La crisis del sistema capitalista está demostrando de cabo a rabo una bancarrota, no coyuntural, sino orgánica, de este sistema endémico incapaz de ofrecer lo mínimo para subsistir. No ofrece trabajo, alimentos, salud, educación y mucho menos cultura. No hay alternativa más que la barbarie para la juventud. En realidad la burguesía piensa que nosotros los trabajadores tenemos demasiado y por eso todos los planes anti crisis están diseñados para arrebatarnos lo poco que nos queda.
No es falta de vergüenza y mucho menos falta de visión, cada una de las medidas (eliminación de subsidios eléctricos, paros técnicos, reducciones salariales, etc.) que toma el gobierno y los millonarios de este país son bien pensados, lo que ellos quieren es defender sus fortunas y no les importa nada más; hipócritamente hablan sobre las necesidades de los más pobres.
Desgraciadamente no sólo ellos, los ricos y poderosos, aceptan las medidas estúpidas de este gobierno ignorante como una receta para terminar con la crisis, muchas de las direcciones de las organización de los trabajadores se vuelven portavoces de las políticas patronales anti obreras frente a sus agremiados o bases.
Cuántas veces no hemos escuchado a distinguidos dirigentes obreros o parlamentarios del PRD ligados a los “chuchos” hablar, resignados, de que es preferible quedarse unos días sin trabajo o percibir la mitad del salario antes de perder el empleo.
Estos cínicos “representantes de los trabajadores” no piensan más que en el jugoso cheque que les está esperando por parte de los dueños de fabricas o del gobierno, después de haber logrado una nula resistencia de las bases de los sindicatos cuando la patronal argumenta que no hay dinero para mantener funcionando la fabrica.
¿Cuál es la alternativa de los trabajadores ante esta crisis?
Muchos trabajadores escuchan estas propuestas y se rascan la cabeza pensando en otra alternativa menos dolorosa para evitar que esta crisis afecte lo menos posible su trabajo, su salud y el alimento para su familia y, cuando estos pensamientos se expresan en voz alta los medios de comunicación de la burguesía, sus intelectuales y el gobierno gritan en coro “¡NO!”, “estas medidas son drásticas pero hay que salvar a la nación”, “todos tenemos que sacrificarnos” y cosas por el estilo.
Sin embargo y a pesar de lo que estos catrines emperifollados dicen, sí hay otras alternativas que además de solucionar de una forma diferente la crisis ponen sobre la mesa “cosas” que a los que gobiernan hoy no les conviene mucho, por ejemplo el tema de la nacionalización de las fabricas cerradas o en vías de cerrar bajo el control y administración de los trabajadores.
¿Por qué se tienen que tomar las fábricas?
Dentro del sistema capitalista las empresas o fábricas no funcionan para satisfacer las necesidades de la sociedad, funcionan fundamentalmente para extraer una ganancia para el patrón. Si lo que produce esa empresa son sillas, maquinaria, libros, tornillos o lo que sea, no tienen la menor importancia, lo que la mantienen trabajando es que cuando salgan esas mercancías al mercado se vendan y esto produzca ganancia, cuando una empresa deja de ser rentable (las mercancías que se producen ya no se venden como antes) el dueño tienen una primera opción que es la de abaratar los costos de producción, esto es el de rebajar los salarios, despedir gente, no dar vacaciones, paros técnicos, no dar prestaciones, etc. Todo con tal de que primero se vacíen sus almacenes y no se invierta tanto en la producción (que no se dé tanto dinero a los trabajadores).
Si el tiempo no mejora (si en el mercado siguen sin venderse como antes sus mercancías) el patrón simplemente opta por cerrar la empresa, a él no le importa ni la vida de sus trabajadores y mucho menos la de sus familias. Para él primero está el cuidar que su inversión (dinero de antemano arrebatado a trabajadores de generaciones pasadas) no se pierda.
Por supuesto que no es culpa del trabajador que no se vendan las mercancías en el mercado, es culpa de una falta de planificación económica de la sociedad y de que la producción no se adecue a esta planificación; es más, esta anarquía en el mercado la promocionan los mismos empresarios y banqueros que producen mercancías de forma enloquecida para que cueste menos el producirla y arrebatarle mercados a la competencia.
Es decir que la dinámica misma del capital crea las causas del las crisis (sobreproducción de mercancías) y luego busca que esta crisis la padezcan los trabajadores al dejarlos sin empleo.
Claro está que cuando la venta de las mercancías es abundante, la ganancia de toda la venta sólo se la quedan los empresarios y no la reparten entre los trabajadores. Su dinámica es graciosa, cuando hay ganancias esas sólo se queda en manos de muy poquitos dueños pero cuando hay miseria ellos la quieren socializar entre todos nosotros los trabajadores.
Frente a esto, el supuesto “árbitro” de la sociedad, el Estado, debería de actuar para que no se deje en la calle a los trabajadores, sin embargo tenemos a estos hijos de su mal dormir apoyando, rescatando e impulsando las políticas de los empresarios. Ahí se ve claramente para quién trabaja verdaderamente el Estado y el gobierno. Por eso ahora no nos sorprende su política de apoyo a los ricos.
Para nosotros los trabajadores el quedarnos sin trabajo significa perder prácticamente todo, no sólo es el trabajo, una forma de desarrollarnos y sentirnos útiles, es el hambre que se pasa si no hay nadie más que pueda sobrellevar el gasto de la comida en casa, es el papel que se pierde frente a la familia al saberte envuelto en la imposibilidad de sacarlos adelante, es prácticamente todo. No estamos hablando de nuestras ganancias, estamos hablando de sobrevivir.
El tomar una fabrica, ocuparla y ponerla a funcionar en un primer momento es un acto de sobrevivencia física pero no se queda ahí la cuestión.
Bajo control obrero
La toma de fábrica conlleva aspectos muy importantes, en primera instancia la cuestión de poder poner a funcionar una fábrica sin patrones. Toda la vida se ha explicado que una empresa o fábrica es exitosa y funciona gracias a sus directivas y jefes de recursos humanos y administrativos, a los jefes de producción, etc. Éstas no son más que mentiras, una empresa funciona y es exitosa en primera instancia por el trabajo de los obreros, sin ellos por muy buenos jefes que hubiera en la empresa no se prende una luz y no se mueve una maquina.
Entonces qué sentido tener a las directivas las cuales sólo sirven para presionar, levantar reportes, llevarse parte del botín sin hacer nada y cosas por el estilo. Los trabajadores tendrían, una vez tomada la empresa, que designar a una comisión que se tendría que encargar en administrar y diseñar proyectos de producción de la fábrica, éstos se enriquecerían en debates abiertos en asambleas mensuales sobre los pasos a dar para que la empresa funcione mejor, la producción suba y en este sentido pueda ser competitiva en el mercado.
Este comité no podría recibir un salario mayor que de cualquier obrero cualificado y sería revocable en cualquier momento por asamblea, estas medidas evitarían que esa dirección pudiera caer presa de las “negociaciones” que necesariamente se tendría que abrir con el gobierno para exigir recursos y para poner en el mercado las mercancías. Los trabajadores de esta forma tendrían que diseñar sus programas de control, producción y financiamiento. Estarían inmersos en todas las decisiones que conciernen a la empresa.
Se estaría aboliendo en el terreno de los hechos el secreto comercial y financiero, cuando se tengan las cuentas de la fábrica en las manos a de todos los trabajadores, gracias al cual se escudan los grandes empresas para argumentar sus supuestas “pérdidas” y con el que ocultan las grandes ganancias y la intensidad de la explotación de los trabajadores.
No sólo se trata de tomar una fábrica, sino de extender el control obrero a las demás
El hecho que una empresa bajo control obrero tenga que negociar con el gobierno para su nacionalización, con bancos para créditos baratos y con otras empresas para comprar mercancías e incluso colocar sus mercancías supondría un problema.
Todos los ricos junto al gobierno cerrarían las puertas para tratar de ahogar esta iniciativa, no porque suponga una amenaza económica, sino principalmente una amenaza política, el ejemplo de que los trabajadores se ponen de acuerdo y que pueden poner a funcionar una empresa sin patrones, transformando las relaciones de producción (ya no existe una propiedad privada de los medios de producción y por tanto la ganancia se podría utilizar de forma colectiva, por ejemplo implementando propuestas de desarrollo social en la comunidad donde se encuentra la empresa) lo verían como un verdadero peligro.
Es por esto que aunque no se podría negar estos contactos con elementos hostiles uno de los principales puntos de apoyo será el extender la toma de fábricas bajo control de los trabajadores a otros centros de trabajo.
La lucha por su nacionalización
Una de las consignas que va de la mano cuando se habla de la toma de fábricas es la de su nacionalización, entendemos que esto se pudiera aplicar mucho más rápido si hubiera en nuestro país un gobierno de izquierda que apoyara a los trabajadores pero lo que aquí tenemos es justamente lo contrario, un gobierno de derecha que llegó con un fraude al poder en contra de la mayoría de los trabajadores y que aplica políticas anti obreras, además que está listo para reprimir.
Es cierto que con otro gobierno esto sería más fácil y seguro pero nuestro principal apoyo en este aspecto es, por un lado una disposición de toda la clase trabajadora a movilizarse en medio de un ambiente muy explosivo y por el otro en una división cada vez más acentuada de la burguesía por ver cómo se pueden resolver este tipo de problemas.
En medio de este ambiente y con la toma de fábricas que lucha por su nacionalización, no sería raro ver cómo este gobierno, dada la enorme presión del movimiento obrero haciendo huelgas generales, tenga que apechugar para tratar de sacarle presión social a esta olla que está en punto de ebullición.
No podemos ser pesimistas frente a esta crisis, tenemos un futuro por delante pero lo tenemos que ganar organizados, con confianza en nuestra clase obrera y con las ideas correctas, las ideas del marxismo.