Los últimos meses han sido de grandes lecciones políticas para millones de jóvenes y trabajadores en el país que han despertado a la lucha política en defensa de sus intereses. La lucha contra la imposición de Peña Nieto desde mediados del año anterior no ha significado otra cosa. El aval que el TEPJF dio a las elecciones en septiembre pasado es la base para un cuestionamiento profundo de la táctica puramente institucional o legal llevada por quienes dirigieron esta lucha, AMLO y el #YoSoy132 principalmente, radicalizando las posiciones de diversos sectores.

En ese contexto de radicalización de la lucha, catalizada por la aparente derrota, han surgido una serie de llamados de diversas organizaciones guerrilleras convocando a los jóvenes a la lucha armada como única alternativa contra el régimen. Desde la Tendencia Marxista Militante consideramos que ello no es cualquier cosa, pues pese a al carácter incuestionablemente heroico de esa expresión política, opinamos que representa una estrategia con serios límites para la lucha contra la opresión y la miseria que nos aquejan a los oprimidos en la lucha por nuestra emancipación. El presente artículo pretende ser un aporte a la discusión de los métodos, las estrategias y tácticas por las que debemos de optar de forma consciente eludiendo cualquier tipo de aventura que no asegure que los explotados podamos dar pasos adelante en nuestra lucha.

¿Bolchevismo o guerrilla?: La lucha de masas y lucha armada

Los llamados que estas organizaciones hacen no son ninguna casualidad, por el contrario responden al proceso político por el cual atraviesa el movimiento en su conjunto. La radicalización que ha adquirido el movimiento enarbolando cada vez más claramente una lucha contra el capitalismo responde precisamente a la imposición de EPN, es sin lugar a dudas un avance en la consciencia de millones de personas pero requiere un programa y métodos proletarios de acción para ser el garante del avance en la lucha. Pues en sí misma la radicalización no significara el cumplimiento de los objetivos planteados. Ambas, imposición y radicalización, son consecuencia de lo inadecuados que se presentan los métodos reformistas para las tareas que el mismo movimiento había adoptado.

El pacifismo y la lucha legal-institucional han sido evidenciados por el propio proceso electoral como métodos limitados en tanto no han sido acompañados del llamado a la lucha en las calles, escuelas, fábricas, y centros de trabajo expresándose por ejemplo en una convocatoria a huelga general para demostrar la fuerza y capacidad organizativa. Mientras AMLO insistía en que ahora si podríamos ganar si nos manteníamos en la lógica institucional sin convocar actos que pudieran espantar los grandes empresarios so pretexto de ser una cuestión de estrategia, desde Militante señalábamos que sólo convocando movilizaciones de masas e incluso una huelga general podría garantizarse un terreno mucho más favorable para el triunfo; pues estas serian advertencias claras para los capitalistas. La historia nos ha dado la razón, el fraude y la imposición no han sido consecuencia de la ignorancia y la compra de votos como algunos descarados pretende hacernos creer. Sino fundamentalmente de una estrategia inadecuada que no demostraba claramente la correlación de fuerzas; una estrategia destinada desde el comienzo al fracaso.

Un caso similar ha ocurrido con la dirección del movimiento #YoSoy132 la cual también enarbolo en principio las mismas consignas del pacifismo, entendiéndolo como la lucha institucional pero sin hacer llamados serios a la organización de comités de lucha que fueran germen de la organización de una huelga general de la educación superior en el país. Aunque fue mucho más heterogéneo por su composición, incluso diversos sectores del movimiento estudiantil denunciaron claramente los errores de la estrategia planteada. Pero lo que definitivamente ha sido el error más grave fue su postura respecto a AMLO. Hay que recordar que en la dirección del movimiento dominó la idea de que el apartidismo serviría para evitar ser confundidos con otras luchas y en consecuencia sería el principio de la victoria. Evidentemente ello ha demostrado su falsedad pues ha sido una de las causas que ha permitido que desde el comienzo diversos grupos de derecha actuaran libremente al interior del movimiento estudiantil sin el menor empacho en reivindicar hipócritamente el apartidismo y en segundo lugar porque ello, sin ser la única, también fue una de las causas del triunfo de EPN. De haber llamado abiertamente a un voto crítico por AMLO, pues apoyarlo no significa como algunos reduccionistas piensan ser incondicional a él, la historia podría ser completamente otra.

Lo anterior ya expone una serie de puntos clave del bolchevismo, es decir el legado de Lenin. El triunfo de la revolución de Octubre de 1917 no fue otra cosa sino resultado de un trabajo paciente de los bolcheviques en las organizaciones de los trabajadores para convencerles de la necesidad de luchar contra un sistema que no puede sino oprimirlos a diario y contra los representantes del mismo. Quienes hablan de lucha armada en nombre del marxismo, olvidan cotidianamente señalar que tanto Lenin, Trotsky y el propio Marx siempre subordinaron estas acciones a la lucha de masas. La diferencia entre una guerrilla y una milicia obrera, como fue el Ejercito Rojo, es por tanto abismal no solo numéricamente sino también cualitativamente.

Un ejemplo gráfico de ello, con todos los matices políticos, son las agrupaciones guerrilleras argentinas de los Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo. Cada una de ellas mantuvo en sus mejores años a una afiliación superior a los tres mil militantes, en el caso de Montoneros se sabe que incluso llegaron a los cinco mil, que ya es en sí una fuerza considerable. Pero pese a su fuerza ambas organizaciones habían sido derrotadas incluso previamente a la dictadura militar, que en México por ahora es sencillamente improbable. La razón de ello es muy simple y se debe al hecho de que el actuar de estas organizaciones en lugar de incentivar la acción revolucionaria de las masas, lo que produce es el repliegue a sus casas. Las masas trabajadoras no salen a las calles a luchar por mero gusto sino porque no tiene otra alternativa ante los ataques de la burguesía. La consciencia suele ser conservadora e incluso va por atrás de los acontecimientos, de tal forma que millones de personas preferirán sacrificarse un poco más antes de tomar un arma y perder la vida sin ninguna garantía de triunfo.

Una guerrilla es unas formaciones militar reducida numericamnte que actúa bajo principios y objetivos que son propias de quienes la conforman, por tanto son ajenas al movimiento obrero que forma milicias propias orientadas principalmente a defender las conquistas y defender el avance de la clase. Mientras la primera se compone de un grupo reducido con objetivos claros desde el comienzo, una milicia es el resultado de la auto-organización de los trabajadores que disputan el poder a la burguesía. Por supuesto aquí la cuestión numérica se convierte en un elemento de peso por la influencia que cada una logra y que en todo caso es lo que permite o no el triunfo. Nadie en su sano juicio está dispuesto a dar su vida cuando las perspectivas son poco claras, y peor cuando la posibilidad de victoria es menor al de la derrota. Ello es un elemento que debe ser valorado cotidianamente por quienes aspiran a dirigir o por lo menos orientar la lucha de los jóvenes y los trabajadores. Pero aun mayor es el carácter cualitativo que diferencia a ambas. En 1902 Lenin escribió: “Porque los socialistas revolucionarios, al preconizar en su programa el terrorismo y difundirlo como medio de lucha política en su forma actual, causan un daño gravísimo al movimiento, destruyendo los nexos indisolubles entre la labor socialista y la masa de la clase revolucionaria. Ninguna afirmación verbal, ningún juramento pueden refutar el hecho incontrovertible de que el terrorismo actual, tal como lo aplican y lo predican los socialistas revolucionarios, no tiene la menor relación con el trabajo entre las masas, ni está en contacto con ellas; que para llevar a cabo actos terroristas una organización de partido distrae a nuestras fuerzas organizativas, ya de por sí muy escasas, de su difícil tarea de organizar un partido obrero revolucionario, tarea que dista mucho de esta ya lograda; que en la práctica, el terrorismo de los socialistas revolucionarios no es otra cosa que el combate individual, método que ha sido enteramente condenado por la experiencia histórica. Hasta los socialistas extranjeros comienzan a desconcertarse ante esa estrepitosa propaganda del terrorismo que realizan a hora nuestros socialistas revolucionarios. Y entre las masas obreras rusas esta propaganda siembra la nociva ilusión de que el terrorismo “obliga a la gente a pensar políticamente, aunque sea contra su voluntad” (Revolutsiónaia Rossía, num. 7, pág. 4) de que el terrorismo “es más capaz de convertir… a miles de personas en revolucionarios y de inculcarles el sentido [!!] de sus actos, que meses y meses de propaganda verbal”, de que se puede “infundir nuevas energías a los que vacilan, a los desalentados, a los que se sienten derrotados por el lamentable desenlace de muchas manifestaciones” (ibíd.), etc. Estas nocivas ilusiones sólo pueden conducir a un rápido desengaño y debilitar la labor destinada a preparar el asalto de las masas contra la autocracia."

Mientras una guerrilla desarrolla sus acciones fuera de los centros de trabajo su rango de acción se sitúa por fuera del movimiento de masas mismo. En otras palabras las acciones de la guerrilla por muy heroicas y sorprendentes que puedan ser están por fuera de la lucha de los explotados, que es por definición una lucha de masas. Por su parte una milicia obrera al ser el resultado de la auto-organización de los trabajadores significa también que su centro de acción son los centros de trabajo mismo y por tanto son resultado del desarrollo del movimiento obrero mismo.

Los marxistas reivindicamos a la clase trabajadora como clase revolucionaria no por un carácter romántico o por lastima, sino porque al ser ellos los generadores de la riqueza son también su piedra de toque. La fuerza de la clase trabajadora dentro del capitalismo es precisamente que ella se ha convertido en una clase necesaria para el capital, que no sobreviviría ni un minuto sin trabajadores. La debilidad orgánica de la guerrilla, además de ser numérica, es principalmente que se desarrolla fuera del corazón del capitalismo: la producción. Por el contrario, como hemos señalado, la fuerza del movimiento obrero es precisamente esa.

Los jóvenes no necesitamos las armas, sino una organización revolucionaria, una organización bolchevique.

A diferencia de otros países en México la juventud no tiene una organización tradicional donde se aglutinen miles de jóvenes donde la formación política sea el eje rector junto a la práctica cotidiana de organización y agitación. Si bien Morenaje se perfilaba como una posibilidad, la bancarrota del reformismo la ha llevado a una serie crisis de la que parece poco probable saldrá. Ni siquiera en el terreno estudiantil existen organizaciones tradicionales con larga trayectoria como el Sindicato de Estudiantes del Estado Español o las Federaciones Estudiantiles de Chile. Esa es la tarea más apremiante de la juventud en nuestros días. Construir una organización de masas, que sea la palanca para que millones de jóvenes salgamos una vez más a las calles y conquistemos poco a poco mejoras sustantivas en nuestras condiciones de vida, es la mejor alternativa que tenemos si realmente queremos ser participes de la transformación profunda de la sociedad.

La juventud y la clase trabajadora mexicana tienen ya bastante mártires pero lo que realmente necesitamos son dirigentes capaces de orientar del mejor modo al movimiento. En Militante reconocemos el arrojo y la valentía de los cientos de jóvenes que en el pasado han dado la vida para transformar la sociedad, y los reconocemos como parte de nuestra herencia. Pero creemos que la guerrilla no es ninguna alternativa real para dar la lucha contra la opresión, y que incluso es la base para que esta sea acentuada al justificar de forma mucho más clara la acción represiva del Estado.

Los jóvenes hemos sido testigos de nuestro potencial de movilización, desde nuestros centros de estudio y trabajo, en los meses pasados e incluso hemos visto como junto a nosotros salieron maestros, amas de casa, trabajadores y otros sectores de la sociedad que también están siendo golpeados por la crisis capitalista. Pero hay que preguntarnos ¿Qué haríamos si estuviéramos organizados, si tuviéramos un Sindicato de Estudiantes? Por supuesto que planteado así las posibilidades son mucho más amplias, como la diferencia entre un pez y un banco de barracudas.

La tarea del movimiento #YoSoy132, y de la juventud en general, es precisamente esa: construir una organización que sirva para colectivizar las lecciones de los errores y los aciertos convirtiéndose en una fuerza permanente donde se puedan organizar más y más jóvenes. De lo contrario este movimiento quedará sólo como un bello recuerdo de juventud. Solo formando una organización con métodos claros de elección de dirigentes, con una discusión política amplia de las medidas a llevar a cabo así como una claridad de las perspectivas de la lucha de clases podremos asestar y defender nuestros intereses.

Claro que construir una organización no es cosa de un decreto ni mucho menos de buenas intensiones, sino de un proceso amplio de discusión de elementos que le den cuerpo y sentido. Un programa, estatutos y reglamentos no son cosa que puedan elaborarse en una tarde sino que requieren el trabajo arduo de decenas de personas. Pero aun reconociendo esta dificultad lo cierto es que el llamado claro a su construcción sería un paso adelante pues sería muy bien recibido por cientos de jóvenes que son consientes de la necesidad de estar organizados.

Desde Militante invitamos a todos los jóvenes y trabajadores a construir una organización revolucionaria. Ahora más que nunca la militancia política se vuelve un principio para quienes han decidido dar la lucha contra la opresión y la miseria. Solo de forma organizada y con una militancia seria los jóvenes podremos construir una alternativa seria de lucha para transformar la sociedad.

¡Por una organización revolucionaria para la clase trabajadora y la juventud: Únete a Militante y construyámosla!

 

 


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