Una campaña histérica
La derecha, que contra el movimiento estudiantil independiente y el magisterio democrático siempre ha dicho que “no hay que politizar la educación” ahora se lanza en una campaña política histérica, mentirosa, furiosa, contra los Libros de Texto Gratuitos. Se ha clamado de la manera más cómica pero también más absurda, la implantación del virus comunista, el adoctrinamiento de los niños, etc. Para cualquiera que no se deje ensordecer por el ruidero del falso debate, la verdad salta a la vista.
Igual que hace 60 años, igual que hace 100, no tienen más argumentos, los mismos energúmenos muestran su horrenda verdad, no tienen más; obispos, empresarios, jueces, retrógradas y trogloditas de toda ralea. La misma calaña de siempre, cuyos verdaderos fines son inconfesables.
Para esta gentuza la educación pública es un mal que tienen que soportar, que, si por ellos fuera, el analfabetismo dominaría el país y la Biblia sería la única lectura legal. Y cuando la educación pública ha sido defendida una y otra vez por las hijas e hijos de las familias humildes en las universidades y por las maestras y maestros en la educación básica, saliva les ha faltado para proferir insultos.
La derecha está furiosa porque está perdiendo el control de la educación, algo que consiguieron sólo bajo la represión. Para ellos perder el control ideológico de la enseñanza es perder el control por el cual se sostienen, le temen a que tengamos acceso al conocimiento porque el conocimiento en nuestras manos conlleva la crítica, el cuestionamiento, la transformación, en pocas palabras, el movimiento estudiantil lo usamos para desarrollar la conciencia.
Esta gente que hoy habla en contra del “adoctrinamiento” es la misma que clama contra la educación sexual y afectiva, contra el aborto, contra la sexodiversidad, que se rasga las sotanas y se persigna contra la degeneración del idioma. Son los mismos que asesinaban maestras rurales y estudiantes y bendecían a los asesinos.
¿Por qué se oponen a la educación sexual? porque es cuestionar el statu quo, es cuestionar toda su moral y su familia patriarcal, es rechazar los métodos de control que tienen sobre los cuerpos de las mujeres, rechazar que tengamos que quedarnos en la casa, que tomemos nuestras decisiones, que accedamos a la universidad; quieren mantener a las mujeres y a la comunidad sexodiversa fuera de la participación política activa y pudrir las mentes de nuestros compañeros hombres para usarlos como lacayos traidores de su propia clase.
Pero no es sólo la reacción clerical, es la reacción de empresarios y banqueros, de la burguesía. Es la postura de la educación neoliberal, la visión de la calidad educativa, las evaluaciones estandarizadas, los exámenes filtro para rechazar miles en la educación media superior y superior, el enfoque exclusivo en el razonamiento lógico matemático y verbal, la formación de competencias para la industria, la venta malbaratada -cuando no el regalo- de la investigación a la industria privada, la falta de mantenimiento e inversión en infraestructura escolar, la masificación y tecnificación de la educación terminal para la clase obrera y la elitización de las universidades, y la precariedad laboral docente.
Esta gente que educa personas como si hiciera tornillos, todos igualitos, borrando a los seres humanos y dejando la mano de obra, la barata y la calificada. Para la burguesía, somos piezas de reemplazo para la producción, a veces más caras, pero siempre prescindibles.
No al control educativo de la derecha
Y para presionar legalmente han desempolvado a su momia favorita, la Unión Nacional de Padres de Familia; el mismo nombre lo dice todo, una visión patriarcal cuando sabemos que son las madres las que mayoritariamente se encargan de la educación. Y cuentan además con los gobiernos derechistas de algunos estados que han lanzado una andanada de amparos, demandas y controversias constitucionales.
Pero más importante aún es el llamado de Marko Cortés, dirigente nacional del PAN, y de obispos y políticos derechistas, ha “quitar” de los libros las páginas que los padres “crean inconvenientes”, a la vieja usanza de los fascistas. Esta acción se enlaza directamente con otras propuestas como el pin parental, recurso favorito de la reacción no sólo en México, también internacionalmente.
No se resignan a perder todos los avances ideológicos, políticos, pedagógicos y administrativos que han tenido en la educación como no aceptan perder el control sobre las masas oprimidas, sea con el tolete, la bota militar, el sermón o la educación, creen que las niñas, niños y la juventud es su propiedad.
Contra esto decimos fuerte y claro: tenemos derecho a recibir educación integral, científica y laica, y el Estado debe garantizarla, nadie debe impedirnos ese derecho, incluso nuestros padres, no somos propiedad de nadie, tenemos derecho a la información y tomar nuestras propias decisiones con base en la colectividad. Democracia significa que podamos tomar la educación en nuestras propias manos y organizarla para que nos enseñe nuestra historia como oprimidxs, y nos ayude a comprender nuestra realidad independientemente de cualquier doctrina burguesa, clerical o de Estado.
Nuestra posición en el debate
Sin embargo, que no se confunda nuestra posición. Combatimos la momiza clerical y burguesa, los prejuicios y atavismos de la reacción y la derecha, pero oponerse a la campaña de la derecha no significa automáticamente defender al gobierno o no tener críticas a los libros de texto. Reconocemos que hay avances y nos apropiaremos de ellos con las dos manos para seguir abonando a la educación pública.
Lo positivo de los libros y las propuestas pedagógicas debe complementarse con una inversión masiva en educación para bajar la masividad, contratar más profesores, mejorar salarios, mantener actualización pedagógica con goce de salario y sin pagar por los cursos, y una reorganización administrativa de la SEP, que haya métodos administrativos que se correspondan con la nueva propuesta en las aulas y no que la dificulten. Los contenidos se complementan con un actuar cotidiano en el aula, pero la iniciativa del docente, su autonomía tiene que corresponderse con el sistema educativo nacional.
Sin embargo, también marcamos una serie de cuestionamientos, sólo un ejemplo, no olvidamos que Marx Arriaga “pagó” con diplomas el trabajo de ilustradores y diseñadores para los libros de texto, afectando laboralmente especialmente a la juventud. La educación tal cual la ha llevado adelante el actual gobierno aún tiene deudas serias con las necesidades educativas populares. Y el movimiento estudiantil y el magisterio democrático pugnan por conseguir una educación al servicio del pueblo.
En las palabras de Lev Velázquez, investigador y miembro de la CNTE:
“Tanto en los libros de texto como en las metodologías sugeridas y discutidas en los consejos técnicos escolares oficiales, coexisten perspectivas progresistas del aprendizaje, historia, multiculturalismo, diversidad de género o derechos humanos con nociones de formación de capital humano, concepciones eurocéntricas de la tecnología o la cultura y propuestas metodológicas para el desarrollo de habilidades que promueven las empresas del capitalismo STEAM y del emprendimiento.”
Avancemos en la lucha
Desde el Sindicato de Estudiantes impulsamos la lucha de las y los estudiantes, maestras y maestros precarizados de las universidades y el magisterio democrático por una educación pública democrática, científica, gratuita y popular, al servicio de la infancia y juventud hijas de la clase obrera y lxs oprimidxs. Una educación básica que nos enseñe a pensar, no a obedecer; una universidad para transformar la sociedad, no para perpetuar y justificar la opresión.
Y para eso es necesario tomar el protagonismo del debate, organizarnos para oponernos a la política educativa del capitalismo y tomar la educación en nuestras propias manos. Es hora de combatir firmemente a la reacción y avanzar en la democratización revolucionaria de las universidades y toda la educación.
La educación pública, desde básico hasta la universidad es la educación a la que mayoritariamente asistimos las hijas e hijos de las familias humildes y trabajadores, la juventud obrera y campesina, para nostrxs defenderla es luchar contra la ignorancia en que la derecha, la religión y la burguesía quiere sumirnos, es mantener la posibilidad de los conocimientos para exigir mejores condiciones laborales y para organizar la lucha contra el sistema de explotación que nos oprime todos los días, es pues, una cuestión de clase y es parte de la pugna por la transformación revolucionaria de la sociedad, por la liberación de la humanidad.