El movimiento obrero y la izquierda tienen ante sí un debate de primer orden. En los próximos meses, en el contexto de las elecciones presidenciales del próximo año se estarán dirimiendo una serie de determinaciones que pondrán a prueba organizaciones y programas. En términos generales, son los obreros industriales los llamados a dar contenido y dirección a la revolución pero en el desarrollo desigual del capitalismo mexicano, atrasado y dependiente, éstos necesitan de la lucha codo con codo de todos los sectores oprimidos, con el pueblo, y se presenta la tarea de construir esa alternativa para la lucha conjunta contra el PRI, el Estado y contra el capitalismo en su totalidad.
Así pues, la discusión del tema indígena y campesino es una de las más importantes. Pone ante nosotros un debate trascendental en cuanto nos obliga a definiciones primarias sobre las fuerzas motrices de la revolución en este país. Es importante tener una posición sobre la cuestión indígena, es decir, sobre la opresión de los pueblos indígenas independientemente de si hay o no hay CIG y vocera-candidata y de si hay o no elecciones.
Los indígenas son un sector del pueblo completamente oprimido, profundamente explotado y víctima de racismo y exclusión atroz del resto de la sociedad. Todos los proyectos de muerte han orillado a los pueblos originarios a una desesperada resistencia contra su desaparición; allanada desde antes por la destrucción del campo a manos del TLC. Este es, a grandes rasgos el sustrato material que los ha lanzado a la lucha, destrucción que no se detiene, y por esto es que su lucha se vuelve urgente, antes de desaparecer por completo.
Su presencia en el campo de batalla lleva a una primera conclusión: qué haya una “unidad”. Pero ¿unidad cómo y para qué? Pues ésta no se llevará en las nubes si no en la acción conjunta de las organizaciones que aglutinan a los distintos sectores. Por supuesto un frente común entre todos los sectores en lucha y principalmente entre los dos referentes más visibles de la izquierda sería un paso adelante, pero esta no tiene por qué ser necesariamente una alianza electoral entre el CIG y Morena, no buscamos una alternativa electoral sino una alternativa de lucha por la transformación radical de la sociedad. Lo que si buscamos es una alianza revolucionaria de todos los oprimidos contra el PRI, contra la derecha, contra los banqueros, los industriales y todo el capitalismo.
Una alianza que en su movimiento desborde cualquier marco institucional. La marcha de la revolución no es una realización de las leyes de la democracia sino una lucha de clases, durante la cual se pueden usar provisionalmente las “instituciones democráticas” del Estado actual, pero que por encima de éstas se propone derribar el poder de la burguesía y construir una nueva sociedad.
La aproximación del CIG - CNI tendría que servir para impulsar a la base de las organizaciones obreras y del sector obradorista a la izquierda, ayudarle a romper la barrera que la dirección de Morena y los sindicatos le ha impuesto. Con una alternativa viable y firme las masas retomaran la lucha anticapitalista, esclarecerán su conciencia de clase y reconocerán claramente en los banqueros y los patrones a sus enemigos, en vez de abstracciones como la deshonestidad, la corrupción y los hombres de mala o buena voluntad.
Al tiempo, el CIG encontrará sus límites en la articulación entre los pueblos originarios, campesinos, y otros sectores de los oprimidos, especialmente entre los obreros, pues esta aproximación obligaría a las redes de apoyo al CIG y al mismo CNI a desarrollar un programa que permita una acción conjunta real, más allá del discurso. Se abre paso, pues, la necesidad de abrir un debate amplio sobre el camino a tomar, una discusión que sólo puede tener lugar en la acción y tener su confirmación en la práctica, en el contraste de las propuestas con los resultados de la lucha.
La clase obrera, los indígenas, la juventud y todos los oprimidos necesitan una forma de oponerse a las tácticas de la derecha, desorganizar las filas de la burguesía y presentar batalla. No vamos a derrotar al PRI, a la derecha, a la burguesía, los proyectos de muerte, con los métodos de la democracia electoral. Es necesario una plataforma de reivindicaciones conjunta e impulsar movilizaciones y sostenerlas en el tiempo, para esto, los indígenas tienen ya una organización y se han puesto en movimiento ¿y los trabajadores de la ciudad? ¿Y los obreros?
Para cualquiera que observe con sinceridad es obvio que los sindicatos y Morena son totalmente insuficientes. La tarea del momento es construir esa alternativa obrera y revolucionaria de masas, que pueda realmente llevar a cabo esa alianza revolucionaria y anticapitalista de todos los oprimidos, crear movimiento y organización, rearmar ideológicamente y levantar la bandera del socialismo por la humanidad y la tierra contra la destrucción capitalista.