Millones de jóvenes y trabajadores en Chile, Ecuador, Haití, Sudán, Argelia, Iraq, Líbano, Puerto Rico, Honduras, Hong Kong, Costa Rica, etcétera, han demostrado su fuerza en la acción: derrotando toques de queda, Estados de excepción, contra reformas e incluso gobernantes como en Puerto Rico, Líbano o Argelia. La clase dominante en todos estos países enfrenta una autentica ofensiva revolucionaria que ha nacido desde abajo, y que cuestiona al capitalismo.

La lucha de clases ante un oscuro panorama económico

El panorama económico se ensombrece frente al peligro de una nueva recesión y la repuesta del Fondo Monetario Internacional, las grandes empresas y organismos internacionales como la OCDE, ha sido presionar a los Estados para implementar ataques brutales como el “paquetazo” de Ecuador, subida en precios de servicios, privatizaciones, reducción del monto en jubilaciones, aumento de la carga laboral, etc.

La economía de muchos de los países, que viven ahora mismo una insurrección, está dominada por el imperialismo y el mercado mundial, las intervenciones de organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial sólo han sembrado pobreza extrema, precariedad, destrucción de la economía y desesperación en la población. La perspectiva de una nueva recaída de la economía, sin resolverse aún el crack del 2008, mete aún más presión a estas economías que como en América Latina, vienen de un proceso interminable de crisis.

El paso de gobiernos de izquierda o progresistas, por varios de estos países, promovieron programas sociales para mantener su base de apoyo, sin arrebatar los privilegios de la minoría de empresarios millonarios que explotan y oprimen a la mayoría de la población. Pese a estas políticas de apoyos sociales y el etéreo crecimiento, no hubo un cambio sustancial y permanente en las condiciones de vida para la mayoría de los pueblos, ahora ha llegado el momento de pagar los bonos de deuda y el impaciente acreedor no está dispuesto a esperar ante el panorama que se avecina.

Otros países como Sudán y Argelia han sido devastados por las guerras y saqueo del imperialismo; Haití y Puerto Rico además de ser azotados por la inclemencia de fenómenos naturales agudizados por el Cambio Climático, la rapiña y corrupción de las grandes empresas y los gobiernos reaccionarios han llevado a las poblaciones a limites inhumanos.

La lucha no sólo es económica, las demandas políticas también se han puesto sobre la mesa, en Hong Kong, tras meses de protestas, el pueblo sigue defendiendo su legítimo derecho a la libertad de expresión, lo mismo hemos tenido en países como Chile, Iraq y Ecuador tras la censura y la represión salvaje de parte del Estado. En otros países como Argentina o Colombia las masas han dado un duro golpe electoral a la derecha, y aunque estos resultados en sí mismos no mejoraran de raíz las cosas para la clase trabajadora, la ruta hacia la profundización de la lucha de clases en estos países promete seguir el ejemplo de sus vecinos, Argentina ya ha desarrollado cinco huelgas generales en los meses pasados, así como las enormes movilizaciones de la juventud y las mujeres por el derecho al aborto y Colombia con la convocatoria a huelga general del sector educativo en noviembre son muestras claras de que más que estabilidad tendremos un constante enfrentamiento entre las clases.

Incluso países como Francia o España, considerados como desarrollados y como modelos democráticos a seguir, hemos tenido verdaderos estallidos insurreccionales, como la lucha de los chalecos amarillos y la rebelión del pueblo catalán. Francia de nuevo ha convocado para el 5 de diciembre a Huelga General en defensa de las pensiones.

¡Hay que echarlos a todos!

Los acontecimientos revolucionarios que se viven en diferentes países han tomado por sorpresa a la burguesía, pero también a las direcciones de los partidos tradicionales de la izquierda. Hasta hace poco, por ejemplo, Chile era descrito por el FMI y por grandes empresarios como el ejemplo a seguir para el resto de Latinoamérica. Incluso muchas organizaciones que se dicen revolucionarias, se lamentan recordando supuestos “momentos mejores”, y culpan constantemente a la clase obrera y la juventud por “su bajo nivel de conciencia”, algunos llegan al grado de no ver más allá que la mano del imperialismo en el proceso insurreccional de Hong Kong. Estas organizaciones llenas de dirigentes escépticos, desmoralizados, que miran los acontecimientos desde sus mesas de profesores, también han sido incapaces de preveer nada.

Las masas de trabajadores y jóvenes están escribiendo de nuevo un capítulo de lucha heroica en las calles, con movilizaciones masivas, piquetes, barricas, tomas de parlamentos, derrocamientos y huelgas generales, una vez más están demostrando estar dispuestas a llevar el movimiento hasta el final. El movimiento ha sido tan fuerte que, ante la represión criminal, ha reaccionado con más fuerza, desarrollando un rumbo democrático mediante la organización barrial y asamblearia. El látigo de la represión no ha hecho más que encender la insurrección en cada uno de los países en donde ésta ha sido la respuesta de la clase dominante.

Tenemos la fuerza, nos falta la dirección revolucionaria

Sin embargo, como en otros momentos históricos, también se repite la falta de una dirección con el mismo arrojo y compresión que poseen los sectores avanzados de las masas, que sea capaz de orientar las movilizaciones a la transformación socialista y la derrota del capitalismo. Direcciones como la COCEI en Ecuador o la CUT y el Partido Comunista en Chile, se han limitado a llamar a negociar con la burguesía y los gobiernos asesinos, convocando, por ejemplo, a una “Asamblea Constituyente” o el FIT en Argentina que se lamenta por no tener una clase obrera como la chilena. El capitalismo, sus líderes y sus instituciones han perdido total legitimidad, la voz de todos los movimientos desde Hong Kong hasta Chile, pasando por Líbano, grita: ¡Hay que echarlos a todos!

Cuando los gobiernos reformistas han tenido la oportunidad de estar al frente de estos países, no han expropiado los sectores estratégicos de la economía, nacionalizado la banca y los recursos estratégicos, ninguno depuró la estructura militar (más importante aún en países con historia de dictaduras), en favor del pueblo trabajador y que ahora mismo toda la vieja estructura represiva está volviendo a ser usada contra el movimiento. Por otro lado, la izquierda que se dice revolucionaria, no plantea nada de esto tampoco.

Ante esta política de pactos y deseo de dar más aire a un sistema decrepito, es fundamental que construyamos comités revolucionarios de obrer@s, campesin@s e indígenas con delegados elegibles y revocables que se ocupen de la gestión democrática de la economía, la seguridad, el transporte, etc. Y que se coordinen a nivel nacional entre ellos. Necesitamos utilizar la herramienta de la Huelga General indefinida hasta derrocar a estos gobiernos y establecer un gobierno revolucionario, basado en estos comités.

No basta con echar abajo el 883 en Ecuador, los decretos de Piñera, el derrocamiento de Ricki en Puerto Rico o Hariri en Líbano, las masas han dado una increíble muestra de fuerza, capacidad y consciencia, y ha sido una gran inspiración de lucha, ahora necesitamos levantar el programa socialista que rompa con el capitalismo y la dependencia imperialista y que unifique a las masas, de cada país y de cada continente por: Educación pública, gratuita y de calidad; trabajo digno, estable y seguro para todos y todas, con salarios suficientes; derogación de todas las contra reformas laborales, de pensiones y privatizadoras; nacionalización de la banca, los monopolios y latifundios, bajo control obrero y campesino; plenos derechos económicos, sociales y políticos a las comunidades indígenas y minorías culturales; suspensión de pagos de deuda externa.

La tarea es urgente, construir un partido de los trabajadores y la juventud armado con el programa de la revolución socialista y que luche por el derrocamiento de la clase capitalista no es un manifiesto en abstracto, es una necesidad.  Es forzoso hacer un llamado internacionalista para redoblar las luchas y acabar con el capitalismo salvaje que azota y destruye al mundo.


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