Un paro histórico

El impacto del paro histórico de este 9 de marzo de 2020, ha sido mayor del que se esperaba, considerando que los cálculos se hacían sobre el supuesto de que todas las mujeres pararían y habrían una pérdida de 37 mil millones de pesos, la realidad fue que participó alrededor del 30% de las trabajadoras en una manifestación sin precedentes, ocasionando la pérdida de 34, 571 millones de pesos, paralizando la educación básica, el 60% de los servicios bancarios, y secretarías y servicios como son las cámaras del Congreso de la Unión, los juzgados, el Instituto Nacional Electoral (INE), el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI) y otras dependencias de gobierno.

La ausencia de las mujeres en los centros laborarles, en las universidades y en las calles fue evidente, los medios de transporte y lugares generalmente concurridos estuvieron casi vacíos, así como lo salones de clase. Se estima que poco más de medio millón de mujeres pararon en ciudades como CDMX, Monterrey, Cd. Juárez, Villahermosa, Mérida, Morelia, Pachuca, Tijuana, Chilpancingo, Puebla, Veracruz, Xalapa, Chihuahua, Hermosillo, Acapulco y Guadalajara que quedaron desoladas por el paro de este nueve de marzo.

Las evidencias de nuestra fuerza

Evidentemente uno de los objetivos de la convocatoria a paro nacional se cumplió al demostrar que sin nosotras el mundo no luce igual, pero más allá de eso, el impacto en la cartera del capitalismo y la demostración de nuestra fuerza organizada que paraliza al mundo ha sido una lección no moralista, sino clasista para el conjunto de la sociedad, incluso para nosotras mismas, del enorme poder que concentramos juntas y organizadas. ¿Qué pasaría si hombres y mujeres trabajadores dejáramos de asistir a nuestros trabajos para exigir la depuración de todas las instituciones machistas, desde los Ministerios Públicos y juzgados hasta el Tribunal Superior de Justicia y las altas esferas de las Fuerzas Armadas? , de todos estos organismos que son los principales responsables de reproducir la cultura machista, al emitir el mensaje de impunidad sobre las agresiones a nuestras vidas, o ¿qué sucedería si exigiéramos multas a las empresas que lucran con el sexismo y la cosificación de nuestros cuerpos a través de su propaganda consumista?

La Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) que integra a 82 sindicatos nacionales con más de un millón 600 mil trabajadores, afirma que al menos 500 mil mujeres secundaron el paro. Otro sector muy importante ha sido el maquilador, en Cd. Juárez, donde el 20% de las trabajadoras, es decir, aproximadamente 30 mil, se unieron al paro, un evento histórico y muy simbólico después del golpe tan arrollador que ha significado el caso de las muertas de Juárez, en su mayoría trabajadoras de la maquila.

Los bancos como CITIBANAMEX o BBVA abrieron solo el 40% de sus sucursales, los sectores más afectados fueron la educación, salud y la asistencia en donde las mujeres representan el 65% de la fuerza laboral. Incluso en “la mañanera” de López Obrador, se resintió la ausencia de 29 de las 35 reporteras que suelen cubrirla.

Extendamos la lucha

Pese a que el paro fue masivo y el único en la historia de México, no refleja toda la simpatía y apoyo que hay a las demandas, pues muchas más mujeres no pudieron unirse debido a la precariedad laboral en la que se encuentran, sin sindicatos y sin derechos democráticos para organizarse, de igual forma las mujeres del sector informal, que viven al día y no les es fácil dejar de trabajar ni uno solo. Muchas empresas se opusieron fehacientemente al paro, con chantajes, amenazas abiertas o canjeando el día por un día de vacaciones. Resulta fundamental avanzar en la organización política de todos estos sectores para que en las próximas luchas también puedan sumar su voz.

La farsa del feminismo derechista

Muchas otras empresas, se pusieron su careta democrática, lloraron lágrimas de cocodrilo y afirmaron apoyar incondicionalmente la lucha de las mujeres, sin embargo, a nadie se le escapa que estas empresas son las mismas que precarizan nuestras condiciones laborales, que mantienen un brecha salarial del 34% en México, que limitan nuestro derechos o los desaparecen, que penalizan nuestra elección de ser madres con salarios aún más bajos, o simplemente nos corren o relegan; son las mismas que impiden podamos tener suficiente tiempo de recuperación por baja materna o espacios para asegurar la lactancia. También son las mismas que no reconocen la inseguridad cuando hay que cerrar las cuentas a la 12 o 1 de la mañana en restaurantes o bares.

Todas estas empresas, ahora sí se visten de morado, mandan frases de superación personal machista y corporativa por un día o dos y en seguida vuelven a la carga de la explotación y la opresión laboral. ¿Qué es lo que realmente les interesa? Por un lado, lavarse la cara frente a toda la explotación y miseria que ellas mismas crean, pero también chantajear al gobierno en turno en un intento por cooptar el movimiento feminista.

Pero lo que sale de los cálculos de estas empresas, es que el movimiento de mujeres que vivimos hoy en México no está aislado de un movimiento internacional potente que refleja en el fondo el hartazgo a las condiciones de miseria y degradación social que nos ofrece este sistema, después de la crisis del 2008 nada ha vuelto a ser lo mismo, las instituciones, los empresarios, las bolsas y el capitalismo mismo, está puesto en tela de juicio. Si hoy salimos a las calles miles de mujeres de manera masiva en México ha sido por el hartazgo, pero también por la confianza que hemos ganado al echar a la derecha del gobierno, confianza que, como hemos demostrado, no está depositada como un cheque en blanco al gobierno actual, ni en ningún otro personaje, esta confianza y estas ganas de luchar, vienen de nuestra organización y nuestra fuerza.

La hipocresía no es sólo de las grandes corporaciones y empresarios, también tuvimos expresiones de integrantes de partidos como el PRI o el PAN, que ya han demostrado su desinterés y su machismo intrínseco cuando pudieron estar en el ejecutivo. Incluso la intención inicial de la familia LeBaron de participar en la marcha del 8M de la que después desistieron, al parecer, comprendiendo pronto que no serían bienvenidos. Todos estos elementos y muchos otros se han querido subir al carro del feminismo, sin embargo, el movimiento honesto y masivo ha barrido todos los intentos por descarrilarlo.

Por un feminismo revolucionario

Aun así, existe mucho trabajo por hacer, el gobierno de AMLO parece no entender el fondo del problema, y desafortunadamente de no hacerlo tampoco podrá dar una solución. Más allá de las altas condenas y la persecución a los criminales, que sin duda en este estado de cosas es fundamental, pues lo primero que necesitamos es parar los feminicidios; lo que precisamos es un cambio profundo, que inevitablemente entra en contradicción con el funcionamiento actual no sólo del sistema judicial, económico y político en México, sino en todo el mundo. Es necesario cambiar la forma en la que se nos cosifica desde la propaganda publicitaria, exigimos una equidad real en salarios y prestaciones, necesitamos atacar la precariedad laboral del conjunto de los trabajadores entre los que la peor parte nos toca a nosotras. Nuestra lucha no está separada de las de millones de oprimidos por clase, raza, preferencia sexual o nacionalidad, en realidad, lo que necesitamos en combatir todo tipo de opresión para construir un mundo en donde hombres y mujeres podamos vivir y amar libremente sin estar sometidos a relaciones de poder y dominación.

Por todo esto desde libres y combativas insistimos en la idea del paro nacional en la Coordinación 8M y Asambleas que participamos, no sólo sabíamos que había condiciones para realizar un paro o una movilización masiva a la que, como ya se demostró, le quedó chico el recorrido, también creíamos que era necesario apostar por un paro combativo y de batalla política arrebatándole este espacio a la derecha en su idea de simplemente “desaparecer”. Para nosotras, el paro es un método de lucha, que permite dejar de hacer las actividades cotidianas para salir luchar, para extender las ideas y llegar a más gente, para sumar fuerzas a la batalla y acrecentar la organización y la masividad, para movilizarnos y demostrar un día sí y otro también nuestra fuerza en las calles, como lo ha hecho el pueblo chileno y porque nuestra situación no está para escatimar esfuerzos. Esta jornada histórica ha sido una gran lección para todas las que realmente queremos empujar la lucha y representa un punto de no retorno, después de este paro, no volveremos a ser las mismas, habrá que ponernos a la altura de las tareas del compromiso y la combatividad que el movimiento ya ha demostrado en los últimos días.

Al gobierno en turno, le está costando mucho trabajo comprender el fondo del problema y todavía más romper con todos los empresarios, políticos y funcionarios que lo sostienen, ello lo ha llevado a perder legitimidad frente a un sector muy importante y si no recapacita, él será el único responsable de que la derecha pueda seguir utilizando al movimiento para sus propios fines, el movimiento feminista, sólo buscamos respuestas y soluciones concretas, y no dejaremos las calles hasta obtenerlas.

Únete a libres y combativas, construyamos un feminismo revolucionario y anticapitalista y luchemos por:

  • Aborto legal, seguro y gratuito.
  • Depuración de todas las instituciones de procuración de justicia, fuera todos los machistas, feminicidas y abusadores, así como solapadores.
  • A igual trabajo, igual salario.
  • Penalización a empresas por cosificar el cuerpo de las mujeres.
  • Desmantelamiento de las redes de trata, castigo ejemplar a todos los políticos, funcionarios y empresario involucrados.
  • Castigo ejemplar a feminicidas.
  • Fuera acosadores de las universidades y centros de trabajo, destitución de autoridades solapadoras.
  • Por educación sexual, inclusiva y democrática a todos los niveles.
  • Becas y ayudas a mujeres jóvenes, estudiantes y madres solteras.
  • Incremento de casas refugio para abarcar a toda la población que las requiere.
  • Comedores, guarderías y lavanderías comunitarias para descargar de la doble jornada a las familias trabajadoras.
  • Permiso de maternidad y paternidad de al menos tres meses.
  • Por un Estado laico, fuera los católicos, evangelistas y todo tipo de religiones dentro de la estructura estatal.

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