El 11 de noviembre pasado se vivió una de las jornadas de lucha sindical más trascendente en varios años de historia en México. El Paro Nacional movilizó a trabajadores de diferentes gremios, a académicos y estudiantes de distintas universidades, a organizaciones vecinales y campesinas e incluso a un sector de la comunidad de artistas e intelectuales. Si bien dicha jornada de lucha tuvo como epicentro la ciudad de México, las movilizaciones y manifestaciones de descontento se extendieron a 29 de los 32 estados del país. Todas ellas para repudiar al ataque contra el SME y en defensa de Luz y Fuerza del Centro (LyFC).

El "sabadazo" del 10 de octubre provocó una reacción inmediata y muy militante por medio de movilizaciones de miles de trabajadores en diferentes puntos del país y no sólo electricistas. Esta decisión de la clase trabajadora por intentar revertir el ataque a LyFC y al SME, quedó nuevamente ratificada en la magnífica movilización del 15 de octubre que tan sólo en el Ciudad de México lanzó a las calles aproximadamente a medio millón de personas. Esta respuesta masiva demostró que el ataque contra el SME es interpretado por amplias capas de la clase trabajadora como algo que tiene más trasfondo y la antesala de una nueva ofensiva bastante ambiciosa contra los derechos laborales; pero no sólo los trabajadores han sacado esa conclusión, sino también miles de estudiantes ven seriamente amenazadas a las universidades públicas.

Este sentimiento de unidad de clase y el fuerte deseo por frenar a Calderón fue el que motivó la participación en la movilización del 15 de octubre no sólo de diferentes sindicatos, sino también la incorporación a la lucha de dirigentes y amplios contingentes del PRD, del PT, además del principal dirigente de masas en la actualidad, López Obrador (AMLO); también es importante destacar, por las implicaciones políticas que expresa, la participación de la priísta Confederación Nacional Campesina (CNC).

La respuesta demostrada tras el "sabadazo" creó una base bastante favorable para Paro Nacional convocado para el 11 de noviembre. Durante ese día, no sólo  fue cercada la Ciudad de México, al cerrar los trabajadores durante algunas horas los cinco puntos de acceso que la conectan con el resto del país, sino que además hubo movilizaciones en un sinfín de avenidas y calzadas del DF.

Además, como no sucedía desde 1968, por primera vez se paralizó al unísono todo el sistema de universidades públicas de México DF, lo cual, dado sus enormes dimensiones (tan sólo la UNAM aloja alrededor de 290 mil estudiantes) es por sí mismo muy significativo. Es destacable el profundo sentimiento de unidad demostrado, nuevamente, por la clase trabajadora y la juventud.

El 11 de noviembre, el tema central de conversación de gran parte de los trabajadores de este país fue el SME, su lucha y el paro nacional. La propaganda activa, y con hechos, sobre la forma en que debe luchar la clase trabajadora jamás en décadas se había visto tan favorecida y con tanta magnitud. Las implicaciones políticas que esto tiene sobre la conciencia de la clase trabajadora en un país cuya última huelga general se desarrolló en 1916, hacen del pasado Paro Nacional un acontecimiento de especial relevancia para la historia contemporánea del movimiento obrero mexicano.

Ahora, debido a ello, la cuestión de una huelga general está más implícita que nunca en la situación. La Asamblea Nacional de la Resistencia Popular en la cual participan al lado del SME decenas de sindicatos más y otras organizaciones populares, en su reunión del 20 de noviembre acordó formar consejos nacionales y estatales que organicen una huelga nacional para las primeras semanas de 2010. Definitivamente ese es el rumbo a tomar para luchar contra la política de Calderón. No obstante, hay que señalar que una de las tareas más importantes que se tienen que fijar dichos consejos es la de lanzar una intensa labor de agitación entre los obreros industriales cuyos sindicatos en su gran mayoría están bajo el control de los dirigentes charros afiliados a PRI. Es necesario romper el cerco impuesto por estos dirigentes y dar un programa de acción concreto a esta capa de trabajadores para que se integre a la lucha y a la convocatoria de la huelga general. De lograrse ese paso la balanza se inclinará con mucha más fuerza a favor del SME y del movimiento obrero.

La movilización en las calles y la huelga general es el camino a seguir y es el antídoto más poderoso contra la arrogancia del Estado, la cual nuevamente se hizo presente por medio de la juez federal Guillermina Coutiño cuando esta rechazo el pasado 11 de diciembre la petición de amparo impuesta por el SME contra el decreto presidencial que ordenó la extinción LyFC.  Martín Esparza, dirigente del SME, ha reiterado las intenciones del sindicato por fortalecer la lucha: “vamos por la huelga nacional con múltiples organizaciones y por la unificación de las demandas sociales”, declararía el pasado 23 de diciembre. Por su parte Fernando Amezcua, secretario del exterior, ha señalado que ya se tiene acuerdos con otros gremios y centrales obreras de distintos estados de la república para unirse a la convocatoria de la huelga general.

La UNT tendría que integrarse más enérgicamente a impulsar la huelga general, y no andar pugnando para que los coordinadores parlamentarios del PRI, PAN y PRD organicen una comisión negociadora entre el gobierno federal y el SME como los está impulsando la dirección de esta central obrera, es la medida más relevante y que pude arrojar mejores resultados para los intereses del conjunto de la clase trabajadora.

 


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