Para justificar la medida los representantes de la burguesía esgrimen que la marihuana no es nociva para la salud y que su mala imagen es obra de los prejuicios. Es más, de acuerdo a Juan Ramón de la Fuente, exrector de la UNAM, la oposición a la legalización de la marihuana es consecuencia de traumas psicológicos pues de acuerdo a él, en la reciente presentación de su libro “Marihuana y salud”, la aversión a dicha droga es debido a que mucha gente le atribuye “una especie de poder mágico o diabólico que es en realidad una proyección de nuestros miedos e inseguridades…” (!).

Desafortunadamente para Juan Ramón, los propios organismos de la alta institucionalidad burguesa lo refutan. El Grupo de Trabajo de la Sociedad Civil ante la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS, 2016), tiene una opinión totalmente diferente respecto a los efectos dañinos de la marihuana, de acuerdo a dicho organismo:

“La marihuana tiene un alto potencial adictivo, con una probabilidad de que 9% de los usuarios que experimentan se vuelvan dependientes, lo que aumenta a 17 % si se inicia en la adolescencia y a 50% si el consumo es diario. El Sistema Nervioso Central es afectado, se deterioran las capacidades de memoria y aprendizaje, hay disminución del coeficiente intelectual y de la actividad del lóbulo prefrontal que controla la toma de decisiones, las emociones y además, el consumo de mariguana aumenta el riesgo de padecer psicosis, sobre todo si se consume en edades tempranas (…) Entorpece la coordinación y el equilibrio y altera la percepción, lo que aumenta la probabilidad de accidentes de tránsito y accidentes laborales”.

En México el 80% de los jóvenes atendidos por adicción la marihuana son menores de 18 años y desde 2009 (año en que el gobierno de Calderón despenalizó el consumo de drogas y legalizó la portación de 5 gramos de marihuana para consumo personal) a 2014 el consumo de drogas entre estudiantes de secundaria y preparatoria se incrementó en un 8.2%. Además, hoy en día una tercera parte de estudiantes de bachillerato en el país consumen drogas.

Por otro lado, es evidente que la violencia asociada al negocio del narcotráfico sigue boyante por todo el país, por no hablar de la corrupción y los vínculos del narco con las más altas esferas del gobierno. De tal manera que la idea de legalizar el uso de la marihuana redundará en algún beneficio para la mayoría de la población es una completa mentira que pretende hacer pasar al gobierno por “progresista” frente a la opinión de sectores pequeñoburgueses y de la intelectualidad más desclasada.

Los argumentos de Ramón de la Fuente además de falsos son dolosos. Este repugnante personaje no hace sino demostrar una vez más que es un enemigo jurado de la juventud proletaria. Recordemos que en el año 2000, cuando estaba al frente de la UNAM, junto con el entonces presidente Zedillo, organizó una de las acciones represivas más furibundas contra el movimiento estudiantil usando la fuerza bruta de la policía militarizada (la extinta PFP) para levantar violentamente la huelga en defensa de la gratuidad de la Universidad, organizada por el CGH. No es de extrañarnos que Ramón de la Fuente sea una de las principales figuras públicas que pretende justificar la legalización de la marihuana.

Este oscuro pasado del rector es un indicio de quién está detrás de la campaña por la legalización de la marihuana y cuáles son los intereses que verdaderamente defienden. Para la clase dominante resulta totalmente conveniente la enajenación por drogadicción de un sector de la población que ha sido de los más activos en el último periodo y promete seguir siéndolo, la juventud.

Desde nuestra perspectiva el aspecto más relevante y potencialmente peligroso de esta medida, que ante todo es política, reside en la desactivación de la juventud en la lucha contra el gobierno, contra sus ataques y contra el sistema capitalista. ¡Abajo la hipocresía del gobierno y sus acólitos! ¡Por una juventud libre de drogas, alcoholismo y explotación!