El PSUV gana la mayoría en la Asamblea Nacional pero no consigue el objetivo de los dos tercios y la distancia entre revolución y contrarrevolución sigue acortándose

Un poco más tarde de las 2 de la madrugada la Presidenta del CNE, Tibisay Lucena, anunciaba los resultados de las elecciones a la Asamblea Nacional. Con unos porcentajes de transmisión de datos en los diferentes estados que rondan el 97-98% y con varios diputados en el aire, que no se definirán hasta que acabe el recuento, el PSUV gana estas elecciones con 95 diputados por 62 de la oposición agrupada en la llamada Alianza de la Unidad y 2 del PPT, partido socialdemócrata  que en anteriores elecciones participaba en el bloque electoral chavista y ahora ha abandonado el campo revolucionario (aunque por el momento intenta presentarse  como una tercera vía). Este resultado  supone una victoria al mantener una mayoría significativa en la Asamblea pero que no permite lograr el control de dos tercios, un objetivo importante. Al no lograrlo, los contrarrevolucionarios utilizarán su influencia en la Asamblea para intensificar su sabotaje.

Un poco más tarde de las 2 de la madrugada la Presidenta del CNE, Tibisay Lucena, anunciaba los resultados de las elecciones a la Asamblea Nacional. Con unos porcentajes de transmisión de datos en los diferentes estados que rondan el 97-98% y con varios diputados en el aire, que no se definirán hasta que acabe el recuento, el PSUV gana estas elecciones con 95 diputados por 62 de la oposición agrupada en la llamada Alianza de la Unidad y 2 del PPT, partido socialdemócrata  que en anteriores elecciones participaba en el bloque electoral chavista y ahora ha abandonado el campo revolucionario (aunque por el momento intenta presentarse  como una tercera vía). Este resultado  supone mantener la mayoría en la asamblea nacional pero no permite lograr el control de dos tercios, un objetivo importante que se había marcado la dirección del PSUV. Los contrarrevolucionarios utilizarán este hecho para intentar intensificar su sabotaje 

La victoria del PSUV demuestra que la correlación de fuerzas sigue siendo favorable y la clase obrera y el pueblo quieren completar la revolución

A la espera de un análisis más profundo y detallado y de que se haga público el número de sufragios recibido por cada partido, algunas conclusiones sí pueden ser extraídas. Un primer dato a destacar es la elevada participación: un 66,45%, una de las más altas que se recuerdan en unas elecciones legislativas. Esto refleja como la lucha entre revolución y contrarrevolución y la polarización en líneas de clase sigue agudizándose en Venezuela y  la revolución bolivariana y el Presidente Chávez (que ha tenido que volcarse una vez más en la campaña y echarse ésta a la espalda durante la recta final de la campaña) siguen contando con el apoyo mayoritario y decidido del pueblo venezolano. Este es el primer elemento a destacar. Los trabajadores, campesinos y la juventud revolucionaria  de Venezuela han demostrado una vez más que quieren el fin del capitalismo y construir una Venezuela socialista. Como ha dicho el presidente Chávez tras conocer los resultados esta es una base firme para seguir avanzando el socialismo. Y si se analizan seriamente los resultados  obtenidos y  se sacan las conclusiones necesarias puede ser el preludio de una nueva victoria masiva en las elecciones presidenciales de 2012

¿Por qué no se han logrado los dos tercios de la Asamblea y qué significa?

En primer lugar es necesario huir como de la peste de la rutina en los análisis y el falso triunfalismo tan típico de la burocracia reformista. El que no se haya conseguido los dos tercios es un revés y debemos analizar por qué se ha producido y cómo corregirlo. Este objetivo era importante ya que el número de diputados obtenido por la oposición le permite obstaculizar la elaboración de leyes fundamentales y será utilizado por ellos para sabotear el avance hacia el socialismo.

Hay datos parciales de esta jornada electoral que conviene analizar como el malísimo resultado del PSUV en un estado tradicionalmente chavista como Anzoátegui (en el que el descontento con la labor de los dirigentes regionales  del partido era evidente en las comunidades y entre los trabajadores y obligó al propio Presidente a tener que movilizarse) Los dirigentes regionales mantienen totalmente abandonada la zona industrial de Barcelona o muchos barrios del estado e incluso han  llegado a extremos como apoyar  y justificar públicamente el despido de más de 260 trabajadores  militantes del PSUV  por parte de la multinacional imperialista Mitsubishi.   Otro aspecto preocupante es la victoria clara de la oposición en los dos estados fronterizos con Colombia más grandes y poblados (5 diputados opositores contra 1 del PSUV en Táchira, y otro en disputa en estos momentos; 12 diputados opositores en Zulia por 3 del PSUV) .

Como hemos explicado los marxistas, estos síntomas suponen que la luz de alerta  que se prendió tras la derrota en la reforma constitucional no está ni mucho menos apagada. Estas señales de peligro no deben ser ocultadas ni minimizadas. Todo indica que la base social de la contrarrevolución se ha movilizado masivamente en estas elecciones. Al mismo tiempo, uno de sus objetivos -como era sembrar la desmoralización entre la base social del chavismo y que una buena parte de ésta se abstuviese y esto les permitiese ganar- no ha sido logrado, al menos no en la medida que necesitan.

Completar la revolución estatizando la economía bajo control de los trabajadores y acabando con la burocracia

A la espera de los datos de número de votos y del desglose de estos por zonas (que dará una visión mucho más exacta de este proceso) todo indica que amplios sectores de la base social de la revolución se han movilizado para impedir una victoria de la contrarrevolución pero esta movilización no  ha alcanzado el nivel de movilizaciones históricas como la del referéndum de 2004 o las presidenciales de 2006 . En aquellas elecciones –pese a que la contrarrevolución logró agrupar también masivamente a su base social- la movilización entusiasta de las masas obreras y campesinas como un solo puño pudo arrasar a los contrarrevolucionarios e impedir que avanzasen siquiera mínimamente.

Como hemos explicado los marxistas de la CMR en numerosas ocasiones,  tras casi 12 años de revolución se han logrado avances indudables a la hora de redistribuir la riqueza, reducir la pobreza, extender el accesos a la salud y a la educación pero al mismo tiempo la mayor parte de la economía sigue en manos de los empresarios privados (un 70% del PIB según el Banco Central de Venezuela) y el control del estado no está en manos de la clase obrera y las comunidades sino de una burocracia reformista que habla de revolución y socialismo pero a menudo  hace lo contrario de lo que espera el pueblo y el propio Presidente Chávez. Al mismo tiempo, el Presidente Chávez al vacilar al tomar medidas decisivas contra los capitalistas y no aplicar un autentico programa socialista de nacionalizaciones que estatice bajo control de los trabajadores y las comunidades la banca y las fábricas de modo que permita planificar la economía, conduce, pese a la política social  del gobierno, a que no se resuelvan los problemas que genera el capitalismo y el aparato estatal burgués. Esto significa que problemas como la vivienda, tercerización, informalidad, inflación, despidos, inseguridad, burocratismo, corrupción,  siguen existiendo y la impaciencia entre sectores de las masas crece.

El descontento frente el mantenimiento de estos problemas y a la actuación contraria a los intereses populares de la burocracia  reformista   es evidente y constituye una de las principales causas de que no hayamos logrado generar la movilización necesaria para lograr los dos tercios de la AN. El ejemplo de Anzoátegui es claro, pero este ambiente crítico existe a nivel general y si no se transforma en organización y un programa que permitan sustituir a esos burócratas reformistas por genuinos cuadros revolucionarios surgidos de la clase obrera y el movimiento popular y sometidos en todo momento al control de ambos existe el peligro de que lo que hoy ha ocurrido en este estado pueda extenderse a otros lugares. Un dato muy alarmante es el que muestran las elecciones al parlamento latinoamericanos, de las cuales sí tenemos ya datos de número de sufragios. Mientras la oposición consigue 5 millones de votos (prácticamente su techo de las últimas convocatorias) el PSUV gana pero con 5.200.000 votos, es decir 2 millones de sufragios menos que en las presidenciales de 2006. Es decir, la distancia entre el apoyo electoral de la revolución y la contrarrevolución sigue acortándose y un sector de la base social que apoyó a Chávez en 2006 no vota. Esta tendencia  negativa que los marxistas ya analizamos al comentar los resultados de la enmienda constitucional o de las últimas elecciones a alcaldías y gobernaciones representa un grave peligro para la revolución.

Lo mismo se puede decir de lo que vemos en los estados fronterizos. Hasta hace poco el PSUV gobernaba en Táchira, las últimas regionales ya se perdieron por un amplio margen y hoy la oposición gana 5 diputados de 7 y a la espera de lo que ocurra en el circuito 3. Como hemos explicado los marxistas,  la brutal campaña mediática intentando sembrar el miedo en las regiones fronterizas (y especialmente entre la población venezolana originaria de  Colombia, que en estas regiones representa un porcentaje importante) sólo puede ser combatida llevando la revolución hasta el final y resolviendo los problemas de las masas: vivienda, empleo, salud, acabando con la inseguridad, etc.

La mayoría en la nueva Asamblea nacional debe ser utilizada para llevar la revolución hasta el final, expropiando la banca, la tierra y las empresas y estatizándolos bajo control de los trabajadores y el pueblo. Pero no para que los dirijan gerentes y burócratas sino consejos de trabajadores y consejos comunales integrados por voceros elegidos y revocables en todo momento, que no cobren más que un trabajador cualificado y que estén obligados a rendir cuentas ante quienes les elijan. La nueva Asamblea nacional se verá saboteada por la oposición contrarrevolucionaria. Ello sólo significa una razón más para acabar con la estructura burguesa del estado (con sus instituciones separadas del control obrero y popular: parlamentarismo burgués, democracia representativa, gobernaciones , alcaldías) y sustituirlas por el pleno desarrollo del poder obrero y popular y un nuevo estado revolucionario controlado por la clase obrera y el resto de los oprimidos. Sólo de este modo terminaremos las tareas pendientes y llevaremos la revolución hasta el final. Cualquier otra cosa significa dejar la puerta abierta para que los contrarrevolucionarios continúen su sabotaje y puedan pasar a la ofensiva en el futuro.

Datos a las 4 am

 

 Participación 66,45%   

PSUV  95 diputados   

Alianza por la Unidad: 62  

PPT:2


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