En noviembre no sólo han aumentado las bajas estadounidenses, también han sido atacados objetivos y tropas de la coalición imperialista. 19 soldados italianos, 2 diplomáticos japoneses, 2 trabajadores coreanos, un colombiano y siete militares españoles que, según el gobierno, llevaban a cabo misiones de “reconocimiento”, es decir, eran espías y algunos llevaban más de un año y medio infiltrados en diferentes grupos religiosos iraquíes.
Al igual que Bush y Berlusconi, al gobierno de Aznar se le ha llenado la boca hablando de la “lucha contra el terrorismo” de que “no podemos irnos y dejar a la población a merced de los terroristas”... En definitiva, una cortina de humo para continuar participando en la ocupación y el saqueo de Iraq.
La hipocresía
de los capitalistas
Estas palabras y lamentaciones sólo destilan hipocresía de la peor clase. Todos se echan las manos a la cabeza al ver cómo jóvenes y niños iraquíes vitoreaban la muerte de los militares españoles. Lo presentaban como un ejemplo de la barbarie que domina el país. Pero como es habitual se olvidan de un pequeño detalle, ¿quiénes son los responsables de esta situación? Como dicen Bush, Aznar, Blair y compañía ¿Son Bin Laden o Sadam Hussein? ¿Acaso los “bárbaros”, “incultos” y desagradecidos iraquíes que no son capaces de ver las bondades de la ocupación imperialista? Evidentemente, los únicos responsables de las atrocidades que vemos en Iraq son el imperialismo estadounidense y sus socios de coalición que están llevando a cabo una brutal represión contra la población iraquí a la que quieren usurpar su riqueza, a la que niegan los derechos democráticos más elementales, como el derecho a huelga o sindicalización, que detienen y encarcelan a activistas y dirigentes sindicales, y que saquean, reprimen y asesinan a hombres, mujeres y niños. Ellos son los únicos responsables de tanta barbarie. Ellos, que son responsables directos de la pobreza, el desempleo y la miseria en la que vive la población.
Ahora todos se lamentan, organizando días de luto como hace el gobierno Aznar, en “memoria de sus héroes”. Estos representantes de las multinacionales lloran lágrimas de cocodrilo desde sus confortables despachos. A pesar de sus discursos y pésames son conscientes de que lo que está pasando en Iraq es la respuesta lógica de la mayoría de la población a la ocupación militar.
Aumenta la represión
Como ocurrió en Vietnam la desesperación del ejército estadounidense se está expressando en una intensificación de la represión. Después de que la resistencia derribara en Tikrit dos helicópteros, los estadounidenses iniciaron otra nueva campaña de bombardeos indiscriminados —Operación Martillo de Hierro— supuestamente contra objetivos de la resistencia, como una fábrica de camisetas a las afueras de Bagdad. Lo único que consiguieron es dejar sin empleo a decenas de trabajadores.
El último ejemplo de esta campaña de represión ocurrió el 29 y 30 de noviembre en la ciudad de Samarra, cerca de Tikrit. Según el ejército estadounidense han asesinado a 54 insurgentes, pero la población cuenta una versión diferente. En esta ciudad hay una planta farmacéutica de propiedad estatal. Según relatan los trabajadores, dos de sus compañeros fueron asesinados y muchos más resultaron heridos cuando un tanque estadounidense abrió fuego indiscriminado contra un grupo de obreros que se encontraba en la puerta de la fábrica.
También en noviembre se celebró el Día Internacional del Niño. EEUU lo celebra de una forma muy especial: niños de 12 años encarcelados en Guantánamo y soldados estadounidenses apuntando directamente a las cabezas de niños iraquíes a los que habían esposado y que no tenían más de seis o siete años. Suponemos que en la versión oficial, serían “peligrosos terroristas”.
La resistencia iraquí
Todo este horror es el que alimenta y nutre a la resistencia iraquí. Cada vez es más evidente que la guerra no sólo no ha terminado sino que promete ser un conflicto prolongado y muy costoso, tanto en términos económicos como en vidas humanas. En nueve meses han muerto ya más soldados estadounidenses que durante los tres primeros años de guerra en Vietnam.
Por mucho que digan Bush y compañía los ataques a los soldados de la coalición imperialista no son “actos terroristas”. Estamos ante una resistencia organizada que con el apoyo de la inmensa mayoría de la población está llevando a cabo una guerra de liberación nacional contra una fuerza de ocupación imperialista que sólo quiere expoliar la riqueza del país mientras condena a la mayoría de la población a la más absoluta de las miserias.
En febrero y marzo millones de jóvenes y trabajadores salimos a las calles de todo el mundo para manifestar nuestra oposición a esta guerra. Durante estos últimos meses parecía que el movimiento se había calmado. Pero esta calma no quiere decir que todos aquellos que entonces nos manifestamos ahora estemos a favor de la ocupación. Lo hemos podido ver en Gran Bretaña con la visita de Bush, donde a pesar de las enormes medidas de seguridad más de 200.000 personas salieron a la calle en Londres. El 22 de noviembre decenas de miles de personas se manifestaron en Italia para exigir entre otras cosas el regreso de las tropas italianas. En el Estado español el Instituto El Cano publicó una encuesta a finales de noviembre que demostraba que el 85% de la población estaba en contra de la guerra...
La solución al conflicto no está en la ONU como defienden los dirigentes reformistas o los representantes de la burguesía alemana y francesa que sólo quieren poner también sus manos en la riqueza petrolera del país. Que los soldados estén bajo bandera USA o de la ONU no cambiará la naturaleza imperialista de la ocupación militar. La única solución es la salida inmediata de los ejércitos de ocupación y la organización de la economía y la sociedad iraquí en bases socialistas, bajo el control de los trabajadores, que planifiquen y destinen los enormes recursos del país para garantizar una vida digna a la mayoría de la sociedad, saliendo de la barbarie en que hoy están sumidos.