Durante años, la comunidad sexo-diversa ha sido reprimida por un sistema heteronormativo que utiliza los mismos argumentos una y otra vez. En lugar de aceptar la diversidad, se enfocan en ocultar, invisibilizar e incluso neutralizar a quien se atreve a romper con la norma. Sin embargo, cada vez somos más personas que combatimos estos discursos y nos negamos a ser silenciadxs o invisibilizadxs. En este contexto, surge la pregunta: ¿No se dan cuenta de la realidad? Este artículo explorará las razones detrás de esta persistencia, el poder, el dinero, el statu quo, y cómo la comunidad sexo-diversa sufre las consecuencias violentas de estos discursos.

En nuestra sociedad, el poder, el dinero y el status quo juegan un papel fundamental en la perpetuación de los discursos de odio. Es más fácil para el sistema tener un "demonio", un enemigo al cual culpar, para mantener su imagen de "los buenos". Así se afianzan en sus privilegios y se rodean de seguidores motivados por los prejuicios del “deber ser”, quienes replican y respaldan a estos "salvadores" y "portadores de la verdad". Como consecuencia, la comunidad sexo-diversa sufre las secuelas violentas de estos discursos y la discriminación que los acompaña.

Esta discriminación se extiende incluso al sistema judicial, donde las personas de la comunidad sexo-diversa a menudo son revictimizadas, denigradas o simplemente se les niega la atención adecuada en caso de delitos. En el ámbito laboral, mostrarse fuera de la heteronorma puede resultar en discriminación o incluso la negativa de contratación. Un ejemplo alarmante es la tasa de desempleo del 90% entre las personas trans (INEGI, 2020).

La otra cara de la moneda es la llamativa visibilidad que recibimos en junio, mes del orgullo. Muchas empresas pintan sus logos de colores arcoíris, participan en marchas y lanzan campañas publicitarias masivas. Sin embargo, el resto del año, la invisibilidad y la discriminación persisten tanto para acceder a un servicio como para acceder a un trabajo. Para estas empresas, la comunidad sexo-diversa es solo un nicho de mercado. Esto, desde que el capital descubrió que dentro de la comunidad sexodiversa había quien (la minoría) lograba tener mayor poder adquisitivo, debido a que se unen o tienen hijos a una edad mayor que las heteronormadas. O peor aún, nos convierten en un producto exótico para comercializar, muñequitas de aparador, aisladas y separadas del contexto social comunitario, cosificándonos.

Es hora de luchar por el orgullo con una perspectiva de clase y una actitud combativa. Debemos acabar con los discursos de odio y discriminación ¡Basta de transfeminicidios! ¡Basta de invalidar a las personas no binarias! No queremos ser muñecas de aparador, buscamos una calidad de vida digna, derechos laborales, salud y vivienda dignas y el derecho a decidir sobre nuestra expresión individual. Anhelamos vivir en paz y disfrutar de los derechos que nos han arrebatado.

Gritemos fuerte, hermanos, hermanas y hermanxs, que nuestro grito de lucha no sea solo en junio, sino fuerte y claro todo el año hasta que se convierta en un grito de victoria.

¡Por un orgullo de clase, combativo y revolucionario!


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