto dominó desmoralizante sobre el conjunto de la clase trabajadora y hacerla de esta forma una presa más fácil de los ataques del régimen. Es por eso que el sabadazo del 10 de octubre significó una declaración de guerra contra el proletariado mexicano.

Medio millón de trabajadores responden

No obstante las intenciones de Calderón, las cosas están más que lejos de ser sencillas y de eso ya se han encargado de dejarlo en claro las masas obreras que han salido a las calles. La reacción de un día después de los sindicalistas del SME al lado de otros miles de trabajadores contra la toma de LyFC, ya era un anticipo de lo que viviríamos el día jueves 15 de octubre cuando, junto con los electricistas, aproximadamente medio millón de personas demostraron su coraje y enjundia para repudiar el artero ataque de Calderón. Así como el sabadazo significó el grito de guerra de la burguesía, la movilización del día 15 marcó el inicio de las hostilidades del proletariado para tratar de revertir la liquidación de la empresa paraestatal. Es decir, la movilización de medio millón de personas representó lo que podría ser en décadas el arranque de la batalla sindical más importante de la clase obrera mexicana; la batalla del SME.

Como ya anticipamos, los últimos años de la década pasada marcaron el inicio de un gradual pero firme cambio de periodo en la lucha de clases, caracterizado por una también gradual pero firme recuperación del movimiento obrero. Este cambio en la situación, que también se manifestó por ejemplo en las elecciones intermedias de 1997 por medio del significativo ascenso del PRD y el severo descalabro contra el PRI, en esos años había dejado en claro que la burguesía ya no podía seguir gobernando como lo venía haciendo en el pasado, que era necesario implementar algún cambio, y por eso optó por el relevo en el mando del gobierno: la salida del PRI para darle paso al PAN tras las elecciones del año 2000. Como ya explicamos más arriba, esta medida no logró el efecto esperado y por el contrario, dada la acumulación de contradicciones y una cada vez mayor polarización social, esa recuperación del movimiento obrero no sólo derivó en algunos importantes triunfos sobre el régimen (la cancelación del proyecto del aeropuerto en San Salvador Atenco, la derrota del desafuero contra López Obrador, el triunfo del la huelga de Sicartsa a pesar de los muertos que dejó la intervención de la policía militarizada, etcétera), sino que además incluso llevó a la lucha de clases a situaciones límite por medio de acontecimientos abiertamente revolucionarios como los del 2006 en Oaxaca y la lucha contra el fraude electoral.

Siendo esto así, durante un periodo de ya varios años la burguesía ha tenido que enfrentar una situación en la lucha de clases totalmente diferente a la existente durante los gobiernos de Miguel de la Madrid, Salinas y parte de la administración de Zedillo, en los cuales se pudieron impulsar importantes ataques sin tantos problemas de frente. Sin embargo ahora, en los últimos años, la burguesía ha tenido que enfrentar un ya largo periodo distinto en la lucha de clases que si bien no la ha paralizado totalmente en la aplicación de su programa, sí ha funcionado como un freno objetivo para que pueda avanzar en pos de sus planeas mas ambiciosos. Romper este freno, máxime en las condiciones de la actual crisis económica, se presenta ya como la principal prioridad de la clase dominante. En esencia, el ataque contra el SME es fundamentalmente el inicio de una serie de medidas por medio de las cuales la burguesía pretenderá cerrar y clausurar definitivamente el periodo de la lucha de clases que ha tenido que enfrentar, y que incluso ya la ha puestos en peligro como clase dominante, a lo largo de casi una década.

Esto que sabe la burguesía, también lo sabe el proletariado el cual ha reaccionado magníficamente ante el ataque. El instinto de clase y la experiencia le indican a la clase trabajadora que es necesario salir en defensa del SME. El domingo 11 de octubre no sólo hubo movilizaciones en la Ciudad de México, sino también se desarrollaron actos de repudio contra Calderón incluso en estados y ciudades donde no da servicio LyFC y donde, por consecuencia, no hay trabadores de esta empresa; estos son los casos de, por ejemplo, Chiapas y Monterrey.

Esta clase de respuesta fue más evidente en la movilización del 15 de octubre en la que no sólo es importante destacar la participación de medio millón de trabajadores, sino también es necesario hacer un énfasis en la asistencia de un componente juvenil movilizándose no visto en años. Jóvenes trabajadores y estudiantes que por primera vez después de mucho tiempo se integraron a la movilización no como un componente marginal. Los que asistimos a la movilización pudimos atestiguar que efectivamente, tal como lo relata Jaime Avilés en su crónica de La Jornada, la marcha del pasado día 15  de octubre fue una marcha de jóvenes. Incluso otro detalle que es necesario destacar, entre esos jóvenes también se movilizó un contingente de varias decenas de estudiantes de la universidad del Valle de México, la cual es privada, portando pancartas en defensa del SME.

Esta notoria participación de jóvenes no puede ser interpretada sino como un resultado de la crisis, es decir, de un contexto que se les presenta de la manera más desgarradora como carente de un futuro con alternativas. La realidad se está encargando de ratificar esta aseveración: la irrupción de la juventud proletaria, ya sea por medio de las fábricas o por medio de sus escuelas, vinculada al movimiento obrero, podría ser el detonador de un nuevo impulso para el movimiento en su conjunto. Como bien lo explica Lenin basado en su propia experiencia, la juventud es la llamada de la revolución proletaria.

Otro síntoma de que indica que “algo está cambiando”, es la participación de algunos jóvenes de las capas medias y de la pequeña burguesía en la movilización del 15 de octubre; nos referimos al contingente de los estudiantes de la universidad del Valle de México. La crisis económica no ha hecho otra cosa más que ratificar y consolidar el proceso que desde hace algunos años está empujando a la ruina a amplios sectores de la pequeña burguesía. Se trata de miles de familias que están viendo traicionadas sus esperanzas en el gobierno y que ahora muchas de ellas están arrepentidas de haber votado por Calderón. Y ese pequeño grupo de jóvenes de la universidad del Valle de México ya expresan la incertidumbre que reina en esa capa de la población y la manera en que la misma gradualmente le está retirando su apoyo a Calderón. La base social del panismo, desde un punto de vista económico se está erosionando vertiginosamente, factor que cada vez más tendrá mayores consecuencias políticas. Esta última realidad está lejos de ser un detalle secundario pues, de cara a la estrategia del régimen y de la clase dominante para enfrentar frontalmente a la clase trabajadora, podría provocarle desagradables sorpresas.

Al régimen le tiemblan las rodillas

Sin embargo lo que se expresa por debajo, también tiene una expresión en la parte superior de la sociedad, en este caso en el aparato del Estado. Si bien hace unos días, basados en la mayoría PRI-PAN, en la Cámara de Diputados aprobaron el presupuesto de ingresos del Estado para el 2010, el Paquetazo, que tiene como principal objetivo elevar los impuestos, su ratificación el 30 de octubre en la Cámara de Senadores también transitó, al igual que entre los diputados, en medio de desacuerdos y divisiones entre los dos partidos de la burguesía. La senadora priísta María de los Ángeles Moreno declararía que “…el paquete no nos gusta en su conjunto; es regresivo, inequitativo y no alienta el empleo”. Por su parte varios senadores panistas que manifestaron su rechazo a algunas medidas propuestas en el Paquetazo, amenazaron con no votar a favor  del mismo sino lo hacían también los panistas. Al final se terminó por imponer la disciplina partidaria y, entre otras inciativas, se aprobaron alzas de impuestos como el IVA del 15 al 16% y el ISR del 28 al 30%.

No obstante ello, se eliminó de la iniciativa la propuesta de tasar con el 2% de impuestos a medicamentos y alimentos. Esta última medida junto a las contradicciones entre los partidos de la burguesía para aprobar el Paquetazo ya por sí mismo hablan del enorme nervosismo que domina la escena entre la clase dominante (fiel censor del grado de tensiones sociales que existe), pero también expresan en cierta medida las divisiones pues a pesar de que la reforma fiscal contempla nuevos privilegios que aseguran un mas ahorros para los empresarios, esta vez de cuando menos 11 mil millones de pesos, las criticas por parte de este sector contra Calderón han sido muchas. Para salir al paso, el presidente se vio obligado a regresar las criticas calificando de “inaceptable” que las grandes empresas exijan al gobierno el cobro de impuestos a medicamentos y a alimentos cuando estas sólo pagan 1.7% en gravámenes. Por otra parte, como un síntoma mas del nerviosismo y las divisiones, tras la aprobación del Paquetazo el reaccionario alto clero por medio de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) declararía que con dicha medida los legisladores “le han dado la espalda al pueblo”.

La burguesía ha dado un paso al frente contra los trabajadores al atacar al SME; sabe que no tiene otro remedio, pero también sabe que no son pobres las posibilidades de que las cosas salgan de manera distinta a lo que ella espera. Es por ello que ha puesto toda la carne al asador tratando de desinflar al movimiento del SME ofreciendo supuestas ventajosas liquidaciones al 200%, además de ofrecer subsidios para que los electricista abran pequeñas empresas que le brinden servicios a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ahora responsables del servicio otorgado por LyFC. De acuerdo a la Secretaria del Trabajo, al 30 de octubre ya eran 18 mil 500 electricistas, poco menos del 50% del total, los que habían aceptado la liquidación, sin embargo esta cantidad es desautorizada por  el SME el cual las señala como falsa y la contrasta con las aproximadamente 39 mil firmar de trabajadores que interpusieron amparo tanto individual como colectivo. En definitiva no dudamos que los datos del gobierno sean en buena medida propaganda política, sin embargo por otro lado tenemos que señalar que la única forma de frenar un fenómeno similar al esperado por el Estado en relación a las liquidaciones es una verdadera alternativa decidida y firme por parte de la dirección encabezada por Martín Esparza que les brinde confianza a los electricistas e impida que sean presas de las presiones. Si desde el primer día del ataque a LyFC Esparza no hubiera titubeado y, por el contrario, hubiera llamado a acciones firmes, inmediatamente habría fracasado la táctica de Calderón de tratar de desinflar al movimiento por medio de la propuesta de liquidaciones.

Otra maniobra del Estado ha sido la de tratar de dividir el movimiento utilizando a Alejandro Muñoz, contendiente de Esparza por la dirección sindical, quien el pasado 27 de octubre acudió por cuenta propia a la Secretaria de Gobernación, para solicitarle al gobierno que “cumpla su promesa” de recontratar al mayor número posible de electricistas. Demanda que en la práctica significa aceptar y reconocer la reaccionaria medida tomada por Calderón contra CyLF.

No obstante todo ello, el temor es mucho por parte de Calderón. Producto del ambiente generado tras el sabadazo, la huelga general se ha trasformado en un factor implícito en la situación.  Desde el domingo posterior al sabadazo hasta la masiva movilización del 15 de octubre, en todas las asambleas (la Gran Asamblea Nacional por la Resistencia Popular del 24 de octubre y la Asamblea Nacional Representativa del Movimiento Estudiantil desarrollada el pasado día 30, por ejemplo) y en todos los actos de repudio al ataque contra el SME, la demanda mas coreada con energía y determinación ha sido la de llamar a la huelga o paro nacional. Tan solo la posibilidad de este tipo de huelga ha provocado el suficiente temor en el seno del régimen que el pasado viernes 30 un juzgado federal, respondiendo al amparo interpuesto por el SME, otorgó la suspensión provisional de la terminación de las relaciones laborales. Por su parte, un día después, la Junta Federal de Conciliación y  Arbitraje (JFCA) tuvo que reconocer la personalidad jurídica del SME para representar a sus agremiados.

El próximo viernes 6 el juzgado federal tendrá que tomar una determinación definitiva respecto a la valides o no de la medida adoptada por el gobierno contra LyFC y su sindicato, es difícil anticipar este resultado pues es evidente que las rodillas le están temblando a Calderón, pero por otro lado también está claro que el movimiento por su parte aun no ha  enseñado verdaderamente el músculo. Este jueves 5 en asamblea, si no hay algún cambio, el movimiento tendrá que tomar una decisión respecto al llamado a paro cívico nacional, por emplear la terminología de Martín Esparza, propuesto por el SME con fecha del 11 de noviembre. Si se mantiene firme el llamado es muy probable que el nerviosismo y el temor entre las filas del régimen aumenten, pero la burguesía se está jugando demasiado en esta lucha y no estará dispuesta a dar marcha atrás sin que antes se le haga sentir que está en peligro de perderlo todo. Solo bajo esta última condición la burguesía retrocederá.

Calderón puede ser derrotado

Es por ello que de ratificarse el acuerdo del 11 de noviembre para el paro nacional, este llamado tiene que ir acompañado de una intensa labor de brigadas haciendo campaña y labores de agitación a favor de la huelga en todos, absolutamente todos los centros de trabajo y estudio. En cada ciudad y en cada comunidad a lo largo y a lo ancho del país, se tiene que formar cientos, incluso miles, de comités que organicen asambleas y acciones para apoyar el paro. Solamente por medio de la acción organizada de los trabajadores de la ciudad y el campo se podrá romper la coraza de los charros que limita la participación en esta clase de luchas de los trabajadores afiliados a sindicatos de la CTM y demás centrales sindicales priístas. Incluso esto mismo aplica para el masivo sindicato del IMSS agrupado en la UNT pero cuyo dirigente nacional, Valdemar Gutiérrez Fragoso, es también diputado federal por el PAN.

Por su parte la UNT tiene que jugar un papel mucho mas activo en todo esto del que ha desempeñado hasta el momento. El ahora diputado federal por el PRD Hernández Juárez, líder telefonista y principal cabeza de la UNT, sólo ha hecho algunas moderadas declaraciones a favor del SME e incluso señaló que la central que encabeza no descarta la huelga colectiva, pero dicha declaración fue el 12 de octubre; de entonces a la fecha se a este respecto ya no ha señalado nada. La unidad de los sindicatos, pero también del PRD, el PT y el resto de organizaciones de los desposeídos, será vital en esta batalla. La dirección del SME tiene que poner especial énfasis en ello, pero también lo tienen que poner tanto la dirección colegiada de la UNT como la del PRD, iniciando con AMLO.

En este último sentido, en el de la unidad, el movimiento ha iniciado bien, de ello hablan los contingentes de diferentes sindicatos y del PRD, el PT, del movimiento urbano popular, de estudiantes, etcétera, que el 15 de octubre marcharon al lado de los agremiados al SME. Pero la unidad hay que fortalecerla pues para derrotar al régimen se necesitará además de movilizar en las calles masivamente a los trabajadores, paralizar la producción, paralizar los servicios, cerrar carreteras y puentes fronterizos, además de parar el transporte, incluidos los aeropuertos. Un frente único contra Calderón que además saque del asilamiento a otras luchas, las huelgas de los mineros o del Colegio de Bachilleres por ejemplo, es lo que se necesita para actuar a la altura de las circunstancias y para ello también hace falta un programa de lucha que unifique a todos los pobres y explotados del país en torno a la defensa del SME y LyFC, llamando al mismo tiempo a movilizarnos contra los despidos y por un salario digno, no a las privatizaciones, en defensa de la educación pública así como del IMSS y el ISSSTE, contra la ACE, por subsidios y créditos blandos para el campo, por la democracia sindical y la defensa de todos los derechos sindicales y laborales, etcétera; y también, cómo no, por el derrocamiento de Calderón.

Necesitamos eliminar de raíz todos los males que nos aquejan como clase, no tenemos otro camino. Son ellos o nosotros. La burguesía pretende acabar con toda capacidad de respuesta del proletariado ante su política para poder, ahora sí por fin, lanzar una ofensiva mucho más feroz que cualquier otra. No solamente nos debemos oponer, sino además lo podemos impedir. Por supuesto una nueva derrota contra el régimen no está descarta. La enjundia demostrada por la clase trabajadora en estos últimos años al lado de una dirección decidida a ir hasta las últimas consecuencias, podrían transformar la situación totalmente y hacer de esta, la batalla del SME, un mas que serio revés contra el régimen y de la burguesía.

La bancarrota del capitalismo y la magnitud de su actual crisis desenmascaran de una forma tan clara como el agua el carácter irreconciliable de los intereses de clase entre la burguesía y los trabajadores; la disyuntiva es la de nuestro derecho a una vida digna de llamarse tal por un lado o los beneficios de empresarios y banqueros por el otro: socialismo o barbarie, en otras palabras. Unámonos contra Calderón y los burgueses, arrebatándoles el monopolio sobre los bancos, la industria, la tierra, el transporte y pongámoslos bajo el control democrático de los trabajadores.   


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