A finales del año anterior se presento el nuevo Reglamento de Convivencia Universitaria y el Reglamento de Alumnos en la Universidad Autónoma Metropolitana, que a todas luces ataque los derechos democráticos más elementales de los estudiantes universitarios como los de organización y manifestación.

El ataque presentado por el rector Enrique Fernández Fassnacht en diciembre del 2012, es sin lugar a dudas la muestra de las intenciones de la alta burocracia de las universidades para mellar en la organización política de los estudiantes. En un contexto de crisis económica y de un enorme desprestigio del régimen, cientos de miles de jóvenes nos movilizamos el año pasado para intentar frenar la imposición de Peña Nieto, los rectores de las universidades públicas del país temen que los centros de estudio vuelvan a convertirse en centros de discusión y organización como a mediados del año anterior. Donde por cierto hay que recordar que la UAM jugó un papel de primer orden en la llamada primavera mexicana, pues mientras otras instituciones se encontraban en vacaciones que impedía hasta cierto punto la organización y discusión adecuada, la Metropolitana fue un centro de organización de estudiantes y uno de los bastiones importantes de las movilizaciones del movimiento #YoSoy132.

Un ejemplo claro de las intenciones de dichos reglamentos es el artículo 8, fracción VII, referente a las faltas al reglamento que se propone sea aprobado de la siguiente forma: Promover o ejercer la violencia en la Universidad o en los lugares donde se desarrollen actividades vinculadas con la misma”. En este caso ha sido suprimido el término física en referencia a la violencia, con lo que el contenido de dicha fracción queda a merced de la interpretación aleatoria de las autoridades universitarias. Es decir que las autoridades podrán acusar a cualquier estudiante de ejercer la violencia para sentarle faltas al reglamento ante la ambigüedad en la redacción de dicha fracción y de lo que se entiende por violencia. Otro ejemplo del mismo artículo es la fracción XIII que es una propuesta de adicción que considera una falta “Impedir o restringir el uso de las instalaciones de la Universidad”. De facto esta fracción impide el derecho democrático a la huelga, tanto de estudiantes como de trabajadores y profesores, sea por reivindicaciones concretas o bien como una huelga de solidaridad con otras luchas.

Si no fuera suficiente con ello, el artículo 9, en sus fracciones IV (“Perturbar el funcionamiento de los órganos colegiados o el desarrollo de las actividades académicas o administrativas”) y X (“Usar o disponer de los bienes o instalaciones de la Universidad para fines contrarios a su naturaleza u objeto”) restringe completamente el derecho político a la manifestación e incluso a la organización misma, por no ser afín a la naturaleza de la Universidad. Dichas modificaciones, completamente reaccionarias, son muestra clara de la propuesta en su conjunto consiste sobre todo en limitar la acción política de los estudiantes, trabajadores y profesores en su lucha por mejorar sus condiciones de estudio y trabajo.

Más allá del análisis y las justificaciones propiamente jurídicas, los jóvenes debemos hacer una lectura política pues lo que esta de fondo no es solo el uso de las instalaciones universitarias sino principalmente un ataque contra la organización política de los estudiantes. La intensión es clara: limitar y controlar la lucha de los estudiantes por la mejora de sus condiciones de estudio y vida. Ante ello resulta fundamental que los jóvenes nos preguntemos ¿por qué las autoridades tienen tanto miedo a nuestra organización y lucha? La respuesta es clara, en el fondo saben que los jóvenes hemos sacado conclusiones del estallido estudiantil del 2012 y que son base para una prolongación de esa misma lucha en nuestros centros de estudio y trabajo.

La intensión del rector de la UAM, no le es exclusiva por el contrario refleja las intensiones que subyacen entre una capa de la alta burocracia por lo que la discusión sobre la organización política de los estudiantes, sus métodos e ideas se vuelve más relevante ante este tipo de ataques. En el fondo el problema no es sólo las luchas que los estudiantes puedan desarrollar, sino precisamente bajo que métodos e ideas serán planteados. A diferencia del año anterior donde existía una cierta confianza en que ahora si el IFE y las instituciones no jugarían el nefasto papel del 2006, ahora la lección ha quedado completamente clara aunado al factor del agrupamiento de los jóvenes que es precisamente el material explosivo que las autoridades universitarias vislumbran. Es decir por una parte el descredito en las instituciones de la democracia capitalista y su papel han sido absolutamente evidenciados para millones de jóvenes y trabajadores, pero junto a ello ha quedado claro que no es suficiente movilizarse de forma espontanea y coyuntural bajo un programa cortoplacista que solo identifique los problemas que se le plantan en las narices.

El miedo que expresan por tanto las autoridades es el miedo al proceso político inevitable por el cual estamos atravesando cientos de miles de jóvenes en México entero a raíz de la lucha contra la imposición de EPN, que se sintetiza en la necesidad de formar organizaciones para dar nuestras luchas con métodos claros, ideas que permitan clarificar el panorama y un programa que oriente nuestras acciones a desarrollar. Es eso, y no tanto el temor a mítines o marchas como tal, a lo que temen. Pues una organización estudiantil permitiría vincular las luchas y darles una coherencia programática, y que es lo que no hemos visto en los últimos años y que ahora emerge como una conclusión del año anterior. Pero no solo eso, una organización estudiantil permanente permitiría unificar las luchas contra los ataques locales y plantearía serías dificultades a las autoridades para agudizar esos mismos ataques. En los últimos años hemos sido testigo por ejemplo de los pequeños ataques aparentemente aislados, como el monedero electrónico, que ante la ausencia de una organización se presentan como relativamente fáciles para las autoridades. Entonces el problema no es solo exclusivamente la libre manifestación sino fundamentalmente la libre organización de los estudiantes.

Es precisamente en lo anterior en donde reside el mayor peligro de dicha medida. Como explicamos desde el CEDEP y Militante la imposición de Peña Nieto traería como consecuencia más y peores ataques contra los jóvenes y los trabajadores, contra quienes se impuso como presidente. Las recientes contrarreformas como la de telecomunicaciones, la educativa o la energética son en realidad una continuación y profundización de los ataques de la burguesía contra los trabajadores. Estas tarde o temprano tendrán sus efectos dentro de las universidades, por ejemplo en el presupuesto educativo pues PEMEX aporta cerca del 40% del presupuesto público del país, convirtiéndolas en verdaderos bastiones de la lucha contra los mismos. Eso es a lo que verdaderamente temen y ante ello están preparándose.

La reforma a los nuevos reglamentos de la UAM, debe ser no sólo el detonante de una lucha por la democratización de las universidades y sus instancias de dirección, sino especialmente un detonante de la organización estudiantil de forma permanente. Si la intensión de las autoridades es ante todo reducir la capacidad de movilización de los estudiantes, la tarea es precisamente seguir ampliándola mediante una organización que sea capaz de levantar las demandas más sentidas de la comunidad y vincularse con las otras unidades de la misma Universidad para con ello ampliar el espectro de respuesta ante los ataques. Ahora más que nunca la construcción de dicha organización se convierte en necesario, como nunca antes estamos siendo testigos de los peores ataques contra los jóvenes y los trabajadores ante la capitulación de diversos dirigente por una lucha exclusivamente legal, que está demostrando ser insuficiente ante la profundidad de los ataques.

Desde el CEDEP denunciamos la actitud represiva de las autoridades de la UAM por intentar impedir, mediante la reforma, la libre organización de los estudiantes contra los ataques de los cuales son objeto día con día. Hacemos un llamado a SITUAM, a los trabajadores, profesores y estudiantes a luchar contra esta reforma antidemocrática, que significa un ataque a la organización democrática de trabajadores, estudiantes y profesores contra las futuras batallas. Compañero estudiante, compañero trabajador te invitamos a que nos conozcas y te organices con nosotros.

¡Alto al hostigamiento de la juventud: NO a los Nuevos Reglamentos de la UAM!

¡Unidos y organizados, venceremos!

 

09 de abril del 2013

 

 

 


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