Año con año más de un millón de abortos se llevan a cabo en nuestro país, la gran mayoría bajo condiciones de clandestinidad, con riesgo para nuestras vidas, en especial para las mujeres con menores recursos, que recurren a médicos no profesionales o métodos peligrosos como medicamentos, yerbas, ganchos o actividad física extrema. La lucha de nuestras compañeras en Argentina, Irlanda, Polonia y ahora en Chile y Brasil por el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo, ponen sobre la mesa la necesidad que tenemos miles de mujeres mexicanas de que el aborto en nuestro país también sea ley, no sólo en la Ciudad de México, en todo el país.
Sobrevivir a un aborto es un privilegio de clase
Esta demanda tiene un gran fondo de clase social, ¿Quiénes somos las que recurrimos a este tipo de métodos? ¿Quiénes somos las que moriremos por métodos clandestinos? ¿Acaso podemos pagarnos viajes a la ciudad de México para realizar este procedimiento? ¿Podemos ausentarnos de nuestros empleos por los días que el malestar pasa? Sin duda hay respuestas claras a estas preguntas, somos las mujeres jóvenes más humildes hijas de trabajadores (as); indígenas, campesinas y trabajadoras quienes nos vemos obligadas a acudir a los tétricos y peligrosos servicios clandestinos y remedios caseros. Efectivamente las mujeres de la clase trabajadora somos las que tenemos que poner en riesgo nuestra salud, nuestra vida y nuestra libertad.
Si bien desde el año 2007, cuando se aprueba la Interrupción Legal del Embarazo en la Ciudad de México, se han llevado acabo 194 mil 153 abortos en las 13 clínicas que brindan este derecho, este programa, aunque no niega el servicio a mujeres de provincia, principalmente beneficia a las habitantes de la ciudad y estados cercanos. Es por eso que este 28 de septiembre en el marco del día Internacional por la Despenalización del aborto en América Latina y el Caribe estamos convocando a salir a las calles a demostrar que nos rehusamos a seguir viviendo oprimidas y presas de la ignorancia, de las ideas y la moral de la Iglesia y del Estado que nos condena a las cuatro paredes del hogar, al trabajo doméstico, a la crianza de los hijos por obligación y a no ejercer nuestra sexualidad de manera libre describiendo este derecho como algo prohibido, perverso y exclusivo de los hombres.
¿Qué sucede cuando la mujer pobre, trabajadora, campesina, estudiante se ve obligada a continuar con su embarazo y dar a luz ante la imposibilidad de abortar legalmente y con seguridad? ¿Qué tipo de vida les espera a esas madres y a esos niños? Y en esta situación, ¿dónde queda la libertad de la mujer trabajadora?, la maternidad será deseada o no será, por eso reivindicamos firmemente la consigna: ¡Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir!
¡La lucha en las calles es el camino!
En los pasados días diversas organizaciones feministas en conjunto con sindicatos independientes hemos presentado a la Cámara y al Senado las demandas de las mujeres trabajadoras, sin embargo, sabemos que no son los parlamentos y juzgados la única vía para cambiar la situación de opresión que vivimos la inmensa mayoría de las mujeres, como nos lo han querida hacer creer de miles de formas. Las experiencias de nuestras luchas pasadas nos enseñan que no lograremos ninguno de esos cambios sino es nutriendo y basando fundamentalmente en la lucha masiva en las calles.
Somos conscientes de que no podemos dejar nuestro futuro únicamente en manos de un gobierno, que, si bien gano por la inmensa voluntad de los trabajadores y jóvenes que queríamos un cambio de régimen en beneficio de los desposeídos, recibirá presiones de la oligarquía, iglesia, patrones y todas las instituciones patriarcales que no desean otorgarnos ni un ápice de libertad, derechos y fuerza. Al fin y al cabo ¿qué es la mujer para la Iglesia “católica”, sino la costilla de Adán? ¿Desde cuándo las costillas tienen derechos y libertades?
Este frente reaccionario y patriarcal es cada vez más consciente del peligro, fortalecimiento y avance de un movimiento que no sólo está cuestionando el patriarcado sino también el sistema capitalista. Tras el revés en Argentina quieren hacer añicos nuestros ánimos y fuerza, pero sabemos que hemos ganado en las calles y es donde nos vamos a mantener.
Si algo ha quedado claro es que no podemos confiar más que en nuestras propias fuerzas y hemos demostrado que esas fuerzas, las de trabajadoras, jóvenes y trabajadores que han salido en cientos de miles a las calles ¡son enormes! La lucha va a continuar y necesitamos estar organizadas para construir un movimiento aún más poderoso y fuerte que vuelva a tomar las calles para hacer de nuestras demandas una realidad.
¡Ni un paso atrás, legalizar el aborto por nuestras vidas!