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Los días 13 y 14 de noviembre, con una participación de más de 230 compañeros y compañeras del Estado español, Portugal, Alemania, México y Venezuela, tanto presencialmente como de manera online, celebramos el segundo congreso de Izquierda Revolucionaria Internacional. Más de 35 intervenciones a lo largo de un día y medio abordaron los principales procesos de la lucha de clases mundial y las tareas de nuestra organización para el próximo periodo.

La alegría por poder reencontrarnos tras la pesadilla que ha supuesto la pandemia de la Covid-19 y la determinación por seguir construyendo las fuerzas del marxismo se reflejaron en el entusiasmo que se respiró en todas las sesiones, y en una colecta que batió récords: más de 21.000 euros aportados por los camaradas presentes, y que aumentará en las próximas semanas cuando se trasladen las conclusiones del Congreso a todos los grupos de base y secciones de Izquierda Revolucionaria. Una reunión inspiradora que, sin duda, ha reafirmado a todas y todos los militantes en el futuro de las ideas y los métodos del genuino comunismo.

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A lo largo de tres sesiones debatimos sobre las perspectivas políticas internacionales y los informes de los distintos países y frentes de la lucha de clases en los que intervenimos cotidianamente.

Cambios históricos en las relaciones internacionales

A lo largo de tres sesiones debatimos sobre las perspectivas políticas internacionales y los informes de los distintos países y frentes de la lucha de clases en los que intervenimos cotidianamente.

La parte dedicada a la economía mundial fue muy amplia, tanto en la introducción como en las palabras. Nunca antes en la historia la socialización e internacionalización de la producción había llegado tan lejos. Las cadenas de valor y de suministros globales, el desarrollo colosal del transporte, del comercio electrónico, los avances de la tecnología de la información, de la microelectrónica, los ordenadores cuánticos, la inteligencia artificial… son los elementos objetivos imprescindibles para una planificación racional de las fuerzas productivas que resuelva las necesidades humanas, y que además pueda ser absolutamente respetuosa con el medio ambiente.

Y estos elementos no se localizan solo en un puñado de países desarrollados, sino que son una realidad para el conjunto del planeta. Pero, sin embrago, el panorama que nos brinda la economía de libre mercado y el dominio imperialista es una completa catástrofe en todos los terrenos: lo hemos padecido durante el año y medio largo de pandemia, con más de 5 millones de fallecidos oficiales y 150 millones de contagiados, y con una devastación ecológica sin parangón, que amenaza directamente la supervivencia de la humanidad y de sus recursos naturales.

La incapacidad para salir de la crisis y el estancamiento se ha reflejado en el recrudecimiento de las tensiones interimperialistas y a la pugna por la supremacía mundial entre EEUU y China, un aspecto crucial que fue tratado a fondo durante todo el debate. Este proceso, que tomó velocidad tras la Gran Recesión de 2008, ha sufrido un punto de inflexión tras la humillante derrota del imperialismo norteamericano y sus aliados en Afganistán. El ascenso de China como superpotencia y la extensión de su influencia política, diplomática y militar, que está determinando profundas transformaciones en las relaciones internacionales, merece toda la atención de los marxistas, igual que el particular capitalismo de Estado del régimen de Xi Jinping.

La batalla entre las dos grandes potencias ha entrado en una nueva fase y esto está teniendo claras repercusiones en la Unión Europea, donde su posición como aliado incondicional de EEUU también se está menoscabando. Por mucho que la izquierda reformista nos pretenda vender las bondades de la ‘democrática’ Europa y un supuesto cambio de paradigma en la gestión de esta crisis, la agenda de recortes y austeridad es el único recetario que se está imponiendo.

Por supuesto, las tendencias centrífugas están afectando de lleno a la UE. El caos provocado tras el Brexit, el conflicto con el gaseoducto Nord Stream 2, la crisis del capitalismo alemán y la debacle de la CDU en las últimas elecciones, la nueva posición de Rusia en este gran juego a escala mundial o el horror que viven miles de refugiados en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, son algunos de los asuntos candentes que también debatimos.

Este factor se suma a lo ocurrido en este último año y medio, cuando la pandemia ha precipitado una catástrofe sanitaria social y económica sin precedentes. Los millones de muertos y contagiados, el crecimiento salvaje de la pobreza, el desempleo de masas y la desigualdad imparable, es la mejor prueba de que el capitalismo no funciona para la gran mayoría.

La brecha entre pobres y ricos nunca había sido tan acusada y esto está alimentando un malestar social generalizado, especialmente en las regiones más golpeadas por el virus como América Latina. Durante la reunión pudimos estudiar los procesos de revolución y contrarrevolución que golpean el continente: las insurrecciones de Chile y Colombia, la ruptura en el Gobierno de Castillo en Perú, la crisis del bolsonarismo y la apuesta de la burguesía brasileña por Lula, los resultados de las elecciones argentinas, el debate sobre consignas como la Asamblea Constituyente… Vivimos una lucha de clases encarnizada y de máxima polarización social y política.

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Otro aspecto que destacamos son los espectaculares avances en nuestras finanzas revolucionarias, los esfuerzos realizados por producir regularmente nuestros periódicos y la labor incansable en el terreno de la teoría.

Colapso del reformismo y lucha de clases

El sistema ha perdido su equilibrio interno y las formas tradicionales de dominación de la burguesía están siendo sacudidas. La crisis del parlamentarismo es innegable, y las nuevas organizaciones de la izquierda reformista han fracasado en su defensa de un capitalismo de rostro humano, más social, justo y ecológico. Die Linke, la Francia Insumisa, Bernie Sanders, Jeremy Corbyn o Unidas Podemos… han sido arrastrados a una debacle programática y estratégica. Rechazando una política de independencia de clase, apostando por la paz social y la unidad nacional y, en la práctica, jurando su lealtad al sistema, están generando un desencanto muy importante ente decenas de miles de activistas, y se muestran completamente impotentes ante el avance de la extrema derecha.

A pesar del papel esquirol de la socialdemocracia 2.0 y la burocracia sindical en todo el mundo,  a pesar de todas las dificultades objetivas y subjetivas impuestas por la pandemia, lo verdaderamente asombroso es la enorme explosión de movilizaciones e insurrecciones revolucionarias en numerosos países en respuesta a la ofensiva de la burguesía. Somos conscientes de que la tarea de restablecer el programa del marxismo revolucionario como una guía para la acción de los oprimidos se enfrenta a obstáculos muy importantes. No verlo sería una estupidez. Pero sería una estupidez aún mayor no ver la dinámica general y la orientación que están tomando los acontecimientos mundiales.

Construir Izquierda Revolucionaria Internacional, luchar por el socialismo

Sin duda, fueron especialmente apasionantes los informes sobre nuestra intervención en los grandes frentes de la lucha de clases en las distintas secciones. En el movimiento obrero, donde nuestros sindicalistas han participado en los numerosos conflictos que se han desatado estos meses, desde el de Nissan, Airbus, la huelga del metal en Cádiz en el Estado español, el movimiento 20/32 en México o la lucha de los trabajadores de la Gobernación de Anzoátegui en Venezuela.

Las protestas educativas y juveniles que hemos animado con el Sindicato de Estudiantes, dirigiendo movilizaciones contra la LGTBIfobia, el fascismo y el racismo, que también está empujando con fuerza la juventud portuguesa. Participando en la lucha contra el cambio climático, al lado de millones de jóvenes defendiendo un ecologismo anticapitalista. En el movimiento de la mujer trabajadora, con nuestra organización feminista revolucionaria, Libres y Combativas, consiguiendo importantísimas victorias: en México arrebatando el fallo de culpabilidad contra un violador reincidente o en el Estado español impulsando la campaña ‘Justicia para Paz’ que finalizó con la confirmación de una sentencia ejemplar al asesino de nuestra compañera.

Otro aspecto que destacamos son los espectaculares avances en nuestras finanzas revolucionarias, los esfuerzos realizados por producir regularmente nuestros periódicos (El Militante, Militant, Euskal Herria Sozialista, A Centelha, Offensiv…), la labor incansable en el terreno de la teoría, con centenares de artículos publicados en nuestras webs y decenas de nuevos libros editados por la Fundación Federico Engels, que ya cuenta con sus primeros títulos en portugués y alemán.

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Una reunión inspiradora que, sin duda, ha reafirmado a todas y todos los militantes en el futuro de las ideas y los métodos del genuino comunismo.

La clase obrera y la juventud somos las fuerzas más poderosas. Pero esas fuerzas necesitan de una organización consciente, de un partido revolucionario capaz de enfrentarse a los grandes desafíos. Armados con el programa del socialismo científico y métodos bolcheviques, de la experiencia acumulada en un periodo turbulento, con una nueva y extensa capa de cuadros que se han forjado en condiciones muy duras, sabemos que no hay otro camino. Y no vamos a cejar en el empeño.


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