Uno de los logros más destacados de nuestra lucha fue la toma de Bellas Artes, en particular, el hecho de que esta acción fue gracias a la unidad del movimiento. La unidad no declarativa, no abstracta ni formal. La unidad de la manera en que se puede conseguir, con un llamado claro y consecuente a la movilización. Lanzamos la consigna de los paros en INBA, llamamos a todo mundo a Bellas Artes; la respuesta fueron dos días de unidad entre los trabajadores del INBA e INAH y artistas que realizaron presentaciones y donaciones. El ambiente generalizado era que la calle era nuestra y no nos iban a mover. Finalmente aquella batalla se saldó con un triunfo que hay que clamar a los cuatro vientos: sacamos a nuestros presos.

Asambleas, paros, acciones, brigadas informativo-musicales, performance, danza, pintura, estampa, etc. Toda la creatividad de la juventud se articuló en una política clara: conciencia y organización para dar la lucha; salir a la calle y levantar la voz, el único camino. Poner en tela de juicio toda la estructura del sistema y cortar de frente el funcionamiento normal de las instituciones, no sólo rabia sino una orientación que ha demostrado ser efectiva en la lucha. Ahora nuestra tarea es no dejar perder esa experiencia, las lecciones políticas aprendidas. Es momento de volver a las escuelas y trabajar nuevamente por animar, explicando pacientemente la necesidad de mantenerse organizados y alertas, organizar a los compañeros más activos y crear comités de lucha que centren sus tareas en la formación política y la información.

Vienen nuevas batallas. El boquete fiscal que provoca la caída del precio del petróleo augura el recrudecimiento de los ataques: separación y desaparición de escuelas, falta de pagos y recorte de presupuestos, todo eso tendremos que enfrentar. Pero ahora contamos con la experiencia para ir al frente, con una organización que no hay que dejar caer y con una buena victoria. Es momento de levantar la bandera y decir: ¡Aquí seguimos, la lucha continua!