Crisis internacional
Internacionalmente nos enfrentamos a una crisis sanitaria no vista desde hace más de un siglo, los efectos en pérdidas humanas y afectaciones son incalculables, pero es claro que esta contingencia ha catalizado una debacle económica predeciblemente superior a la crisis iniciada en 2008, de la que aún no hemos observado recuperación. El capitalismo se ha exhibido como un sistema incapaz de asegurar la estabilidad económica de la mayoría de la población a nivel internacional, así como impotente ante las pandemias agudizadas por la misma precariedad a la que este sistema a confinado al sector salud, ningún país se salva, ninguno es capaz de enfrentar la catástrofe sanitaria que está provocando el Coronavirus.
Las cifras escalan de manera alarmante cada día, al momento de escribir este artículo la cifra de muertos llega casi a los 8 mil en todo el mundo y los contagios son incalculables. La aparición de un nuevo virus, siempre implicará retos importantes para los gobiernos y la población mundial, sin embargo, asistimos a un total colapso de los sistemas de salud, no por tratarse de un virus con gran tasa de mortalidad, pues está en la media de los virus existentes, tampoco se trata de un virus que no tenga cura. El problema mayor es el colapso que están sufriendo miles de hospitales en todos los países a causa de una sobresaturación, sistemas que se consideraban entre los cuatro mejores como el de Italia o el de España, hoy están totalmente colapsados. La crisis tiene poco o nada que ver con la enfermedad, pero se relaciona totalmente con las condiciones de bancarrota de los sistemas de salud pública, debido a años de recortes y privatizaciones, así como altas tasas de concentración poblacional, contaminación ambiental, desigualdad social, migración, marginación, poco acceso a servicios de salud y condiciones insalubres generalizadas.
El ejemplo de Italia es preocupante, el considerado cuarto sistema de salud más eficiente en el mundo, según la escala de Bloomberg en 2018, se ha venido abajo en un mes de batalla contra el virus y aún esperan lo peor. Al día de hoy tienen 2,503 defunciones y más de 31 mil infectados, en un solo día perecieron 250 personas, 12% de las muertes han sido del personal médico. Italia se encuentra en una “situación de guerra” han optado por la política de elegir quien vive y quien muere bajo el criterio de priorizar a los que puedan recuperarse más rápidamente y tengan una vida útil más longeva, se ha llegado a un punto de barbarie. El panorama apocalíptico italiano no tiene su explicación en la edad avanzada de la población, sino en el daño de años de recortes y privatizaciones que son imposibles de revertir en pocos días a contra reloj de la contingencia.
Desafortunadamente, no podemos hablar de un caso aislado o particular, la política de recortes al gasto público ha sido una constante en todos los países, desarrollados o no, en especial a partir de la crisis del 2008, en donde se priorizaron los rescates bancarios y empresariales a costa de la mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la población. Este el caso de España también, considerado el tercer mejor sistema de salud según la misma escala de Bloomberg. Estos países han enfrentado la crisis tardíamente con equipos, medicamentos y médicos insuficientes. Ahora se han cargado los efectos más negativos de la crisis al pueblo, sometiéndolo a condiciones de aislamientos, “sana distancia”, encarcelados en sus casas con insumos escasos y patrullados por la policía y el ejército quienes temen que estas condiciones a mediano plazo puedan provocar explosiones sociales. El cálculo no es equivocado, ya comenzamos a ver las primeras expresiones de un hartazgo que venía acumulándose y se ha colmado con estas medidas radicales por un lado y por otro con la exposición al contagio del sector trabajador clave para la economía, a quienes no le han permitido irse a sus casas y tampoco les aseguran condiciones de salubridad en sus centros laborales. Esta contingencia no pasará sin dejar una gran marca en la consciencia de los trabajadores sobre lo que ha significado el desmantelamiento de la sanidad para beneficio privado a consta de millones de vidas de trabajadoras y trabajadores.
Todas las medidas tomadas de última hora han sido insuficientes, incluso en el caso de China, la creación de un hospital en el tiempo record de 10 días ha sido insuficiente para evitar las más de tres mil muertes que padeció esa joven potencia capitalista internacional. Algunas acciones como las de Corea del Sur de aplicar masivamente pruebas de Coronavirus, más de 10 mil al día, han sido paliativos excepcionales, pues han podido acceder a ellas a un costo excepcionalmente bajo, ya que en Corea del Sur se encuentra uno de los laboratorios que la fábrica. Sin embargo, los demás gobiernos se han resistido a hacer las inversiones necesarias para adquirir las pruebas y ganarle camino a la pandemia. En el resto de países estas pruebas se realizan selectivamente cuando los pacientes ya presentan síntomas claros o avanzados.
El coronavirus llega a América
La máxima potencia mundial actualmente y nuestro vecino del norte, Estados Unidos, ha tenido la misma política privatizadora y negligente con su sistema de salud público dejándolo casi totalmente en manos privadas y de aseguradoras. Esto está teniendo un costo brutal para su población, a quienes llegan cuentas de 3 mil dólares por realizarse la prueba del Covid-19, el sistema de salud estadounidense es el más caro del mundo. Medidas como el veto a extranjeros de 26 países, son totalmente inservibles para suplir las deficiencias de su sistema de salud, mucho menos solución son las inyecciones millonarias de recursos a privados para calmar a los mercados y estabilizar la bolsa, esto demuestra nuevamente como en tiempo de crisis los que nunca pierden son los grandes empresarios y banqueros, la misma fórmula se ha aplicado en España, mientras se inyectan 100 mil millones de euros a la banca y las empresas, a la atención de la pandemia se destinan tan sólo 600 millones de euros.
En ningún país se sabe con certeza cuantos contagios hay, porque las limitadas fuerzas de sus precarios sistemas de salud sólo alcanzan para atender la emergencia y no para ganarle al paso. En el caso de EEUU faltan pruebas, son deficientes o incluso se ha incautado un cargamento de pruebas apócrifas, y cuando se aplican solo se hace por filtros a pacientes con síntomas, sólo los hospitales privados admiten a cualquiera para realizarse las pruebas, pero los costos son inaccesibles, dejando el peso de la contingencia en el sector más pobre.
Otros países al sur de América como Brasil y Argentina, tiene situaciones de contagio mayores, pero condiciones aún peores para atender la emergencia. Brasil ya refleja un ritmo de contagio superior al de Italia, un factor para ello es que la densidad poblacional, que en los países de América Latina es mucho mayor que en los europeos. En Argentina el sistema de salud sufrió un quiebre desde los años 90, ya irreversible para enfrentar la contingencia.
México ¿Preparado para la pandemia?
El caso de México es más parecido al resto de países latinoamericanos, un sistema de salud que se ha desahuciando paulatinamente para después justificar su privatización. Este proceso ha iniciado hace muchos años y como podrá esperarse, resultará imposible resarcir en el contexto de la contingencia sanitaria. En México existe un médico por cada 1,968 habitantes, una enfermera por cada 1,047, cuando según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se requeriría 1 médico por cada 435 habitantes, tenemos un déficit de más de 270 mil médicos para atender las necesidades cotidianas de seguridad social. Se estima que en la etapa más aguda de la pandemia que inevitablemente pasará por México, se requerirá la hospitalización de 24 mil pacientes y la canalización de más de 10 mil a terapia intensiva, en la red de hospitales públicos sólo se cuenta con 3 mil camas para cuidados intensivos (¡) un número totalmente insuficiente.
Por parte el gobierno y la secretaria de salud se han propuesto medidas como la reorganización de los hospitales, el aplazamiento de consultas, etc. Medidas que quedarán reducidas a cero cuando la ola de contagios toque las puertas de los hospitales. Para hacer una comparación con países ya sobrepasados, en México se cuenta con 1.4 camas para mil habitantes, en China se contaba con 4.3 por cada mil, en Italia con 3.2 y en España con 3.
Un sistema de salud destrozado
En México como en el resto de países, el abandono del sistema de salud y los intentos privatizadores, pasarán factura. Desde la implementación por Carlos Salinas de Gortari del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) se asentaron las bases para continuar con un paquete de reformas privatizadoras del sector. En el sexenio de Zedillo, se aprobó la primera reforma a la ley del Seguro Social con la separación del sistema de pensiones y su privatización mediante AFORES, quitando con ello el principal canal de financiamiento del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Más tarde, con el gobierno de FOX, se crea el Seguro Popular, un invento populista que se disfrazaba de seguro universal y gratuito, pero en realidad sólo cubría el cuadro básico y segmentaba el presupuesto otorgado a la salud, facilitando su desvió y prácticas de corrupción. El Gobierno de Calderón implementó la Nueva Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en la misma lógica que la reforma al IMSS.
Todas estas reformas durante los últimos gobiernos, incluyendo el de Peña Nieto, colocaron en 2016 a nuestro país en el último lugar de la OCDE en calidad de servicio, remarcando como principales causas la inaccesibilidad por condiciones laborales y poder adquisitivo. Finalmente, la conversión de la cotización en UMAS por el salario mínimo en el pago del Seguro de Enfermedad y Maternidad realizados por los empresarios al IMSS y por el Estado al ISSSTE implicó una reducción real del 5% al presupuesto. Actualmente el IMSS tiene subrogado (privatizado en los hechos) el 30% de sus servicios y la figura de las Asociaciones Público Privadas proliferan.
En cuanto al presupuesto del PIB destinado a la salud ha estado en constante reducción desde 1982, años en que se destinaba ya raquítico 3.7%, al 2006 se redujo a 2.7%, y se ha mantenido en torno esa cifra hasta 2017.
La asfixia económica es una de las tretas para llevar al colapso al sistema antes de justificar su privatización como se ha hecho con otras empresas que fueron estatales, pero han existido muchas más como la movilización de personal, las plazas desiertas, etc.
Los problemas que ha ocasionado este abandono del sector se dejan ver en la deficiente atención a todos los niveles de la cual las autoridades de los institutos, el gobierno, los medios de comunicación y muchas veces los mismos sindicatos culpabilizan a los trabajadores de salubridad que llevan años intentando organizarse y luchar contra la precarización del sector.
Mirar de frente la problemática y combatirla con firmeza
Sin duda es fundamental tomar medidas serias y decisivas contra la contingencia que toca nuestra puerta, y para ello no basta el aislamiento y nuevamente seamos los jóvenes y trabajadores los que paguemos la crisis que se avecina, sino responsabilizar a los que han ocasionado este caos y que asuman sus efectos.
El gobierno de López Obrador está siendo condescendiente con los verdaderos responsables de esta crisis y ha llegado el momento de ver la problemática de frente, más allá de evitar el pánico, lo que necesitamos son medidas que ante la emergencia den certidumbre real de que la afrontaremos lo mejor posible. La moralización del tema o el optimismo vacío en los llamados a confiar en nuestra cultura no nos permitirá salir del problema, es más parecido a abandonar al país a su suerte que a realmente combatir la situación.
Estamos en condiciones parecidas a las de una guerra, los empresarios ya han tomado partido, llamando al gobierno a condonarles impuestos ¡Faltaba más! Después de beneficiarse por años con las políticas privatizadoras, de provocar la crisis del 2008 con su especulación y monopolización de la producción, la industria y los servicios, ahora vienen a pedir ayuda y a lamentarse hipócritamente por la falta de medidas del gobierno, cuando lo único que les interesa es salvar y proteger sus ganancias.
Así como los empresarios están tomando partido, desde los trabajadores, campesinos y jóvenes, debemos luchar por:
- La aprobación de un decreto federal de control estatal total de la sanidad privada. Obligar a todos los establecimientos privados que se están frotando las manos para enriquecerse en el paso de la contingencia, a dar atención gratuita, para así poder contar con las instalaciones y personal que pertenece a este sector. Si no acceden, se deberán plantear sanciones por lucrar con el derecho humano a la salud.
- Inyección de emergencia de recursos equivalentes al 10% del PIB, apenas necesario para sobre llevar la crisis sin descuidar el resto de los padecimientos.
- Contratación inmediata de al menos 270 mil profesionales de la salud, para cubrir el déficit que se tiene actualmente y eso tan sólo para el seguimiento regular. Es decir, las contrataciones deben ser permanentes.
- Pruebas masivas, al menos 20 mil por día, a toda la población priorizando a la población con mayor riesgo de contagio y/o de agravamiento en caso de contagio. Sin listas de espera ni selectividad rigurosa para su aplicación.
- Ningún despido a los trabajadores. ¡No pagaremos su crisis con nuestros empleos! Durante y después de la contingencia todos los empleos deben mantenerse aplicando el artículo 429 de la Ley Federal del Trabajo y ampliando el mes de pago por indemnización que estipula, al plazo que sea necesario por caso de contingencia. Aplicar el subsidio de desempleo a toda la población que lo necesite en base al salario mínimo fijado ¡ningún trabajador sin sueldo!
- Reducción de precios. ¡No a la especulación con las necesidades de emergencia! Sancionar la elevación de precios de la canasta básica, evitar la escases calculada para incrementar los precios.
- Asegurar los derechos laborales de todos los trabajadores, sindicalizados o no, otorgar permisos pagados a cabezas de familia o trabajadores con dependientes económicos, y asegurar que puedan trabajar desde casa.
- Asegurar la libertad de expresión, la contingencia no puede significar un discurso de “unidad” hipócrita con los que pretenden explotarnos y aprovecharse de la contingencia para incrementar sus ganancias, los empresarios no son nuestros aliados, y debemos mantener nuestro derecho a movilizarnos y luchar por defender nuestros derechos aún, pese y sobre todo por la contingencia.
- Es fundamental para sortear la crisis sanitaria actual y las futuras, nacionalizar todo el sistema de salud, así como los bancos y la industria farmacéutica y relacionadas. Un derecho tan básico como la salud no puede ser negocio para nadie ni estar en manos de los intereses de unos pocos.
Enfrentar los retos que nuestros hermanos de Italia, España, China, y el resto de países ya están enfrentando, con despidos, aislamiento, precariedad y disminución de la calidad de vida, no será fácil tampoco para nosotros, no podemos hacer más que organizarnos y luchar porque esta crisis no acabe con millones de trabajadores ni atormente a millones de familias, sino que acabe con un sistema injusto, desigual y opresor. Las y los trabajadores y jóvenes de todo el mundo estamos viviendo de la manera más cruel la bancarrota de este sistema, no tenemos nada que esperar, no tenemos nada que perder, luchemos por una transformación de fondo, una transformación socialista.