Debatamos con claridad, método y honestidad
Contestar a la JIR servirá no sólo para explicar mejor nuestra postura respecto a la coyuntura electoral del pasado 7 de Mayo en la UCV sino además, al contestar las falsificaciones y manipulaciones que este grupo estudiantil ha escrito sobre nuestra tendencia, para presentar adecuadamente el verdadero método que debemos usar los Marxistas que deseamos un debate honesto, recordar las definiciones de algunos términos que hemos empleado en nuestros artículos y, sobre todo, para recordar el verdadero espíritu de los escritos de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.
Debatamos con método: Los Marxistas y Venezuela
En la marcha del 1º de Mayo veíamos que el compañero Ángel Arias, de la JIR, publicaba en su periódico Prensa Luchadora un artículo en el quería “polemizar con las posiciones que asumen los compañeros de la Corriente Marxista Revolucionaria (CMR), con quienes mantenemos varios acuerdos sobre la política nacional (…)” (Ángel Arias, Nuestras diferencias con la “Corriente Marxista Revolucionaria (Parte I), Prensa Luchadora, No 2, 26 Abril 2004). Hasta acá todo bien. Los Marxistas siempre estamos abiertos al debate ya que ésta es una de las vías para ayudar en la formación de nuestros camaradas y fortalecer las ideas del Marxismo revolucionario. Por eso, estamos completamente de acuerdo cuando el compañero Ángel señala que el debate servirá “para lograr avanzar en la clarificación de las tareas de quienes nos reclamamos socialistas revolucionarios” (Ibíd.). Pero para que una discusión pueda servir para esto es imprescindible que ésta se haga con claridad, método y honestidad.
Cuando se desea polemizar sobre las posturas de otros compañeros o camaradas, los Marxistas no debemos caer en el error de anteponer nuestra interpretación personal a lo que realmente ha escrito la otra persona. El error de citar frases incompletas, dándole prioridad a nuestra interpretación o sacando citas fuera de contexto señalan una falta de método que debe ser corregida, pues se corre el peligro de que se convierta en un método deshonesto, propio de estalinistas e “intelectuales” burgueses y no de compañeros revolucionarios.
Suponemos que por limitaciones de espacio, propias de un artículo en la prensa escrita, el compañero Ángel ha presentado en el artículo antes citado una serie de citas incompletas y dado preferencia a su interpretación personal (o de la JIR) sobre nuestros textos en lugar de presentar párrafos completos y desde ahí empezar la discusión. Por ejemplo, esto ocurre cuando cita una parte de nuestro volante del 24 de Febrero titulado “Ante la creciente intervención del imperialismo yanki y una posible nueva ofensiva contrarrevolucionaria: DERROTÉMOSLES PROFUNDIZANDO LA REVOLUCIÓN” en el que se está discutiendo sobre la importancia de las asambleas populares. El compañero dice que
“Cuando se trata de las propuestas [de la CMR] para enfrentar el golpismo de la derecha, en sus planteamiento sobre impulsar asambleas populares y ‘comités de defensa de la revolución’, además de tareas en las que estamos de acuerdo (armamento del pueblo, defensa del gobierno, etc) plantean que ‘si se creasen… podríamos evitar la presencia de nuevos Miquilenas rodeando al Presidente’ así como para cuidarlo del magnicidio.” (A. Arias, Ibíd.)
¿Asambleas Populares para evitar el magnicidio? Veamos qué dice el párrafo completo al cual se hace mención:
“Si se creasen asambleas populares en todos los ámbitos y estos Comités en defensa de la Revolución elegidos por ellas se coordinasen en asambleas locales, estadales y nacionales podríamos evitar la presencia de nuevos Miquilenas rodeando al Presidente (algo que hoy, cuando la carta del magnicidio es una de las que le queda al imperialismo, es más peligrosos si cabe) y tener un órgano controlado permanentemente desde abajo por el pueblo que respondiese en todo momento únicamente a la voluntad del soberano y le diese a todo el proceso la dirección que el pueblo decida en cada momento, haciendo realidad la democracia participativa y protagónica.” (CMR, “Volante 24/Febrero/2004)
Creo que leyendo el párrafo completo, y no una apreciación particular, el lector podrá ver que entre las tareas de las Asambleas Populares que estamos planteando no está resaltada la de evitar el magnicidio, sino que se menciona como “una de las [cartas] que le queda al imperialismo”. Las Asambleas Populares deben órganos de poder popular y obrero, y las tareas que ellas decidan llevar adelante serán debatidas y decididas por ellas. Nosotros, como Marxistas, podemos (y debemos) intervenir en ellas, defendiendo nuestras ideas y programa, pero no podemos pretender imponer simplemente nuestra línea sin haber ganado previamente a la mayoría para nuestras ideas.
Por otro lado, menospreciar el peligro del magnicidio en estos momentos de asedio al proceso revolucionario venezolano deja ver que los compañeros lamentablemente no han podido entender el papel que juega la figura de Chávez en la actualidad. Como indica el camarada Alan Woods, “El Marxismo nunca ha negado el papel del individuo en la historia, y los individuos o grupos de individuos pueden jugar un papel absolutamente decisivo en determinadas coyunturas del proceso histórico.” (Alan Woods, Los Marxistas y la Revolución Venezolana, 4/Mayo/2004). Chávez juega un papel de agente aglutinante de las masas empobrecidas y explotadas que están hartos de lo que han vivido por muchos años y que desean un cambio. Ven en el presidente a un hombre como ellos, que se expresa como ellos y ven reflejadas sus esperanzas en él.
El camarada Alan comenta que “En ausencia de un partido marxista revolucionario de masas, las fuerzas de la revolución se han congregado alrededor de Chávez y el Movimiento Bolivariano. Hugo Chávez es el hombre en el centro de la tormenta. No importa lo que se piense sobre este hombre, él ha roto la presa y abierto las compuertas. (…) Por primera vez en los casi doscientos años de historia de Venezuela, las masas sienten que el gobierno está en manos de personas que desean defender sus intereses. En el pasado, el gobierno siempre era un poder ajeno que se presentaba en contra de ellas. Las masas no quieren el regreso de los viejos partidos corruptos. Las masas, los habitantes de los barrios pobres, los desempleados, trabajadores, campesinos, indígenas, negros, han salido de su apatía y se han puesto de pie. Han descubierto que la vida tiene un nuevo significado, una nueva esperanza. De la noche a la mañana, se han convertido en chavistas, aunque no comprendan muy bien qué significa esto.
“Quizá las masas sólo tienen una idea muy vaga de lo que realmente quieren, pero sí tienen muy clara la idea de lo que no quieren. No quieren el regreso del viejo orden, los antiguos partidos y viejos dirigentes burgueses. Han podido probar de lo que significa ser libres y no desean regresar a la vieja esclavitud. Con cada fibra de su ser añoran un cambio fundamental de sus condiciones de vida. Para ellos, esto es lo que significa el chavismo. Y este gran sueño de cambio en sus vidas, en su mente se resume en un solo hombre: Hugo Chávez.” (A. Woods, Ibíd.)
Por supuesto que esto no quiere decir que Chávez sea imprescindible, él mismo ha insistido en muchas ocasiones que esto no es así. Pero claramente para la reacción y el imperialismo sería un sueño hecho realidad sacarlo de escena en estos momentos. Menospreciar el papel que juega actualmente Chávez equivale en realidad a hacerle un favor a la reacción.
Volviendo al tema de las Asambleas Populares, en ese volante comentábamos que: “Las asambleas populares y los comités elegidos y revocables por ellas también nos parecen el mejor modo de organizar y ampliar la participación de los trabajadores y las comunidades en la gestión de los asuntos de cada comunidad, barrio, etc. desde organizar cocinas comunitarias o afrontar los problemas de inseguridad ciudadana, falta de vivienda, etc. hasta la aplicación de las misiones que impulsa el gobierno o la extensión de los reservistas y su organización por barrios, fábricas, etc. controlando su adiestramiento y organizando cuerpos de autodefensa bajo el control el movimiento de masas que estén preparados para poder responder rápidamente a cualquier ofensiva contrarrevolucionaria en cuanto se presente.” (CMR, Ibíd.) Y luego más adelante: “La organización en asambleas y mediante comités de representantes elegidos y revocables evitaría la toma de decisiones burocráticas, la corrupción, el quintacolumnismo y otros males que sufrimos día a día y que representan una amenaza contra este proceso revolucionario” (CMR, “Ibíd..). Esperamos que esto le aclare un poco al lector las tareas que defendemos para las Asambleas Populares.
Por otro lado, el compañero Ángel se limita a citar un solo número de nuestro periódico trisemanal El Topo Obrero. Esto, obviamente, no permite dar un panorama completo de los planteamientos que hacemos los camaradas de la CMR y el lector queda dependiendo enteramente de la interpretación que hace el compañero Ángel sobre nuestras posturas sin poder comprobar si sus afirmaciones son ciertas o no. Esto sucede, por ejemplo, cuando el compañero critica lo que él considera nuestra postura frente al problema del Estado burgués en Venezuela:
“Así mismo afirman que la creación de esos organismos [asambleas populares y comités de defensa de la revolución] ‘evitaría la toma de decisiones burocráticas, la corrupción, el quinta columnismo y otros males que sufrimos día a día…’ sin explicar que el problema de las ‘decisiones burocráticas’ tiene que ver con la lógica del Estado burgués. ¿Qué podrían hacer esos organismos mientras siguen funcionando las instituciones de este Estado? Sólo contraponiendo de manera revolucionaria estos organismos a los del Estado, se pueden evitar ‘estos males’, y eso no es más que la lucha por destruir el Estado burgués e imponer uno proletario, en base a estos organismos del pueblo trabajador. ¡Nada de esto dicen los compañeros” (A. Arias, Ibíd.)
Siempre hemos señalado que uno de los principales frenos a los que se enfrenta el proceso revolucionario en Venezuela es justamente que se ha mantenido la estructura burguesa del Estado, pero no debemos caer en sobre simplificaciones de los términos, ya que debemos recordar que “En períodos normales el Estado está controlado por la clase dominante. Pero en períodos excepcionales, cuando la lucha de clases alcanza su máxima intensidad, el Estado puede adquirir un grado importante de independencia, elevándose por encima de la sociedad. Esta es la situación actual en Venezuela.” (A. Woods, >Ibíd.).
Es claro que la burguesía sigue manteniendo sus hilos con los que controla muchas instituciones estatales. Los ministerios y demás organismos están plagados de contrarrevolucionarios. Esto lo hemos visto, por ejemplo, con las decisiones judiciales que han sido emitidas, como aquella decisión del TSJ sobre las firmas y los reparos: “El día de hoy, la Sala Electoral ha reafirmado a qué intereses obedece y demostrado que los poderes ‘independientes’ en un Estado burgués en realidad son fieles a los designios de la clase dominante y los acólitos locales del imperialismo.” (Camilo López, Nuevo ataque de la contrarrevolución: Esta vez se disfraza de sentencia judicial, 15/Marzo/2004). Esta ha sido una de nuestras principales críticas que hemos planteado no sólo desde nuestra prensa y volantes, sino también en nuestras intervenciones públicas en foros, asambleas y demás actos públicos. Es por ello justamente que en cada ocasión que hemos podido hemos defendido la construcción de estructuras de poder popular y obrero como lo son las Asambleas Populares.
Pero hay que tener cuidado en cómo se plantea la cuestión del Estado, compañero Ángel. La destrucción del Estado burgués no se decreta simplemente, acá no adolecemos de las ilusiones anarquistas. Como Marxistas entendemos que hay que crear estructuras de poder obrero y popular para reemplazar a las estructuras del viejo estado burgués que sigue existiendo actualmente en Venezuela. Pero, ¿cómo se hace esto en concreto? ¿Acaso “la toma de decisiones burocráticas, la corrupción, el quintacolumnismo” no son sólo algunos de los problemas de los que se quejan las masas en cada momento? ¿No han sido éstos problemas los que más pueden movilizar a las masas a organizarse en este tipo de Asambleas? Para que las masas comprendan la necesidad de las asambleas populares como organismos de poder, hay que darles un contenido y una utilidad concreta, vinculada a sus necesidades inmediatas, a sus reivindicaciones más sentidas.
Finalmente, para complementar el análisis sobre el Estado que hacemos los camaradas de la CMR y de nuestra corriente internacional veamos lo que comenta el camarada Alan en su artículo Tesis sobre Revolución y Contra-revolución en Venezuela “72) La cuestión del estado es la más fundamental de todas. El propio presidente se queja del sistemático sabotaje de la burocracia, el sabotaje del parlamento por el filibusterismo de la oposición, los jueces reaccionarios, policías, etc. ¿Cómo puede basarse la revolución en estos viejos burócratas y funcionarios heredados del pasado? ¿Cómo puede confiar en jueces que fueron nombrados por el antiguo régimen? ¿Cómo puede purgarse el viejo estado? ¡Ningún demonio estará dispuesto a cortarse sus garras! Lo que hace falta es tomar una gran escoba y barrer toda esta basura. Un nuevo orden social requiere un nuevo tipo de administración, una administración verdaderamente democrática que proceda del pueblo y que refleje sus deseos y aspiraciones.
“73) El gobierno ha llevado a cabo una purga parcial del estado. Eso es positivo pero no ha ido demasiado lejos. Es necesario remover a todos los conservadores, todos los aliados abiertos y ocultos de la contrarrevolución de los puestos de poder e influencia. Todo el poder debe estar en manos de revolucionarios dedicados cuya lealtad a la causa del pueblo esté fuera de toda duda. Una purga seria sólo se puede hacer desde abajo, y sólo la pueden hacer las propias masas. Las masas están impacientes por actuar, echar a un lado todos los obstáculos que impiden avanzar a la revolución y conseguir todos sus objetivos. La clave del éxito reside en desarrollar y extender el movimiento de masas y darle una forma organizada.
“74) La única forma de llevar hacia delante la revolución es desde abajo. El movimiento de masas debe tener una forma y expresión organizadas. Esto sólo se puede hacer con la creación de comités de acción, elegidos democráticamente en cada centro de trabajo, barrio obrero, oficina, refinería de petróleo y pueblo. Los comités deben unirse a todos los niveles -local, regional y nacionalmente-. Sólo de esta forma se pueden poner las bases para un nuevo poder en la sociedad: el poder obrero.
“75) La primera tarea de los comités es organizar la lucha contra la contrarrevolución. Deberían patrullar los barrios obreros, evitar el crimen y el sabotaje, arrestar a los contrarrevolucionarios y mantener el orden. Deberían tomar el control del transporte y el suministro de comida y otras necesidades básicas, controlar los precios y acabar con la especulación, la corrupción, la explotación y otros abusos, garantizar una distribución justa para todos. De esta forma las masas pueden adquirir experiencia en el control, supervisión, contabilidad y regulación que las preparará para cosas más grandes cuando llegue el momento para ellas de participar en la administración de la sociedad.
“76) La policía metropolitana de Caracas y otras fuerzas policiales controladas por la oposición son conocidas por ser el centro de la actividad contrarrevolucionaria. Están funcionando como un estado dentro del estado, dirigiendo provocaciones contra el gobierno, asesinando a personas y creando caos. Esto es completamente inaceptable. Estas fuerzas reaccionarias deben ser desmanteladas y sustituidas por una milicia popular bajo el control de los comités revolucionarios locales y sindicatos.
77) Defendemos una democracia genuina -una democracia obrera- en las líneas defendidas por Lenin y puestas en práctica por los bolcheviques en 1917: a) elecciones libres y democráticas con derecho a revocación de todos los funcionarios del estado; b) limitación de los salarios de los funcionarios, no deberían recibir un salario superior al de un trabajador calificado, se pueden pagar otros gastos legítimos pero deben estar abiertos para una inspección; c) el armamento de la población, la transformación del ejército en una milicia popular; d) la participación de toda la población en todas las tareas de la administración de la industria, sociedad y estado.”
Considero que ya hemos contestado el primer debate propuesto por el compañero de la JIR y nos parece que queda claro que los camaradas de la CMR no somos en absoluto centristas, sino que vamos de la mano no sólo de las ideas y programa de Marx, Engels, Lenin y Trotsky, sino que además seguimos las tácticas que los grandes revolucionarios han aprendido y desarrollado en todos los años de lucha por el socialismo y la emancipación de la clase obrera. Ahora entremos en el segundo debate.
Sobre las “Reflexiones…”
El artículo que produjo la segundo polémica con los compañeros de JIR fue uno sobre las elecciones en la UCV (H. Albrecht, “Reflexiones sobre las elecciones en la UCV”, 07/Mayo/2004) que escribí rápidamente a tono personal y que fue publicado en nuestro sitio web el pasado 7 de Mayo, el mismo día en que se realizaban dichas elecciones rectorales. Se trata de unas líneas escritas a “vuelo’e pájaro” para introducir el punto de vista defendido por nuestros camaradas en las asambleas estudiantiles que se habían realizado esa semana y que pretendía a la vez comentar sobre las posturas defendidas por los diferentes grupos que habían asistido a dichas asambleas, con la mejor intención de abrir un sano debate. Pero al haber sido escrito un poco a la carrera se cometieron errores, especialmente al no explicar bien algunos términos usados y el por qué se usaban, especialmente lo referido al “ultraizquierdismo”, razón por la cual algunos compañeros de otros grupos se han sentido atacados. Lamento que esa haya sido la impresión que dio ese artículo y pido disculpas a estos compañeros. Por ello, empiezo aclarando un poco por qué se calificó de ultraizquierdista la campaña del voto nulo o voto roto, no en abstracto, sino tomando en cuenta los resultados arrojados por ambas jornadas electorales.
El término ultraizquierdismo tiene un significado claro para los Marxistas, pero también es usado por reformistas y conciliadores (hasta los estalinistas lo han usado a su modo tan particular), para tildar todo lo que les huela a “muy radical”. Efectivamente, como indican los compañeros de JIR “¡Así como tildaban también a Lenin [de ultraizquierdista] los reformistas y mencheviques de su tiempo!” (JIR, Para oponerse a la reacción… ¿votar por la elite profesoral “de izquierda”?: A propósito de las “Reflexiones sobre las elecciones en la UCV”, de la CMR). Pero cuando un Marxista habla de ultraizquierdismo (o de centrismo, sectarismo y demás términos político-científicos) lo hace analizando situaciones concretas y no como sentencias en abstracto. Para un Marxista, el ultraizquierdismo es un reflejo de impaciencia e incluso de inexperiencia y puede ser un error frecuente entre algunos compañeros que se desesperan al ver que las masas no han avanzado en la toma de conciencia a la misma velocidad que ellos. Hay momentos en los que la desesperación por avanzar en la lucha no deja ver que lo que es claro para la vanguardia no necesariamente lo es para las masas, que el ambiente que se respira entre las capas más activas y combativas no necesariamente está en consonancia con el del resto. Éste, lamentablemente, ha sido el caso de muchos grupos estudiantiles en la UCV en lo que respecta las recientes elecciones rectorales (incluidos nosotros en la primera vuelta).
¿Por qué decimos esto? Esta conclusión la sacamos los camaradas de la CMR estudiando los resultados de la primera ronda electoral y viendo que el llamado inicial al voto nulo, que habíamos apoyado para la primera ronda aunque esto no lo mencionan en su artículo los compañeros de JIR, tuvo poca receptividad (menos de 200 votos nulos contra más de 3000 a favor de Marcelo Alfonso). Para la mayoría del estudiantado estaba primero el tratar de evitar que la derecha más rancia y reaccionaria mantuviera su control sobre la universidad. Para las masas, especialmente estudiantiles, el candidato Marcelo Alfonso era una alternativa ante el derechista Antonio Paris, independientemente de que sus esperanzas y expectativas tuviesen o no fundamento. Esta visión se agudizó en la segunda ronda, como lo escribía en el artículo, cuando muchos estudiantes que incluso habían votado nulo en la primera ronda optaron por votar por el candidato chavista (o “fuenmayorista”, según lo califican en su >artículo). La cantidad de votos nulos en la segunda ronda fue mucho menor que en la primera (menos de 130, mientras que los votos por Alfonso superaron los 4000), demostrando justamente que la campaña del voto nulo no tuvo el suficiente eco entre los estudiantes y profesores.
La CMR y la Transformación Universitaria
Los marxistas de la CMR creemos que la transformación de la universidad en un sentido progresista y revolucionario pasa en primer lugar por una democratización real que permita votar a todos los sectores que hacen vida en ella (profesores –sea cual sea su situación laboral- , empleados y estudiantes) y que el voto de todos valga lo mismo. Pero esto es sólo el principio: es imprescindible que todos los representantes y órganos de dirección respondan periódicamente ante asambleas de trabajadores, profesores y estudiantes; que los tres sectores estén representados de forma paritaria en los órganos de gestión y que todos los aspectos de la vida universitaria (presupuestos, pensum, investigación, normas, etc.) sean elaborados con la participación y el control de los tres gremios. También es fundamental que cada cargo electo sea elegible y revocable en todo momento, así como que se abra la universidad a los sectores populares garantizando el derecho de todos los ciudadanos a acceder a la enseñanza superior.
El problema es que en el terreno educativo –como en otros aspectos- dentro del movimiento bolivariano hay puntos de vista contrapuestos que expresan intereses de clase diferentes. Mientras un sector de dirigentes –que en muchos casos ocupan importantes posiciones- cree que hay que frenar la revolución, limitarla al marco del capitalismo y dejar intactas la mayoría de las estructuras burguesas y no ir más allá de algunas pequeñas reformas (en el caso de la universidad ni eso), la gran mayoría de los que apoyamos este proceso pensamos que la revolución debe completarse hasta sustituir el actual Estado por un poder obrero y popular y solucionar los problemas económicos y sociales yendo hacia un sistema económico que esté basado en el control de la economía por parte de la sociedad y la planificación de los recursos en función de las necesidades sociales.
Los camaradas de la CMR participamos en una reunión junto con otros grupos de izquierda de la UCV (Sin Nombres –promotores de la iniciativa-, JIR, ERES, MATO, P´CUE, Integración) para intentar establecer una postura común ante la primera vuelta electoral. Allí defendimos estas ideas que hemos explicado –que coinciden con las de muchos de estos compañeros- y planteamos además que considerábamos la cuestión táctica de qué postura defender en las elecciones (abstención, voto nulo, apoyo a Alfonso), importante por la coyuntura electoral pero secundaria frente al objetivo central que debe ser el construir un frente revolucionario que luche por la transformación de la universidad como parte de la transformación revolucionaria de la sociedad. En esa asamblea apoyamos junto con prácticamente todos los grupos antes citados la opción de pedir el voto nulo.
Los resultados de la primera vuelta mostraron una concentración del voto de la oposición en el candidato más abiertamente identificado con la contrarrevolución, Antonio París, que recogía un 56% de los votos, frente a un 16% de apoyo a Alfonso que quedaba segundo y pasaba a la segunda vuelta. Entre los votos de París había un importante numero de estudiantes (cerca de 10.000), una parte de los cuales había sido movilizada con las habituales tácticas opositoras (clientelismo, chantaje, presiones de diferente tipo) y otra mediante una campaña reiterativa que desde los medios golpistas intentaba utilizar la victoria electoral en la UCV como un arma propagandística para hacer creer a la opinión pública nacional e internacional que la UCV, referencia intelectual nacional, adversa al gobierno de Chávez, todo ello dentro del marco de la campaña de desestabilización contra éste.
Pero adicional a esta concentración del voto de la derecha, varios miles de estudiantes y profesores, independientemente de que se identificasen o no con él, decidieron votar por el candidato chavista y contra el de la oposición movilizados por esta situación, a pesar de que ningún grupo estudiantil de izquierda llamó a votar por Alfonso y la campaña de los partidarios de éste fue bastante pobre.
Para la segunda vuelta los camaradas de la CMR, tras evaluar estos resultados electorales, llevamos a la asamblea con los demás grupos e individualidades con quienes habíamos empezado a conformar ese frente revolucionario estudiantil la propuesta de seguir centrando la propaganda en el objetivo estratégico de transformar la universidad y la sociedad y denunciar el carácter reaccionario de las estructuras, pero pidiendo un voto crítico a Alfonso, es decir, llamando a votar por él frente a París pero dejando claro que rechazábamos las ideas del “fuenmayorismo” y que continuaríamos la lucha por otro modelo de universidad independientemente del resultado electoral.
La situación de la UCV no podía aislarse del contexto general del país y, en nuestra opinión, esa era la táctica que nos permitiría llegar mejor con nuestras posturas revolucionarias, tanto a esos cerca de 5000 estudiantes y profesores que habían decidido cerrar filas votando a Alfonso frente a la ofensiva de la oposición como a los sectores de las masas obreras y populares que estuvieron a la expectativa durante el proceso electoral de lo que ocurría en la UCV.
Apoyo Crítico a candidatos reformistas ¿Oportunismo?
Para los compañeros de JIR parece que cualquier apoyo a un candidato reformista es equivalente a oportunismo, centrismo y todo lo que signifique claudicación a los objetivos revolucionarios. Pero en su >artículo, la JIR no han demostrado que la CMR haya claudicado y cedido a las propuestas incluso reaccionarias del candidato Alfonso. Se han limitado a realizar citas de este profesor sin entrar en ningún momento a lo que debía ser el tema central de la discusión en lo que respecta la coyuntura electoral: Apoyar críticamente a un candidato reformista ¿es oportunismo, es lo mismo que claudicar y abandonar la meta revolucionaria? Como concluye Lenin: “Hay compromisos y compromisos. Es preciso saber analizar la situación y las circunstancias concretas de cada compromiso o de cada variedad de compromiso. Debe aprenderse a distinguir al hombre que ha entregado a los bandidos su bolsa y sus armas para disminuir el mal causado por ellos y facilitar su captura y ejecución, del que da a los bandidos su bolsa y sus armas para participar en el reparto del botín.” (V. I. Lenin, La enfermedad infantil del ‘Izquierdismo’ en el comunismo).
Los compañeros de JIR dicen que “Ni hablar tampoco, de que para escoger al candidato del ‘sector progresista’, estuvimos dando largamente la discusión, en cualquier cantidad de reuniones y asambleas, donde se evidenció que el grueso del estudiantado de avanzada, los trabajadores, y un sector del profesorado progresista, no convalidaba las elecciones en la forma en que se daban, y muchísimo menos, al candidato de Fuenmayor Toro.” (JIR, >Ibíd.). Es claro que para los estudiantes más activos y combativos era evidente que Marcelo Alfonso no era un candidato “nuestro”, un candidato capaz de defender un genuino programa de transformación revolucionaria de la universidad. Pero lamentablemente olvidan, o parecen hacerlo, que lo que es evidente para la vanguardia no necesariamente lo es para las masas. Si bien para el “estudiantado de avanzada” era evidente que Alfonso no representaba ninguna opción que condujese a la transformación universitaria, lo que demostraron ambas jornadas electorales es que para el grueso del estudiantado esto no era evidente.
Los camaradas debemos tener siempre presente que no hay vanguardia si no está trabajando al lado y de la mano de las masas. Como indica Trotsky en su artículo “Sectarismo, Centrismo y la Cuarta Internacional” de 1935, “El sectario ve la vida de la sociedad como una gran escuela, en la que él es el maestro. En su opinión, la clase obrera debería dejar aparte otras cosas menos importantes y sentarse ordenadamente alrededor de su tarima. Entonces la tarea estaría resuelta.” Y el sectarismo es un error que debemos evitar siempre, ya que nos aleja (incluso hasta definitivamente) de las masas si no se corrigen las posturas con honestidad y seriedad.
Ahora entremos a discutir a lo que nos referimos cuando apoyamos críticamente a un candidato “no nuestro”. En el artículo “Reflexiones…” se decía claramente que Alfonso no era un candidato nuestro y de hecho la referencia a llamarlo “de izquierdas” se hizo siempre entre comillas: “Tomando en cuenta que el llamado a voto nulo no tuvo eco deseado entre el estudiantado y a pesar de que el candidato ‘de izquierdas’, Marcelo Alfonso, no nos genera ninguna confianza, nuestra postura es que ante la posibilidad de una victoria de la derecha más pestilente y reaccionaria, la mejor opción era, en lugar del voto nulo, era apoyarlo y continuar la lucha para ganar a la mayoría del estudiantado. A la final, la realidad es que ante las perspectivas de una casi segura victoria de la derecha, victoria que alcanzarán sólo gracias a la estructura segregacionista del conteo de votos, el votar o no por el candidato ‘de gobierno’ resulta lo de menos.” (H. Albrecht, Ibíd.). Pero esto no es lo que se deduce de lo que comentan los compañeros de la JIR en su artículo, ya que desde un principio han sentenciado, sin demostrarlo por supuesto porque sería imposible hacerlo, que la CMR ha cedido ante las postura de este candidato y avala sus posturas.
Apoyar a candidatos reformistas que son percibidos por las masas como una alternativa frente a la derecha y la burguesía no es algo que hayamos inventado los camaradas de la CMR ni los de nuestra corriente internacional. Basta recordar que Lenin llamó al joven Partido Comunista Británico a que se acercara al Partido Laborista. Veamos lo que decía el mismo Lenin al respecto: “Presentaríamos nuestros candidatos en unos pocos escaños absolutamente seguros, es decir, en distritos donde nuestro candidato no daría ningún escaño a los liberales a expensas de los laboristas. Tomaríamos parte en la campaña, distribuyendo panfletos de agitación comunista, y en todas las circunscripciones donde no presentásemos candidatos, llamaríamos al electorado a votar por el candidato laborista y contra los candidatos burgueses.” (V. I. Lenin, Ibíd.)
Y éstas son precisamente las lecciones que los camaradas, no sólo de la CMR sino de toda nuestra corriente internacional, hemos aplicado siempre y en todo momento. No son posiciones “poco leninstas”, como dicen los compañeros de JIR, sino que, como acabamos de ver, son las tácticas que los Marxistas revolucionarios han usado siempre. Finalizando su artículo, sentencian que “Es posible que sean esas mismas posiciones, poco leninistas, las que lleven a que El Militante, en México, forme parte del PRD, un partido de la II Internacional, socialdemócrata y burgués, que formó parte de la trampa de la transición pactada por arriba para la sustitución del PRI, por Vicente Fox y su gobierno. O la política de plantear en España ‘un gobierno PSOE-Izquierda Unida con un programa socialista’, dejando correr y alimentando la esperanza de que un partido burgués e imperialista, va a levantar un programa socialista.” (JIR, >Ibíd.) No solamente la caracterización que hacen estos compañeros es errada, al taparse los ojos frente a la realidad que el PSOE e IU en España y el PRD en México son partidos obreros de masas, como lo son el SPÖ en Austria, el SPD y PDS en Alemania, el PC y PS en Francia, el PC de la Federación Rusa, y así muchos en los que nuestros camaradas hacen trabajo político, luchando implacablemente contra las ideas reformistas de sus dirigentes para poder ganar a sus bases, compuestas de millones de jóvenes y obreros, a las ideas del Marxismo revolucionario. Es claro que dirigentes de estos partidos han traicionado reiteradamente a la clase obrera con sus políticas reformistas (de derechas) y conciliadoras, pero las masas siempre vuelven a sus organizaciones de masas tradicionales.
Esto lo vimos en las recientes elecciones regionales en Francia y las presidenciales en España. Sobre las primeras, comenta el camarada Grez Oxley que “Los partidos de derecha han sufrido una derrota absolutamente aplastante de en las elecciones regionales y cantonales en Francia. Nunca, en toda la historia del país, habían sido erradicados completamente los partidos capitalistas de instituciones elegidas a cualquier nivel. De un total de 22 autoridades regionales, 21 han sido ganados por la izquierda, dejando solamente a la tradicionalmente conservadora Alsacia en las manos de la derecha. Algunas de las regiones han sido ganadas por la izquierda por primera vez. Cada uno de los ministros del gobierno que eran los candidatos en estas elecciones fue derrotado. La “marea roja” también se llevó por delante al anterior presidente de la república, Valéry Giscard d’Estaing, que había reinado sobre la región de Auvergne por los últimos 18 años. La escala de esta derrota, que ha ocurrido a menos de dos años de la subida al poder del gobierno de Raffarin, ha hundido a este último en una profunda crisis que no puede ser superada por simples “recambios” en el gabinete.” (Greg Oxley, Francia: Chirac y Raffarin sufren una aplastante derrota en las elecciones regionales, 30/Marzo/2004)
Y luego más adelante analiza la postura de grupos sectarios que nada entienden de la importancia de trabajar en las organizaciones de masa de la clase obrera: “La verdad es que esta victoria ha ocurrido a pesar de las políticas de la actual dirección de los partidos de izquierda. Cuando la gente trabajadora se mueve en esta clase de escala para derrotar a sus enemigos, ella inevitable acude a sus organizaciones de masa tradicionales, que son las únicas capaces de infligir tal derrota. Los líderes de organizaciones sectarias tales como LO (Lutte Ouvrière) o la LCR (Ligue Communiste Révolutionnaire), que se separan de los partidos obreros y se les oponen debido a las políticas del pro-capitalistas de sus líderes, son absolutamente incapaces de entender esto. (…)En la víspera de la primera ronda, el líder de la LO, Arlette Larguiller, explicó que el “peor escenario posible” sería si había un corrimiento general en el apoyo para los partidos de izquierda, pero no para la LO - LCR. Esto es exactamente lo que sucedió. Y sin embargo, fuera del microcosmos de sectarios incurables, los resultados de las elecciones regionales no son de forma alguna un “peor escenario posible”. Todo lo contrario. Esta derrota pone al gobierno de Raffarin en una posición extremadamente difícil y consolidará la mano de todos los que se involucren en la lucha contra él. Esta victoria electoral fue una extensión del movimiento de huelgas en el período anterior y servirá para reforzar la moral y el espíritu combativo de los trabajadores en las luchas sindicales que vendrán.” (G. Oxley, Ibíd.)
En el caso español, los camaradas de El Militante indicaban en su análisis de los resultados de las presidenciales que “Ese ambiente de rechazo a la política reaccionaria del PP no había desaparecido como pretendía la derecha, cuando en las últimas elecciones municipales y autonómicas el PP presumía de que no había tal rechazo a su política ya que seguían manteniendo un respaldo electoral en las urnas.
“Sin embargo, como veníamos insistiendo desde EL MILITANTE, el ambiente real se expresaba en las luchas masivas, en conflictos obreros como el de Puertollano, astilleros, las movilizaciones de los estudiantes... y si este ambiente no tenía un reflejo en las urnas era debido a la combinación de factores, fundamentalmente una situación de crecimiento económico que beneficiaba a las capas medias, y la desconfianza hacia los dirigentes de la izquierda. Esto era lo que llevaba a que se produjeran grandes bolsas de abstención en las zonas obreras y entre la juventud.” (El Militante – España, España:
La movilización de la clase obrera y la juventud derrota a la derecha, 15/Marzo/2004)
Y luego, más adelante, continúan diciendo que “El PSOE se ha encontrado con la mayoría en las elecciones, impulsada por la movilización. Este hecho se ha traducido en un agrupamiento del voto de la izquierda, que ha perjudicado a Izquierda Unida que ha cedido una parte de su electorado a las listas del PSOE, aunque otras formaciones como ERC vistas con un lenguaje más radical han aumentado sustancialmente su apoyo. (…) Ahora los dirigentes del PSOE tienen que decidir. La clase obrera y la juventud les ha dado la victoria, les han llevado al gobierno y van a exigir que sus demandas se vean cumplidas, las que reivindicaron el 20-J, en las luchas de la LOU, la LOCE, contra la guerra, Puertollano, Astilleros....
“Anoche mismo, ante la sede del PSOE, miles de voces resonaban en la calle, en una llamada a Zapatero: “No nos falles”. Esto es lo que se demandará al nuevo gobierno: que aplique una auténtica política socialista y se base en las aspiraciones y demandas de los trabajadores y sus familias.” (El Militante – España, Ibíd.).
Lenin y el Apoyo Crítico
Ya hemos mencionado anteriormente que el mismo Lenin había llamado a los comunistas británicos a apoyar a candidatos del Partido Laborista. Pero continuemos con su análisis y comentarios de su libro “La enfermedad infantil…” sobre el apoyo a candidatos que caracteriza como reaccionarios: “Es cierto que los Henderson, los Clynes, los MacDonald y los Snowden [1] son unos reaccionarios incurables. Y no lo es menos que quieren tomar el poder (aunque prefieren la coalición con la burguesía), que quieren ‘gobernar’ de acuerdo con las rancias normas burguesas y que, una vez en el poder, se conducirán inevitablemente como los Scheidemann y los Noske [2]. Todo ello es verdad; pero de esto no se deduce, ni mucho menos, que apoyarles equivalga a traicionar la revolución, sino que, en interés de ésta, los revolucionarios de la clase obrera deben conceder a dichos señores cierto apoyo parlamentario.” (V. I. Lenin, Ibíd.).
Más adelante continúa explicando que “los comunistas ingleses deben participar en el parlamentarismo, deben ayudar a la masa obrera desde dentro del parlamento a ver en la práctica los resultados del gobierno de los Henderson y los Snowden, deben ayudar a los Henderson y los Snowden a vencer la coalición de Lloyd George y Churchill [3]. Proceder de otro modo significa dificultar la obra de la revolución, pues si no se produce un cambio en las opiniones de la mayoría de la clase obrera, la revolución es imposible, y ese cambio se consigue a través de la experiencia política de las masas, nunca con la propaganda sola. La consigna de ‘¡Adelante sin compromisos, sin apartarse del camino!’ es errónea a todas luces, si quien habla así es una minoría evidentemente impotente de obreros (…)” (V. I. Lenin, Ibíd.).
Ciertamente que Marcelo Alfonso es también un “reaccionario incurable” para el “estudiantado avanzado”. Pero de haberlo apoyado desde un principio, con una postura crítica y señalando claramente lo que diferencia nuestro programa de transformación revolucionaria de la universidad con el de él, habríamos logrado tal vez que éste ganara, dándole así no solo otra importante derrota a la derecha, sino que hubiese dado la oportunidad para que la mayoría de los estudiantes hubiesen aprendido por experiencia propia (y no por imposición propagandística de una “vanguardia”) que ése tampoco es el camino. Es claro que con una victoria electoral, los sectores identificados con el proceso revolucionario se hubiesen sentido mucho más confiados en su fortaleza, habrían podido movilizarse con mayor facilidad no sólo para presionar desde abajo a la dirección de la universidad, sino también para formar estructura de poder alterna de estudiantes, trabajadores e incluso profesores comprometidos con el proceso revolucionario.
Aprender de la historia: Las elecciones a la Duma
Pero hagamos un poco de comparación histórica y veamos las lecciones que aprendieron los bolcheviques de sus posturas ultraizquierdistas a las cuales hace referencia Lenin en su importante libro “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo” y que tambié narra el camarada Alan Woods en su libro “Bolchevismo: El camino a la Revolución”. Este ejemplo resulta extremadamente apropiado para este análisis ya que se trata directamente de un proceso electoral y, además, de uno restringido.
Luego de la derrota de la revolución de 1905 en Rusia, los bolcheviques llevaron a cabo un boicot a las elecciones parlamentarias. Cuando en 1906 el régimen zarista estableció un parlamento (“Duma”) como concesión para ahogar el ambiente revolucionario que aún se respiraba luego de la insurrección el año anterior, su carácter reaccionario era evidente no sólo para los bolcheviques, sino para la mayoría de los activistas socialistas y obreros avanzados, incluso hasta para los mencheviques. La Duma era un cascarón vacío, un órgano sin verdadero poder y que iba a ser elegido mediante un sistema electoral restringido.
En la Tercera Parte, sección ¿Boicot o no Boicot?, del libro Bolchevismo, el camarada Alan nos cuenta que “En la conferencia bolchevique de Tammerfors, que se celebró mientras la insurrección en Moscú estaba alcanzando su sangriento desenlace, los dirigentes bolcheviques debatieron su actitud hacia las próximas elecciones a la Duma. El ambiente general era contundentemente favorable al boicot. Pero Lenin puso una nota de cautela. Cuando llegó la hora de la votación, sólo hubo dos votos en contra de la propuesta de boicot –Lenin y Górev-. Esto provocó una explosión de indignación entre los otros delegados que obligó a Lenin a abandonar su postura. (…) Los partidarios del boicot eran más fuertes en esa capa de hombres de comité, incluido Stalin, que asistía a su primera reunión del partido en el extranjero y que consideraba que su conocimiento práctico de la situación en Rusia, era suficiente para situarle en un plano superior a los teóricos del partido, incluso al propio Lenin. (…) Después de la derrota de diciembre sin duda era necesario revisar las tácticas del partido y tener en cuenta la nueva situación. Después de haber fracasado en la toma de las posiciones del enemigo a través del asalto directo, era necesario recurrir a tácticas de asedio, utilizado todas las posibilidades legales para reunir a los trabajadores alrededor del programa revolucionario. Boicotear las elecciones en estas circunstancias era un serio error.”(A. Woods, Bolchevismo: El camino a la Revolución).
Efectivamente era un serio error, ya que todo esto estaba claro para la vanguardia, no así para las masas. Para ellas, la naturaleza de la Duma no estaba clara y aún guardaban esperanzas en ella. Para las masas de la pequeña burguesía en el campo y en la ciudad y también para amplias capas de la clase trabajadora, la Duma, era la única esperanza y el hecho de que semejantes esperanzas careciesen de fundamento resulta irrelevante.
Más adelante continúa el camarada Alan diciendo: “La postura bolchevique estaba basada en la expectativa de una nueva oleada revolucionaria inminente. Pero se trataba de una mala interpretación de la situación, Los trabajadores mas avanzados tenían la necesidad de un partido revolucionario, pero las masas cada vez más caían en la apatía y la pasividad. Es una realidad que el ambiente de la capa más activa y militante de los trabajadores muchas veces puede ser diferente al del resto de la clase. La vanguardia puede ir demasiado lejos con respecto a su clase. (…) Los bolcheviques malinterpretaron la situación y no comprendieron que la revolución ya estaba en retirada.” (A. Woods, Ibíd.) El boicot no dio resultado y los miembros de la Duma fueron elegidos. Al final quienes resultaron beneficiados fueron los kadetes (Demócratas Constitucionales, que se presentaban como la “izquierda” de la burguesía liberal), ya que “Al presentarse como la única opción de izquierdas consiguieron 184 escaños. (…) Si los socialdemócratas y socialrevolucionarios [eseristas] hubieran presentado candidatos, los kadetes no habrían conseguido un resultado como éste, como se pudo ver en las siguientes elecciones.” (A. Woods, Ibíd.).
Veamos cómo nos cuenta este episodio el mismo Lenin: “Ha habido dos momentos en los cuales la lucha de los bolcheviques contra las desviaciones de ‘izquierda’ de su propio partido ha adquirido una magnitud particularmente considerable: en 1908, sobre la cuestión de la participación en un ‘parlamento’ ultrarreaccionario y en las sociedades obreras legales que la más reaccionaria de las legislaciones había dejado en pie, y en 1918 (paz de Brest), sobre la cuestión de la admisibilidad de tal o cual ‘compromiso’.
“En 1908, los bolcheviques ‘de izquierda’ fueron expulsados de nuestro Partido, por su obstinado empeño en no comprender la necesidad de la participación en un ‘parlamento’ ultrarreaccionario, los ‘izquierdistas’, entre los que había muchos excelentes revolucionarios que fueron después (y siguen siendo), honrosamente, miembros del Partido Comunista, se apoyaban sobre todo en la experiencia favorable del boicot de 1905. Cuando el zar, en agosto de 1905, anunció la convocatoria de un ‘parlamento’ consultivo, los bolcheviques, contra todos los partidos de oposición y contra los mencheviques, declararon el boicot a semejante parlamento, y la revolución de octubre de 1905 lo barrió en efecto. Entonces el boicot fue justo, no porque esté bien no participar en general en los parlamentos reaccionarios, sino porque fue acertadamente tomada en consideración la situación objetiva, que conducía a la rápida transformación de las huelgas de masas en huelga política y, sucesivamente, en huelga revolucionaria y en insurrección. (…)
“El boicot de los bolcheviques contra el ‘parlamento’ en el año 1905 enriqueció al proletariado revolucionario con una experiencia política extraordinariamente preciosa, haciéndole ver que, en la combinación de las formas legales e ilegales, de las formas parlamentarias y extraparlamentarias de lucha, es, a veces, conveniente y hasta obligado saber renunciar a las formas parlamentarias. Pero transportar ciegamente, por simple imitación, sin discernimiento, esta experiencia a otras condiciones, a otras coyunturas, es el mayor de los errores. Lo que constituyó ya un error, aunque no grande y fácilmente corregible, fue el boicot de la ‘Duma’ por los bolcheviques en 1906. Fueron errores más serios y difícilmente reparables los boicots de 1907, 1908 y los años siguientes, pues, por una parte, no había que esperar que se levantara de nuevo rápidamente la ola revolucionaria, ni la transformación de la misma en insurrección y, por otra, la necesidad de combinar el trabajo legal con el ilegal nacía del conjunto de la situación histórica ligada a la renovación de la monarquía burguesa. (…)” (V. I. Lenin, Ibíd.).
Sin una alternativa clara, sin ofrecerles una opción de doble poder, los estudiantes y profesores prefirieron acudir a votar por “este engendro burocrático y antiobrero”, como lo denomina la JIR en su artículo, antes que entregar la universidad sin intentar siquiera dar la pelea. Como indica el camarada Lenin, “rechazar los compromisos ‘por principio’, negar la legitimidad de todo compromiso en general, cualesquiera que sea, constituye una puerilidad que incluso es difícil tomar en serio. El político que quiera ser útil al proletariado revolucionario debe saber distinguir los casos concretos de compromiso que son precisamente inadmisibles, que son una expresión de oportunismo y traición, y dirigir contra tales compromisos concretos toda la fuerza de la crítica, todo el filo de un desenmascaramiento implacable y de una guerra sin cuartel, no permitiendo a los socialistas [reformistas], con su gran experiencia de ‘maniobreros’, y a los jesuitas parlamentarios escurrir el bulto, eludir la responsabilidad por medio de disquisiciones sobre los ‘compromisos en general’.” (V.I. Lenin, Ibíd.)
La gran lección de la experiencia anteriormente recordada en la Rusia de 1906, es que la única circunstancia en que es permisible el boicot al parlamento y a las elecciones parlamentarias es cuando el movimiento revolucionario está en condiciones de sustituir el sistema burgués con algo mejor. Igualmente en este caso de la UCV: las elecciones de autoridades rectorales sólo podían ser boicoteadas si se daban ciertas condiciones previas, como la existencia de una opción de un poder alterno para manejar la universidad. Una asamblea de delegados elegibles y revocables, en la que tomaran un papel activo no sólo estudiantes y profesores, sino también los trabajadores, hubiese sido esa opción. Pero en aquel momento no existía, y aún hoy no existe, por lo que nuestra postura para la segunda vuelta fue la de brindarle un apoyo crítico a Marcelo Alfonso a la vez que se llamaba a combatir la propaganda de la derecha que vendría tras la segura victoria de Paris, señalando claramente el carácter segregacionista y elitesco del proceso electoral ucevista, que era el factor que le había regalado la victoria. Por ello, empezaba el último párrafo del artículo diciendo “Por encima de la actitud que se debe tener o no frente a las elecciones a la hora de votar (o no), es claro que la principal tarea para los grupos estudiantiles debe ser la realización de una fuerte y agresiva campaña pública en la que se haga llegar a las masas fuera de la UCV, que no conocen la realidad interna, que la victoria de París en estas elecciones no significa otra cosa que la caducidad del modelo segregacionista que impera en las universidades del país y que debe ser modificado urgentemente.” (H. Albrecht, Ibíd.)
En todo caso el proceso electoral no era sino una coyuntura más en toda la lucha por la transformación revolucionaria universitaria. Es por ello que las organizaciones de izquierda de la universidad debemos entrar en un debate sereno sobre cómo llevar de ahora en adelante la lucha en la UCV, en particular, así como en el resto de universidades. Más allá de la victoria de la derecha en la UCV, ha quedado demostrado que la gran mayoría de los 15.000 empleados, miles de estudiantes y algunos profesores estamos dispuestos a participar en la lucha por cambiar la universidad. Muchos estudiantes se abstuvieron porque no veían una alternativa pero pueden ser movilizados con un trabajo serio y constante de los que luchamos por la transformación de la universidad como parte de la transformación revolucionaria de la sociedad.
La tarea verdaderamente importante que debemos debatir en estos momentos es la de construir un frente unitario de acción de los revolucionarios en la universidad para que enfrentemos unitariamente las políticas contrarrevolucionarias de la derecha, a la par que sigamos luchando por la transformación revolucionaria de la universidad. En este sentido aplaudimos la propuesta realizada por Opción de Izquierda Revolucionaria (OIR) de crear un Frente Intergremial de profesores, empleados y estudiantes por la Transformación Universitaria. Los camaradas de la CMR consideramos que este Frente Intergremial debe ser apoyado y ampliado, pensando a futuro en la creación de una Asamblea Revolucionaria Universitaria, con representantes elegibles y revocables, que pueda servir como verdadero cuerpo de decisión de los destinos de la universidad. Pero para ello nos enfrentamos a la titánica tarea de explicar y clarificar nuestras posturas antes las masas para poder ganarlas para la idea de la transformación revolucionaria de la universidad. Pero, nuevamente, esto solo lo lograremos siguiendo los consejos de grandes revolucionarios como el mismo camarada Lenin, con un trabajo paciente de explicación para ganarse las masas.
Caracas, 31 de Mayo de 2004.
NOTAS:
[1] Arthur Henderson, John Clynes, Ramsay MacDonald y Philip Snowden: Todos conocidos miembros del Partido Laborista Independiente, de la Sociedad Fabiana incluso del Partido Laborista de Gran Bretaña. MacDonald fue Primer Ministro en 1924, 1929, 1931 y 1935, el primero en serlo del Partido Laborista.
[2] Philipp Scheidemann y Gustav Noske: Miembros del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) que participaron del gobierno reaccionario del Canciller Max von Baden en 1918 y apoyaron los sangrientos aplastamientos contra los levantamientos de los comunistas alemanes
[3] David Lloyd George y Winston Churchill: Ambos miembros dirigentes del Partido Liberal de Gran Bretaña, que llegaron a ocupar los cargos de Primer Ministro.