Como muchos otros sectores, el campo también sufrirá los recortes presupuestales del gobierno de Peña Nieto. Ya en este 2016 se recortaron 7 mil 205 millones de pesos (mdp) al sector agrícola, 8.5% menos del presupuesto originalmente asignado. En el proyecto de presupuesto para 2017, el recorte asciende a 22 mil 700 mdp, es decir, 26.8% menos que el presupuesto aprobado para 2016. Este sistemático recorte al campo, se ha reflejado en menos programas sociales para los campesinos pobres y menor infraestructura y equipo para los pequeños productores. Según denuncia la Central Independiente de Obreros y Campesinos (CIOC), el 90% de este presupuesto se destina a grandes empresas nacionales e internacionales, como Maseca, Monsanto y Minsa, corporaciones aliadas al gobierno priísta. De acuerdo con José Calzada Rovirosa, secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), los programas sociales permiten costear el 35% de la siembra de los pequeños productores. Con estos recortes, se estaría afectando un tercio de la producción de los pequeños productores y campesinos pobres. En cuanto a la propiedad, de las 105 millones de hectáreas que se destinan para el sector agrícola en nuestro país, 85% son tierras ejidales y comunales, que desde hace muchos años se encuentran en un completo abandono por carecer de apoyos para su productividad. A ello se suma que 20 de los 28 millones de mexicanos en pobreza alimentaria se encuentran en el campo.
La expoliación del trabajo de los campesinos es más evidente cuando vemos que buena parte de la producción agrícola de México (el 34% de los cultivos) va a parar al mercado de los Estados Unidos. Este negocio únicamente beneficia a las grandes corporaciones agrícolas que cuentan con una gran infraestructura. En contraste con la miseria que azota a la mayoría de campesinos, estas empresas tiene una proyección de crecimiento. En el caso de las exportaciones agrícolas a los países árabes, por ejemplo, prevén un aumento del 140%, pasando de 50 a 120 millones de dólares (mdd). De nueva cuenta, prácticamente un nulo beneficio para los pequeños productores y campesinos, cuya producción es en muchas ocasiones de autoconsumo.
Es toda esta situación la que ha empujado a miles de campesinos y pequeños productores a salir a las calles a manifestarse y presionar a sus organizaciones y confederaciones para que se pronuncien por más recursos para el campo. El pasado 13 de octubre, más de 20 mil campesinos de diferentes puntos del país se dieron cita en la Ciudad de México en protesta por los recortes al sector agrícola. Organizaciones como la CIOC y la Coordinadora Nacional Plan de Ayala han llevado a cabo caravanas a escala nacional para exigir mayor presupuesto y recursos para los programas sociales. Esta situación tiene su conexión con la declaración que ha hecho el EZLN para lanzar una candidatura presidencial indígena para 2018, reflejo de las contradicciones tan grandes que existen en el campo.
Para fortalecer la lucha de los campesinos es necesario plantear además de mayores recursos que estos en verdad se destinen a los campesinos más pobres, a mejorar la infraestructura y sistemas agrícolas que impulsen el desarrollo de las comunidades más necesitadas. Estas movilizaciones deben confluir con el magisterio en lucha, los trabajadores de las maquilas y otros sectores obreros que se mantienen movilizados; manifestándose por la expropiación de los grandes monopolios agrícolas que someten a la pobreza a millones de campesinos. De igual forma, los trabajadores y pequeños productores del campo deben luchar por conformar organizaciones independientes de las autoridades estatales y los partidos políticos de la derecha, que lo único que hacen es tranzar con sus demandas, ofreciendo miserables limosnas al mismo tiempo que son también los grandes responsables de la miseria y barbarie en la que el capitalismo ha sumido al campo.