En enero del presente año las autoridades del IPN encabezadas por Fernández Fasschnat, lanzaron la convocatoria para dar luz verde al Congreso Nacional Politécnico (CNP) que llevaba varios meses en pausa. Al hacer este anuncio también llamaron a que la comunidad llevara a cabo el Congreso en el marco festivo del 80 aniversario del Instituto. En otras palabras, las autoridades pretenden que el Congreso se realice totalmente al margen de la presión política que los estudiantes, trabajadores y profesores puedan ejercer.
Esto último es fundamental, ya que el CNP sólo adoptará un sentido progresista si es respaldado con la lucha activa por parte de estudiantes y trabajadores. No debemos olvidar que la defensa de la educación pública y de calidad únicamente será posible gracias a la fuerza de nuestra organización, a la claridad de nuestras demandas y a la amplitud de nuestra lucha.
Aprovechándose de la menor organización y capacidad de convocatoria del movimiento estudiantil, tras el fin de la huelga, las autoridades pretenden retomar la bandera del Congreso para imponer sus condiciones. Cualquier tipo de diálogo con las autoridades, sin el respaldo de la lucha estudiantil, está condenado a ser un montaje propagandístico que aprovecharán los directivos para reintroducir “democráticamente” las reformas que deterioran la educación pública. Por ello el movimiento debe reorganizarse con un claro perfil combativo y de izquierda.
Defender la educación y el empleo digno
La defensa de la educación debe ir de la mano de la defensa del empleo estable y de un salario que realmente solucione las necesidades del trabajador, pues contar con una educación de calidad no es sinónimo de obtener un empleo digno.
México es uno de los países de la OCDE con más contradicciones en el terreno educativo y laboral, por ejemplo, los egresados de educación superior tienen menos posibilidades de conseguir empleo, mientras que los egresados de secundaria son empleados fácilmente, pero en el mercado informal. Esta paradoja desnuda muy bien la hipocresía de la burguesía, pues refleja cómo su objetivo no es elevar la “cultura”, ni la “educación” del país, sino aprovecharse de la “abundancia” de mano de obra cualificada para regatearles el salario, al mismo tiempo que también explota al máximo al trabajador no cualificado.
Dado que la burguesía dispone de una “superabundancia” de trabajadores calificados, pretende canalizar los recursos que se destinan a la educación universitaria a sus propias arcas. Por ello un punto clave donde seguirán los ataques será en demeritar los programas educativos, alentando el perfil “técnico” de egreso.
Reorganizar la lucha
Lo más importante a la hora de debatir las demandas de autonomía y democratización para el IPN, es ver la realidad concreta. Decenas de universidades estatales, además de la UNAM, gozan de “autonomía”, no obstante esta no es una autonomía de las reglas del sistema capitalista, sino es un margen de libertad del que gozan las respectivas burocracias que dirigen estas instituciones. Esta burocracia es en sus más altas esferas parte de los partidos tradicionales de la derecha, PRI y PAN.
Por otro lado, si bien debemos luchar por que la mayoría de la comunidad estudiantil tenga un margen de injerencia lo más determinante posible sobre las decisiones que atañen a las universidades, la tan añorada: democracia; es básico comprender que en un país donde no existe sino una fachada sucia de democracia priista, en un país que en la realidad está controlado antidemocrácticamente por un uñado de banqueros, empresarios -y sus políticos- no será posible alcanzar una tal democracia en apenas una institución educativa.
Por ello es que tanto la “autonomía”, como la “democracia”, al margen de la movilización social, efectivamente pueden alcanzarse, pero formalmente, sobre un papel y una legislación, sin que ello reporte ningún beneficio concreto para los estudiantes, trabajadores y profesores. Por ello es que las consignas de “autonomía” y “democracia” deben llenarse de un contenido concreto: Aumento al presupuesto educativo; becas universales para estudiantes; comedores subsidiados; gratuidad de todos los servicios administrativos; aumento a la matrícula; eliminación de los grupos porriles; libertad de organización estudiantil y sindical.
Dentro del capitalismo ninguna victoria de la juventud está garantizada. Las conquistas de la más reciente huelga del politécnico deben seguirse defendiendo hasta hacerlas una realidad palpable. Por ello te invitamos a organizarte en el CEDEP, para continuar la batalla en defensa de la educación pública, vinculada a la transformación de la sociedad.