El Sindicato Independiente de Trabajadores de la Industria Automotriz Volkswagen (SITIAVW) ha emplazado formalmente a huelga para el próximo 18 de agosto a las 11 horas, en demanda del 8.5% de incremento directo al salario y otro porcentaje más en prestaciones (vacaciones, utilidades y aguinaldo) para los más de 9 mil 700 trabajadores sindicalizados que en los últimos años han visto disminuido su poder adquisitivo.
De estallar la huelga, sería la sexta que realizarían los obreros en los últimos 10 años. Primero en el año 2000 (tres días), luego en 2001 (18 días), después en 2004 (cuatro días), la penúltima en 2006 (cinco días) y la más reciente el año pasado (cuatro días), lo que expresa una serie de necesidades y tensiones que se han venido acumulando en la conciencia de los trabajadores.
La patronal y sus defensores argumentarán que, debido a la crisis económica, supuestamente es “imposible” materializar las demandas de los trabajadores. Ha declarado que el mercado interno continúa contraído, pues de enero a mayo la comercialización de vehículos de VW disminuyó 7.1% en el país con respecto al mismo periodo de 2009, que para el cierre del año no se prevé un repunte significativo y que será hasta el 2011 cuando se incrementen las ventas de automóviles en el país y el estado. Esto es cierto, pues, a pesar de que Calderón haya dicho que este año sería el de la recuperación económica, la caída de las exportaciones no favorece dicha perspectiva, ya que el mercado interno norteamericano, al que se destinan más del 80% de las mercancías mexicanas (incluidas las del sector automotriz), se encuentra estancado.
No obstante, a pesar de seguir en crisis, los afectados no son los capitalistas, quienes continúan siendo los mayores beneficiados. Durante el año pasado, por ejemplo, el número de millonarios en el mundo (la mayoría concentrados en Alemania, EEUU y Japón) y su riqueza registró un aumento porcentual de dos dígitos. En América Latina, concretamente, hay 500 mil millonarios cuya riqueza creció 15% durante 2009 respecto del año anterior (La Jornada, 22/06/10). En cambio los trabajadores, estamos cargando con el costo de la crisis generada por los propios capitalistas. La armadora VW, en la misma lógica de no ver disminuidos sus beneficios, buscará eliminar o por lo menos no incrementar las compensaciones económicas que existen para los obreros por concepto de prestaciones.
Los trabajadores no podemos aceptar el argumento del gobierno de la burguesía de que “es mejor sacrificar parte del salario y algunas prestaciones que perder el empleo”; de que “no hay otra alternativa que apretarse el cinturón”. De hecho, aceptar mutilar el Contrato Colectivo no es ninguna alternativa para nosotros y debemos evitar que nuestros niveles de vida se sigan degradando.
La posibilidad de arrebatarle a la burguesía una mayor parte de la plusvalía que generamos los trabajadores depende de la lucha combativa que estemos dispuestos a dar. Esto lo han demostrado, por ejemplo, los obreros de Johnson Controls –empresa fabricante de asientos para automóviles, genera más de 850 empleos directos y es proveedora de VW– quienes el pasado 29 de mayo, luego de tres días de paro, la patronal se vio obligada a dar un bono de aproximadamente mil 300 pesos por utilidades a cada trabajador, desconoció al sindicato afiliado a la CROM que tenía el Contrato Colectivo de Trabajo y tuvo que permitir la conformación de una nueva agrupación laboral afiliada al Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, tal como lo exigían los obreros.
Podemos y debemos defender nuestras conquistas laborales, así como dotar a nuestra lucha de una perspectiva revolucionaria, que valla más allá de los estrechos límites del capitalismo, cuya crisis orgánica impide que se puedan conseguir ahora hasta las más mínimas reformas y condiciones de vida dignas. Por eso, la dirección del SITIAVW no puede poner a negociación las demandas de los trabajadores, tiene que resistir las presiones de la “opinión pública” burguesa, basándose en la fuerza de la clase obrera (sin la cual no se mueve nada en la sociedad) y vincular su lucha con la de los mineros, el magisterio, el SME, etc., rechazar categóricamente la contrarreforma laboral y llevar la lucha hasta el final.
En una crisis económica de estás proporciones, la lucha sindical, además de defender todas las conquistas económico-laborales, debe convertirse en una lucha política que rompa con los límites estrechos del capitalismo. Para defender los elementos mínimos e imprescindibles para la vida de los trabajadores, es necesario cuestionar las bases del capitalismo, la fuente de donde emana el poder de la burguesía (la propiedad privada de los medios de producción) y luchar por una sociedad distinta y superior. Si los capitalistas no pueden resolver la crisis que ellos mismos han generado, entonces, deben ser expropiados por los trabajadores quienes siendo los únicos que mantienen en funcionamiento las fábricas y la producción en la sociedad, perfectamente, también pueden administrarla.
¡Obrero, escucha: Militante está en tu lucha!