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De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2022, 66 mil 581 mujeres renunciaron a su empleo como consecuencia de la violencia en el ámbito laboral.

Además de que, según datos de la Organización Internacional del Trabajo, el 25% de los despidos de mujeres ocurren con violencia sexual.

Somos las mujeres a quienes despiden con lujo de violencia, maltrato, intimidación, discriminación y abuso de poder.

La tolerancia y el encubrimiento de los agresores por las autoridades en los centros de trabajo genera impunidad.

Las mujeres hemos sufrido el desprecio por nuestros derechos humanos, pues al interior de los centros de trabajo se simulan mecanismos de denuncia que funcionan como anzuelos para aquellas que valientemente defienden su derecho al trabajo libre de violencia y su dignidad interponiendo una denuncia.

Pues como mujeres, solo nos enfrentamos a obstáculos y represalias, que perpetúan el silencio y la invisibilidad de la violencia machista.

La impunidad a los agresores y la falta de mecanismos de denuncia efectivos dificultan la erradicación del hostigamiento y el acoso laboral y sexual, pues muchas de las mujeres afectadas temen represalias si denuncian estas conductas, lo que contribuye a perpetuar el silencio y la invisibilidad del problema. Por ello, es necesario contar con supervisión efectiva y terminar con la impunidad.    

Todos estos elementos, aunados a la impunidad de los agresores son la base para la escalada y permanencia de la violencia machista en el ámbito laboral.

Por estas razones, desde Libres y Combativas, hicimos visible la violencia hacia las mujeres trabajadoras de la Contraloría de la UAM para combatir a los principales encubridores de esa violencia que se encuentran en las altas esferas de la burocracia universitaria.

Hace ya más de un año iniciamos la campaña política Justicia para Sam, con la consigna ¡Fuera machistas y misóginos de la UAM!, hicimos visible que, aun cuando Enrique “N”, Contralor General y agresor estaba siendo investigado por delito sexual, la Universidad lo mantenía en el puesto, por lo que exigimos su destitución, que arrancamos en marzo de 2023.

La UAM nunca reconoció a Enrique “N” como agresor e hizo un convenio económico con él que permitió su salida cómoda, mientras esa misma universidad despidió ilegalmente al menos a 12 compañeras trabajadoras agredidas, orquestándoles supuestas faltas graves, echándolas de la manera más indigna posible y sin un solo peso, algunas de ellas tras años de servicio y con dependientes económicos.

También conseguimos que la querella por delito sexual fuera judicializada y que, en agosto de 2023, el agresor fuera vinculado a proceso por delito sexual agravado, logros que representan un hito histórico en el movimiento feminista actual.

Luego de exigir a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje que analizara el expediente por despido injustificado bajo el lente de la perspectiva de género, en mayo de 2023, logramos que esa autoridad acordara que tiene la obligación de juzgar el asunto con perspectiva de género hasta el cierre del juicio laboral y, a la fecha ¡Exigimos la reinstalación de Sam en su puesto de trabajo con garantías de no repetición de los hechos violatorios de sus derechos humanos!

La lucha conjunta con el personal trabajador honesto, en vínculo con la comunidad estudiantil, pegando cientos de carteles y repartiendo miles de volantes, los mítines en las calles y las marchas nos han permitido visibilizar que las universidades públicas operan con desprecio por los derechos humanos y la violencia laboral, institucional y machista de la que son víctimas las trabajadoras.

Nada ha sido regalado, nada ha sido gracias a la buena voluntad de las autoridades e instituciones, que en más de una ocasión han sido un obstáculo.

Esta actitud es aún más indignante cuando viene de parte de altos funcionarios de una universidad pública que se dice educar en pro de la “equidad de género” y “la cultura de paz”, hipocresía pura y dura.

Además, estos funcionarios corruptos se hacen ricos con el dinero de la educación pública, recursos obtenidos del pueblo. Estos machistas aprovechan sus cargos para desviar recursos a sus negocios privados, para ellos estos puestos son trampolines políticos y para nada un servicio público a la educación pública y a la sociedad.

Por si fuera poco, la Rectoría de la UAM está desviando recursos millonarios que debieran ser para la educación pública, en la ofensiva contra las trabajadoras despedidas que siguen exigiendo justicia, pagando abogados privados, financiando sobornos, actuando corruptamente, comprando testigos, etc.

Todo para salvar el pellejo de los funcionarios encubridores aún en activo, entre ellos, el Rector General De los Reyes “N”, el Abogado General Rodrigo “N”, la Secretaria General Norma “N”, Huacuz “N” e incluso de Enrique “N”.

¿Cómo podemos esperar que haya justicia en los casos denunciados cuando los propios funcionarios son agresores y encubridores?

Este es el problema principal, hay una doble moral y un doble rasero, para las trabajadoras se levantan actas administrativas ilegales en fast track, sin siquiera una investigación y para los funcionarios, aún con denuncias administrativas, laborales y penales ¡se les sostiene en sus puestos y se destinan todos los recursos para su defensa!

Por eso, la lucha que hemos dado con la campaña de justicia para Sam, no sólo busca la justicia para un caso particular, sino evidenciar esta realidad para las mujeres trabajadoras y para el conjunto de nuestra clase. Esta situación, con características propias, la viven las profesoras, las obreras, las jornaleras, las oficinistas, etc.

Llamamos a todas las compañeras y compañeros a seguir solidarizándose con esta campaña, pero sobre todo a extender esta lucha y organización para echar de una vez por todas a todos los agresores machistas de las escuelas públicas.

Les llamamos a levantar la bandera del feminismo revolucionario y mostrar que somos miles las que no estamos dispuestas a callar y permitir más explotación y violencia en nuestra contra.

¡Ni una violentada más!

¡Viva la digna lucha de las mujeres trabajadoras!


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