La X Cumbre de líderes de américa del norte, realizada en el contexto de la prolongada decadencia del imperialismo yanqui, fue para el gobierno de Morena un escenario importante donde dejar ver sus objetivos y sus límites.

Presentada como una gran defensa de la soberanía nacional, e incluso como una muestra de que el neoliberalismo está de salida, los planes puestos sobre la mesa y las declaraciones que se han dado, incluso días después, dan cuenta de hasta dónde puede llegar la política actual de la 4T.

La decadencia yanqui y la política del gobierno mexicano

Esta Cumbre, al igual que toda una serie de iniciativas diplomáticas imperialistas, es parte del intento de reflotar el papel de dominio político y económico que lentamente pierde en la batalla contra China. Es por eso que la Cumbre juega un papel importante en la agenda, sin embargo, Biden no puede someter a los demás países con la misma beligerancia que lo hizo en otro periodo y se muestra con la cara del amigo, de gobierno “progresista” que busca ayudar a Latinoamérica.

Por otro lado, se ha destacado también, que el papel de AMLO ha sido muy diferente a la sumisión de los anteriores presidentes y que ha planteado la defensa de la soberanía nacional, de los energéticos y el desarrollo del resto de América, principalmente los países del centro continental. La delegación diplomática gringa se ha empleado a fondo en sacar los acuerdos que necesita mientras Biden intenta mantener la careta y no responder a una serie de puntos planteados en la Cumbre.

El discurso de AMLO se ha diferenciado notoriamente del de sus antecesores, planteando toda una serie de puntos, menciones y referencias con un método que, aunque la diplomacia imperialista los hubiera podido prever no le son cómodas. Al mismo tiempo el mismo Obrador no ha dejado ninguna duda de su objetivo, reposicionar a México junto a Estados Unidos contra los enemigos económicos regionales.

Los acuerdos sobre migración, energías renovables e inversión puestos sobre la mesa son parte del desarrollo de México, pero no hay ninguna duda que la apuesta es por el capitalismo y además de la mano del imperialismo norteamericano. No se intenta romper con el sistema económico imperante sino solamente buscar un mejor papel en el mismo, ser un actor de mayor importancia.

AMLO ofrece estabilidad monetaria y una paz social que el resto de Latinoamérica no puede, los llamados a una integración justa y al desarrollo regional, aunque hechos con una retórica con visos desafiantes son al mismo tiempo una llamada para que el “amigo” entienda su debilidad y se ponga a trabajar duro por la “cooperación” y el mantener bajo su esfera de influencia a México, Centroamérica y al cono sur antes de que las exportaciones desde Asia que “siguen llegando a los puertos del Pacífico” le ganen la partida.

“Es el momento de terminar con ese olvido, abandono, desdén hacia América Latina y el Caribe”, “hay condiciones inmejorables de integración económica y social en nuestro continente”, “no hay otro dirigente llamado a implementar esta empresa”; “Presidente Biden, tengo la certeza de que usted es un gobernante humanista y visionario”. Todas estas declaraciones de AMLO no dejan lugar a dudas de la visión que tiene y que hemos retratado aquí.

Desarrollo industrial y capitalismo verde

En consonancia con su estrategia, el gobierno mexicano trató, frente a la cuestión de seguridad y migración, de reforzar el tema de la inversión social en el territorio que sufre la pobreza y la violencia. El llamado Plan Sonora, eje articulador de todo lo acordado sobre energías renovables, semiconductores, inversión productiva, etc. junto con el llamado reiterado a los programas sociales en América central, todo bajo el T-MEC es lo que se puso sobre la mesa.

Se busca desarrollar un polo industrial bajo el cobijo de la lucha contra el cambio climático que supone millones invertidos en empresas privadas que, aunque se llamen verdes, siguen teniendo el lucro por principal objetivo. Ese era también un objetivo claro de las delegaciones yanqui y canadiense a la hora de hablar sobre el problema de las eléctricas en suelo mexicano, el litio y producción regional.

Algunos días después de la Cumbre, y en obvia consecuencia de las pláticas con Trudeau, AMLO declaró que las mineras canadienses son las que más respetan el medio ambiente y los derechos de las comunidades; no deja de ser indignante que estas palabras sean vertidas sobre las tumbas de los defensores del medio ambiente que han sido asesinados por esas mismas empresas “verdes”.

¿Integración justa?

Pero ¿es posible un desarrollo igualitario y una integración justa? Bajo el capitalismo no. La Cumbre, realizada en tiempos de activo e inestable conflicto interimperialista y guerra es también una acción del imperialismo norteamericano para asegurar su parte del mundo y un eslabón más en la cadena que esclaviza a los pueblos de México y el mundo. Las tareas de la lucha contra el imperialismo están ligadas estrechamente a la lucha por la liberación social del continente, es decir a la lucha por el socialismo.

La idea de que se puede triunfar en la lucha contra el imperialismo, dejando en un segundo lugar u olvidando la lucha por el socialismo sólo está conduciendo a catástrofes. Y olvida que los únicos verdaderamente interesados en sacudirse el yugo del imperialismo somos los trabajadores, campesinos pobres, indígenas y demás explotados y que sólo basándose en su fuerza y organización es posible terminar con la amenaza imperialista y sobre todo con sus agentes en suelo latinoamericano: la burguesía nacional de todos los países, sólo así se podría en verdad hablar de un cambio en las relaciones internacionales.


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