En octubre de 2001, el entonces presidente Vicente Fox anunció la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en terrenos federales y terrenos ejidales que serían expropiados afectando a 4 mil 375 familias de San Salvador Atenco, Texcoco y Chimalhuacán. Los pobladores de San Salvador Atenco organizados en el “Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra” (FPDT) dieron una lucha sin cuartel contra el gobierno y su decreto de compra y expropiación de tierras. Para agosto del 2002 el Gobierno Federal anuncia la cancelación del proyecto, esta victoria histórica coloca a los pobladores de Atenco como un ejemplo de lucha, firmeza y convicción.
El 4 y 5 mayo del 2006, so pretexto de haber un conflicto con los habitantes del poblado por apoyar a los floricultores del mercado “Belisario Domínguez” que estaban siendo desalojados, el gobierno decide con un operativo a cargo de Wilfrido Robledo Madrid, autorizado por Enrique Peña Nieto (entonces Gobernador del Estado de México), darles un castigo ejemplar por haberse atrevido a vencer al Régimen. La represión brutal al pueblo atenquense fue televisada en vivo y claramente se vieron afectados los derechos más básicos de los manifestantes y sus familias. La represión se extendió por dos días a cada casa de los pobladores, estas imágenes conmocionaron a millones de trabajadores y jóvenes no solo del país sino internacionalmente, imágenes que solo se veían en los años más cruentos de las dictaduras latinoamericanas y en la represión de los años '60 y '70 en nuestro país. Lo que ya no televisaron y que el gobierno no ha terminado de aceptar fue la detención arbitraria y tortura de más de 200 manifestantes, la violación sexual de la que fueron víctimas por lo menos 26 de las 47 mujeres detenidas, la muerte de dos compañeros y decenas de lesionados graves.
A lo largo de estos quince años particularmente nuestras compañeras de Atenco fueron y son un ejemplo de sacrificio, dureza y combate frente al Estado. Estudiantes, amas de casa, campesinas, comerciantes e indígenas apoyaron al movimiento sin titubeos y leales a su clase: los campesinos pobres. El Estado quiso dar una lección firme a nuestras compañeras por atreverse a luchar: insultadas, escupidas, golpeadas, torturadas, violadas, denigradas, acusadas de delitos como: secuestro equiparado, delincuencia organizada, ataques a las vías de comunicación, etc. quisieron minar su lucha y mandarnos un mensaje a todas las que nos atrevamos a seguir el mismo camino.
Estos hechos fueron y siguen siendo inaceptables. Las víctimas de la policía no tuvieron la atención psicológica y médica necesaria, pero es más escandaloso que sólo uno de los agresores fuese sentenciado por “actos libidinosos” pero dejándolo en libertad después de pagar una fianza. Pero es aún más vomitivo las declaraciones de Peña Nieto diciendo: “es conocido que los manuales de los grupos radicales dicen que hay que declararse violadas, en el caso de las mujeres, y en el de los hombres haber sido objeto de abuso y maltrato".
En septiembre de 2014 nuevamente fue anunciada la construcción del aeropuerto en Texcoco, pero sobre la justicia a los campesinos y compañeras detenidos no se ha dicho nada. A la fecha, el caso de 11 compañeras se encuentra en la Corte Interamericana de Derechos Humanos desde septiembre de 2016 pero podrían pasar 21 meses para que se dicte una sentencia, la cual es de cumplimiento obligatorio. La vida de nuestras compañeras fue destruida y el castigo de todos los responsables en las cadenas de mando de las policías municipal, estatal y federal involucrados en la Operación Rescate es lo menos que puede pasar. Pero este caso no es el único, una encuesta realizada por Amnistía Internacional a 100 mujeres recluidas en prisiones federales, 72 de ellas fueron víctimas de violencia sexual como método de tortura durante los interrogatorios. Es una situación indignante que refleja un sistema que ni siquiera se puede llamar caduco sino la plena barbarie.
Este atentado contra la vida de las compañeras y compañeros de Atenco no quedará en el olvido, sólo el pueblo organizado podrá hacer justicia. Once de las cuarenta y siete detenidas siguen dando la batalla por justicia, las apoyamos plenamente a la vez que levantamos la voz y la participación activa en la calle con movilizaciones gritando fuerte y claro: si tocan a una luchamos miles. Pero no nos quedamos ahí, sabemos que estos atentados contra nuestro pueblo se repetirán en medida que no cambiemos de raíz la sociedad e incluso para que las compañeras que han sido víctimas de violencia de género confíen en que una vida mejor es posible se necesitan cambiar todo el sistema ¡El cambio es posible sólo con la lucha organizada!
¡Viva la lucha de las compañeras y compañeros de Atenco!
¡Castigo ejemplar a los agresores del pueblo de Atenco!