Tras ser rechazadxs el pasado 2 de mayo por representantes de la Cámara de Diputados, el movimiento estudiantil convocado a partir de la problemática de las becas a nivel superior, nos preguntamos: ¿valió la pena organizarnos, dedicar horas a las discusiones, llevar a cabo movilizaciones? ¿Los diputados nos vieron la cara? ¿Qué ganamos? ¿Sirve de algo luchar? A continuación, enlistamos una serie de conclusiones que nos parecen valiosas para seguir la organización permanente en nuestras escuelas y preparar las futuras batallas.

Demostramos determinación y fuerza: ¡con nuestra educación no se juega!

Ante el aluvión de argumentos que se vierten constantemente contra la juventud sobre nuestra supuesta indolencia social, estas semanas demostramos que ante un ataque certero a nuestra educación no sólo responderemos de manera decidida, sino también contundente con la movilización de nuestras fuerzas, con la clara convicción de no ser utilizados por nadie; ni por la derecha, la Rectoría, ni por el gobierno federal en su fuego cruzado de la disputa por el poder.

Ante esa demostración de fuerza y arrojo, nuestros adversarios no tuvieron otro remedio que intentar tranquilizar absolutamente todo con comunicados y promesas sobre las becas, para así mandarnos de nuevo al salón de clases. Sin embargo, no contaban con que después de reunirnos y discutir nuestras problemáticas pasaríamos a la acción y al desarrollo de una serie de demandas que nos parecen totalmente viables y necesarias para que las y los hijos de la clase trabajadora no abandonemos nuestros estudios: becas dignas y suficientes, casa de estudiantes, comedores subsidiados por escuela, transporte público gratuito, democratización de nuestras escuelas.

¿Qué logramos?

Somos muy conscientes de que dichas demandas no podrán ser arrebatadas fácilmente; que requieren de un movimiento masivo, unificado y movilizado. Eso lo tenemos que construir a través de métodos democráticos basados en las asambleas de nuestras escuelas. La lucha actual abonó firmemente a este objetivo; podría parecer poco, pero realmente significa mucho, ya que tras la pandemia no hubo continuidad de la lucha organizada y de una u otra manera la experiencia acumulada, las lecciones políticas y una serie de avances fueron interrumpidos por dos años de ausencia en nuestras escuelas.

Uno de los efectos de la pandemia fue atomizarnos, desarticularnos; por eso ahora uno de los triunfos o avances es que nos estamos reconociendo entre nosotros, nos estamos juntando, coordinando, discutiendo nuestras problemáticas y métodos sobre cómo avanzar y consolidar nuestra lucha: estamos accionando colectiva y combativamente.

Estas acciones, si bien aún no se dan entre el estudiantado en general, sí se están presentando en un sector que los próximos semestres habrá adquirido lecciones valiosas de este periodo. El principal mérito del movimiento actual fue superar la etapa que ya se veía desde poco antes de la pandemia y que se había profundizado por ésta: las luchas aisladas que se daban en cada escuela ahora han vuelto a conformar un movimiento general y unificado en la universidad.

Por eso, a pesar de que aparentemente el movimiento estudiantil no pudo arrebatar todas las demandas planteadas en esta coyuntura, no hemos sido derrotados ni tampoco timados. Hemos de reconocer la etapa en la que nos encontramos y que las limitantes del movimiento actual son consecuencia de estar forjando dirección y organización al mismo tiempo que damos la batalla contra las autoridades.

No es poca cosa: el hecho de haber logrado en pocas horas que la UNAM retrocediera y declarara a favor de las becas para ganarse nuestra indulgencia, así como haber obligado al gobierno federal a pronunciarse, habla del potencial de nuestra fuerza y del miedo que tienen hacia la juventud cuando se pone en marcha.

Por otro lado, el que las y los diputados no se hayan presentado el pasado 2 de mayo afuera del Congreso no es mera casualidad ni olvido: sabían que, aunque estuviéramos en su terreno no podrían comprarnos ni convencernos de ninguna negociación y que, por el contrario, demandaríamos nuestros derechos sin miramientos, excusas ni pretextos. En la misma tentativa de calmar las aguas, el 9 de mayo publicaron un “exhorto” a la Auditoría Superior de la Federación y a la Auditoría Interna de la UNAM para informar y hacer público el destino de los recursos otorgados del programa de becas Elisa Acuña.

Sin embargo, el plan de las autoridades de usarnos a su modo y de manera sesgada no funcionó, y ahora necesitan tranquilizar el ambiente para que no se siga desarrollando, sobre todo ante una coyuntura próxima como es el cambio de Rector. 

El debate sobre los logros del movimiento actual tiene una relevancia de primer orden y trascendencia. A un sector del estudiantado puede parecerle que no hemos ganado nada, pero es importante insistir en las conquistas políticas, explicando que éstas no son “victorias morales”, sino un avance real y unificado. Si logramos continuar por el camino que la actual coyuntura ha trazado, estaremos en mejores condiciones para seguir avanzando, fortalecernos y conquistar logros “concretos” en las siguientes batallas.

Qué sigue y nuestras tareas

Estos logros concretos y contundentes se darán en la medida en que podamos mantener un movimiento organizado de forma permanente; la lucha no termina con esta coyuntura Debemos sacar lecciones de este periodo, por ejemplo: cómo podemos mejorar nuestras asambleas y los mecanismos de representatividad; cómo integramos más al resto de la comunidad; cómo estrechamos el vínculo con lxs profesorxs y trabajadorxs , quienes son nuestros aliados, de forma que asistan a las asambleas y marchas más allá de algunas visitas y muestras esporádicas de solidaridad.   

Asimismo, debemos organizar mejor nuestras protestas generando comisiones de seguridad y logística; llevar volantes para informar a la comunidad por qué marchamos; siempre crear comisiones de interlocución con las autoridades y acordar objetivos de las manifestaciones; llevar comunicados precisos para los actos, así como pliegos petitorios concisos y macizos para ser entregados.

Otras estrategias consisten en ampliar la participación de la comunidad a través de mecanismos de diálogo y explicación de nuestras demandas por todas las vías que conozcamos e ideamos: salones, reels, infografías, carteles digitales e impresos, charlas, conversatorios, asambleas informativas, podcasts, vídeos, etc. Asimismo, crear equipos para que la comunidad se integre, como, por ejemplo: brigadas informativas a otras escuelas, realización de propaganda, integración a la comisión de seguridad, etcétera.    

Necesitamos reconocer nuestras debilidades para enfocarnos en solucionarlas y no caer en la desesperación ni realizar acciones ultraizquierdistas o sectarias alejadas de las comunidades. El trabajo cotidiano y paciente en nuestras escuelas logrará integrar a más y más compañerxs, y nos obligará a discutir cada vez con mayor profundidad las cuestiones relacionadas con nuestro movimiento, por ejemplo, el programa que necesitamos para ganar la confianza y el apoyo no sólo del estudiantado sino también de la clase trabajadora, o los métodos que debemos implementar en el día a día para construir un movimiento más amplio y democrático.

Nuestras tareas son claras; tenemos que volver a nuestras escuelas siendo muy conscientes de que, si queremos mejorar nuestras condiciones de estudio, necesitamos sumar a lxs miles de hijxs de trabajadorxs a la lucha organizada. Esto será sólo posible a través de: 1) un trabajo paciente pero permanente de explicación política y propagandística; 2) ganarse la simpatía y el apoyo de la clase trabajadora y pueblo en general; 3) la unificación de la movilización estudiantil; y 4) la organización democrática del movimiento con base en comités de lucha y organización de las escuelas, no para que sustituyan o tomen decisiones por toda la comunidad, sino que sean elegidos democráticamente tras un trabajo de base en las escuelas; esto creará las condiciones para nuestras victorias posteriores.

Únete al Sindicato de Estudiantes para defender la educación pública

Desde el Sindicato de Estudiantes sabemos que no conseguiremos nada en mesas de diálogo o negociación si no somos capaces de conquistarlo en las calles, a través de la movilización masiva de nuestras fuerzas; esta es la única forma de doblegar no sólo a la Rectoría, sino también al gobierno. Así, arrebataremos demandas sustanciales que hagan realidad la educación pública como derecho.       

Si te interesa impulsar estas ideas y métodos en tu escuela o facultad, contáctanos y únete al Sindicato de Estudiantes. Somos una organización estudiantil democrática y feminista donde nos articulamos de forma permanente para garantizar nuestro derecho a la educación en condiciones dignas. Puedes escribirnos al 5575651346 ¡La lucha es el único camino!


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