Apenas retomadas las clases cien por ciento presenciales, miles de estudiantes de diversas escuelas nos hemos puesto en marcha, protestando y denunciando el estado de nuestras escuelas, así como el autoritarismo y represión que han implementado las autoridades escolares.
El capitalismo nos deja sin futuro
Durante estos dos años las burocracias y altos funcionarios no hicieron nada por mejorar, dar mantenimiento y adecuación de nuestras escuelas. Vemos techos derruidos, hoyos en los pisos; bibliotecas, laboratorios y salas audiovisuales sin mantenimiento, recortes presupuestales a áreas como prácticas profesionales, deportes y cultura.
Padecemos salones totalmente llenos donde tomamos clases de pie y fuera del salón, vemos cierre de grupos o materias porque no hay docentes suficientes. De los cientos de profesores que lamentablemente fallecieron durante la pandemia no se han ocupado las plazas y no pretenden hacerlo.
Se reprime a los estudiantes que se ven obligados a vender dulces u otros artículos para sostener sus estudios, sin embargo, a los grupos porriles, vendedores de drogas o personajes agresores y corruptos no se les toca ni un pelo.
Miles de compañerxs han sido excluidos y expulsados de las escuelas, sólo el último año escolar desertaron 633.304 estudiantes desde nivel básico hasta superior dentro del sistema educativo de la SEP.
La juventud padecemos una de la tasa de desempleo más altas con un 15.2%, y vivimos a flor de piel la precariedad laboral: según el INEGI, el 44.9% de los que trabajamos ganamos un salario mínimo o menos, significando un máximo de $5,186 mensuales ¡Quién tiene una vida digna con eso!
Unido a todo esto, las cifras sobre la salud mental son estremecedoras. En México en los últimos tres años el suicidio subió 24%, siendo el sector de edad entre los 25 y 29 años el más afectado, convirtiéndose en una de las tres principales causas de muertes entre las personas de 15 a 35 años.
Lo ocurrido en nuestras escuelas es sólo una más de las condiciones de vida miserables que este sistema nos está obligando a padecer. La juventud de familias trabajadoras es uno de los sectores más golpeados por la crisis económica, sanitaria y social que estamos sufriendo en todo el mundo, de ahí que nos hemos puesto en pie de lucha.
La educación pública en un estado crítico
¿Qué implica la educación pública para las y los hijos de la clase trabajadora? Hacinamiento en los salones, trayectos largos y peligrosos en el transporte, gastos de vivienda, manutención, falta de becas, laboratorios mal equipados, acoso y violencia sexual en las aulas, entre otras. Esto implica que, más allá del esfuerzo individual, estructuralmente nuestras oportunidades se vean reducidas; recibimos una educación deficiente, tenemos más probabilidades de deserción escolar para apoyar en gastos familiares, y egresar o titularse es todo un desafío.
Actualmente, el derecho a una educación integral, crítica, gratuita, científica y popular se ha convertido en un privilegio para quienes puedan pagarla. La educación para los hijos e hijas de la clase trabajadora no es una prioridad para las capas altas, que únicamente están interesadas en formar mano de obra con una formación básica. Por ello, cada año el presupuesto a la educación pública se reduce en los hechos, y las puertas se estrechan para quienes vemos en la educación profesional un camino para mejorar nuestras condiciones de vida.
Sólo la lucha cambia la vida
Debido a lo anterior, hemos vivido un movimiento estudiantil demandando condiciones dignas de estudio. Ha sido en el IPN donde éste ha llegado más lejos, no sólo integrando a varias escuelas a la lucha sino generando un pliego petitorio común.
Las demandas del IPN son las mismas que en la UNAM, la UAM, las Universidades Estatales e incluso internacionalmente; basta con leer las crónicas periodísticas del movimiento estudiantil chileno para sentirse identificado con sus reclamos y protestas.
Los ataques a la educación pública, sus recortes, desmantelamiento y descuido no son casualidad. Para los dueños del mundo y sus políticos, la educación pública, en medio de la crisis económica, se ha convertido en un lastre en el que no están dispuestos a invertir un peso más, sino que desean arrebatar esos recursos públicos y usarlos para sus beneficios.
De ahí que el Sindicato de Estudiantes es una herramienta de organización política para hacer frente a esta situación, necesitamos unificar la respuesta del movimiento estudiantil de distintas escuelas e instituciones en protestas masivas unitarias.
Históricamente, la fuerza del estudiantado ha sido un pilar en las movilizaciones sociales, y gracias a ello se han arrebatado grandes logros; muchos de nosotros tenemos acceso a la educación precisamente porque antes hubo quien la defendiera.
Se han generado diversos pliegos petitorios, estos son una herramienta de lucha para explicar cuáles son las condiciones que han fermentado el movimiento. Sin embargo, ningún pliego –por más claro y bien redactado que esté– tiene fuerza por sí mismo, emplazar a un diálogo público y resolutivo no tiene por objetivo convencerlos sino imponer nuestras exigencias, con la acción combativa unificada desde las asambleas generales. No ganaremos nada en los diálogos o mesas que no ganemos primero en la calle y con la movilización.
Las asambleas generales locales deben integrar a estudiantes, profesores, trabajadores y tutores, decidir democráticamente los paros, actividades, etc. y construir una Asamblea General, capaz de organizar y golpear como un solo puño, el mismo día, la misma hora y masivamente.
También es importante informar al pueblo de lo que está pasando y llamar a unirse a la lucha, para ello necesitamos lanzar brigadas informativas a centros de trabajo, al transporte, a otras escuelas, a las colonias.
Es necesario romper el aislamiento, impulsemos una gran jornada nacional de lucha por la dignificación de nuestras condiciones de estudio y empleo, del trabajo docente y la escuela pública.
Demandamos:
- Un Plan de Rescate para la educación pública que exige un aumento de presupuesto hasta el 10% del PIB a este sector y su democratización.
- Base, sindicalización y salario digno para cada docente. Contratación de más maestrxs, lo que permitiría tener grupos reducidos y cubrir la demanda en cada escuela.
- Construcción de salones, laboratorios y planteles equipados.
- Subsidio para comedores estudiantiles.
- Dormitorios y casas de estudiantes
- Red de transporte escolar gratuito, seguro y suficiente.
- Atención integral psicológica para cada estudiante. Exigimos nuestro derecho a un servicio de salud mental público, universal y digno.
- Gratuidad de la conexión a internet.
- Fomento especial a la educación indígena y a la enseñanza en lenguas originarias.
- Ampliación de becas en cantidad y monto.
- El servicio social debe ser remunerado en condiciones totalmente dignas. Nos rehusamos a ser mano de obra esclava y precaria.
- Empleo digno para la juventud
Estamos a pocos días de cumplirse 8 años del crimen de Estado perpetrado contra los compañeros normalistas de Ayotzinapa y a 54 años de la masacre del 2 de octubre del 68, así como el 28 de septiembre, día internacional de lucha por nuestros derechos sexuales y reproductivos. Es el mejor momento para llenar las calles reivindicando nuestras demandas actuales, así como justicia y verdad para estos crímenes de Estado.
Porque la juventud de ayer fue, nosotrxs ahora somos. No estamos pasivos, estamos luchando, nos estamos organizando y hemos comprendido que nunca nadie nos ha regalado nada. Nuestro futuro no se construye con migajas de la burguesía, nos negamos a resignarnos y agachar la cabeza ante la miseria que los capitalistas nos tienen reservada.
Las lecciones que nos dejan estos últimos años es que es más necesario que nunca organizar la lucha por transformar la sociedad desde sus cimientos. Bajo este sistema no tenemos futuro. Si queremos derrotar los planes de los capitalistas necesitamos de la movilización masiva del pueblo en la calle y transformar esta lucha en organización consciente en las escuelas, las empresas, las fábricas, comunidades y en nuestras colonias.
Desde el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria llamamos a la juventud a organizarse con nosotras y nosotros, en defensa de un programa anticapitalista y socialista, que nos garantice una vida digna de ser vivida.
¡Por condiciones de estudio y empleo dignas para la juventud!
¡Trabajadores, profesores y estudiantes, unidos y adelante!