EEUU, Gran Bretaña, Francia y Alemania han pedido un castigo ejemplar por la desobediencia del régimen iraní que ha decidido seguir adelante con su programa nuclear. Han querido forzar que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara una resolución de condena e impusiera un embargo económico. Todo esto destila la habitual hipocresía imperialista, ya que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad tienen un gran arsenal de armas nucleares sin que nadie les amenace. Y además demuestra una vez más el doble rasero que utiliza el imperialismo: no pasa nada si los que tienen armas nucleares son India, Pakistán o Israel, todos ellos fieles y serviles aliados de los intereses imperialistas en la región, pero sí ocurre cuando se trata de un gobierno que no acepta sus dictados.
A pesar de todas las amenazas de EEUU sobre un posible ataque militar a Irán, no pasa de ser simple fanfarronería porque a nadie se le escapa que bastante tienen con la situación en Iraq como para meterse en otro lodazal. Además, incluso las amenazas de sanciones económicas contra Irán es difícil que se lleven a cabo porque no debemos olvidar que se trata del cuarto productor mundial de petróleo y cualquier tipo de sanción o embargo afectaría rápidamente al suministro de petróleo iraní, provocando un nuevo aumento de los ya elevados precios del petróleo y con serias consecuencias para el conjunto de la economía mundial.
Por ahora, EEUU ha anunciado que destinará 75 millones de dólares para propaganda anti-Teherán, es decir, para financiar a distintos grupos de la oposición con la intención de "promover la democracia". Lo mismo que hicieron durante los años noventa financiando a la llamada “oposición iraquí”, a elementos como Chalabi o Allawi. Y a estas alturas, después del ejemplo iraquí, todos sabemos qué tipo de “democracia” promueve el imperialismo estadounidense.
Como han demostrado la guerra de Iraq o Afganistán, todo esto no tiene nada que ver con la “democracia” o el respeto a los “derechos democráticos”. En cambio sí tiene mucho que ver con los intereses económicos y estratégicos del imperialismo norteamericano en la zona y donde Irán ocupa una situación privilegiada (ocupa una posición clave en Oriente Medio y Asia Central), además de contar con las terceras reservas mundiales de petróleo y las segundas de gas natural.
Desviar la atención de las masas
Por su parte, al régimen iraní encabezado por Mahmoud Ahmadineyad, le viene muy bien toda esta situación, y está utilizando toda su retórica antiimperialista y antisemita como una forma de desviar la atención de las masas de otros problemas más acuciantes. La situación económica del país, a pesar de ser un país exportador de petróleo, es lamentable. Inflación alta, falta de inversión, una tasa oficial de paro del 16% (la no oficial habla del doble), una población muy joven (el 70% tiene menos de 30 años de edad) con un 52% de desempleo, una infraestructura decrépita y una industria petrolera que para poder aprovecharse de los altos precios del petróleo necesita desesperadamente 70.000 millones de dólares para su modernización.
Durante los últimos años el régimen de los mulás ha tenido que enfrentarse al aumento del descontento popular y de las luchas obreras, y que ha sido respondido con una intensificación de la represión por parte del régimen, el último ejemplo es la huelga de los conductores de autobuses de Teherán. El régimen no podrá seguir utilizando indefinidamente esta política chovinista y tendrá que enfrentarse a su verdadero enemigo, que no es otro que la clase obrera iraní que en 1979 ya demostró sus tradiciones revolucionarias.