Campesino veracruzano se inmola por conflicto de tierras
Una muestra ostensible del atraso y degeneración de la burguesía mexicana es la situación de la llamada Reforma agraria. El tema de la tenencia de la tierra es una llaga gangrenada. La revolución de 1910 —1917 tuvo como un hilo conductor la tenencia de la tierra; un millón de mexicanos murieron luchando por ella. Producto de la revolución se desarrolló la propiedad ejidal que, según el gobierno, tocó su “fin” durante el sexenio de Salinas de Gortari, incluso a la fecha, sendas instalaciones de elegantes oficinas se erigen sobre el rubro de “Reforma Agraria”: una secretaría de Estado con representaciones en todos las provincias del país, un ejército de funcionarios, toda una red logística puesta al servicio del tratamiento de la tenencia de la tierra… y … nada, que hay campesinos que siguen esperando su reparto de tierra.
Sólo un puñado de terratenientes sigue concentrando los beneficios del crédito y canales de comercialización, como por ejemplo el llamado “rey del ajo”, el ex secretario de Agricultura en el sexenio Fox, Javier Usabiaga. Pero fuera de este puñado de parásitos, perviven millones de campesinos en condiciones de miseria con parangón en la África Subsahariana, luchando por encontrar una solución al problema de las tierras.
Tal es el caso del profesor Ramiro Guillén Tapia, quien fue maestro rural durante 32 años. Dirigente del Comité Regional Pro Defensa de los Derechos Humanos del Sur de Veracruz, el 30 de septiembre de 2008 Ramiro Guillén se prendió fuego en la Plaza Sebastián Lerdo de Tejada, de la ciudad de Jalapa, muriendo 5 días después por quemaduras en 70 por ciento del cuerpo y daños en el sistema respiratorio, tras haber agonizado durante 19 horas. Indígenas popolucas de la sierra de Santa Martha intentaron por todos los medios a su alcance, reivindicar la posesión de 250 hectáreas en favor de 42 comuneros en el ejido Ocozotepec, municipio de Soteapan. Sin embargo, fueron rechazados en 107 ocasiones por el gobernador priista de Veracruz, Fidel Herrera, quien tuvo el descaro de asistir al velorio de Ramiro Guillén.
En la década de los 90, Guillén Tapia fue encarcelado tres años en Acayucan como castigo por su lucha contra los caciques protegidos por gobiernos priístas. Ahora incluso después de muerto intentan vituperarle señalándolo como loco por haberse inmolado.
Todavía humeando por las llamas Guillén declaró a la prensa: “Lo hice porque no sirve el gobierno, sólo son engaños y yo tenía que responder a mi pueblo popoluca”.
Este hecho es un síntoma inequívoco de la desesperación que está alcanzando el campesinado pobre. La composición urbana de México ha superado a la rural en las últimas décadas. Ahora la población vive mayoritariamente en las ciudades, el campo nunca fue explotado industrialmente al nivel que las necesidades exigen, la muestra está en que actualmente México es alimentariamente dependiente del exterior, y para muestra, baste decir que importamos maíz y chile, esto ratifica la bancarrota del campo en México, que aporta poco menos del 5% del PIB frente al 20% de la industria manufacturera y minería. Menos del 30% de la población vive en el campo. Durante las últimas décadas del siglo pasado hubo una intensificación de la industrialización reaccionaria de ciertas zonas rurales a través de la industria maquiladora, implantando “fábricas portátiles” que bien pueden desaparecer de un día a otro, generando empleos precarios con nulas prestaciones sociales y salarios raquíticos. Sin embargo, detonando un doloroso proceso de proletarización de las masas campesinas generando que ahora, junto a la migración del campo a la ciudad y hacia Estados Unidos, sobrevivan verdaderos pueblos fantasma en muchas provincias de México. Esto en el fondo es fortalecer la base material para la revolución socialista al concentrar a la población trabajadora en los centros urbanos.
La rabia y frustración del campesinado pobre sólo tiene salida uniéndose al proletariado por la transformación socialista de la sociedad, de otro modo, el laberinto de trámites sin fin y la burla de las funcionarios estatales es lo que les seguirá esperando a los campesinos que busquen una salida individual. A la vez que nos indignamos profundamente por lo acontecido al compañero Ramiro Guillén Tapia y nos solidarizamos con su familia y camaradas, decimos claramente: las salidas individuales sólo pueden conducir a situaciones cada vez más desesperadas.
Campesinos pobres de México: la salida a su desesperante situación no está tanto en sus esfuerzos individuales como en la suma de su fuerza a la de los obreros mexicanos, los pobres de las ciudades y la tropa del ejército porque al fin y al cabo, los soldados son campesinos sin tierra u obreros sin fábrica. Unidos bajo un programa revolucionario podremos en primer término, derribar al gobierno espurio de Calderón e iniciar la construcción de un sistema socialista que coloque a la tierra en un régimen de propiedad nacionalizada bajo control democrático y un plan centralizado de industrialización que genere los satisfactores del campo que los trabajadores necesitamos. La CND puede ser un lugar en donde los campesinos y los obreros podamos coordinarnos para llevar adelante estas ideas.
¡Por la industrialización del Campo!
¡Créditos baratos y canales directos de comercialización sin intermediarios!
¡Por la unidad en la acción de los trabajadores del Campo y la Ciudad para derribar a Calderón!