El día de ayer, 27 de abril, el representante del Congreso del Trabajo, Joaquín Gamboa Pascoe, canceló la manifestación oficial del Primero de Mayo bajo el argumento de sumar a la CTM al plan de contingencia que los gobiernos federal y el del DF han dado a conocer para poder aislar el brote de influenza que se han desarrollado desde el fin de semana pasado. Esta postura fue secundada inmediatamente después por las 39 organizaciones que integran el Congreso del Trabajo (CT) Por su parte, el día de hoy el sindicalismo independiente organizado en la UNT, finalmente también optó por una medida idéntica a la acordada por de los charros sindicales .
Este periodo está plagado de hechos históricos, no sólo por la epidemia de influenza porcina, la suspensión de clases a nivel nacional, la fuerza con que azota la crisis internacional, sino también por la cancelación de la marcha de los trabajadores este Primero de Mayo. Esto último resulta todo un precedente en la historia del movimiento obrero mexicano.
¿Se trata de una medida ecuánime por parte de los dirigentes de los sindicales? Efectivamente hay un riesgo para que la fiebre porcina se pueda propagar masivamente, en este sentido esta medida de suspensión pareciera ser correcta. Sin embargo, salvo honrosas excepciones, la preocupación mas importante que está de por medio y que ronda en la cabeza de los dirigentes (y del secretario del trabajo, Javier Lozano, quien, argumentando el bienestar de los trabajadores, recomendó a lo sindicatos suspender las movilizaciones del Día de Trabajo) no es el bienestar de la clase trabajadora, sino aprovecharse de las tragedia sanitaria que padecemos para impedir un evento en el que seguramente los trabajadores manifestarían todo su resentimiento y descontento social ante las políticas del régimen y ante los severos efectos provocados por las crisis económica.
Sin dejar de reconocer que existe un problema grave de salud, del cual por el principal culpable es el régimen y su política privatizadora, la anterior es la razón de fondo y no otra por la cual los dirigentes suspenden la movilización. Si en estos dramáticos momentos realmente la preocupación de mayor peso entre los dirigentes sindicales fuera la salud y el bienestar de los trabajadores, lo tendrían que estar demostrando convocando y desarrollando un paro nacional de labores ante la negativa de los patrones, apoyados por Calderón y el secretario del trabajo, de suspender las actividades económicas del país, cuestión que obliga a millones de trabajadores a trasladarse todos los días a sus empleos exponiéndose de esa manera a ser presa fácil del contagio de la fiebre porcina.
Todos nosotros tenemos claro que los mismos causantes de esta epidemia, los gobiernos pro patronales y privatizadores del PRI y PAN, son los que atacan ahora mismo los derechos de los trabajadores como por ejemplo a los mineros de Cananea.
Todos los paros técnicos, despidos, etc. van en detrimento directo de los niveles de vida de la clase trabajadora y la manifestación del Primero de Mayo podría haber sido una oportunidad muy importante para demostrar el repudio de los trabajadores a todas estas medidas, por la unidad del movimiento obrero y la disposición que se tiene para ir en contra de este gobierno de derecha.
Para poder tener una verdadera posibilidad de salir adelante como clase y terminar con epidemias, despidos, paros técnicos y conseguir salud para nuestras familias, mejores niveles de vida y esparcimiento es necesario echar al gobierno de la derecha, es necesario que en estas duras condiciones, donde parece que todo desfallece, nuestra organización como clase se fortalezca haciendo renacer una nueva sociedad bajo los fuertes principios de salud, solidaridad trabajo digno. Condiciones que sólo puede ofrecer sin ningún regateo, el socialismo.
Si lo dirigentes sindicales están verdaderamente comprometidos con los trabajadores y su bienestar, ante la actual epidemia de fiebre porcina, éstos deben convocar a parar labores e impedir que se aplique sanciones o descuentos, pero además deberán preparar y lanzar una nueva convocatoria para movilizar en el plazo mas breve posible y de manera unificada a todas las fuerzas de la clase trabajadora y demostrar con marchas, mítines y huelgas que el poder real, el que hacer que toda la producción funcione, descansa sobre los hombros de la clase trabajadora. Demostrar que ese poder se debe emplear para impedir que se sigan mancillando los derechos de los trabajadores y para transformar de raíz esta sociedad.