Durante los últimos meses se ha recrudecido la presión del imperialismo norteamericano sobre Irán en una escalada de amenazas que pareciera podría desembocar en un conflicto armado entre los dos países. ¿Qué significa esta nueva ofensiva del imperialismo? ¿La Casa Blanca tiene el firme propósito de atacar Irán e incluso invadirla, o es solo un nuevo intento de amedrentar el gobierno iraní?
Nueva escalada de hostilidades
Esta nueva escala de hostilidades se recrudeció tras la aparición de un nuevo informe del Organismo Internacional de Energía Atómica, en el cual se afirmaba que Irán estaba acelerando su programa de construcción de armas nucleares lo que supondría, según EEUU e Israel, una amenaza a la estabilidad de la región y a sus intereses.
No es accidental que el reinicio de las hostilidades contra Irán, tomando como base para la acusación principal la fabricación de armas atómicas, coincida con la salida norteamericana de Iraq. La retirada de este país de los últimos efectivos militares norteamericanos pone rúbrica al desastre que ha supuesto para el imperialismo norteamericano la aventura iraquí. Para conseguir salir de un avispero en el que se han dilapidado miles de millones de dólares y la vida de casi 4.000 soldados norteamericanos, el imperialismo tuvo que ahogar en país en sangre y atizar una guerra civil sectaria criminal entre la mayoría chiita del país y la minoría sunnita. La vieja política imperialista del divide y vencerás, aplicada desde los tiempos romanos, volvió a funcionar. Sobre la base de esa división sectaria el imperialismo consiguió crear las condiciones para abandonar el país, enfrentando a la población en líneas religiosas. Con ello contó, y este es uno de los precios que tuvo que pagar, con la ayuda inestimable del gobierno iraní, que apoyó y financió las milicias prochiitas. El resultado final de siete años de ocupación fue un gobierno con mayoría chiita donde Irán tiene una influencia decisiva. Es por ello que, ironías de la historia, la intervención imperialista en Iraq acabó fortaleciendo el régimen de los mulás de Teherán, enemigo histórico de EEUU en la zona.
Tras la salida norteamericana esas relaciones entre Irán e Iraq se han fortalecido. En el mes de enero de 2012 aconteció la visita del estado mayor del ejercito iraquí a Teherán con el fin de fortalecer la cooperación militar y económica entre ambos países y la lucha contra grupos que ambas naciones consideran “terroristas” como la organización de izquierdas Muyahidin Jalk (MKO) y los kurdos del Partido para una Vida Libre en el Kurdistán (PJAK). En las operaciones contra estos grupos, tropas iraníes cruzaron repetidas veces la frontera con el consentimiento del gobierno iraquí. Irán e Iraq han criticado toda posible intervención norteamericana en la zona y particularmente toda ingerencia exterior en Siria.
Sanciones económicas, sabotaje y terrorismo
El que Irán consiga un arma atómica que duda cabe que haría aumentar su peso militar en la zona reforzando su área de influencia. Sin embargo el arma atómica no es si no una excusa para el imperialismo norteamericano. Lo que de verdad está en juego es la lucha por áreas de influencia entre las diferentes potencias, en la que Irán aspira a convertirse en una potencia regional imperialista. Uno de los frentes de esa lucha se da ahora en Siria. La caída del régimen de Al Asad sería un golpe a la política exterior de Irán, perdiendo un aliado estratégico en la zona. Es por ello, que Irán y Rusia, por los mismos motivos estratégicos, se oponen a todo tipo de sanción internacional contra Siria, con la esperanza cada vez más vana de que el régimen sirio se pueda imponer por la violencia aplastando el alzamiento revolucionario.
Es por ello que EEUU lleva una guerra de baja intensidad contra Irán, a través de sanciones económicas, sabotaje y acciones terroristas. Las sanciones económicas impuestas a Irán en la última semana buscan estrangular su economía y doblegar al gobierno, que depende en un 85% de las exportaciones petroleras. La UE bajo la presión de EEUU “prohibió a todos los estados miembros suscribir nuevos acuerdos petroleros con Irán y dio hasta el primero de julio de este año para finalizar los contratos rubricados con anterioridad (…) Las sanciones contemplan acciones financieras contra el Banco Central iraní y la prohibición de exportar maquinaria y tecnología al sector petroquímico de ese país”.1
A esta guerra comercial se suman operaciones encubiertas en la jerga imperialista, o sea sabotaje y actos de terrorismo, que se ha concretado en el último año en el asesinato de tres físicos atómicos asociados al programa nuclear iraní. En julio pasado fue asesinado a tiros en Teherán el físico nuclear Darioush Rezaie, y en diciembre de 2010 murió en un coche bomba el científico Majid Shahriari. El mismo día de este último atentado, otro experto en física nuclear, Fereydoon Abbasi, resultó herido en un ataque de idénticas características y en enero de 2012, Mostafa Ahmadi Roshan fue asesinado mediante una explosión por bomba magnética adherida a su coche.2
Además de estos asesinatos también se han sucedido actos de sabotaje, como la explosión en noviembre de 2011 de un depósito de armas en una base de la Guardia Revolucionaria iraní, cerca de Teherán, que causó al menos 17 muertos y 16 heridos. Aunque el gobierno iraní calificó esta explosión de accidente, tiene todo el aspecto de tratarse de una acción de los servicios secretos israelíes o norteamericanos.3 Aunque Estados Unidos ha negado reiteradamente cualquier tipo de intervención e ingerencia en Irán, el derribo de un avión no tripulado (drone) el mes de diciembre pasado reveló como efectivamente EEUU esta interviniendo militarmente en Irán.
La pregunta es si esta escalada de hostilidades puede conducir a un conflicto abierto o un intento de invasión a Irán, tal como EEUU hizo con Iraq y Afganistán. De momento el mecanismo de la intimidación imperialista está en marcha. Ante las maniobras militares por parte del ejercito iraní en enero de 2012 frente al estrecho de Ormuz, y la amenaza de cerrar, en caso de agresión, esta importante vía por la que circula el 40% del tráfico mundial marítimo, el imperialismo norteamericano respondió con el envío del portaaviones Abraham Lincoln al estrecho, dejando claro que no permitiría bajo ningún concepto el cierre del mismo.
En medio de estos movimientos de tropas y armamento, portavoces de la administración norteamericana están preparando a la opinión pública para justificar cualquier ataque a Irán, presentándolo como una amenaza militar para EEUU. Según informaba la agencia EFE el 31 de enero: “El director nacional de inteligencia de Estados Unidos, James Clapper, en una sesión del Senado señaló que algunos líderes iraníes están más dispuestos a atacar EEUU, sus intereses o aliados. Clapper indicó en su testimonio ante el Comité de Inteligencia del Senado que ‘algunos funcionarios iraníes han modificado sus cálculos y están más decididos a realizar un ataque contra Estados Unidos en respuesta a la amenaza real o percibida contra el régimen”. El director de inteligencia añadió que estos líderes iraníes estaba coordinándose con la banda mexicana de los zetas: para sazonar esta loca amalgama imperialista y darle mas credibilidad, la CIA podría haber añadido a la misma al nuevo líder de Corea del Norte Kim Jong-un.4
El imperialismo norteamericano, escaldado tras las aventuras de Iraq y Afganistán
Tras las aventuras de Iraq y Afganistán el imperialismo norteamericano ha salido debilitado y no quiere volver a quemarse los dedos. Varios representantes de la administración Obama han expresado su oposición a otra aventura similar a la que se emprendió tras los atentados del 11 de septiembre y que ha durado cerca de una década. En 2011 el entonces secretario de Defensa, Robert Gatesen, en un discurso a los estudiantes que se graduaban en West Point afirmó que “cualquier líder futuro que contemplara el envío de hombres y mujeres jóvenes a ocupar una sociedad de Oriente Medio ‘debía examinarse la cabeza”5. Pese a las fuertes divisiones existentes en el seno de la clase dominante norteamericana, por ahora se impone el sector que, encabezado por Obama y Clinton, se opone a repetir conflictos a gran escala en Oriente Medio. Esto no obvia que el imperialismo quiera mantener el dominio de la zona, aunque por métodos que no impliquen gastos colosales como ocupar países.
Los argumentos más importantes en contra de nuevas aventuras militares para la burguesía norteamericana son la crisis económica y la enorme deuda que atenaza el país, además de la situación explosiva en el mundo árabe, dónde la revolución sigue profundizándose en Egipto y extendiéndose en Siria. Una agresión contra Irán podría estimular el movimiento antiimperialista en toda la zona. La situación de la economía norteamericana es tan grave que ha obligado a recortar el presupuesto militar. En los próximos cinco años Estados Unidos contará con menos soldados, cuyo monto disminuirá de 562.000, en la actualidad, a 490.000, al tiempo que los marines también decrecerán de 202.000 a 182.000. Por otra parte el Pentágono prevé reducir 259.000 millones de dólares en sus gastos en el próximo quinquenio y unos 487.000 millones en una década.6
Por todo lo anteriormente expuesto, si bien podemos asistir a choques de todo tipo, incluso armados entre EEUU e Irán, una invasión del país o una guerra a gran escala, está descartada a corto y medio plazo. El imperialismo está jugando de momento y por una temporada a la baza del desgaste económico, el sabotaje, la presión diplomática y la intimidación para doblegar a los iraníes.
Preparándose un nuevo episodio de la revolución iraní
Al gobierno iraní, por su parte, toda esta presión del imperialismo norteamericano le ayuda extraordinariamente a azuzar el sentimiento antiimperialista de las masas, manipulándolo a su favor. Estas agresiones ayudan a salvaguardar sus intereses desviando el enorme descontento contra el régimen que bulle por todo el país. En 2009 y 2010, la dictadura burguesa-clerical que gobierna el país desde hace 30 años fue sacudida por movilizaciones de masas contra el fraude electoral que dio como vencedor al actual presidente Ahmadineyad (las cuales fueron anticipo de la revolución árabe de 2011). Sobre la base de la represión y las debilidades políticas del propio movimiento, (sobre todo el hecho de no orientarse hacia la clase obrera) el gobierno iraní pudo aplastarlo momentáneamente. Durante décadas el gobierno iraní jugó con el miedo a la intervención imperialista para aglutinar a las masas entorno a s mismoí. Sin embargo, el estallido de la revolución árabe ha terminado con el aislamiento de las masas iraníes, creando las condiciones para que, más pronto que tarde, estalle un nuevo alzamiento de la población.
1. www.correodelorinoco.gob.ve/injerencia/iran-advierte-sobre-posible-cierre-estrecho-ormuz.
2. internacional.elpais.com/internacional/2011/12/07/actualidad/1323282611_483434.html.
3. internacional.elpais.com/internacional/2011/11/12/actualidad/1321114589_392733.html.
4. www.google.com/hostednews/epa/article/ALeqM5j-ANTgYNG2mVU6XF-RBo_uLselEXw?docId=1706284.
5. www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/01/120105_ee-uu_reduccion_fuerzas_armadas_analisis_en.shtml.
6. www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=472009&Itemid=1.