En 2008 la presidenta argentina, Cristina Fernández, había declarado, siguiendo el ejemplo de su colega Hugo Chávez, que la economía argentina se encontraba blindada ante la crisis económica que por aquel entonces ya hacía estragos en el sistema capitalista mundial. A pesar del freno que supuso la parálisis de 2009, con un raquítico crecimiento de 0,9%, luego de 6 años de crecimiento sostenido que varió entre 6,8% y 8,5 %, los buenos resultados macroeconómicos obtenidos por la Argentina al año siguiente, en un momento en que la mayoría de las principales economías mundiales naufragaban, evidentemente, terminaron reforzando la creencia del gobierno kirchnerista que gambetearía la crisis al mejor estilo maradoniano. Sin embargo, sólo hicieron falta unos pocos meses del año 2011 para bajar a tierra a estos “cortesanos del capital”, como los llamara Marx, y les hiciera ver cuan lejos de la realidad se encontraban sus empíricos pronósticos. Para septiembre de 2011 el propio jefe de gabinete, Aníbal Fernández, tuvo que salir a reconocer una verdad de Perogrullo: que en un mundo capitalista globalizado es imposible para las economías capitalistas no verse afectadas por una crisis de la dimensión de la actual. "Seguramente que [la Argentina] no está blindada: no somos una isla, formamos parte del mundo, en el que seguramente la demanda que pueden tener determinados países que pueden verse impactados por esta situación pueden complicar la colocación de productos de los argentinos” (1).
La recuperación económica de 2010 estuvo fundamentada en varios factores coyunturales, por un lado una alta demanda internacional, principalmente de China, de materias primas de origen agrícola que se vio complementada por unas condiciones climáticas muy buenas que favorecieron grandes cosechas, y por otro, en una producción automotriz que fue récord y que se colocó en gran parte en el mercado brasileño (60%). La producción agrícola, junto con el sector forestal y pesquero, contribuyeron con el 11% del PIB, lo cual representó un aumento de un 30% con respecto a los 2 años previos. En este rubro destacó ampliamente el cultivo de la soja que ocupa la mayor parte de la superficie destinada a la siembra de granos y oleaginosas, y que produjo un estimado en torno a los 48 millones de toneladas de las cuales se extrajeron 7,5 millones de toneladas de aceite de soja y 30 millones de toneladas de granos molidos. De ellos, 4,6 millones de toneladas de aceite de soja (61,33%) fueron exportados a China (2).
También se obtuvieron buenos resultados en la producción metalúrgica, textil y alimenticia, entre otras. Todo lo anterior contribuyó a que la Argentina tuviera en 2010 un crecimiento económico de 8,4%, con unos ingresos de US$ 87.390 millones, y un superávit primario de US$ 6.260 millones, equivalente al 1,8% del PIB, que permitió revertir el déficit de 2009 (2). El incremento de las exportaciones, como ya dijimos, se fundamentó, básicamente, en dos áreas: las materias primas agrícolas (soja, granos, aceites, forrajes, grasas, carne y otros productos cárnicos) que representaron el 54% del total, y los productos industrializados, básicamente automotrices (vehículos y accesorios), para otro 35%. El destino de esta producción se ubicó, principalmente, en el Mercosur, 24,6%, con Brasil a la cabeza absorbiendo el 21% de todas las exportaciones argentinas, y en Asia, con China al frente, donde se ubicó el 24% de las exportaciones, luego siguieron la UE con 16% y el NAFTA con 9% (2). Esta importante recuperación económica se reflejó en una caída del desempleo a 7,9% con el consecuente aumento del consumo privado (11,5% interanual (3)) que se vio estimulado con una buena oferta de mercancías y programas de subsidios gubernamentales dirigidos, principalmente, hacia las clases bajas. No obstante, problemas que se han vuelto endémicos en la economía argentina, como la alta inflación y la fuga de capitales, entre otros, se mantuvieron casi inalterables. En 2009 la inflación había sido de 7,7%, según el INDEC (15,2% según organismos privados) mientras en 2010 había llegado a 10,9%, aunque los privados la estimaron en 25%, y estaría siendo impulsada, entre otros factores, por el gasto del Estado que ha tenido un crecimiento de un 31% anual (4).
En julio de 2011, en el marco de una reunión presidencial de UNASUR realizada en Lima, la presidenta Cristina Fernández volvía a demostrar su incomprensión del tema e insistía en la teoría del blindaje económico, pero ahora de toda la región sudamericana, y que el mismo era posible a través del desarrollo de estrategias de integración (5). Sin embargo, durante el primer semestre del año habían estado llegando señales preocupantes desde China que dejaban al descubierto lo empírico de las tesis del blindaje: China había recortado sus importaciones de soja en un 8,1% con respecto a las de 2010 y ello, evidentemente, iba a tener consecuencias negativas en la economía argentina. “El total de soja argentina importada por China el mes pasado representó una caída de un 66% contra junio del 2010. En el primer semestre, según la aduana china, el país redujo sus importaciones de soja argentina un 69% sobre el mismo lapso de 2010, a unas 726.500 toneladas… Los datos de la aduana también mostraron que China sólo recibió 72 toneladas de aceite de soja argentino el mes pasado, un 99,3% menos que en junio de 2010. En el primer semestre, llegaron a China 120.000 toneladas de aceite de soja argentino, un 22% menos que en el mismo lapso de 2010” (6). Esta caída en las exportaciones de soja hacia China eran parte de una tendencia más generalizada, ya que la exportación total de aceite de soja argentino se había reducido en el primer trimestre de 2011 en un 40% con respecto al mismo período de 2010 (7). Por si la merma en los volúmenes exportados fuera poco, luego de alcanzar un pico de US$ 530 la tonelada de soja en enero de 2011, el precio más alto desde 2008, y estar en US$ 511 en agosto, la volatilidad de los mercados mundiales, condicionados por los especuladores financieros, propiciaron una brusca caída del precio en el último trimestre del año que para noviembre representaba un 18,8% anual (8).
En ese momento el precio de la tonelada de soja en el mercado de Chicago se encontraba en US$ 418 y para finales de dicho mes había bajado aún más hasta los US$ 415,7, manteniéndose para 2012 estas perspectivas descendentes. “La consultora Finsoport calculó en un informe que en los últimos meses las cotizaciones FOB del maíz, del trigo y de la soja disminuyeron entre 10 y 20 por ciento desde agosto de 2011. ‘Si este nivel se mantuviera a lo largo del 2012 los efectos sobre las exportaciones y los ingresos fiscales –retenciones o derechos de exportación, tal su verdadero nombre– serían menores’, anticipó. Pero dijo que si se repite la caída que registraron los granos en la primera fase de la crisis internacional (30/40 por ciento) tendría ‘efectos negativos muy graves sobre la economía argentina’” (8). Todo esto no es sino la verificación en la realidad de la dependencia que siempre ha tenido, y hoy más que nunca tiene por su rol en la división internacional del trabajo, la economía argentina, al igual que cualquier otra economía proveedora de materias primas, de las potencias capitalistas, y que sus alzas y bajas vienen condicionadas por el comportamiento de los mercados mundiales y no por fórmulas mágicas o designios divinos como parecieran querer hacer creer los defensores del capital. En diciembre de 2007 el precio de la soja se encontraba en US$ 420 la tonelada, para 2008 había subido a US$ 600, en 2010 promedió los US$ 550, buena parte de estos cambios bruscos en los precios, incluida la actual caída, se deben a los movimientos especulativos con las materias primas. “El banco de inversión estadounidense Morgan Stanley redujo su pronóstico de precios para el maíz y soja, citando suministros globales mayores a lo esperado y una confianza negativa del mercado con respecto a los productos agrícolas. ‘Los precios agrícolas se han debilitado significativamente, debido a una serie de datos bajistas de EE.UU., las expectativas de una mejor producción mundial en 2011/12 y el peso de las preocupaciones de deuda de la UE’, afirmó el banco en una nota a clientes. ‘Los commodities en general han caído en desgracia desde septiembre’, dijo el banco, citando datos de la Comisión de Operaciones de Materias Primas, que muestran que las especulaciones sobre un alza de precios se situaron en su nivel más bajo desde julio” (9). Por otra parte, tan determinante es esta dependencia económica de dichos vaivenes que otra consultora económica estimaba que “si los precios de las exportaciones e importaciones se hubiesen mantenido en los niveles de 2006, en el período 2007-2011 se habría acumulado un excedente externo de apenas 16.700 millones de dólares en lugar de los 60.500 millones registrados” (10).
Pero si preocupante es la situación de las exportaciones de soja, qué decir de la otra fuente actual de ingresos de la economía argentina: las exportaciones de vehículos y productos manufacturados a Brasil, que se habían visto favorecidas, básicamente, por la fortaleza de la moneda brasileña, producto de la afluencia de capitales especulativos, que estimulaba las importaciones en detrimento de la propia industria local. No más decir que la producción automotriz de Brasil cayó 19,7% en septiembre con respecto a agosto y 6,2% en relación al mismo mes de 2010 (11). Como reseña el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), desde hace varios meses la economía brasileña se está desacelerando y en el tercer trimestre no creció, estimándose que al final de año el PIB sea de 3,2%. Ante esta cruda realidad el gobierno de Dilma Rousseff decidió recurrir a la tradicional receta monetarista de la devaluación para intentar recuperar el terreno competitivo que viene perdiendo desde 2008, fue así como en unos pocos días de septiembre el real se depreció un 20% con respecto al dólar, pasando de 1,59 reales por dólar a 1,90 (11).
El efecto de esta medida sobre la economía argentina se sintió prácticamente en el acto: “en septiembre, las exportaciones a Brasil aumentaron sólo el 5,9%, mientras las importaciones crecieron el 18,1%, acrecentando el déficit comercial argentino” (11). La pérdida de valor del real generó, lógicamente, la revalorización del peso argentino con respecto a la moneda brasileña y la consecuente pérdida de competitividad del mismo. “En septiembre, el peso argentino perdió 4,5 por ciento de su competitividad relativa contra una canasta de monedas, y en octubre profundizó otro 0,5 por ciento. Si se compara la evolución contra el real brasileño, la situación es menos favorable. La moneda argentina se apreció 8,3% en septiembre y 0,5% en octubre” (8). Pero no es la depreciación del real lo que más preocupa al gobierno argentino sino la propia ralentización de la economía brasileña que absorbe, como dijimos antes, el 21% de las exportaciones. Según los analistas burgueses, “por cada punto de desaceleración de Brasil, las exportaciones argentinas se reducen en unos US$ 700 millones, sobre todo las ventas industriales” (12). En ese fatídico mes de septiembre la producción automotriz argentina cayó 5,5% y las exportaciones 19,3% con respecto al mes anterior (11), situación que continuó agravándose en el mes de octubre con un nuevo descenso de 8,4% en la fabricación de automotores (13). Hasta ese momento la economía registraba un crecimiento de 5,8%. Por otra parte, esta desaceleración económica estimuló también la fuga de capitales que venía en aumento desde comienzo del año y que se situó en US$ 18.351 millones para el tercer trimestre de 2011 (14). La reacción del gobierno peronista fue subir las tasas de interés y establecer restricciones a la compra de divisas, con lo cual ha terminado cayendo, una vez más, en la típica contradicción de intentar ponerle controles al incontrolable capitalismo. El resultado hasta ahora, más allá del lógico freno momentáneo a la compra de divisas, ha sido una caída en la inversión y el consumo producto del encarecimiento del crédito. La crisis capitalista mundial ha atravesado la puerta “blindada” de la economía argentina y todo parece indicar que llegó para quedarse, con lo cual la desaceleración seguramente continuará en 2012, incrementando el riesgo de una recesión a pesar de los “optimistas” informes del desacreditado INDEC. De acuerdo a la ley de Presupuesto de 2012, el gobierno ha estimado un PIB de 5,1% para dicho año (15).
Una reelección lógica
En diciembre de 2001 se producía la rebelión de las masas argentinas luego de varios años de soportar las políticas capitalistas de corte neo liberal que habían impuesto los dos gobiernos peronistas de Carlos Menem, continuados por el radical Fernando De la Rúa, con el auspicio del FMI, y que habían llevado al país a la quiebra. Con más de la mitad de la población en situación de pobreza y casi un 20% viviendo en la indigencia, con un 25% de desempleo, las masas terminaron de perder la paciencia y salieron a la calle derrocando al inepto gobierno de De la Rúa y poniendo a tambalear al propio régimen burgués. Después de un año y medio de inestabilidad política, y donde la falta de una dirección revolucionaria le impidió al pueblo argentino llegar más lejos en su lucha, fue nuevamente el peronismo el que terminó salvando a la burguesía y regenerando su régimen. El entonces casi desconocido gobernador de la provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner, un político inteligente y audaz, desempolvó el discurso más progresista del peronismo, el del empleo y la justicia social, al cual agregó la defensa de los derechos humanos y el castigo a los represores de la última dictadura militar, logrando con ello, y ante la ausencia de mejores alternativas, capitalizar buena parte del descontento popular existente en aquel momento. Luego, Kirchner contó con unas condiciones objetivas favorables a partir de los buenos precios de las materias primas agrícolas y del crecimiento de las economías asiáticas, lo cual, además del comercio con Brasil, como ya vimos, han jugado el papel de locomotora de la economía argentina. Esta situación le permitió enderezar el cauce de la economía generando un crecimiento sostenido cercano al 10% anual en los 8 años de gobierno kirchnerista (los 4 de Néstor y los 4 de su esposa Cristina) para un total de 78%. Otro tanto ha ocurrido con el empleo, desde 2003 hasta la fecha se han creado unos 3 millones de puestos de trabajo, reduciendo aquel 25% de 2001 al 7,5% actual. Según el INDEC desde 2007 a 2011, primer gobierno de Cristina Fernández, el salario promedio de los trabajadores formales subió 130% y el de los informales 173% (16). Paralelo con esto, también se ha manejado la política de los subsidios estatales hacia los más pobres y la facilidad del crédito para la pequeña burguesía, con lo cual se logró un alto consumo interno que ha estado contribuyendo con tres cuartos del crecimiento del PIB.
Curiosamente, en las elecciones presidenciales del 23 de octubre de 2011 se enfrentaron muchos de los actores políticos que tuvieron protagonismo o estuvieron relacionados de alguna forma con el Argentinazo de 2001. Cristina Fernández, presidenta en ejercicio, viuda y continuadora del proyecto de Néstor Kirchner, con los resultados que acabamos de enumerar en la mano, se enfrentaba a los radicales que no pudieron concluir, por manifiesta incapacidad, sus 2 gobiernos posteriores a la dictadura y a cuyo último presidente se lo identifica como principal responsable de la crisis que condujo al Argentinazo y de la represión desatada; a un Eduardo Duhalde, representante del ala de derecha del peronismo, presidente designado por el parlamento burgués para culminar el período de De la Rúa, represor durante el año 2002; a Alberto Rodríguez Saá, también peronista, hermano de Adolfo quien fuera presidente provisional por una semana luego de la caída de De la Rúa; a Elisa Carrió, furibunda antiperonista, representante de los sectores más retardatarios de la burguesía y que ganara notoriedad durante el Argentinazo por su oportunista discurso contra la corrupción; al “trotskista” Jorge Altamira, que encabezó un frente de sectas de izquierda de triste participación durante los hechos de diciembre de 2001 y a posteriori; y finalmente, al socialdemócrata Hermes Binner, intendente de la ciudad de Rosario durante el 2001, y seguramente el menos involucrado en los hechos de aquellos días. El resultado de este desigual combate electoral era más que obvio y ya se había vislumbrado en las primarias de agosto, terminando de confirmarse el 23 de octubre cuando Cristina Fernández resultó reelecta con el 54,11% de los votos, sacándole una diferencia de 37,31% al segundo, Hermes Binner, y 8,23% a todos sus rivales juntos. Como bien se analizaba en un artículo periodístico de esos días, “La contundente victoria de Cristina Kirchner, mucho tiene que ver con el 2001/2002 y la acertada comprensión que tuvieron junto con Néstor Kirchner, de su característica disruptiva en la sociedad argentina. Ese período aciago, marcó un antes y un después en la historia del país…Lo que la gente acaba de votar masivamente es, fundamentalmente, que no quiere correr ningún riesgo de volver hacia allí. Que tienen la intención, en primera instancia, de preservar lo conseguido. Y, en segundo lugar, la esperanza de continuar mejorando. El punto neurálgico es, sin dudas, el empleo. La Argentina pasó de aquel 25% de desempleo, al actual 7,3%. Si hay empleo, hay salario. Si hay salario, hay consumo” (17).
Es más que evidente que, en la medida que los ingresos económicos se lo han permitido, el gobierno argentino ha tratado de desarrollar una política de neto corte socialdemócrata de paz social basada en la creación de empleos y otorgamiento de subsidios para las clases bajas, por un lado, impulso del crédito a la clase media, por otro, y garantías a la burguesía para que continúe con su acumulación de capital. En definitiva, una política muy similar a la que se adelanta en otros países sudamericanos con gobiernos también de tendencia socialdemócrata como Brasil y Uruguay e, inclusive, a la de aquéllos con gobiernos teóricamente más a la izquierda como Venezuela, Ecuador y Bolivia, a los cuales muchas veces lo único que pareciera diferenciarlos es el discurso más radical de un Hugo Chávez en contraposición con el más comedido de Cristina Fernández. Sin embargo, al igual que ocurre en estos últimos países que han estado viviendo procesos revolucionarios, en la medida que se mantiene el sistema capitalista, algo que nunca ha sido puesto en duda por el peronismo, también persisten y tienden a reproducirse las lacras y los grandes desequilibrios que el mismo sistema genera. Es así como a pesar de la mejora en los índice del empleo y de los ingresos de los sectores sociales más desfavorecidos, “el 7% de la población concentra el 25% de la renta, y tiene un ingreso familiar promedio mensual 35 veces superior al del 15% más bajo” (17), situación que se corresponde con el hecho que el 40% de los argentinos reciben sólo el 13% de la renta pública (18). Otro dato significativo es el aumento de la población que vive en las barriadas pobres, que en el caso de Buenos Aires creció un 52,3% desde 2001 (19). En cuanto al empleo ocurre un caso similar al de Venezuela, si bien las cifras oficiales del INDEC indican que el desempleo viene cayendo: 8,4% en 2009, 7,4% en 2010 y 7,2% en 2011, también es cierto que el 34,2% de quienes se encuentran trabajando lo hacen en condiciones de precariedad o de trabajo en “negro”, es decir sin ningún beneficio social como jubilación, cobertura gremial, obra social, etc. (20), mientras que el 60% de los que tienen un empleo formal o en “blanco” ganan menos de US$ 750 mensuales con una canasta familiar que incluye bienes y servicios medios rondando los US$ 1.000 (21). Algo similar ocurre con los índices de pobreza, ya que según el INDEC la misma bajó de 12% en 2010 a 8,3% al final del primer semestre de 2011, sin embargo, según sectores de la iglesia católica que hacen trabajo social en las barriadas el número real de pobres se encuentra cercano al 20%.
Un movimiento que busca romper los amarres
Por su parte, la clase obrera, luego de ser la principal víctima de las medidas económicas implementadas por los sucesivos gobiernos burgueses encabezados por el radical Alfonsín, el peronista Menem y el radical De la Rúa, que la sumieron en una situación desesperada teniendo que soportar un desempleo de 25% e índices de pobreza superiores al 50%, neutralizada su participación como clase durante el Argentinazo por la burocracia sindical mafiosa que dirige al movimiento obrero, apoyó a Néstor Kirchner, al igual que el resto de los sectores populares, a partir del cambio de discurso y de rumbo que éste le dio al régimen burgués.
Como veíamos antes, la reivindicación de las viejas banderas sociales del peronismo, fundamentalmente, la creación de empleo y la política social de subsidios, a los que se agregaron la recuperación salarial a través del restablecimiento de las paritarias y los convenios colectivos, le valieron a Kirchner este apoyo de una parte importante de la clase obrera que explican, además, las muestras de dolor que generó su fallecimiento en el sector. De esta forma se restableció la tradicional colaboración que casi siempre ha existido entre los gobiernos peronistas y la burocracia sindical que controla la CGT y que se había fracturado durante el último gobierno menemista. Por un lado Hugo Moyano, secretario general de la CGT, le brindaba un respaldo incondicional a Kirchner en sus choques con los sectores más retrógrados de la burguesía, además de servir de dique de contención de las aspiraciones de la clase a mayores reivindicaciones, y por otro, Kirchner le garantizaba a Moyano el control y manejo de las Obras Sociales y los fondos sindicales, entre otros. Sin embargo, como ya hemos visto, la permanencia del sistema de producción capitalista ha propiciado que, junto con el crecimiento económico de estos años, también creciera la desigualdad social. Mientras la burguesía ha resultado, como de costumbre, la principal beneficiaria de esta bonanza económica, el proletariado ve como día a día sus escasos ingresos se reducen con una inflación endémica de dos dígitos, a lo cual hay que agregar el alto índice que existe de trabajo tercerizado. Evidentemente, el mayor problema de la clase obrera continúa siendo la dirección corrompida que controla sus organizaciones sindicales, verdaderos empresarios que se enriquecen de negociar con la fuerza de trabajo. No obstante el desprestigio y rechazo de esta mafia sindical es muy grande actualmente en el seno de la clase obrera y está propiciado el surgimiento de nuevos sindicatos y dirigentes enmarcados en lo que podría considerarse una “corriente heterogénea, incipiente y minoritaria”. Varias de las luchas obreras de estos últimos tiempos han estado dirigidas por estos nuevos sectores sindicales: “En la multinacional Kraft, una larga lucha articuló las demandas mínimas con la defensa de los delegados por sector y una comisión interna antiburocrática. Se destaca la gesta de los trabajadores de los subterráneos de la Capital Federal, que desde abajo han organizado e impuesto el nuevo sindicato del subte, quebrando el triple veto de la Unión Tranviarios de Argentina (UTA), la CGT y el Ministerio de Trabajo de la Nación. Silenciadas en general por la prensa, en numerosas luchas han surgido organizaciones ad hoc o autoconvocadas a través de las cuales las bases desbordan en determinados momentos el boicot de los aparatos sindicales. Todo esto constituye una plétora de experiencias y luchas diversas, que plantea el desafío de reconocer esa diversidad para, con ella y desde ella, construir una común voluntad emancipadora” (22) .Un dato interesante a tener en cuenta es que “más de la mitad de los trabajadores no tiene filiación sindical y, lo que tal vez sea peor, en que en la abrumadora mayoría de los lugares de trabajo no existen delegados ni forma alguna de organización gremial” (22).
Volver al “capitalismo en serio”
Está bastante claro que el año 2012 no será para la economía argentina lo que fue el 2011 y mucho menos el 2010. Como ya comentamos, la crisis capitalista mundial ha atravesado el supuesto “blindaje” de las economías sudamericanas y las está ralentizando, aún así, la CEPAL pronostica un crecimiento todavía importante para la región en comparación con lo que se estima para el resto del mundo. En el caso de Argentina, el PIB para 2012 se ha estimado, como veíamos, en un 5,1%, sin embargo, el gobierno de Cristina Fernández, altamente dependiente de las exportaciones agrícolas a China y de automóviles y manufacturas a Brasil, no las va a tener todas consigo, tendrá que lidiar con un precio de la soja que viene en baja, con una salida de capitales que, en mayor o menor medida, se ha mantenido casi constante y pudiera recrudecer, con una moneda que debería devaluar para poder competir pero que debe manejar con cuidado para que no se le termine de disparar la ya de por sí alta inflación, etc. Se estima que el balance comercial para 2012 tendrá un superávit de US$ 8.000 millones en comparación con los US$ 10.000 millones de 2011 (23). Sin la perspectiva de un colchón de ingresos tan bueno como hasta ahora, la burocracia peronista está apostando por aumentar la carga impositiva y, en ese sentido, ya ha aprobado un paquete de leyes donde se encuentra la ley de Ganancias, entre otras. Paralelamente, la clase trabajadora con toda seguridad luchará por tratar de mejorar su situación económica que, como ya dijimos, se ha venido deteriorando permanentemente a raíz de la inflación, y que ve que, a pesar de los altos ingresos que está teniendo el país, su condición social se mantiene precaria. Inclusive, la burocracia sindical, principal mediatizadora de las luchas obreras, está tratando de sacar ventaja de la situación y ha planteando el tema del “reparto de ganancias” con los capitalistas, algo que, entre otras cosas, ha distanciado momentáneamente a Hugo Moyano de Cristina Fernández. A pesar de este panorama incierto, la presidenta peronista se animó a presentar el modelo económico argentino como ejemplo a seguir por las quebradas economías europeas, además de proponerle a los capitalistas del G20 el regreso a las raíces del verdadero capitalismo, o “capitalismo en serio”, donde se controle al “anarco capitalismo financiero” de los bancos (24). Evidentemente, se le hace más fácil a la presidenta defender el capitalismo teniendo un patrimonio superior a los US$ 18 millones. Aunque maneje un discurso en apariencia distinto al de su colega y amigo Hugo Chávez, con su intención de ponerle controles al capitalismo Cristina Fernández termina cayendo en las mismas contradicciones que éste, y es que, sin importar los matices o los enfoques, al final, todas las vertientes del reformismo terminan repitiendo los mismos errores y quedando encerradas en los mismos callejones sin salida.
Notas:(1) http://www.lanacion.com.ar/1409590-anibal-fernandez-reconocio-que-la-argentina-no-esta-blindada
(2) www.buenos-aires.diplo.de/.../Situacin_Econmica_Actual_Download...
(3) EFE - 18/03/2011 http://latercera.com/noticia/negocios/2011/03/655-352424-9-economia-argentina-crecio-92-en-2010.shtml
(5) 29/07/11 - www.aporrea.org/internacionales/n185649.html
(8) “A un mes del cierre del 2011, la caída en el precio de la soja y la depreciación del real brasileño encendieron luces amarillas en el país, ya que la evolución de estos dos activos fue y será clave para el futuro de la economía argentina. Se trata de dos variables que dependen de factores externos. La oleaginosa, que nutre de dólares al país por la vía del comercio internacional, cerró noviembre a 415,7 dólares por cada tonelada en el Mercado de Chicago. Este precio significó una caída de 6,3 por ciento en el mes, 28 dólares por tonelada, y de 18,8 por ciento en el año, 96 dólares por cada tonelada. La consultora Finsoport calculó en un informe que en los últimos meses las cotizaciones FOB del maíz, del trigo y de la soja disminuyeron entre 10 y 20 por ciento desde agosto de 2011. ‘Si este nivel se mantuviera a lo largo del 2012 los efectos sobre las exportaciones y los ingresos fiscales –retenciones o derechos de exportación, tal su verdadero nombre– serían menores’, anticipó. Pero dijo que si se repite la caída que registraron los granos en la primera fase de la crisis internacional (30/40 por ciento) tendría ‘efectos negativos muy graves sobre la economía argentina’. En el primer caso, las exportaciones agroindustriales caerían 1.000 millones de dólares en 2012, mientras las retenciones mermarían en 400 millones. Sin embargo, en la segunda hipótesis de mayores pérdidas para los granos, las exportaciones disminuirían 7.000 millones de dólares en 2012 y los ingresos por retenciones cederían 2.200 millones, con un mayor impacto para las cuentas públicas. http://www.elciudadanoweb.com/?p=269651
(9) “La opinión de los especialistas: En diálogo con La Política Online, el titular de Agripac Consultores, Pablo Adreani, dijo que ‘hoy por hoy hay una indefinición de la crisis europea que empieza a generar una corrida de fondos que afecta inevitablemente al mercado de granos’. ‘El mercado sojero argentino empieza a ver un comportamiento con cierto divorcio del extranjero por la sintonía fina que implementa el Gobierno. Hay un escenario que marca las necesidades de las fábricas para completar planes de molienda en marzo’, agregó. Para el presidente del Centro de Corredores, Mario Marincovich, ‘los mercados están a la espera de lo que ocurra con las reuniones políticas en Europa, que si bien se fueron arreglando parcialmente algunos objetivos, los sectores financieros todavía no lo interpretan así’. ‘En la medida que pueda recuperarse el sector financiero mundial, tenemos expectativas de que podemos estar muy cerca del piso de precios agrícolas’, indicó Marincovich, y añadió que ‘las bajas están dadas principalmente por el debilitamiento del euro’. El dirigente y productor agropecuario Roberto Campi opinó que ‘el escenario es muy complicado: precios en baja, costos de producción, de vida e impositivos en alza, y un Ministro de Agricultura al que se le ve poca cintura para aportar soluciones’. ‘Estamos mal, y si a eso le sumamos las señales de seguir profundizando el modelo de transferir recursos del campo a la agroindustria, y al gasto público, vemos que nos espera una campaña 2011/12 muy complicada’, disparó Campi a LPO”. http://www.derf.com.ar/despachos.asp?cod_des=458755
(11) http://www.clarin.com/economia/reflejos-crisis-sienten-Argentina_0_569343279.html
(12) http://www.ieco.clarin.com/economia/Brasil-enciende-amarillas-condicionan-Argentina_0_560944129.html
(13) “La economía argentina venía sintiendo hace meses los efectos de la crisis internacional, del retroceso de la producción en Brasil y de la fuga de capitales. Ahora se le sumó la suba de la tasa de interés y las restricciones a la compra de divisas, y algunos sectores empezaron a declinar más. Así, el crecimiento sigue. Pero lo hace a un ritmo marcadamente menor que en 2010. Hasta setiembre, la actividad general acumuló una suba del 5,8%, según al último informe de Orlando Ferreres y Asociados. Es un buen guarismo, pero por debajo del 7,5% del repunte de 201 0. Y, agregan, ‘se espera que, en el último trimestre del año, la desaceleración que ya está manifestándose en la producción industrial y diversos factores externos podrían generar un menor ritmo de crecimiento económico’. Un dato adicional: en el caso específico de la inversión, dicen, ‘la desaceleración de la dinámica ascendente evidenciada durante setiembre estaría vinculada fundamentalmente a la creciente demanda de dólares’. Y agrega que, de seguir la salida de capitales, la inversión caería aún más. Los últimos datos del INDEC (setiembre) muestran que la industria seguía creciendo (5,1%). Pero aquí a la mitad del ritmo del año pasado y con tendencia descendente. Así, de crecer el 9,2% en el primer trimestre de 2011, se pasó a un 8,5% en el segundo y al 5,7% en el tercero. Un informe de la Federación Industrial de Santa Fe marca que hay ‘algunas señales de desaceleración en el ritmo de expansión en determinados sectores fabriles’, como ‘las industrias siderúrgica, automotriz y aceitera. El sector frigorífico continúa mostrando importantes recortes en su nivel de producción. También se observa indicios de ralentización en la demanda externa de manufacturas agropecuarias e industriales’.Ya con datos de octubre, la producción automotriz, que continúa siendo el sector más dinámico, mostró una caída del 8,4% respecto de setiembre, que a su vez había caído 5,5% en relación a agosto. Del pico de 84.655 unidades producidas en agosto, en octubre se fabricaron 73.237, un 13,5% menos. En gran parte eso se debió a la menor demanda brasileña, y a la falta de algunos insumos por restricciones a las importaciones. Esta situación explica que algunas empresas hayan anticipado vacaciones o aplicaron suspensiones a parte del personal. Más que la depreciación del real, lo que está afectando a la Argentina es la menor actividad brasileña. En setiembre, la producción industrial allí retrocedió 2%, según el Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística. La caída fue impulsada por el sector automotor y de bienes de capital. A su vez, en octubre, las ventas de vehículos en Brasil que, en una buena medida son producidos en la Argentina, cayeron un 10 %, de acuerdo a la asociación de concesionarias, Fenabrave. Así, el escenario de menor crecimiento de la economía argentina se explica por el contexto internacional adverso, pero se agravó por la salida de capitales y el encarecimiento del crédito. La fuga de divisas y el atesoramiento de dólares fuera del sistema tuvieron un efecto contractivo al restar fondos al consumo y a la inversión. Y restringieron la liquidez de los bancos. Eso se sumó a que, para disuadir el pase al dólar, el Gobierno impulsó una suba de la tasa de interés, que para grandes depósitos superó 20%. Esto, para la consultora Ecolatina, ‘terminará por encarecer el crédito, elemento que afectará la dinámica del nivel de actividad. El endurecimiento de las condiciones crediticias -abunda- no resultará inocuo para la evolución de la demanda agregada’, sobre todo en sectores ‘sensibles’ como autos y electrodomésticos. En este contexto, el control y las restricciones a la adquisición de dólares afectaron a algunas actividades altamente dolarizadas, como la compra-venta de inmuebles que se hacen en ‘dólares físicos’. Aunque la construcción sigue avanzando, en el sector admiten que muchos compradores desistieron de concretar operaciones por temor a no conseguir los dólares a la hora de la escritura o porque esperan que los precios en dólares se reduzcan, o concretaron la compra en pesos tomados al ‘cambio paralelo’. En base a estos y otros indicadores, el Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Di Tella sostuvo que de los últimos relevamientos se desprende ‘una desaceleración en el crecimiento de la actividad económica para los próximos meses’. Va más allá, y agrega que ‘la probabilidad de entrar en recesión se eleva considerablemente con respecto a agosto y se ubica en torno al 70%’. http://www.clarin.com/economia/economia-sigue-creciendo_0_586141440.html
(14) http://www.ieco.clarin.com/economia/Cristina-anticipo-economia-tercer-trimestre_0_609539270.html
(15) http://www.ieco.clarin.com/economia/capitales-alcanzo-US-millones-octubre_0_601140129.html
(17) http://www.ieco.clarin.com/economia/Votar-bolsillo-ahora-hora-ciudadano-consumidor_0_578342259.html
(19) http://www.clarin.com/ciudades/capital_federal/poblacion-villas-crecio-ciento_0_550145018.html
(20) http://www.ieco.clarin.com/economia/INDEC-empleo-negro-afecta-trabajadores_0_609539274.html
(21) http://www.ieco.clarin.com/economia/trabajadores-blanco-cobra_0_602939911.html
(23) http://www.ieco.clarin.com/economia/controles-quieto-inicio-nuevo-mandato_0_609539088.html
(24) “Ante el congreso de empresarios del G-20 en Cannes, dijo que ella propone ‘volver a un capitalismo en serio’. Y volvió a reclamar mayores controles sobre los bancos de inversión y las calificadoras de riesgo. Ante un grupo de empresarios y en lo que sería una anticipo de las posturas que expondrá en el G-20, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner llamó hoy a poner fin al ‘anarco-capitalismo financiero’ actual y volvió a reclamar mayores controles sobre los bancos de inversión y las calificadoras de riesgo para que el mundo vuelva a ‘un capitalismo en serio’. Esta mañana en Cannes, la presidenta habló ante los empresarios que participan de la cumbre del B-20, una reunión paralela a la de los mandatarios del G-20, que reúne a las naciones más industrializadas del planeta y a un grupo de países en desarrollo. ‘Lo que estoy proponiendo –dijo Cristina ante los empresarios- es volver al capitalismo en serio, porque esto que estamos viviendo, señores, no es capitalismo. Esto es un anarco-capitalismo financiero total, donde nadie controla a nadie’. Las declaraciones de la mandataria fueron aplaudidas por una parte del centenar de personas que presenciaban una mesa redonda sobre ‘desarrollo y seguridad alimentaria’ en una reunión del B-20 que se desarrolló justo antes del inicio formal de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno. En su exposición, reclamó además a ‘los que lideran el mundo’ a que no se limiten ‘a ver en qué gasta cada país las cosas’ sin que apunten sobre todo a controlar ‘qué hace cada banco de inversión, qué hace cada calificadora’ de riesgo, tras lo cual resaltó cada movimiento brusco de los mercados bursátiles permite a ‘ganar fortunas’ a gente que está ‘sentada en un escritorio manejando una computadora’. ‘¿Cómo vamos a hacer para que vuelva a crecer la economía si no hay consumo?’, preguntó. ‘El capitalismo es eso, que la gente consuma y que ustedes los empresarios vendan cada vez más. Este es el tema. Esto es lo que está fallando’, insistió”. (Fuente: AFP) http://www.ieco.clarin.com/economia/G-20-Cristina-terminar-anarco-capitalismo-financiero_0_584341741.html