El paso restante para que esa contrarreforma se conculque es su aprobación en el Senado, cuestión que puede suceder en cualquier momento tras el arranque del nuevo periodo legislativo, mismo que inició a mediados de enero. De ese modo se crearían las condiciones jurídicas necesarias para abrir paso, tras una eventual declaración de quiebra, a la privatización de la totalidad de los fondos de pensión de los trabajadores de la administración pública, estimados en 120 mil millones de pesos.
Privatización de las pensiones
El intento por desaparecer al PENSIONISSSTE pretende transformase en un nuevo capítulo de la ofensiva salvaje que, desde 1997 con la modificación a la Ley del IMSS, el estado ha lanzado contra el original sistema de pensiones, para trasformar el 100% de los fondos de retiro de los trabajadores en nuevos negocios para el capital financiero. El avance hasta ahora logrado se traduce, por mencionar un ejemplo, en los más de 11 mil millones de pesos que las Afores se apropiaron en ganancias tan sólo por el cobro de comisiones en los primeros cinco mes de 2015.
Por otra parte, el costo público de la pensiones en su conjunto (IMSS, ISSSTE, Pemex, CFE, entre otros) representa para el estado más de 9 billones de pesos (69% del PIB); la magnitud de ese pasivo laboral ha arrojado como saldo una deuda del gobierno para con las afores del 1 billón 300 mil millones de pesos.
Es muy importante para Peña Nieto deshacerse de la mayor parte posible del pasivo laboral –declarando la quiebra del sistema de pensiones–, pues de acuerdo a sus intereses, representan un enorme peso para las fianzas públicas; máxime en un contexto de estancamiento económico y de drástica caída de los precios del petróleo. De esta forma, nuevamente el gobierno de la derecha, estaría pasando a los trabajadores el costo de la deuda, a la vez que abre una nueva fuente de negocios para los capitalistas. Eso sí, asegurando al mismo tiempo que otras deudas del estado, como el rescate bancario y el pago de la deuda externa no se vean afectados.
Pero aún falta más: si bien la contrarreforma a la Ley del IMSS de 1997 no es aplicable para los millones de trabajadores que ya cotizaban antes de ese año, manteniéndose entre ellos una pensión equivalente al 100% de su salario como trabajadores activos, ahora la OCDE está demandándole al gobierno de Peña una nueva contrarreforma para que en adelante se le pague a esos trabajadores al jubilarse, pensiones equivalentes solamente al 25% de su salario. (La Jornada, 18/10/15)
El único camino es la lucha
Si bien es cierto que los partidos de izquierda no votaron a favor de la contrarreforma del PENSIONISSSTE, la otra verdad es que éstos se constriñeron a la totalmente insuficiente oposición parlamentaría. Por su parte, los principales sindicatos organizados en la UNT se limitaron hacer declaraciones en la prensa y ya que la derecha asestó el primer golpe, organizaron una manifestación que aunque nutrida, no forma parte de una verdadera estrategia para derrotar al gobierno. El hecho es que la ausencia total de convicción entre los dirigentes para generar una auténtica rebelión en defensa de las pensiones, le facilitó el camino a la derecha para avanzar en este ataque en la Cámara de Diputados. Si las cosas siguen así no podemos dudar que el Senado le dará el aval final a la contrarreforma al PENSIONISSSTE.
Ante esa realidad, los trabajadores no podemos estar esperando a que nuestros dirigentes den la cara para luchar. Lamentablemente desde noviembre de 2012 la falta de llamados serios a la lucha ha sido el común denominador entre el grueso de los dirigentes sindicales y de Morena. Los trabajadores y los jóvenes debemos tomar la iniciativa, organizando comités de acción en nuestros centros de trabajo, escuelas y colonias, en defensa del PENSIONISTE y de todo el régimen de pensiones, exigiendo la derogación de la reforma del IMSS de 1997 y de todas las contrarreformas que han transformado a las pensiones en un jugoso negocio para los capitalistas. Esos comités deben lanzar una política de unidad que los fusione con otros comités y organizaciones de izquierda de su región, de su entidad federativa y a nivel nacional, para desplegar importantes acciones de masas para frenar la política de Peña e incluso para hacerlo renunciar.