El pasado 12 de diciembre del 2013 la contra-reforma energética impulsada por EPN, el PRI y PAN, fue aprobada en el Congreso de la Unión, siendo rectificada por más de 25 congresos estatales en el país en los días subsecuentes. Este es sin lugar a dudas un duro golpe contra juventud y a la clase trabajadora del país pues es el primer paso contra una serie de ataques, como los que ya se ven con el incremento de los impuestos, que tarde o temprano repercutirán en el incremento de la pobreza y la precarización de las amplias mayorías en nuestro país. A raíz de esta reforma se abren las puertas de par en par para que las grandes empresas nacionales e internacionales (Exxon, Shell, J&P) puedan invertir y ser ellas mismas partícipes de los procesos de traslado de crudo; en la extracción y la exportación del mismo, antes estas facultades sólo las podía hacer el Estado Mexicano. Permitiendo así el enriquecimiento de los grandes capitales a partir de una empresa que al estar en las manos del Estado, financio durante décadas gran parte del gasto social, es decir que permitió el desarrollo de las conquistas de la lucha de los jóvenes y trabajadores, pero que ahora serán botín de unos cuantos capitalistas.

Por supuesto lo anterior no lo van a hacer las grandes transnacionales extranjeras de manera gratuita, ni mucho menos bondadosa. Sus inversiones, cuidadosamente pensadas, les traerán grandes y jugosas riquezas mientras la mayoría de la sociedad es empujada a la miseria, a partir de intentar arrancarnos el legado de nuestros padres y abuelos. La crisis económica por la que atraviesa el mundo entero, sobre la cual se han desarrollado las mal llamadas reformas estructurales, es la justificación sobre la cual Peña Nieto y compañía pretenden desmantelar las conquistas históricas para cargar sobre nuestras espaldas una crisis de la que ellos son los únicos responsables.

La reforma energética significa la privatización del petróleo en México y en general entregar en bandeja de oro todos los recursos naturales del país para que sean explotados a mansalva, siendo la minería un ejemplo escandaloso de lo anterior. La apertura de PEMEX al capital privado significará por tanto el inicio de una serie de medidas que profundicen la sangría de los jóvenes y trabajadores de este país. Es decir ataques para desmantelar paulatinamente el gasto social, o sea el IMSS y el ISSSTE en cuanto al sector de la salud se refiere; reforzar el ahogo presupuestal de las universidades públicas para empujarlas en el sentido del incremento de sus servicios y cuotas; para endurecer y hacer más paupérrimas las jubilaciones laborales y de plano desaparecerlas para las generaciones futuras, arrojándolas a una vida de trabajo y miseria, etc. Las modificaciones a los artículos de la constitución sientan las bases para la eventual desaparición de CFE y PEMEX con el subsecuente despido que implicaría el cierre de ambas empresas además que la energía eléctrica pasaría a ser otro jugoso negocio para los capitalistas. No obstante lo anterior, el calvario de la contrarreforma energética también contempla la eliminación de los subsidios para gasolinas, equivalente al 18.6% del precio al consumidor, y para el consumo de energía eléctrica, mismo que en el caso de las familias de escasos recursos es del 50 al 60% de costo de las tarifas.

A pesar del resultado en el Senado, aún es posible frenar la entrega del petróleo al gran capital nacional y trasnacional; esa misma verdad también es válida para los casos de las reformas educativa y laboral la cuales pueden ser derogadas. La clave está en que los dirigentes de las organizaciones de masas adopten una política y táctica que demuestre toda la fuerza de la clase trabajadora golpeando todos juntos el mismo día y la misma hora por medio de una huelga o paro nacional que toque las fibras más sensibles de los capitalistas paralizando la economía. Para logra lo anterior los sindicatos y los partidos de izquierda deben adoptar un programa de unidad que rompa con los capitalistas e incluso llame a expropiarlos y en el que estén reflejadas las demandas de todos los sectores en lucha, acompañadas por convocatorias a movilizaciones unificadas y a llamados a impulsar comités de acción y lucha en las fábricas, los barrios obreros, escuelas y universidades, así como ejidos, pueblos y comunidades campesinas e indígenas, esto último con la intención de fortalecer el grado de organización de las clases desposeídas.

Los jóvenes organizados en torno al Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (CEDEP), no nos complacemos con el futuro que la burguesía y sus representantes nos tienen preparado: un futuro de miseria y explotación. Por ello tampoco aceptamos la reforma energética, y no cesaremos en la lucha contra todos los ataques que han implementado e implementaran en contra de nuestras condiciones de vida y las de nuestras familias. Somos conscientes de la fuerza de nuestra clase, de las posibilidades reales del triunfo, de que en sus manos se encuentran las riendas del futuro. Pero para ello creemos necesario seguir fortaleciendo nuestras luchas, afinando aquellos aspectos donde se han cometido errores, así como cuidando aquellos donde hemos acertado. Por lo anterior seguimos haciendo el llamado a la juventud a organizarse en nuestras filas, para construir una poderosa organización de combate que sea capaz de superar las complicadas circunstancias en las cuales nos ha sumergido la burguesía para defender lo que por derecho nos pertenece.

¡En defensa del petróleo y contra la privatización de Pemex!

¡Únete a las filas del CEDEP y defiende con nosotros tus derechos!


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