Con la reciente propuesta de reforma al Código Orgánico Procesal Penal (COPP) se ha abierto una serie de discusiones interesantes que pueden ser muestra de los intentos de avanzar en materia derechos, con las claras contradicciones que tiene esto en el marco de un instrumento de represión como lo es el COPP. En un primer momento, con la propuesta por parte de dos diputadas emeverristas, recientemente se reabrió el debate de la despenalización del aborto. Es un deber de los marxistas, consecuentes defensores de los derechos de los sectores oprimidos en la sociedad, aportar a tan importante discusión.

Un debate de larga data

En las facultades de derecho de las diferentes universidades públicas la discusión sobre la despenalización y/o legalización del aborto se viene dando desde hace ya algún tiempo. Es una discusión que en general enfrenta a quienes defienden la doble moral burguesa con quienes ven la realidad existente y quieren darle una solución efectiva.

A finales del año pasado leíamos en la prensa burguesa que el entonces presidente de la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia, Alejandro Angulo Fontiveros, defendía la legalización del aborto, en una propuesta más avanzada que la actual pues se hablaba de garantizar el aborto libre, con una limitación sólo relacionada con el tiempo de gestación. En ese momento, la proposición contenida en el proyecto en debate defendía el derecho de la mujer a controlar su propia fecundad, “porque, dentro de la noble empresa de procrear, es la mujer la que corre el riesgo y puede llegar hasta morir. Se trata del derecho de controlar su propia reproducción y no querer llegar a tener un hijo en determinadas circunstancias, como, por ejemplo, por una violación” (Notimill, 28 de Septiembre de 2004, ver artículo).

En diferentes declaraciones a la prensa, este magistrado llegaba incluso a denunciar la doble moral de la burguesía que obstinadamente se pronuncia en contra de este legítimo derecho de las mujeres, así como la postura reaccionaria de la Iglesia católica. Por ejemplo, declaraba que “no se le puede pedir a una mujer que ha sido violada, a menos que haya un fanatismo de por medio, que tenga un hijo o de lo contrario, que sea enjaulada. No se le puede pedir a una mujer cuyo hijo vaya a nacer con graves deficiencias que lo tenga. También no se le puede pedir que no lo tenga, si lo quiere tener muy bien, pero el derecho no puede exigir el heroísmo.” (Intopress, 05 de Octubre de 2004, ver artículo).

Este problema afecta de manera más aguda a las mujeres y jóvenes de la clase obrera y sectores populares quienes prácticamente no pueden acceder a los métodos anticonceptivos, al no tener los recursos para abortar en condiciones y por los problemas socioeconómicos del embarazo (desempleo, bajos salarios) que provocan más dificultades para alimentar y cuidar decentemente a sus hijos.


El aborto: Una realidad que existe

A nivel internacional, especialmente en países europeos y Norteamérica, la campaña a favor de la legalización del aborto ha dado consignas como “Nuestros cuerpos, nuestra decisión”, “Anticonceptivos para no abortar, Aborto para no morir”, etc. Y es que el aborto es una realidad que ocurre todos los días a nivel mundial y que causa la muerte a miles y miles de jóvenes trabajadoras y oprimidas.

En la prensa nacional no es extraño encontrar noticias relacionadas con mujeres que mueren a consecuencias de un aborto practicado bajo condiciones poco apropiadas. En el marco del debate sobre la despenalización del aborto que se daba a finales del año pasado, en un artículo de un periódico regional de Guayana (ver artículo), se hablaba de la muerte de Yelitza Peña, una joven de 19 años de edad, habitante del sector Chirica Vieja de San Félix, Bolívar, quien murió 12 horas después de sufrir un desgarre interno producto del aborto.

En el conocido diario regional del Zulia, Panorama, se comentaba igualmente en Octubre de 2004 la muerte de Anyilis Emilia Cabrera, de 24 años, quien murió tras inducirse un aborto con solución jabonosa (ver artículo). En dicho artículo, incluso se mencionaban algunas estadísticas sobre el aborto en esta región occidental: “En las maternidades de Maracaibo el número de partos naturales llega a ser casi igualado por el registro de atención de abortos. A la sala de emergencia del Hospital Materno Infantil de Cuatricenteneario ingresan entre 10 y 15 mujeres al día para parir, mientras que entre 8 y 10 son atendidas por pérdidas de embriones.
En el Materno Infantil de El Marite las estimaciones indican que cerca de 80% de los abortos que llegan a ser asistidos presenta indicios de haber sido por inducción.” (Diario Panorama, 02 de Octubre de 2004)

Más aún, en el artículo en cuestión, el Dr. Néstor Burgos, jefe de la división de obstetricia del Materno Infantil de El Marite, ratificaba en ese momento que “actualmente hay una gran incidencia de abortos, cerca del 80% de estos son inducidos. (…) Según Burgos, en pocas ocasiones la paciente admite que fue provocado. La semana pasada uno de los casos concluyó en una histerectomía porque tenía perforado el útero. (...)Generalmente las prácticas abortivas son detectadas al encontrarse en las pacientes lesiones en el cuello del útero e instrumentos o medicamentos como sondas y misoprostol. También se usan soluciones jabonosas y hasta ganchos.” Más aún, declaraba que diariamente atendían en promedio 15 casos de aborto.

No habría necesidad del aborto si las condiciones sociales que garantizan pobreza y hambre para las masas fueran suprimidas. Tampoco habría necesidad del aborto si la contracepción libre fuese puesta a la disposición de cada uno que la desee. En este sentido, la subdirectora del hospital declaraba que “Si muchas de estas mujeres recibieran esta orientación, no se tuviera que llegar a recurrir al aborto y poner en riesgo su vida”. Los marxistas defendemos los derechos de los pobres y oprimidos en cualquier parte. Nos pronunciamos a favor de la abolición de la pobreza y explotación que hacen inevitables tales horrores. También nos pronunciamos a favor del derecho de la mujer de disponer de su cuerpo como mejor le parezca. El uso científico de la contracepción, y una educación sexual apropiada para los jóvenes, libre del blablablá religioso, hipocresía y prejuicio, es una condición previa de una actitud civilizada a las relaciones entre hombres y mujeres y para la libertad e igualdad del género femenino. Los que se oponen a esto y colocan obstáculos en el camino de los métodos anticonceptivos están actuando en contra de los intereses de la mujer y sobretodo de los estratos más perjudicadas de la sociedad. Tales actitudes reaccionarias están contribuyendo a la perpetuación de la pobreza, de la esclavitud de las mujeres y del aumento del SIDA, con todos los horrores que esto significa. En el contexto de un país del llamado “Tercer Mundo” es una actitud que, cuando menos, se puede denominar criminal

Ya en Noviembre de 2004 este diario regional elaboraba un artículo en el que presentaba la situación del aborto en el estado Zulia (ver artículo). En dicho escrito, se declaraba que el aborto “Es una de las principales causas de mortalidad materna y hasta la fecha Zulia registra 28 muertes(…) Hasta octubre, último mes registrado, los centros asistenciales reciben un promedio diario de 7 pacientes por aborto. (…) León Felipe Morillo, director de la Maternidad Castillo Plaza, informó que atienden un promedio diario entre 12 y 15 abortos.” (Diario Panorama, 08 de Noviembre de 2004)

Finalmente, dando algunas cifras, el autor indica que “Entre enero de 2003 y junio de 2004 las maternidades de San Francisco, Castillo Plaza, Cuatricentenario y Raúl Leoni registraron 9.518 abortos, los galenos estiman que 8.566 fueron provocados”, es decir, el 90% de los abortos atendidos eran provocados. Luego continúa indicando que “En agosto pasado dos pacientes se recuperaban de abortos inducidos, una de 31 años, en la UCI del Hospital Universitario y la otra, de 38 años, en la sala IA de la maternidad Castillo Plaza. Otra mujer de 38 años, para la misma fecha no logró superar la práctica clandestina que le efectuaron para interrumpir su embarazo sin condiciones higiénicas.” (Diario Panorama, 08 de Noviembre de 2004)

La Iglesia y su papel reaccionario

La Iglesia, y la religión en general, es una poderosa herramienta de dominación en manos de la burguesía ahora como lo fue en el pasado de las monarquías y demás clases dominantes del pasado. En un semanario católico editado por la Fundación Tercer Milenio llamado “La Iglesia Ahora”, se dedican las páginas centrales de su No. 16 (17 al 23 de Julio de 2005) al tema del aborto. En su artículo Aborto y Reforma Penal, el autor Alberto Arteaga Sánchez habla de la propuesta de despenalización del aborto se refiere al debate en términos que “se pretende plantear el tema del aborto, (…) en la forma más amplia e irresponsable”, lo cual califica de dar “carta blanca a quien da muerte a un ser inocente, en cualquier momento antes del nacimiento”.

Oponiéndose a cualquier método anticonceptivo, la Iglesia crea las condiciones que conducen a mujeres desesperadas al aborto. Pero hay dos clases de aborto: aquél que ha estado siempre disponible para las hijas de la burguesía que tienen un “accidente” y aquél que está disponible para las mujeres de las familias pobres campesinas y obreras. El primero ocurre discretamente en clínicas privadas, higiénicas y bien equipadas, mientras que el segundo en cuartos traseros en callejones escondidos, provocando lesiones e incluso una terrible muerte a una gran cantidad de desafortunadas mujeres y muchachas.

El autor del artículo, Arteaga Sánchez, continúa sentenciando que “Ni los alegatos socio-económicos, ni el argumento de la violencia sufrida por la madre, ni la referencia a supuestas malformaciones genéticas, ni mucho menos las consideraciones relativas a la proliferación de abortos clandestinos, constituyen razones para justificar la muerte de un ser humano, ni pueden ser aceptados como argumentos para excluir la protección penal de los no nacidos”, Pero mientras se condena el aborto y se le califica de asesinato, la Iglesia bendice la propagación de enfermedades venéreas como el SIDA cuando proscribe el uso del preservativo, pues recordemos que tener relaciones sexuales con otro fin que no sea el de la procreación es fornicar, y la fornicación es un pecado, una violación a los 10 Mandamientos.

La Madre Teresa, santificada por su correligionario Karol Wojtyla (mejor conocido como Juan Pablo II) y también ferviente anticomunista, dijo que “si una madre puede asesinar a sus propios niños en su propia matriz, ¿qué nos podría impedir a ti y a mí de asesinarnos mutuamente?”. Pero cuando la hambruna, las enfermedades y todas las plagas que producen este sistema de explotación que vivimos asolan a los pueblos, se trata simplemente de la voluntad de Dios, el cual, por supuesto, actúa de forma misteriosa, más allá de nuestra concepción mundana.

Lo que en realidad se esconde detrás de toda esta perorata religiosa es la necesidad de mantener a las familias obreras, campesinas y oprimidas en general, ocupadas con la angustia de la lucha por la supervivencia del día a día. Ocupados únicamente en la búsqueda del necesario sustento para ellas, las familias en estas condiciones no levantarán cabeza para subir su mirada hacia nuevos y más amplios horizontes, para tener interés en temas como la política, la ciencia, la literatura, las bellas artes, etc. Con estos métodos, el uso de la fe sirve de una poderosa arma que las clases dominantes siempre han usado en su beneficio. Y la jerarquía eclesiástica ha sido, tanto en Venezuela como el resto del mundo, fiel aliado de los explotadores. La Iglesia a lo largo de la historia ha sido la principal productora de los principios ideológicos de las clases dominantes y siempre ha jugado un papel crucial al servicio del Estado.

La prohibición del aborto y de los métodos anticonceptivos impide a la mujer tener el control de su propia vida y cuerpo, de este modo su esfera más personal de la vida es puesta bajo la autoridad de la necesidad de la moralidad burguesa y así consigue mantenerla subyugada. El propósito último de estas prohibiciones es preservar las instituciones burguesas y así defender y mantener la propiedad privada capitalista. La moralidad burguesa y la idea de la familia basada en el “santo matrimonio” están hoy en día en una crisis profunda. Las precarias condiciones en las que se encuentran todas las esferas de la vida son obra del propio capitalismo. Todo está sometido a cambios repentinos; la nueva “palabra de Dios” es la “flexibilidad” y el nuevo dios de este mundo es el dios “Capital”. Las cuestiones del aborto y la contracepción han hecho surgir una nueva cuestión: que tanto la “palabra de Dios” bíblica como la “nueva palabra de un nuevo dios” burgués constituyen igualmente contradicciones teológicas de la ideología dominante.

La doble moral burguesa

En el mismo número del semanario “La Iglesia Ahora”, la Dra. Gómez Lavín, de la Asociación Vivir en Familia y www.vidahumana.org, presenta un artículo titulado “Consecuencias psicopatológicas del aborto en la mujer” habla del feto como “un ser plenamente individualizado” que “posee todas las capacidades para convertirse en una persona, con una dignidad propia e irrepetible, y los cambios que van a ocurrir son simplemente etapas del crecimiento y maduración”. Sin embargo, sin darse cuenta de la obvia contradicción que esto impone a las líneas anteriores, en el mismo artículo admite que no es sino “a partir de los 43 días se puede recoger ya impulsos eléctricos en el EEG lo que indica que el cerebro ha comenzado a funcionar.” Incluso sentencia que “No tiene por tanto ningún sentido considerarlo como un apéndice de su madre. Es un nuevo ser, que puede, incluso, sobrevivir 5 ó 6 días después de fecundado sin necesidad de la madre.”

Con estos argumentos “científicos”, siempre basados en lo que es “natural” para el ser humano, se pretende plantear argumentos que aparezcan como más allá de los prejuicios religiosos. En realidad no es más que un burdo intento de disfrazar con la “imparcialidad científica” lo que son esos mismos prejuicios y esa doble moral de la burguesía. Así, por ejemplo, los higienistas sexuales nazis plantaban teorías como “el instinto natural femenino a la monogamia”, según la cual las mujeres sólo son capaces de tener satisfacción sexual cuando tienen entre 20 y 25 años de edad y sólo si sus relaciones sexuales tienen como objetivo la concepción de un niño, y por supuesto, según estas teorías, todo esto es por razones “naturales”. Así, la Dra. Gómez Lavín no tiene ningún inconveniente en sentenciar que “aunque el aborto no suponga una transgresión (sic) de la ley civil, siempre contraría la ley natural”.

Más aún, esta doctora señala que “nunca el aborto es un hecho aislado, sino que casi siempre irá acompañado de otra serie de trastornos conductuales importantes, muchas veces patológicos, tal como pueden ser las toxicomanías, alcoholismo, perversiones sexuales, intentos de suicidio, etc.” Escondiendo las raíces sociales, las expresiones en el ser humano que tiene este terrible sistema de explotación, quiere achacar a las personas los problemas que el propio sistema les impone. Esto recuerda los argumentos de los racistas y neonazis estadounidenses que dado el alto índice de delincuencia entre la población afrodescendiente y latina, dado que son minorías explotadas y ubicadas entre los sectores más empobrecidos de la sociedad, pretenden asociar la raza a un supuesto gen de la delincuencia.

El derecho de la mujer a decidir si tiene o no un hijo y cuándo tenerlo es la esencia de los derechos reproductivos. Sólo la mujer, al verse enfrentada a un embarazo no deseado, puede decidir si desea continuar o no con él. La mujer debe tener autonomía, decidir sobre sus propios cuerpos sin que se les condene ni que la justicia, el Estado o la Iglesia decidan sobre ellas.

¡No basta con la despenalización!

No basta con la simple despenalización del aborto, pues no será más que letra muerta. El aborto debe ser un derecho garantizado y debe acompañarse de una real y efectiva aplicación de una ley de salud reproductiva que garantice información, educación sexual y acceso gratuito a los distintos métodos anticonceptivos a todas las mujeres sin distinciones. Llevando acabo un eficiente programa de salud reproductiva el porcentaje de embarazos no deseados caería, así como las nuevas infecciones de las ETS. Y con ello la cantidad de abortos mismos descendería.

Pero en el caso en que fuera necesario practicarlo se debería contar con la infraestructura necesaria en los hospitales públicos y con la ayuda psiquiátrica apropiada tanto antes como después de practicada la interrupción del embarazo. En este sentido, lo que sí presenta el artículo de la Dra. Gámez Lavín son las “consecuencias psicopatológicas (…) que acontecen en la mujer tras un aborto provocado.” Por ello, cualquier intento de despenalización del aborto debe ir acompañado de la necesaria asistencia psicológica para ayudar tanto a la pareja como sobre todo a la mujer a superar adecuadamente este traumatismo. Ello, aunque la Dra. Gómez Lavín insista en aplaudir que se den cuando sentencia que “es bueno que aparezca este sentimiento de culpabilidad, si no existiera, sería que se había borrado en su conciencia, hasta la noción del mal, reflejaría un deterioro psicológico grave (…)”

El aborto es un derecho, doloroso y penoso, eso sí, pero es el derecho de toda mujer. Aunque chillen y pataleen todos los sectores reaccionarios de nuestra sociedad.

¡Fuera la Iglesia y la religión de los asuntos del Gobierno Bolivariano!
¡Porque cada mujer tenga el control de su propia vida y cuerpo!
¡Por la emancipación de la mujer y todos los sectores oprimidos!
¡Luchemos por el Socialismo, única solución frente a los males del capitalismo!


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