A 53 años de las heroicas luchas del año 68, la Academia Universitaria, el Estado y la clase dominate tratan de conmemorar estos hechos de forma banal y sentimental, cercenando todo su carácter antisistémico y revolucionario. Desde el Sindicato de Estudiantes reivindicamos esta batalla no como un sueño de una generación por la utopía sino todas sus enseñanzas políticas y organizativas, remarcando el potencial revolucionario de la juventud en conjunto con la clase trabajadora. En el 68 el Estado y la burguesía tuvo miedo de perderlo todo, ahora también, levantemos la bandera del 68 no como un recuerdo sino como una experiencia viva, real y útil para nuestras batallas presentes.
Este dialogo no lo entendemos
Quien imaginaría que después de una brutal intervención policiaca para "apaciguar una riña entre escuelas" el 23 de julio de 1968, se desatarían manifestaciones estudiantiles exigiendo un cese a la represión policial, libertad a los presos políticos, desaparición de los cuerpos represivos y justicia e indemnización para los compañeros agredidos. Toda protesta era disuelta por la policía, persiguiendo y apaleando a toda persona menor de 20 años, con ésto el Estado demostraba el odio y el miedo que tenia a la juventud organizada y lo que podía desembocar. La represión se volvió el único argumento que el gobierno estaba dispuesto a dar.
El PRI predominaba como dictador hegemónico de la política dentro del Ejecutivo, el legislativo y el judicial, era el elefante blanco del país que nadie criticaba porque nadie estaba afuera de ese cascarón. Díaz Ordaz, representaba la culminación de un proceso de degeneración y burocratización, no se daba lugar a una oposición de partidos, censurando la crítica y comprando todos los medios de comunicación. Esto aunado a que las bases de las organizaciones campesinas (CNC) y obreras (CTM), las controlaban otorgando grandes privilegios, cooptando líderes y represión salvaje contra trabajadores de izquierda.
No había oposición alguna en las cámaras, pero sí en las calles
Procesos de años se concentraron en días. El 30 de julio, a unas cuantas horas después de instaurarse la huelga en la Prepa 1 de San Ildefonso, el ejército irrumpió de madrugada con un bazucazo la entrada de la escuela, masacrando a 10 estudiantes y dejando decenas de heridos. Estos ataques se replicaron en otras escuelas con el objetivo de aterrorizar y acallar al movimiento, pero ocurrió lo contrario. ¡Se vino el estallido! Las asambleas, las acciones de solidaridad con demás escuelas y sectores de trabajadores en todo el país se multiplicaron, así como las marchas con cientos de miles en las calles, una de ellas, la histórica "Marcha del Silencio" como respuesta política al gobierno represor que tachaba al movimiento de escandaloso y desorganizado.
El movimiento estudiantil llegó, como las lluvias, a bañar de ideas y espíritu revolucionario a la clase trabajadora que por años había sido duramente reprimida y amordazada, demostraron organización lo contrario a los discursos oficiales de que eran revoltosos (hoy nos llaman chairos) e influenciados por "agentes soviéticos" que solamente querían provocar el desorden y romper la paz social en el año de las Olimpiadas.
Consignas como “Copreros* ayer, estudiantes hoy y pueblo mañana”, demostraban no eran un movimiento aislado a los sucesos represivos hacia la clase trabajadora a nivel nacional, sino la culminación de un proceso revolucionario reprimido y controlado. También adoptaron los ecos de luchas internacionales, “Prohibido prohibir” como se leía desde el Mayo Rojo Francés, era tan sólo un ejemplo de las lecciones aprendidas de las batallas en todo el mundo.
Los jóvenes estudiantes de las principales universidades públicas del país (IPN, UNAM, Chapingo), no eran más que las hijas e hijos de obreros y campesinos que seguían las tradiciones de lucha de sus madres y padres, abuelos y abuelas, que hoy heredamos como ejemplo de lucha.
2 de octubre no se olvida
A 10 días del inicio de las Olimpiadas, el Estado pretendió dar el último golpe. Bengala en el cielo y empiezan los disparos del Batallón Olimpia hacia la multitud que se concentraba en un mitin en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. El atardecer y la plaza se tiñeron de rojo mientras miles de estudiantes corrían por sus vidas. El Estado y sus lacayos al otro día dijeron que "Era un día soleado en la Ciudad de México", mientras los nuestros buscaban a sus familiares y amigos en las cárceles, en las morgues y en las calles, escondidos. Oficialmente se dijo que 30 habían sido asesinados, nosotros sabemos que son más pero aunque hubiera sido uno solo, no le quitamos el crímen de lesa humanidad por los cuales Díaz Ordaz y Echeverría no han sido juzgados. ¡NI PERDÓN, NI OLVIDO, CASTIGO A LOS ASESINOS!
68 fue el parteaguas para toda una generación, nuestras madres y padres, abuelos y abuelas lucharon codo con codo, para que ellos y todos los continuamos tuviéramos la libertad de decidir, de expresarnos y organizarnos, poder estudiar sin la presencia e influencia de militares en nuestros centros de estudio, caminar en las calles sin el miedo de que nos desaparezcan, protestar sin que nos torturen ni asesinen y poder tener verdad y justicia para quienes nos han quitado. Demandas que hasta hoy prevalecen y que con todo el cinismo que su clase les permite, nos siguen asesinando y reprimiendo por luchar.
Hoy somos los que no olvidamos, luchando hasta la victoria
La juventud y el pueblo retomamos la lección más valiosa y útil: las calles serán siempre nuestras, la movilización es el canal de lucha que ayer, hoy y siempre da la victoria. Nunca olvidaremos la violencia que como clase hemos tenido que resistir y combatir para tener una vida digna. La lucha por las libertades democráticas, por el acceso a la justicia y a la verdad, por la educación y salud pública gratuita, es la lucha contra el capitalismo y quienes tomamos la batuta somos la gente de a pie, que vive y sufre cada día los despojos del Estado al servicio del capitalismo. Hace 53 años nos creyeron derrotados, hoy les demostramos que la batalla sigue pendiente y que no sólo buscaremos una lucha heroica sino ante todo la victoria y una sociedad libre de opresión y explotación, una sociedad socialista.
¡Ni un minuto de silencio, sino toda una vida de lucha!
¡Por la verdad y la justicia, lucha combativa!
*El 20 de agosto de 1967 se masacró a productores de coco en La Coprera, Acapulco, quienes buscaban un aumento al precio de venta de 50₵ a 53₵ por kilo. La policía asesinó a 35 copreros y dejó 150 heridos, según cifras oficiales.