kirschnerEl domingo 23 de octubre se realizaron las elecciones presidenciales en Argentina, que dieron un triunfo aplastante a Cristina Fernández de Kirchner. La candidata del Frente para la Victoria consiguió el 53,96% de los votos con una diferencia de casi 37 puntos con respecto al candidato que quedó en segundo lugar, Hermes Binner, del Frente Amplio Progresista, con un 16,87%. Hay que remontarse hasta 1973 cuando Perón consiguió el 61,85% (en medio del ascenso revolucionario que caracterizó esos años) para encontrar una cifra superior. El kirchnerismo (una de las corrientes políticas del peronista Partido Justicialista) se convierte en la primera fuerza política elegida por tres mandatos consecutivos desde el regreso de la democracia en 1983.

Con respecto a las pasadas elecciones generales de 2007, Cristina pasa de 8.651.066 a 11.593.023 de votos, ganando casi 3 millones de votantes con una participación del 78,89%, dos puntos por encima de la última cita electoral. Pero si lo comparamos con las elecciones de 2003, cuando Néstor Kirchner (fallecido en 2010) se presentó por primera vez sacando 4.312.517 de votos, la diferencia es brutal: más de 7 millones de votantes.
En casi todos los centros urbanos importantes del país el kirchnerismo gana con holgada mayoría: Ciudad de Buenos Aires (35,05%), Córdoba (34,02%), Salta (52,59%), Mendoza (33,97%), Mar del Plata (50,71%); excepto en Rosario, plaza fuerte de Binner donde su partido gobierna desde hace años, aunque se queda a tan sólo un punto de diferencia con el 41,71%. En Gran Buenos Aires, donde se encuentran los distritos más poblados y con mayor concentración obrera y popular de todo el país, el Frente para la Victoria barrió a sus oponentes. En las zonas obreras y más humildes (sur y oeste) el voto a Cristina oscila entre el 55% y el 75%. En las zonas del norte donde la composición de clase media es mayor el porcentaje baja hasta un 30-35% pero, sin embargo, sigue siendo la fuerza más votada. Es significativo que en todos los sitios que hemos citado la segunda fuerza más votada es Binner, un socialdemócrata moderado que intentó presentarse como alguien “progresista” y que atrajo fundamentalmente a un sector de las capas medias desencantadas con el gobierno.

Giro a la izquierda

Estos datos demuestran el giro a la izquierda y la polarizacón política que se ha operado en la sociedad argentina en los últimos años. Las masas propiciaron una patada en la boca a los candidatos que defienden las políticas neoliberales y antipopulares que llevaron el país al descalabro en 2001. Esto se refleja en la debilidad de la oposición por la derecha, que acudió a las urnas fragmentada: la UCR (partido burgués tradicional que se derrumbó tras los acontecimientos de 2001 y que sólo consiguió el 11,15%) y, por otro lado, los peronistas “disidentes” como Duhalde (5,89%) y Rodríguez Saá (7,98%) ansiosos por volver a los tiempos del “menemismo”. Y es que la sombra del Argentinazo es muy alargada.
La clase obrera en su mayoría, la juventud y los sectores más humildes de la ciudad y el campo se movilizaron mediante el voto dando un apoyo a las políticas progresistas que vienen aplicándose desde los sucesivos gobiernos en los últimos años: Nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que inmunizaban a los genocidas de la última dictadura, que dejó 30.000 desaparecidos; juicios y sentencias para altos cargos militares responsables de secuestros, torturas y asesinatos1; reestatización de las aerolíneas y de los fondos de jubilaciones y pensiones privatizados en los años 90; subida de salarios y de las pensiones; generalización de la Asignación Familiar por Hijo2; construcción de más de 1.000 escuelas en 7 años, beneficiando a un millón de niños3; se extendió el derecho a la negociación colectiva homologando 890 convenios hasta 2008, lo que significa un 324% más que en 2004; entre 2006 y 2009 la pobreza se redujo del 21% al 11,3% y la indigencia del 7,2% al 3,8%; se regularizaron unos 700.000 inmigrantes desde 2006; el desempleo, que superó el 20% en lo peor de la crisis de 2001, ahora se sitúa en torno al 7% y la última Ley de Medios, que cuestiona el papel de los monopolios informativos a favor de una radio y televisión como bien de interés público.
El kirchnerismo se ha beneficiado claramente en todos estos años de una situación de recuperación económica con tasas de crecimiento del 9% anual, basada sobre todo en las exportaciones, consiguiendo un superávit comercial y fiscal que le permite repercutir una parte del dinero del Estado a subvencionar la actividad económica de las empresas y, por otro lado, hacer concesiones en algunos terrenos a los más desfavorecidos.

Hostilidad de la oligarquía

Todas estas mejoras todavía son insuficientes para cambiar un panorama social en el que la pobreza y la desigualdad social siguen siendo muy acusadas. De hecho, el kirchnerismo no se plantea una ruptura con el sistema económico capitalista, más bien al contrario ya que defiende un “capitalismo de rostro humano” y la “unidad nacional”, es decir, la conciliación de clases. Sin embargo, la polarización transciende las intenciones del propio gobierno. Efectivamente, la respuesta de los oligarcas y de los empresarios “patriotas” a las medidas mínimamente progresistas del gobierno ha sido el hostigamiento político y la continua fuga de capitales del país: unos 80.000 millones de dólares desde 2007, manteniendo unos 200.000 millones de dólares en el exterior para especular. Los empresarios argentinos han hecho grandes negocios con las exportaciones de grano, carne, soja, etc., especulando en el mercado mundial, sin prácticamente invertir nada en mejorar la estructura industrial del país, saqueando los recursos naturales, simplemente cobrando lo que vendían en dólares o euros y pagando salarios en pesos, manteniendo a un 35% de la clase obrera en la “economía sumergida” sin derechos laborales ni mucho menos sindicales en las empresas, y en algunos casos como en el campo en condiciones de esclavitud. En realidad, lo que le preocupa a la burguesía argentina no es tanto el gobierno kirchnerista en sí mismo sino lo que hay detrás del gobierno, la base social de apoyo que le sostiene, los trabajadores y los sectores más empobrecidos que han levantado la cabeza en estos años y han emprendido una ofensiva para recuperar todos los derechos laborales y las condiciones de vida arrebatados en las décadas anteriores.
En su afán de volver la rueda atrás, machacar a la clase obrera y también recuperar el terreno perdido con respecto a otras burguesías, como la brasileña, un sector decisivo de la oligarquía y los capitalistas (Sociedad Rural, los periódicos Clarín y La Nación, entre otros) le han declarado la guerra al kirchnerismo y a partir de 2009 iniciaron una ofensiva en todos los frentes para volver a colocar en su lugar un gobierno “de confianza”: conflicto en el campo por los impuestos a las exportaciones, declaraciones golpistas con alusiones a la “excesiva concentración de poder” de la presidenta, campaña histérica dirigida a las clases medias utilizando los problemas que no resuelve el gobierno como la inseguridad, socavar el apoyo de los trabajadores al gobierno utilizando de látigo la elevada inflación (25-30%), campaña internacional de desprestigio como la que hacen El País o El Mundo en el Estado español, etc.

Un gobierno sometido a presiones contrapuestas

Esta ofensiva derechista y patronal puso en guardia a los trabajadores y fortaleció el discurso más combativo en las agrupaciones de base del kirchnerismo como son el Movimiento Evita, la agrupación juvenil “La Cámpora”, y también contagió a algunos dirigentes sindicales de la CGT y CTA, poderosas centrales sindicales que agrupan a millones de trabajadores. La presidenta ha dicho tras el triunfo electoral que “profundizará el modelo yendo a más, nunca a menos”. Sin embargo, algunos sectores del gobierno no se sienten cómodos con esta situación. La propia burguesía levantó temporalmente el pie del acelerador tras la derrota electoral y ahora intentan acariciarle la espalda al gobierno para seguir haciendo negocios y apoyarse en estos sectores más conservadores para convencerle de que “no vaya a más”.
Por eso el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner está sometido a presiones tremendas tanto desde los trabajadores como de los empresarios. Pero no se puede gobernar para dos amos. Si elige a los empresarios el gobierno se enfrentará al movimiento obrero. En cambio, si decide gobernar para el pueblo que en masa votó por no volver al pasado, entonces deberá enfrentarse a los capitalistas con la fuerza de los trabajadores y con un programa que cuestione los pilares del capitalismo argentino, nacionalizando las palancas claves de la economía para acabar con el poder económico de una minoría recuperando el país para la mayoría de los argentinos.


1. En la última semana de octubre se daban a conocer nuevas sentencias para 16 oficiales implicados en secuestros, torturas y asesinatos en la Escuela de Mecánica de la Armada, ahora restaurada como centro de la memoria histórica.
2. Subsidio mensual para empleados y desempleados de una cantidad fija (270 pesos, unos 45 euros) por cada hijo y se otorga desde los 12 meses del inicio de la gestación hasta los 18 años.
3. El porcentaje del PIB destinado a educación creció del 3,64% en 2003 aL 6,02% en 2010. En términos absolutos pasó de 14.501 millones de pesos en 2003 a 89.924 millones de pesos en 2010, un 520% más (periódico Página 12, 30 de noviembre de 2010).


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