La situación de la educación pública en México ha agudizado la crisis de exclusión para millones de habitantes de la población mexicana en estos últimos años. Los sectores más vulnerados han sido la clase trabajadora, los indígenas, los campesinos, etc. Lamentablemente en nuestro país la falta de acceso a educación pública de calidad y la deserción que ha habido a causa de la pandemia ha demostrado un gran abandono del sistema de educación pública por décadas.
Pese a que el artículo 3 de la Constitución Mexicana señala que: “Todo individuo tiene derecho a recibir educación...” Y que “El Estado -Federación, estados y municipios- impartirá educación preescolar, primaria y secundaria. La educación primaria y la secundaria son obligatorias.” La realidad es que más bien se ha vuelto un privilegio en el que pocos pueden tener acceso, que aunque sea un derecho, el sistema educativo mexicano no ha podido garantizar que se cumpla para toda la población, en especial para los sectores más vulnerables.
Durante 2021, 5.2 millones de estudiantes mexicanos desertaron de la escuela (muchos de ellos sin poder terminar ni la educación básica, a pesar que en la Constitución se diga que es obligatoria) o no han tenido la oportunidad de estudiar, la mayoría de clase trabajadora y que viven en condiciones altas de rezago social debido a problemas económicos y por esto mismo dejan de estudiar para ser prácticamente forzados a trabajar, muchos por no contar con equipo para tomar las clases en línea, otro por tener que ayudar en casa con los ingresos pues la pandemia incrementó el desempleo y la pobreza. Las comunidades más afectadas son las rurales, que son las más marginadas. La exclusión social significa un abandono prematuro de los estudios, un desempeño académico bajo y la falta de acceso a educación pública de calidad.
Crisis educativa durante la pandemia
La pandemia de COVID-19 iniciada en 2020 ha generado varios cambios sociales y ha reforzado la crisis económica y educativa no solo en México, sino a nivel mundial. México fue uno de los países que más tiempo mantuvo a las escuelas cerradas y los desafíos en torno a la educación pública parecen no tener fin.
32 millones de mexicanos no tienen internet, y esto afecta a la educación a distancia ya que muchos jóvenes y niños son aún más excluidos del sistema educativo, y alrededor de 2 millones de personas carecen de electricidad o no poseen un aparato electrónico para tomar la educación a distancia (celulares, computadoras, tablets, etc.). En otros casos, varios jóvenes salen de sus casas para tener conexión a internet pública. El Gobierno implementó el programa “Educación en casa” donde se transmiten las clases desde televisión para las personas sin acceso a internet, sin embargo, esto no ha sido suficiente para mejorar la calidad educativa a distancia. La población en condiciones de pobreza estuvo más rezagada y oprimida, mientras los más ricos aumentaron sus riquezas durante la pandemia.
Así como se incrementó la pobreza y la desigualdad, igualmente aumentó la pobreza del aprendizaje, según el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESA), la pobreza del aprendizaje aumentó del 23.1 % al 33.3% en menores de 15 años.
Igualmente aumentó la incapacidad de lectura de textos simples en niños que viven en condiciones de pobreza que el rango de edad es entre 10 a 15 años. Además de tener problemas en otras ramas de aprendizaje como en matemáticas donde les cuesta trabajo resolver operaciones básicas como sumas, restas, multiplicaciones y divisiones.
La crisis educativa siguió aumentando durante y después de la pandemia, aunque muchos estudiantes regresaron a clases, el problema sigue siendo el mismo: millones de jóvenes excluidos del sistema educativo sin poder acceder a una escuela y/o educación de calidad. La desigualdad y la carencia de empatía por parte de las instituciones educativas son muy notorias, ofreciendo soluciones que ofrecen poco o nada a las clases marginadas.
¡Necesitamos un cambio!
En el mismo capitalismo no se ha podido garantizar una educación de calidad accesible para todos, en la UNAM existen en torno a 120 mil estudiantes no aceptados cada año, en el IPN, la cifra es de alrededor de 60 mil y 70 mil en la UAM, las tres universidades más grandes del país. El derecho a la educación se ha convertido en un privilegio para unos cuantos y en un negocio para otros.
¡Basta de la exclusión de las y los hijos de la clase trabajadora! Se necesita un cambio urgente en las instituciones educativas, necesitamos luchar de manera organizada y combativa por mejores condiciones económicas y educativas para la mayoría de la población.
Desde el Sindicato de Estudiantes luchamos por una educación pública y de calidad, que es sumamente necesaria. Podemos transformar las condiciones del sistema educativo, tenemos la fuerza y esa fuerza se demuestra más estando en colectivo. Necesitamos movilizarnos de manera organizada y luchar para que millones de jóvenes y niños no se le niegue el derecho a la educación.
¡Por una educación pública, gratuita y popular!
¡Únete a la lucha organizada!
¡Ningún niño, niña o joven sin lugar en las escuelas!