La OMS ha señalado que una de cada tres mujeres del mundo ha sufrido violencia física y/o sexual en su vida. Para el caso de México esta cifra es alarmante pues el 99% de las mujeres ha sufrido o sufrirá violencia sexual, si no frenamos esta lacra del sistema patriarcal. La violencia sexual va desde un piropo no aceptado, el cual es un acoso, pasando por violaciones y hasta el feminicidio, que es el asesinato a las mujeres por la simple razón de ser mujer.
Al no reconocer y castigar el acoso como una forma de violencia sexual hacia las mujeres, se han fortalecido prácticas machistas como miradas ofensivas, palabras desagradables y groseras y violencia física. En una escala mayor de violencia, están las violaciones sexuales. Pero también existe violencia verbal por medio de amenazas de abandono de una pareja, de despido de un trabajo, chantaje familiar e incluso para conservar la vida…y otras formas de violencia que implican golpes, marcas físicas y asesinatos.
En nuestro país, al año se denuncian 15 000 violaciones de las cuales sólo 5 de cada 40 casos se resuelven y 7 de cada 10 violaciones se dan en el contexto familiar. Sin embargo, la mayoría de los casos no se denuncian, por miedo al agresor y por falta de credibilidad al sistema de justicia que antes de comprobar los hechos, humilla a las mujeres preguntando por ejemplo como vestía, la hora y el lugar donde sucedió, la relación con el agresor, y toda clase de preguntas y examinaciones que en lugar de brindar solidaridad, culpan, agreden y suman un malestar más que muchas mujeres prefieren evitar.
Muchas mujeres no sobreviven para tomar la decisión de denunciar o no una violación o una agresión, esto es lo más difícil de decir, lo que más hiere a las mujeres de este país y de la humanidad. Muchas son asesinadas de las formas más crueles después de los abusos y de la violación precisamente, cuando se encuentran en la condición más vulnerable ante sus agresores y cobardes feminicidas.
De 1985 a la fecha se han reportado 50 000 asesinatos por condición de género, siendo 2016 y 2017 los años más violentos. “En los últimos diez años (2007- 2016) fueron asesinadas 22 mil 482 mujeres en las 32 entidades del país, revelan cifras del INEGI uno cada cuatro horas, siendo la zona centro del país, integrada por la Ciudad de México, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala, los estados de mayor incidencia”. (Excélsior, 22/10/17). La entidad más peligrosa es el Estado de México donde se ha levantado la alerta de género en 11 municipios, sin que esto haya logrado frenar los asesinatos pues constantemente se reportan nuevos casos.
En el tema de los feminicidios, a pesar de que se trata de un gran problema de emergencia nacional, no hay datos y explicaciones precisas, las estadísticas son aproximadas y realizadas por organizaciones de lucha por justicia para las mujeres asesinadas por esta causa. En cuanto a las explicaciones, se ha dicho que va desde trata de blancas, prácticas de sectas religiosas, abusos a mujeres migrantes, suicidios, violencia sexual fuera del hogar y violencia intrafamiliar, principalmente ejercida por la pareja masculina, y la más absurda y ofensiva explicación: odio a las mujeres.
Desde el año 2000 las cifras de feminicidios en nuestro país han ido en aumento vertiginoso, siendo los casos de Ciudad Juárez inicialmente los más difundidos. Esto es debido a que los familiares de las víctimas comenzaron a levantar la voz ante los crimines de odio y del crimen organizado perpetrados hacia las mujeres de la zona. Las movilizaciones iniciaron para que el Poder Judicial interviniera en las averiguaciones y se consiguiera claridad de los hechos y justicia para las asesinadas y/o las desaparecidas; pero, después rápidamente esta lucha se convirtió también en contra de la impunidad y la complicidad del Estado, ya que conforme los familiares avanzaban en sus investigaciones e indagaciones por cuenta propia descubrían que el gobierno siempre ha estado coludido con los asesinatos, desapariciones y violaciones de mujeres en nuestro territorio. El machismo institucional es el más peligroso de todos pues encubre y solapa estos crímenes.
El caso de Ciudad Juárez y posteriormente del Estado de México son emblemáticos porque se tratan de zonas sumamente marginadas, la descomposición social es cosa de todos los días, donde la gran mayoría de nuestras compañeras asesinadas son mujeres trabajadoras humildes, mujeres hijas de trabajadores y emigrantes expuestas todos los días a un ambiente muy hostil y descompuesto en sus colonias, en sus recorridos a la escuelas y al trabajo, en sus hogares. Las mujeres trabajadoras que vivimos en estas zonas somos dentro de los oprimidos los más golpeados, por tal motivo el gobierno coludido con el crimen organizado aprovecha esta vulnerabilidad, pero también los machistas conscientes que consideran que la vida de una mujer trabajadora no vale más que para ser agredida, sometida, explotada, violada y asesinada.
Todas estas prácticas son causadas por el sistema económico capitalista y patriarcal que deshumaniza y coloca a las mujeres en una posición de inferioridad y opresión, donde es posible vendernos como mercancías y utilizarnos como si fuéramos cualquier cosa ante degeneraciones sociales. Aprovechar la necesidad económica y la falta de alternativas de trabajo digno en el lugar de origen, envolverlas en la falsedad del amor romántico, luego asesinarlas y mentir diciendo que fueron capaces de quitarse la vida, hacernos sentir culpables por salir a la calle, vestirnos a nuestro gusto y hacer lo que queramos, es la cotidianidad de nuestras vidas.
Fue gracias a la movilización, lucha y organización de las agrupaciones de familiares y personas unidas por un mismo dolor, creadas en el calor de la exigencia de justicia, que inició la visualización y difusión del problema, estos hechos han orillado a miles de mujeres a lo largo y ancho del territorio a levantar la bandera de lucha contra la violencia hacia la mujer. Este camino incluso ha costado la vida de compañeras que han buscado justicia y transformar esta sociedad.
La lucha contra el feminicidio en nuestro país es de las más impresionantes e importantes, las compañeras nos han puesto un gran ejemplo marcando que el único camino que tenemos para detener este genocidio es saliendo a las calles las veces que sea necesario, que si tocan a una respondemos todas, que luchar contra la violencia y la justicia es insuficiente sino extendemos nuestra batalla contra este sistema que a través de sus leyes machistas protege y deja en libertad a asesinos y violadores.
No existe un sistema, Institución o espacio que proteja a las mujeres de las lacras del acoso, la violación y el feminicidio. Por eso, desde Libres y Combativas, nos planteamos como primera lucha ser conscientes de lo que ocurre y sus orígenes en el capitalismo y patriarcado, y que sólo unidas y organizadas podemos transformar nuestra situación. Nos solidarizamos e inspiramos en las mujeres víctimas y sus familias que han comprendido esto en carne propia, al vivirlo, buscar ayuda en la justicia mexicana y no encontrarla, y tener que salir a luchar a lado de otras víctimas para ser vistas y escuchadas.
¡Basta de violencia contra la mujer!
Organización y lucha contra el acoso sexual. Castigo real a los responsables de todas las formas de violencia: violaciones, maltratos físicos y psicológicos, asesinatos y desapariciones de mujeres. Justicia a todos los casos de feminicidios, ¡Nos queremos vivas!
Despido y sanción a todos los policías y jueces que con su actitud favorecen la impunidad de los agresores.
Centros de refugio para mujeres maltratadas o violentadas por sus familias. Por una política social que garantice un puesto de trabajo digno o subsidio de desempleo indefinido, así como una vivienda digna para las víctimas de maltrato y sus hijos.
Círculos de apoyo, feministas revolucionarios para denunciar y ayudar en caso de violencia.
Acompañamiento, ayuda psicológica y material a las familias de víctimas de feminicidio.