Algo relevante es que, a los pocos días de dicho Congreso, las escuelas de la UAM desconocieron los acuerdos tomados ahí. Acción que fue secundada por varias asambleas de escuelas en los días posteriores.
La situación es que, a pesar de lo importante que es el esfuerzo de impulsar la organización nacional permanente de estudiantes, el Congreso Estudiantil no fue el mejor espacio para concretarlo. Esto se debió a que no hubo ni tiempo ni condiciones para que se realizara un ejercicio democrático desde las asambleas de las escuelas para que el congreso fuera realmente representativo. El problema es que una capa de compañeros que vienen participando en distintas asambleas toman los acuerdos de dicho encuentro y simplemente dicen “esto es lo que hay que hacer porque ya es un acuerdo de Ayotzinapa”, una actitud así sólo puede generar rechazo e inconformidad.
Lo correcto es no cerrar el espacio de debate, en cada escuela se debe escuchar lo que algunos compañeros aprobaron en Ayotzinapa pero tienen todo el derecho y la obligación de analizar a partir de su propia experiencia y de las condiciones recientes. Si por el contrario, se actúa impositivamente, el resultado será el fracaso de las acciones debido a que muchos compañeros se alejaran.
La lucha debe continuar para ello es fundamental la construcción de espacios democráticos y representativos.
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!