El pasado 8 de agosto miles de mujeres salimos en diversos países, principalmente de América Latina, para respaldar el proceso de aprobación en el senado argentino de la ley a favor del aborto. Con 38 votos en contra, 31 a favor y 2 abstenciones la justicia patriarcal de Argentina pretende dar un duro revés a la marea verde feminista no sólo en Argentina sino en todo el mundo.
Lo vivido el pasado 8 y la madrugada del 9 de agosto es un botón de muestra de lo que es realmente la democracia burguesa: 38 personas reaccionarias imponiendo, tutelando y controlando los cuerpos y las vidas de 22 millones de mujeres argentinas y ser los responsables impunes de que cada año mueran 300 mujeres pobres por abortos clandestinos.
Nos han declarado la guerra; reagrupar fuerzas y volver a la calle
Con esta negación la burguesía, la iglesia y su Estado quieren mandar un mensaje a las millones de mujeres jóvenes y trabajadoras que desde el año pasado hemos salido a inundar las calles en defensa y exigencia de nuestros derechos más básicos, como es la libertad de decidir sobre nuestro propio cuerpo. Estas movilizaciones forman parte de la rebelión global de mujeres contra una larga historia de discriminación y de haber ganado sin duda sería un gran impulso para todas las luchas contra la opresión y por la igualdad real de derechos en todo el mundo. Desde el 8 de marzo, millones hemos llenado las calles con movilizaciones contra este Estado patriarcal y clasista, poniendo en cuestión aparatos judiciales y leyes reaccionarias, y señalando que no se trata de casos aislados, sino que ¡es el sistema! Por eso las consecuencias de una victoria irían mucho más allá de Argentina, ya que sería un ejemplo concreto de fuerza y de cómo se pueden cambiar las cosas.
En la calle hemos ganado y en la calle nos mantendremos. Las mujeres argentinas no sólo son dignas de toda nuestra solidaridad sino de toda nuestra admiración y son un ejemplo total, por haberse volcado de esa manera a la calle mostrando que el único camino es la lucha. Las mujeres hemos sido de los sectores que más hemos ocupado las calles en los últimos meses, levantando la bandera de la lucha feminista, y también nos hemos movilizado en repudio de gobiernos que con sus políticas nos están condenando a morir de pobreza, explotación y violencia que no para, al contrario, incrementa día a día, contra nuestros cuerpos y vidas.
Desde Libres y Combativas decimos claramente que también hemos ganado, y mucho. La fuerza mostrada ha sido impresionante, la juventud, principalmente de las universidades, se ha volcado con todo. Mujeres y hombres de toda Argentina e incluso de varios países colindantes viajando días enteros en autobús para llegar a Buenos Aires demuestra la potencia de nuestra clase. La solidaridad internacional ha sido muy amplia visibilizando el caso argentino pero generando debates y empuje de nuestra lucha en diversas regiones. Para nosotras no es derrota, porque sectores cada día más amplios de la juventud y trabajadores cuestiona lo establecido, el pueblo debatiendo en masa sobre el aborto, discutiendo en la calle sobre nuestra opresión y reconociéndola. Un detalle grande es que en esta lucha observamos a muchos compañeros hombres participar, no sólo en el plantón sino en las discusiones y apoyando de manera firme y humilde, teniendo muy claro que nuestro enemigo es el mismo y para vencerlo necesitamos la unidad en la lucha organizada.
Todo esto a pesar de la campaña histérica de la derecha y la iglesia retrograda. Esta minoría parasitaria heredera de la dictadura nos impone sus leyes y su moral a la inmensa mayoría de la población. Ante la fuerza y contundencia demostrada en junio, la derecha esta ocasión tomó previsiones e impulsó toda su maquinaria para trabajar: la iglesia en los sermones diarios realizó campaña política contra el no, al grado que el Vaticano presionó a muchos políticos que en el mes de junio estaban a favor de la ley. Mentira tras mentira en los medios masivos de comunicación generando alarmismo social así como la satanización de las mujeres describiéndonos como asesinas, irresponsables, precoces y pecaminosas, haciendo “sugerencias harto científicas” como cerrar las piernas. Discursos medievales que no demuestran más que las condiciones en las que este sistema desea mantenernos. Pero el rechazo a estas ideas retrogradas y mentirosas ha sido arrollador, miles han caracterizados a los senadores de dinosaurios y gente completamente atrasada política y socialmente.
Nos han declarado la guerra, y no daremos ni un paso atrás, hemos llegado para quedarnos y no nos retiraremos hasta vencer. Reagrupar nuestras fuerzas, hacer balance y volver a la calle con mayor experiencia y organización, vinculándonos con los demás sectores de nuestra clase en lucha es lo que continua para nuestro movimiento. Hacer esta lucha internacional es también una tarea que tenemos de frente, el proceso de discusión en Brasil y en Chile han iniciado y próximamente en México también estaremos en pie de guerra, es por ello fundamental articular nuestra lucha a nivel internacional.
En México también gritamos: ¡Abajo el patriarcado, que va caer, que va caer!
Las movilizaciones en Argentina han irradiado ejemplo e impulso a otras latitudes de América Latina, aquí en México hemos comenzado los trabajos de coordinación para presentar esta iniciativa para que sea un derecho y ley en todo el país y no este restringido a las normas que actualmente se viven en la CDMX. Por ello este 8 de agosto fue un muy buen inicio de conjuntar esfuerzos desde las colectivas independientes, hasta las universitarias así como de agrupaciones sindicales independientes. Este trabajo de unidad y organización unitario lo tenemos que seguir reforzando bajo un programa clasista, de combate y anticapitalista, nuestro enemigo es el mismo y lo tenemos que afrontar juntas como compañeras de clase que somos.
Otro aspecto a resaltar de la manifestación es que logramos realizar una marcha y no sólo concentraciones. Desde Libres y Combativas no quitamos el dedo del renglón sobre que la única forma de conquistar nuestros derechos es mediante la movilización y lucha en la calle. Tenemos que visibilizar y acercar nuestra lucha al conjunto de la juventud y trabajadoras, rompamos los límites de nuestros espacios para extender y masificar nuestra lucha, sin ello nuestra batalla corre el riesgo de estar aislada y ser derrotada. Cada que salimos a las calles más mujeres se suman a la lucha y se aproximan al feminismo revolucionario, gran favor hacemos a la burguesía y a su Estado dejando la lucha feminista aislada en las cuatro paredes de las Universidades y/o espacios exclusivos; es hora de desbordar todos los limites propios y ajenos, de tomar la calle y no soltarla, hemos llegado para quedarnos y ganar.
Para que esto suceda hay que presionar al poder político desde la calle. Debemos recordar que nunca nadie nos ha regalado nada, todo lo hemos conquistado en duras batallas que nos han costado incluso vidas de nuestras compañeras y compañeros. La juventud hemos sido la clave para lograr estos triunfos contra la opresión y por el derecho de las mujeres a decidir sobre nuestros propios cuerpos. Con esta experiencia a nuestras espaldas sólo es cuestión de tiempo que también nos rebelemos contra un sistema educativo cada vez más opresivo, contra una situación que nos niega un trabajo con salarios y condiciones dignas, que nos niega el derecho a la vivienda y en definitiva cualquier posibilidad de un futuro mejor.
Adelante compañeras, somos un factor revolucionario de cambio y transformación social, hagamos historia tomando por asalto nuestro futuro que este sistema nos niega, hagamos realidad esos sueños de nuestras abuelas y madres, hagamos posible un mundo sin opresión y sin explotación y sin clases sociales, un futuro socialista.
¡Ahora que estamos juntas, ahora que si nos ven, abajo el patriarcado, que va caer, que va caer!