La burguesía mexicana, es como muchas otras gestadas en fases relativamente taridas de desarrollo capitalista mundial, es una combinación de despotismo y despreció para con los trabajadores del país,  y sumisión hasta la degradación de frente al poder del capitalismo internacional, con el que ha establecido lazos indisolubles.

El estado mexicano actual, surgido de los resultados de la revolución de 1910,  era hasta hace pocos años un organismo gestor del capitalismo con una inmensa burocracia, con sus propios intereses pero que no necesariamente siempre correspondían a los de la gran burguesía. En su afán para mantenerse la burocracia estatal construyó un sistema de contrapesos que impidieran un nuevo estallido revolucionario. El cardenismo en cierta medida significó el caso más extremo de este intento de mediar entre clases, que por cierto no se construía con el fin de trascender al capitalismo, sino de desarrollarlo y sostenerlo.

Con todo, la burguesía siempre trató a los “gobiernos de la revolución” como un patrón trata a su mayordomo. Al mismo tiempo el estado siempre procuró  “consentir” a la  nueva oligarquía e incluso incluirse en ella, de tal modo que las grandes fortunas surgidas de la corrupción estatal se iba fusionando con los burgueses de “pura sangre” generando una especie de identidad de intereses.

En esta lógica ante cada concesión a los trabajadores el gobierno en turno siempre trató de recompensar o a la burguesía con tal o cual concesión. Una de ellas fue, por ejemplo, el asunto de las concesiones a las grandes constructoras por medio de las cuales se construyeron ICA, CEMEX, Vitro, etc. Fue el estado quien les dotó de recursos, en el caso de que algo saliera mal, las deudas se les perdonaban, se les perdonaba impuestos y hasta algún cargo en el servicio público se les daba, el asunto era servirles a los grandes señores del dinero. Todo esto sucedía en el marco del priismo en el poder, fue el propio Luis Echeverría quien legalizó las exenciones fiscales que hoy son norma para las grandes empresas y que tan sólo este año significan la no entrada de 400 mil millones de pesos.

No obstante para la burguesía no era suficiente, a finales de los ochentas su reclamos, que son los mismos del capital trasnacional, exigieron nuevas fuentes de negocios, Salinas de Gortari impulsó una nueva generación de ricos, Cabal Peniche, Slim, Salinas Pliego, que de la noche a fortunas astronómicas (los 10 grupos financiero-industriales más grandes del país controlaban ya en 30% del PIB antes de la crisis de 1995).

El caso más escandaloso fue el de la banca que en tan sólo unos años significó la pérdida de más de un billón de pesos (comparemos eso con los 40 mil millones que le duele gastar el gobierno en la CLFC).

Así en el 2000 la debacle que la misma burguesía generó, llevó a la caída de la burocracia priista y dio entrada a un régimen de representantes directos de la burguesía, ya sea por medios de sus abogados o de burgueses con grandes interés y negocios, construidos siempre bajo el cobijo oficial.

No obstante la burguesía con el control directo de los mecanismos del estado  a actuado como un ladrón que de pronto se encuentra las llaves de una casa y tiene una noche para vaciarla, de tal modo que no ha dudado en profundizar la destrucción de la economía nacional con tal de aumentar más y más sus ingresos, colocando a empleados como Gomez Mont al frente de gobernación o el simple gánster Lozano Alarcón (coopelas o cuello) al frente de la secretaría del trabajo.

Ahora que han dejado la economía nacional con la caída más escandalosa a nivel mundial (según el propio FMI), ahora que han dejado las arcas del estado vacías, pretenden hacer creer a la población que el problema es que “los trabajadores ganan muy bien” y se les ataca como si fueran delincuentes.

Está claro que ese ataque se da ante la desesperación que tienen, no ha habido una sola medida que este gobierno haya tomado que haya resultado en algún terreno; la miseria amenaza a 10 millones de mexicanos más, la violencia no cesa y este año superara los 6 mil muertos, llevando a la época panista con más de 40 mil asesinatos vinculados con la violencia organizada (2000-2010), casi una guerra civil, incluso más que en la guerra cristera.

La gestión de los gobiernos panistas en las empresas públicas ha sido desastrosa, dejando a PEMEX y a CLyFC con severas pérdidas, no sirve de nada que aduzcan que el problema son los trabajadores porque por decenios y en distintas condiciones  y con plantillas laborales iguales dichas empresas funcionaban y reportaban ganancias, ahora en menos de 10 años la gestión panista los ha llevado a la bancarrota. No cabe duda de que el problema es que la burguesía mexicana se ha convertido en una casta de parásitos y cínicos que sólo viven de lo que le chupan al pueblo trabajador, ya sea por medio de la explotación directa o por medio de la succión de las finanzas del estado.

En su desesperación por el absoluto fracaso y debilidad de su régimen la burguesía ha decidido escapar hacia adelante lanzando una ataque en contra del Sindicato Mexicano de Electricistas y destruyendo el  Contrato Colectivo de Trabajo, si este golpe se consolida procederá a aniquilar los contratos colectivos que queden liquidando empresas para recontrarar trabajadores en condiciones precarias, para lo cual prepara una nueva Ley Federal del Trabajo, que garantice que en el futuro ningún trabajador mexicano pueda escapar de la miseria.

Este es un ataque de toda un clase, todos los medios de comunicación burgueses han aullado como lobos pidiendo la muerte del SME y de su Contrato Colectivo, pero no debemos engañarnos, el gobierno es débil y puede ser derrotado, a condición de que toda la clase trabajadora mexicana actué como si el golpe lo hubiéramos recibido todos y cada uno.

Desde el mismo domingo 11 de octubre por la madrugada miles de activistas obreros, estudiantes campesinos, colonos, miembros del movimiento de López Obrador, de todos los partidos de izquierda, han participado en la marea humana que exige tomar medidas ya para derogar el decreto liquidador y defender los intereses de toda la clase obrera.

Es el momento de consolidar un frente único de toda la clase obrera y campesina y preparar ya comités para preparar la huelga general. Golpeando todos juntos, el mismo día y a la misma hora el gobierno no tendrá más que ceder si no quiere verse ante el escenario de una situación incontrolable.

Es fundamental que en todos los centros de trabajo  y estudio se empiecen a formar comités de huelga que asuman tareas de agitación y propaganda, para enfrentar la ofensiva de los medios de comunicación burgueses y para preparar a la población para la lucha.

Los trabajadores de Luz y Fuerza han estado en prácticamente todas las luchas  de los trabajadores en los casi 100 años que tienen de vida, son un patrimonio de toda la clase trabajadora y no vamos a dejar que nos lo arrebaten.

Las reuniones de coordinación deben genera un pliego petitorio común y un emplazamiento conjunto, sólo de esa manera será posible pasar de la defensiva a la ofensiva.

Recordémoslo si este ataque pasa, el gobierno de Calderón seguirá atacando con fuerza al resto de trabajadores, pero si logramos detenerlo será el principio del fin del actual gobierno y un paso más hacia la revolución mexicana del siglo XXI, una revolución socialista.

Únete a militante y lucha por el frente único de toda la clase para  derrotar los ataques del gobierno y construir un futuro socialista

 

 


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