El imperialismo norteamericano ha tratado de vender la retirada de
efectivos militares de Iraq como un profundo y positivo cambio de
escenario, en el que la guerra ha sido sustituida por la diplomacia. Sin
embargo, la noticia fue despachada rápidamente por los medios de
comunicación burgueses, conscientes de que la más mínima reflexión sobre
lo sucedido lleva a la conclusión de que EEUU ha cosechado un fracaso
histórico en Iraq.
El imperialismo norteamericano ha tratado de vender la retirada de efectivos militares de Iraq como un profundo y positivo cambio de escenario, en el que la guerra ha sido sustituida por la diplomacia. Sin embargo, la noticia fue despachada rápidamente por los medios de comunicación burgueses, conscientes de que la más mínima reflexión sobre lo sucedido lleva a la conclusión de que EEUU ha cosechado un fracaso histórico en Iraq.
El propio Obama ha tenido que ser precavido en sus declaraciones diciendo: "No voy a cantar victoria". No es para menos. De entrada, la retirada es más que relativa ya que mantendrán todavía un contingente de 50.000 soldados, más miles de mercenarios. Según un analista citado por El País (1/09/10) los soldados que quedan "son tropas de combate, aunque se les de otro nombre" y el editorial (2/09/10) del citado diario pronosticaba: "no sería descabellado ver a los 50.000 soldados que se han quedado complicados en nuevos conflictos". Curiosa manera de "acabar" una guerra. Si EEUU ha hecho este importante repliegue es porque era cada vez más complicado seguir sosteniendo el coste político y económico de la ocupación por más tiempo.
Lo que demuestra de forma más clara el fracaso del imperialismo es su incapacidad de construir un estado iraquí títere que se sostenga por sí mismo. De hecho, desde que se celebraran las elecciones parlamentarias, en marzo pasado, aún no han podido formar gobierno. Aunque Maliki, el jefe de gobierno provisional, afirma que los 660.000 soldados del ejército y la policía iraquí pueden garantizar la seguridad del país el propio jefe del Estado Mayor le contradice, afirmando que el ejército necesitará una década para estar consolidado.
Hace más de siete años, el imperialismo norteamericano, borracho por sus primeras victorias en la guerra de Afganistán, ocupó militarmente Iraq. Sin embargo, desde el primer día el pueblo iraquí se lanzó a una lucha de resistencia tenaz. Desde entonces ninguno de los objetivos importantes del imperialismo se ha cumplido. En cuanto al petróleo, salvo en algunas zonas, no tienen un control efectivo ni de los pozos ni de la seguridad del transporte para sacarlo del país, pues es uno de los objetivos de ataque de la insurgencia.
Por otro lado, no han conseguido controlar políticamente un país que tiene una enorme importancia estratégica y que querían que sirviera para contrarrestar la fuerza de Irán en la zona. Utilizaron la vieja táctica del divide y vencerás, pero en esta ocasión la brutal división étnica y religiosa que han provocado se les ha vuelto en su contra. Hoy, nadie niega que Irán se ha fortalecido gracias a la ocupación norteamericana. Con la salida parcial de las tropas, las reaccionarias fuerzas proiraníes se consolidarán todavía más y podrían atizar las luchas religiosas y tribales. Igualmente, han desestabilizado todavía más la frontera con Turquía, reavivando el conflicto con los kurdos.
EEUU ha convertido Iraq en la barbarie
Una de las mentiras que utilizaron para tratar de convencer a la opinión pública mundial de la necesidad de la guerra (también a los soldados de los ejércitos de ocupación) fue que la invasión iba a llevar la libertad y la democracia al pueblo iraquí.
Después de siete años de guerra con más de un millón de muertos y de cinco millones de desplazados, Iraq se ha convertido en el país de la barbarie. Bagdad es la ciudad más peligrosa del mundo. La posibilidad de guerra civil podría acabar desintegrando al país. La destrucción del tejido productivo ha sido catastrófica: han desaparecido el 80% de las instalaciones industriales y agrarias, no sólo a causa de las acciones militares, sino también debido a que el imperialismo ha obligado a Iraq a importar todo lo que consumen, arruinando las empresas nacionales y llevando a millones de trabajadores al paro (más del 70%), desarticulando al movimiento obrero. Y mientras tanto, los antiguos y ricos campos de arroz los han reconvertido en campos de opio.
La mayoría de los hospitales y las escuelas han sido destruidas y 80.000 médicos han sido expulsados de todo el país (2.000 asesinados) por no colaborar con la ocupación, creando un grave problema sanitario en plena guerra. El 90% de los niños que hoy son mendigos no lo eran antes de la ocupación. Muchos están sufriendo enfermedades horribles por haber estado expuestos a las armas químicas (de destrucción masiva) como el uranio y el fósforo. Entre las mujeres se ha disparado la prostitución fruto de la pobreza (el 90% de las iraquíes no tienen trabajo). Han aumentado los asesinatos por honor y el sometimiento a la circuncisión genital.
El propio Obama ha tenido que ser precavido en sus declaraciones diciendo: "No voy a cantar victoria". No es para menos. De entrada, la retirada es más que relativa ya que mantendrán todavía un contingente de 50.000 soldados, más miles de mercenarios. Según un analista citado por El País (1/09/10) los soldados que quedan "son tropas de combate, aunque se les de otro nombre" y el editorial (2/09/10) del citado diario pronosticaba: "no sería descabellado ver a los 50.000 soldados que se han quedado complicados en nuevos conflictos". Curiosa manera de "acabar" una guerra. Si EEUU ha hecho este importante repliegue es porque era cada vez más complicado seguir sosteniendo el coste político y económico de la ocupación por más tiempo.
Lo que demuestra de forma más clara el fracaso del imperialismo es su incapacidad de construir un estado iraquí títere que se sostenga por sí mismo. De hecho, desde que se celebraran las elecciones parlamentarias, en marzo pasado, aún no han podido formar gobierno. Aunque Maliki, el jefe de gobierno provisional, afirma que los 660.000 soldados del ejército y la policía iraquí pueden garantizar la seguridad del país el propio jefe del Estado Mayor le contradice, afirmando que el ejército necesitará una década para estar consolidado.
Hace más de siete años, el imperialismo norteamericano, borracho por sus primeras victorias en la guerra de Afganistán, ocupó militarmente Iraq. Sin embargo, desde el primer día el pueblo iraquí se lanzó a una lucha de resistencia tenaz. Desde entonces ninguno de los objetivos importantes del imperialismo se ha cumplido. En cuanto al petróleo, salvo en algunas zonas, no tienen un control efectivo ni de los pozos ni de la seguridad del transporte para sacarlo del país, pues es uno de los objetivos de ataque de la insurgencia.
Por otro lado, no han conseguido controlar políticamente un país que tiene una enorme importancia estratégica y que querían que sirviera para contrarrestar la fuerza de Irán en la zona. Utilizaron la vieja táctica del divide y vencerás, pero en esta ocasión la brutal división étnica y religiosa que han provocado se les ha vuelto en su contra. Hoy, nadie niega que Irán se ha fortalecido gracias a la ocupación norteamericana. Con la salida parcial de las tropas, las reaccionarias fuerzas proiraníes se consolidarán todavía más y podrían atizar las luchas religiosas y tribales. Igualmente, han desestabilizado todavía más la frontera con Turquía, reavivando el conflicto con los kurdos.
EEUU ha convertido Iraq en la barbarie
Una de las mentiras que utilizaron para tratar de convencer a la opinión pública mundial de la necesidad de la guerra (también a los soldados de los ejércitos de ocupación) fue que la invasión iba a llevar la libertad y la democracia al pueblo iraquí.
Después de siete años de guerra con más de un millón de muertos y de cinco millones de desplazados, Iraq se ha convertido en el país de la barbarie. Bagdad es la ciudad más peligrosa del mundo. La posibilidad de guerra civil podría acabar desintegrando al país. La destrucción del tejido productivo ha sido catastrófica: han desaparecido el 80% de las instalaciones industriales y agrarias, no sólo a causa de las acciones militares, sino también debido a que el imperialismo ha obligado a Iraq a importar todo lo que consumen, arruinando las empresas nacionales y llevando a millones de trabajadores al paro (más del 70%), desarticulando al movimiento obrero. Y mientras tanto, los antiguos y ricos campos de arroz los han reconvertido en campos de opio.
La mayoría de los hospitales y las escuelas han sido destruidas y 80.000 médicos han sido expulsados de todo el país (2.000 asesinados) por no colaborar con la ocupación, creando un grave problema sanitario en plena guerra. El 90% de los niños que hoy son mendigos no lo eran antes de la ocupación. Muchos están sufriendo enfermedades horribles por haber estado expuestos a las armas químicas (de destrucción masiva) como el uranio y el fósforo. Entre las mujeres se ha disparado la prostitución fruto de la pobreza (el 90% de las iraquíes no tienen trabajo). Han aumentado los asesinatos por honor y el sometimiento a la circuncisión genital.
Un ejército desmoralizado desde hace años
Toda esta barbarie no ha podido pasar desapercibida para miles de soldados de las tropas de ocupación. Desde hace años, la desmoralización ha rodeado al ejército más poderoso del mundo.Antes de las ofensivas y masacres de 2007 el periódico militar norteamericano Star and Stripes publicaba una encuesta en la que mostraba que el 72% de los militares estadounidenses desplegados en Iraq estaba a favor de una completa retirada en un año, mientras que el porcentaje llegaba a un 90% en el caso de los reservistas, un 83% en la Guardia Nacional, un 70% en el ejército y un 58% entre los marines. Esto hoy es mucho peor.
En el fondo, ese estado de ánimo refleja el rechazo cada vez mayor de la población de EEUU a la guerra de Iraq y Afganistán, especialmente desde que la crisis estalló. Mientras los trabajadores están siendo atacados por todos los flancos, con recortes sociales salvajes, miles de millones se invierten en el terreno militar para defender un sistema, el capitalismo, que está demostrando que no puede ofrecer nada a ningún pueblo del mundo salvo muerte y destrucción, o paro y represión. El repliegue parcial de las tropas norteamericanas es una buena noticia porque resalta ante todos los oprimidos, desde Iraq hasta EEUU, que incluso con la maquinaria más destructiva el país imperialista más poderoso del mundo puede fracasar.