Ayer se presentó una confrontación entre un contingente de manifestantes feministas y un grupo de estudiantes de la Facultad de Ingeniería dentro de Ciudad Universitaria y en el contexto del convocado “Cacerolazo contra la violencia machista” y los paros en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y la Facultad de Filosofía y Letras.
El movimiento feminista en México ha tomado cada vez más fuerza y extensión, es una expresión del hartazgo generalizado ante la violencia, la impunidad y la corrupción que se ensaña aún más con las mujeres, por el simple hecho de serlo.
Las cifras de violencia machista son escandalosas y hacen ver la urgencia de transformar esta sociedad, 10 mujeres en promedio son asesinadas cada día, ante la indiferencia de las instituciones omisas, negligentes e incapaces de responder y por lo contrario reproducen en su seno el machismo.
Las escuelas no son una excepción, dentro de ellas, el acoso sexual es la menor de las agresiones, y una vez más, las autoridad enmudecen procurando su prestigio, por encima de nuestra seguridad.
No es de extrañar, la virulencia de las manifestaciones ante tal actitud de quienes, en teoría deberían procurar nuestra seguridad, la rabia se ha apoderado de un sector del movimiento, expresando la indignación que sentimos todas.
Desde libres y combativas, rechazamos totalmente la actitud de confrontación de un grupo minoritario de estudiantes contra las compañeras que se manifestaban, en la que varias de ellas resultaron lastimadas. NUNCA ni NADA podrá justifica esta actitud. Rechazamos la hipocresía y el doble rasero, venga de donde venga, de equiparar los actos de estos grupos de feministas con la violencia machista que sufrimos todas, todos los días.
Al mismo tiempo, y en aras de contribuir a un debate abierto y democrático sobre los métodos de lucha más efectivos para nuestro movimiento, es importante señalar que no compartimos ningún método que implique aislar y dividir nuestra lucha del resto de los sectores oprimidos. Nuestros métodos siempre han sido la explicación constante y paciente, a través de volantes y periódicos, mítines y marchas, para atraer a nuestra lucha al resto de los sectores también oprimidos, más no la confrontación física.
Como organización de izquierda, combativa y comprometida con la lucha contra la violencia machista nos basamos en métodos democráticos. Nuestras compañeras no se cubren la cara, salvo que su integridad por ser víctimas esté en peligro. No tenemos nada que ocultar. Nuestro programa es claro y nunca lo hemos escondido. Y nuestras movilizaciones no se decretan burocráticamente, sino que se construyen mediante la participación democrática en asambleas que debaten y votan los paros y las diferentes acciones, mediante la distribución de nuestros volantes exponemos nuestras razones y la justeza de nuestra causa. Nunca hemos recurrido a otros métodos salvo a los argumentos para convencer, incluso a l@s compañer@s que inconscientemente reproducen la cultura machista.
Seguiremos dando la batalla contra el machismo en nuestras escuelas, en nuestros trabajos, en nuestras calles, en nuestras vidas.
¡Por una educación libre de violencia machista!
¡Basta del machismo institucional!
¡Todas y todos a la marcha del 25N!