Cada vez que los estudiantes han tenido que hacer frente a los ataques del gobierno contra la educación pública, surgen preguntas como: ¿cuál es la mejor forma de lucha?, ¿cómo podemos obligar a las autoridades a retroceder?, ¿cómo podemos expresar el descontento masivo de los estudiantes? En múltiples ocasiones, la respuesta a estas preguntas se ha encontrado en adoptar la táctica del paro indefinido como la forma más radical y contundente para expresar la fuerza y el rechazo de los estudiantes hacia las políticas reaccionarias del gobierno. El movimiento comprende instintivamente que un gran ataque, requiere de una gran respuesta. Y esto es verdad, sin embargo, debe considerarse que la táctica no es una receta que haya que seguir mecánicamente. El paro indefinido no es ninguna fórmula infalible, que por sí misma vaya a hacer retroceder a las autoridades; es una forma radical de lucha, sí, pero no la única y no necesariamente la más efectiva.

El objetivo de la táctica: incrementar las fuerzas

El objetivo de una táctica de lucha es fundamentalmente incrementar las fuerzas del movimiento y su apoyo social entre los trabajadores. En este sentido, realizar un paro es positivo, porque permite a miles de compañeros librarse de la presión académica para realizar acciones de protesta: marchas, mítines, brigadas, etcétera. Por otro lado, parando una escuela demostramos que las autoridades han perdido el control de la situación, a tal grado que ni siquiera les permitimos el acceso a las escuelas. Un paro ejerce, sin duda, una presión política muy fuerte. Por otro lado, el paro estudiantil es una forma adaptada del método más tradicional e histórico de lucha de los trabajadores: la huelga. El paro estudiantil sirve también como un ejemplo para que la clase trabajadora salga a la lucha, rompiendo las ataduras de sus patrones, del gobierno y en ocasiones de sus propios dirigentes sindicales. Por todo lo anterior, el paro estudiantil es un arma muy importante de lucha.

Sin embargo, el paro estudiantil que no aprovecha la fuerza y la masividad de los estudiantes que no asisten a clases, tiende a consumir innecesariamente las fuerzas del sector más decidido; el mismo sector que tiene como principal actividad política, resguardar las escuelas día y noche. Es natural y así ha pasado en todas las luchas como la huelga de la UNAM de 1999, que conforme se prolongan los días y semanas de paro, la base estudiantil participa cada vez más esporádicamente, dejando la tarea de sostener las instalaciones a una capa cada vez más reducida de activistas, mismos que caen en el desgaste y la desmoralización política al no lograr incorporar a los cientos y miles que participan en las asambleas o marchas, en las guardias de las escuelas.

Si bien los paros de uno o dos días, liberan a miles de estudiantes para desarrollar la lucha, el paro indefinido, sobre todo cuando no se complementa con una orientación para movilizar al conjunto de los trabajadores en respaldo activo de la lucha juvenil, desgasta las fuerzas del movimiento y en particular de su sector más decidido. La huelga de la UNAM de 1999, que comenzó con una participación de las mismas proporciones con que cuenta hoy el IPN, en menos de dos meses perdió la participación masiva de los estudiantes en el sostenimiento del paro. En los últimos meses de huelga las escuelas estaban resguardadas por apenas unos cientos de estudiantes y en casos extremos por docenas. El objetivo de la táctica de lucha es incrementar las fuerzas, la organización y la conciencia de los estudiantes. El paro es positivo cuando sirve para todo lo anterior, el paro indefinido aplicado a rajatabla lamentablemente tiende a desgastar, en lugar de fortalecer, las fuerzas del movimiento.

La táctica más efectiva es utilizar el paro para orientar a ¡miles y decenas de miles! de estudiantes hacia TODAS las universidades, fábricas y centros de trabajo, para incorporar activamente al grueso de la población en respaldo de la lucha estudiantil. El paro escalonado permite no dispersar las fuerzas y sostener el debate cotidiano entre los sectores más activos y el grueso de la comunidad estudiantil. Los profesores han dado sobradas muestras de unidad con la lucha, debemos involucrarlos en el debate de la táctica para que desafíen a las autoridades y disminuyan la presión académica.

¡Incorporar a DECENAS DE MILES de estudiantes en las tareas de la lucha!

¡Ganar la participación activa de TODOS los trabajadores en defensa del IPN!


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